Y en España, ¡qué historia! Los reyes hablaban catalán-valenciano-mallorquín, como Carlos V, que no sabía decir “hola” en castellano. ¡Cómo lo iba a hablar, si era el idioma de los plebeyos y de los que no tenían título nobiliario! Pero nosotros tenemos suerte, nuestro español es fonético, ¡o sea, que si sabes cómo se escribe, sabes cómo se pronuncia! Bueno, casi siempre… Porque hay palabras que nos hacen trabucar la lengua, como mi abuela, que decía “juída” en lugar de “huida”. ¡Era un español antiguo, pero con sabor!
Y luego está la palabra que no quiero decir, la de la enfermedad que afecta la memoria… ¡Alzheimer! Pero yo, por miedo a regarla ante mis discípulos, pos, prefiero decir “El alemán”, ¡y suena hasta racista! Así que, si no sabes pronunciar el apellido de la presidenta Sheinbaum, no te preocupes, ¡tú no eres el único! ¡Ay, qué español más divertido tenemos!
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