jueves, 24 de junio de 2021

¡Hey vamos!


En la actualidad ya nadie arroja monedas a las fuentes para pedir un deseo, ahora vendemos nuestros deseos por unas cuantas monedas, y somos capaces por ello de hacer monadas; la vida me ha enseñado que cuando uno llega a trabajar, no se llaga a decirle a alguien lo que tiene que hacer, uno se pone a escuchar lo que hay que hacer… “uta, ¿así de O.G.T., es?” Expresión de muchos quesque se creen el Juan Camaney de la chamba, sí, de esos que a casi todas las actividades del jale le toman fotografía y las suben a sus redes sociales, ¡¿weeey, acaso crees que tu superior stalkea tu Facebook?, naaaaa, ellos tienen a otros superiores que espiar!

Otro medio para difundir esa necedad de querer demostrar que si se está chambeando, son los estados del WhatsApp, ahí, por cierto, es posible saber si el jefe –siempre y cuando él te tenga entre sus contactos, de no ser así… pos ya te amolaste mi chavo–, te vio, pero no te preocupes, mínimo tus cuates se enteraron de lo arduo y enjundioso que eres como trabajador, o sea, para ellos efectivamente “bailas tango, mascas chicle, pegas duro y tienen morras de a montón, ¡¡¡ tururú!!!!!” Ahora comprendo porque nunca en sus perfiles suben fotos de cuando él y sus compas godínez se lanzan presurosos a la fondita por unos tacos de arrachera, ¡no mejor de pastor, ¿o están más sabrosos los de tripita?… Ay, no sé, ¿qué me recomiendan? ¿Neta? Eso no lo publican. Ni cuando en su región cerebral desciende el IQ a niveles subnormales, es decir, en la plena lela.

¡Ya basta de tantas vacilaciones! De intentar hacer creer a los demás que se es un Juan Camaney –por cierto, el término es un híbrido del spanglish: Juan come on hey¡, que se traduce como ¡Juan, hey vamos!–, lo que cuenta es el compromiso, las ganas y el cumplimiento de la jornada, eso es lo que nos lega dignidad, ya lo dijo el escritor José Luis Sampedro: “¿Cuál es mi patrimonio? Mis ideas, mi memoria, lo que tengo en la cabeza, lo que soy. Aprendiz de mí mismo, eso he sido toda mi vida”.

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