jueves, 12 de septiembre de 2019

La raza de bronce

Estamos a unos cuántos días de iniciar el primer puente etílico de este nuevo calendario escolar, el motivo todos lo sabemos, sí, desde el primero hemos sido bombardeados por el márquetin de la mexicanidad, banderitas, moños tricolores, estandartes por el centro histórico, coches con sobrero, bigotes y zarape que nos programa para que por dieciséis días seamos bien mexicanos, sí, de esos que siempre estamos buscando un pretexto para encontrar rivales entre nosotros mismos, los que le van al América, los que profesan una religión diferente a la nuestra, los que siempre lucen una sonrisa y no tienen ni en qué caerse muertos, luego nos escandalizamos por la discriminación hacia el humilde cobrador de la tienda departamental que nunca le abre la puerta el ingrato vecino a pesar de que sabemos que ahí está.

Los mexicanos tendemos mucho a la discriminación, para muestra ahí están los individuos que por el simple hecho de contar con un apellido extranjero, ¡uy, ya se sienten la divina garza! Ya ni la amuelan, lo más seguro es que su ascendencia francesa sea de esos que hace un titipuchal de años se asentaron en los Altos de Jalisco, o sea, no es para que nos quieran opacar si semos de la mesma especie; aquellos que creen que festejando el cumple del chamaco en equis cadena de restaurantes de comida rápida de franquicia estadounidense ya los hace nice, pos la neta no. Mis primos de los yunaites dicen que allá a esos lugares asisten los indigentes y las personas que son segregadas por los mismos gringos, acá igual, entra uno al local y lo miran como preguntándose, ¿a este wey, quién lo invito? ¡Chale, así o más OGT! Esto me recuerda a los profesores de inglés que entre ellos charlan en el idioma de Shakespeare, con tal de que no se enteren los demás o las secretarias que sin importarles las personas a su alrededor cuchichean. Cosas como esas te dejan haciendo el Mannequin Challenge.

Por más que intento no ser así, es más, ni siquiera pensar en serlo, pues consciente estoy de lo ridículo que uno se ve, a veces no puedo evitarlo y como todo un idiota caigo, pues a pesar de que este texto no va dirigido a ustedes, puede que sí, en el sentido de que es anti-ustedes, haciéndome un sujeto que discrimina también, ya lo dijo el ínclito periodista mexicano Miguel Ángel Granados Chapa: “El problema es que México no puede resucitar porque no está muerto. Pero que le hace falta una resurrección no hay quien lo dude.” Entonces, para que conste, soy también de la raza de bronce y no puedo evadir mis jodidos prejuicios raciales, creo que ni volviendo a nacer.

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