jueves, 21 de febrero de 2019

Like a Rolling Stone

Con el trascurrir de los años la edad conjugada con salud se vuelve una obsesión, hay quienes intentan ocultar las canas con divertidos colores, ¡no manches! Pelo negro azabache y barba entrecana. ¡Así o más ridículo! Otros se gastan un buen en cirugías estéticas, inyecciones de Botox, es más, hasta liposucciones, pero el estuche por dentro continua desgastándose, y más si fuiste como quien firma lo que escribe, que durante la niñez y adolescencia se empacó una buena dotación de Ricolino y Marinela; luego de cualquier dolor muscular ya estoy solicitando cita al médico debido a lo hipocondriaco que soy, ¡maldito trastorno de personalidad paranoica, que me hace creer que la salud es muy peligrosa para la salud misma!

Ahora imaginen a un viejo inmaduro como yo, con lentes de microscopio, que de sexo en la actualidad lo único que sabe es que es la condición orgánica que distingue a los machos de las hembras, y de copular… pues les aseguro que soy mejor charlando. Lo bueno es que con los años he aprendido que el ego es un berrinche existencial, si a ello le agrego lo terco de querer imponer mis ideas, cual ateo que quiere que se afilien a su secta de no creyentes; he aprendido que cuanto más dinero ganamos, la pinche avaricia nos gana a nosotros.

Cada año que pasa me vuelvo tan intolerante, que hasta la leche me rechaza, es que ya no puedo disfrutar del néctar de ese mamífero artiodáctilo sin que a los tres minutos ocupe el baño; la comida que hace trasparente las servilletas de papel ya causa indigestión, ¡bendito antiácido en polvo efervescente! Antes tenía un cabello que se gobernaba con gorra o casco, hoy ya no tengo de que preocuparme, pues de los dos dedos de frente de mi mocedad, ahora hasta la mano completa tengo.

Dicen que sus satánicas majestades -iba a escribir el nombre, pero ustedes ya saben quiénes son-, gracias al supuesto pacto con el chamuco se mantienen vigentes, dizque nunca han recurrido a ningún cirujano plástico, además, de sus rivales Los Beatles, ya nada más quedan dos y están bien rucos, pero ellos -los Rolling-, a pesar de estar como pasitas brincan, bailan en los conciertos y ni se atascan de mariguanol para calmar reumas, entonces, para que no nos suceda como expresa en su canción el viejo Bob, que después de las glorias vividas uno es como una piedra rodante, hay que aceptar nuestras limitaciones y dejarnos de payasadas.

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