jueves, 8 de agosto de 2019

¡Perdónalos Nietzsche, porque no saben lo que hacen!

Cuando a Nietzsche -¡Ah! ¿Fue conocido tuyo o qué?-, le preguntaban por qué únicamente la escritora rusa Lou Andreas-Salome había sido amiga, crítica y consejera, en lugar de su pareja, -pues como ustedes saben, ella se unió a Paul Rée-, éste respondía con el aforismo: “En el momento de casarse debemos plantearnos esta pregunta: ¿Crees poder conversar con tu mujer hasta que seas viejo? Todo lo demás del matrimonio es transitorio, pues la mayor parte de la vida común está dedicada a la conversación”.

Eso lo decía Nietzsche -¿era tu cuate o cómo?-, simplemente porque fue un sujeto enamoradizo que se rendía ante el género femenino fácilmente, obvio que no por todas era bien correspondido, para olvidar amargos momentos se inventó el misógino aforismo: “El hombre ama dos cosas: el peligro y el juego. Por eso ama a la mujer, el más peligroso de los juegos”. Frase que se la adjudicó a Zaratustra, tal vez porque no quería que sus poemas que frecuentemente escribía perdieran credibilidad, recuerden que es considerado de los mejores en su lengua natal.

Entonces no es de extrañar que en el lenguaje de pareja, uno de los dos recurra para entablar comunicación a diálogos como: No, estoy bien, solo estoy cansado, justo iba a llamarte, nunca llegó tu mensaje mi amor, en un ratito llego, ahorita te contesto, sigo en reunión, eres única y especial -como todas las demás-, etc., con tal de continuar juntos, y si ya no tiene a alguien, lo más seguro es que al buen San Antonio lo tengan mollera al suelo, ¡perdónalos Nietzsche, porque no saben lo que hacen!

No hay comentarios: