jueves, 8 de febrero de 2018

Derramándose

Dedicado a ustedes que humildemente leen lo que escribo.

Un día cualquiera en la cafetería escolar, el humeante café impregna el olor del lugar camuflando ese aroma hormonal de los típicos adolescentes que en hora pico saturan el establecimiento a niveles de que te conviertes en un pordiosero ante los ojos de las camareras suplicando que te atiendan, quienes ya sabemos que a la hora del receso no cabe ni una hormiga optamos por ir a cierto horario menos concurrido.

Al realizar el pedido de lo que desayunaré esa mañana, con paso pausado y sarcástica sonrisa como cuando te tomas una selfie, se aproxima ese profesor investigador con su barbita de leñador, camisa a cuadros tipo franela y botas de minero, lo primero que viene a mi cerebro es pensar en Caperucita Roja. Lo saludo como si en realidad lo conociera, el sujeto me aprieta el hombro al mismo tiempo que dice “¡es un lujo compartir espacio con el escritor de cotidianidades más leído por secretarias, personal de servicio y guardias en la institución!”.

Mientras me sirvo agua fresca le sonrío como si su chascarrillo hubiera causado gracia, de pronto el vaso comienza a derramarse, el profesor ensanchando sus pupilas, dice: ¡está lleno! Lo estás tirando, ¿qué no te das cuenta de que ya no le cabe más? Entonces doy una respiradita antes de responder “áhaa…áhaaa…áhaaa…”: Compañero como el vaso, tu estas llenó de información, de cultura, erudición y teorías complejas, creo entonces que mis textos no son aptos para seres humanos de tu nivel, sino para esas personas sencillas y abiertas receptoras a las ideas que expreso, pues así como este recipiente, de tan lleno que te encuentras te derramas creyendo que lo que escribo cae en lo superfluo de lo que tú sabes.

Ya en la mesa mientras saboreaba esa rica torta de chilaquiles, como que experimenté algo de pena, al llegar a la conclusión de que el ego es en sí un berrinche existencial, pero también hay gente tan intolerante que hasta la lactosa los rechaza. Yo soy Marcial y ustedes… por fortuna no.

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