A los 16 años, añoraba realizar el Servicio Militar Nacional, para obtener la media cartilla y poder ingresar a un titipuchal de sitios que los adultos entraban y salían como Juan por su casa -no voy a escribir los nombres de esos lugares, puede que alguno de mis escasos lectores se ofenda-; a los 25 años, ya quería tener la barba cerrada o que se me viera mínimo como de 4 días al estilo Indiana Jones. Hoy que tengo menos folículos en la mollera, me sale cabello en donde menos quiero, además, algunas partes del organismo se han vuelto independientes de mi cerebro, es por esto y otros detalles que he llegado a una conclusión: ser adulto es como jugar a un videojuego sin instrucciones. Te tiran al agua y esperan que nades. Y si no sabes nadar, bueno… eso es otro tema.
Pero en serio, ¿quién inventó esta cosa de ser adulto? ¿Quién dijo? Vamos a hacer que la gente se despierte todos los días a las 6 de la mañana -bueno, si es que antes la ganas de hacer pis no te pusieron en alerta-, para estar puntual a las 7 a trabajar, que pagues impuestos y en las pocas horas de ocio se desparrame en un sofá a ver Netflix sin terminar ningún capítulo porque ya te quedaste dormido. ¿Eso es vida?
Y no me digas que es para conseguir la estabilidad. La estabilidad es solo una palabra bonita para decir aburrimiento. Quiero emociones, quiero aventuras, quiero… bueno, quiero poder dormir hasta las 12 del mediodía sin que nadie me juzgue o exista algún compromiso doméstico que cumplir.
Pero no, la vida de un adulto funcional o no es así. Así que, si alguien necesita, estaré aquí, tratando de sobrevivir en este juego sin instrucciones. ¡Y si alguien encuentra el manual, por favor, compártalo!
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