jueves, 19 de noviembre de 2020

El lugar donde algo comienza.


Durante mi infancia disfrutaba de ir a observar un enorme Nacimiento que por la calle Bartolomé de Las Casas montaban con motivo de las fiestas decembrinas, en él era fácil dar seguimiento a la vida y obra de ese hombre tan libre y fuerte, que como dice Julio Iglesias en la canción Lagrimas tiene el camino: “libre le hizo su alma, fuerte le hizo su fe”, es decir, desde su eclosión al mundo hasta su resurrección representadas en figuras de barro. Son de esas cosas importantes que perduran en la memoria de las imágenes del corazón. Esos son nuestros Nacimientos, mixtura de idiosincrasia de varios siglos con cierto aire kitsch, es que, ¡no marches, colocar también las figuras navideñas de Disney! El señor San José al verlos imagino su expresión: “¿Y estos mutantes?”


Hoy no estoy tan seguro de que en el Jardín Núñez se pondrán los vendedores de artículos navideños, y tampoco sé si quiero ir, con eso de que este cabrón virus de la duda hizo que el docenario a la Virgen de Guadalupe sea cosa de imaginación y fe en casa, pueque ni haiga nada de vendimias, adiós a los opíparos huaraches de azada y tripita con su peculiar sabor a manteca y al jarro de agua de jamaica bien helado de los puestos callejeros, que te los servían en platos de cartón guangos en donde se escurría el queso por los lados, sí, de esos que aún no llevan el pinche sello de advertencia de Alto en Calorías, Alto en Sodio, Alto en Todo, oiga, ya ni la amuelan, luego uno experimenta un gacho sentimiento de culpa, sniff, sniff. Si algún sabor representa los mejores momentos de la vida, es eso que degustaste y al final sorprendentemente dejó transparente la servilleta de papel.

La neta se va a extrañar deambular entre ese gentío que, con tal de olvidarse de la rutina, se animaba a despilfarrar su varo, se quitaban lo fresa un ratito rifándosela por una atascada de comida callejera aderezada con Bacilo de Aertrycke, además de comprar sus santitos pa´l Nacimiento, ese lugar que los niños de mi época alucinaban, pues se volvía en el lugar donde algo comienza, por ejemplo la cuenta regresiva para la llegada de El Niño Dios.

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