jueves, 7 de diciembre de 2023

Words.


En 1983, saltaba a la fama el cantante de origen francés F. R. David con la canción de “Words”, esa que en su desafortunado intento por ser una rolita del High Energy, terminó identificándose como una balada por ese tiznadísimo romanticismo de los mexicanos, y que cuya letra de su primera estrofa alude: “words don’t come easy to me”, y es que a mí me sucede algo similar, pues desde la infancia se me hacía difícil y divertido a la vez escuchar el lenguaje coloquial de la gente con la que convivía -palabras de ellos que siempre he respetado-, y cuando mis hermanos que iban a la escuela, intentaban reprenderles todo ese palabrerío con lo que en la escuela sus profes les decían que era lo políticamente correcto del lenguaje nuestro, pues la neta entraba en una paradoja del escaso diccionario que ese entonces poseía.

En una entrevista realizada en el programa español El Hormiguero, Arturo Pérez-Reverte dijo que en la Real Academia Española existe también una división, entre los que pugnan por conservar el español antiguo contra quienes quieren agregar las palabras comunes de las nuevas generaciones, el caso está que en la nueva versión de su diccionario ya serán incluidas palabras como: Pixelar, Big data, Sexting, Var, Perreo, Machirulo, Crack, Criptonita -sin el “K”- y Chundachunda. Esa misma institución que 1992, incluyó en su diccionario “cantinflear” como un verbo intransitivo que define a ese modo de hablar sin comunicar nada útil o con frases incoherentes y absurdas, basados en la forma de expresarse del personaje de Mario Moreno, Cantinflas.

Agradezco que las nuevas palabras sean acuñadas, pues así logro comprender la jerga de las actuales generaciones, como la de “hypeado”, esa que a veces he utilizado para verme bien “chavorruco” al indicar que algo me alucina, y ya que escribo “chavorruco”, es la traducción de kidult, que en el idioma de Shakespeare o Chespier -de ahí, ese apodo de Roberto Gómez Bolaños, Chespirito-, hace alusión al comportamiento infantil de una persona adulta, sin la intención de que rimara con la palabra de origen cubana Seboruco, que significa persona que da muestra de poca inteligencia, pero también la utilizan para nombrar a una piedra preciosa.

Si la “chamacada” de hoy tiene un titipuchal de palabras, por qué de “wey” o “goee” no pasan, es más, hasta de especie de coma la emplean. Y si de palabras antigüitas se trata, uno de mis entretenimientos que resulta de aprendizaje es ver películas del Cine de Oro Mexicano, en donde he descubierto que un tal Joaquín Pardavé en su papel de Don Zacarías Martínez, en la cinta La virtud desnuda, expresó: “esta comida es de una palatabilidad elocuente”; mientras que, en el largometraje Casi casados, el actor Carlos Riquelme, en su papel de juez de paz, se refiere al personaje que interpreta Mauricio Garcés como “un individuo que utiliza otra personalidad para, impunemente, vejar, ofender y zaherir a terceros, sin otra estimulación más que la de vituperar, vilipendiar y escarnecer la dignidad de una dama”. Lector, si, alguna de estas palabras no las comprende, consulte un diccionario y así, su vocabulario se lo agradecerá.

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