jueves, 19 de enero de 2023

Antes de que nos olviden.


Las veces que he visitado el panteón -que por cierto han sido pocas, pues es un lugar que me deprime al recordar a tanto ser querido que ya no están vivos- me llamaban la atención esos sepulcros que tenía la fotografía del difunto, mientras que en la película de Disney “Coco”, esa compañía ajena a nuestro país que hizo que las nuevas generaciones de mexicanos adopten la tradición de “Día de Muertos” como algo tan nacional, se alude a conservar los recuerdos de los difuntos para mantenerlos vivos en la memoria. Esos retratos en las tumbas trajeron a mi memoria miope, ese momento en que José Saramago recomendó, después de visitar el sitio donde se efectuó la llamada Matanza de Acteal, cuando la prensa le preguntó qué le dijeron los muertos: “¡Que no los olviden!”, y creo que esa es la intención de colocar los retratos sobre las criptas.

En vacaciones, cuando el padre de todos los vicios que es el ocio -según la reflexión del checoslovaco Franz Kafka- se acercaba con cautela a seducirme, se me ocurrió tomar con el teléfono celular una foto de un promocional de una revista en la cual una mujer como de 70 años ataviada con ropa autóctona y de rebozo gris posaba para promocionar a una expo textil de no sé que estado, la neta ni me fijé, pues como decía mi abue Ramona: “Cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo mata moscas”, y la verdad, mi interés se centraba en ese experimento social de subir al estado del WhatsApp la foto como si tratase de la ya citada abuela materna, quien lleva años de habitar el barrio que esta más allá de las estrellas.

Pues la very net, ni primos, menos sobrinos supieron que la de esa imagen no era la mera chipocluda de la familia Iglesias, es más, hasta una prima me pidió la foto para enseñárselas a sus hijos. Lo más probable es que hoy, si es que leen esto, se enterarán de que la mujer de esa foto no era la abuela, híjole, no quiero imaginar la rabia que esto le ocasionará al primo Pepé cuando se cerciore que la dama del rebozo gris que enmarcó y se encuentra en la mesa de centro de su sala ni su pariente es… pero yo no tengo la culpa que por no conservar ni una foto de ella se les haya olvidado cómo era en realidad la abuela.

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