jueves, 19 de noviembre de 2015

Música es…

Alguien por ahí, ¿escribió o dijo? –la miopía de mi memoria a veces ocasiona que como especie de flashback recuerde citas textuales que borrosamente me impiden ubicar a su autor y la forma en que lo manifestó–, que la música es el corazón de la vida, pues a través de ella se expresa el amor, se denuncian los errores que cometemos, se protestan las incomodidades, es más, protagoniza tantos momentos de nuestro existir que yo la considero el soundtrack de cada individuo.

Desde niño, gracias a la influencia de mis carnales he escuchado música, hoy tengo una modesta colección de discos, que a lenguaje de quien amo y bajo la influencia de cierto programilla de un canal de televisión privada, según ella que yo posea tanto disco me hace un acumulador, por otro lado, algunos conocidos que se creen acá muy modernos han intentado animarme a que los convierta en MP3 y me deshaga de ellos, pero esto evitaría el enorme disfrute que experimento al escuchar la música y leer los créditos de cada canción, la letra de las mismas en el booklet, además del arte de su diseño, que obviamente en formato de audio digital compreso ni siquiera sabría, digo, por eso las actuales generaciones le atribuyen “Cantares” a Nicho Hinojosa o peor aún que la canción se llama “Caminante no hay camino”.

Ese gusto por escuchar música me ha sido útil para adentrarme en el conocimiento de algunas lenguas extranjeras, pues recuerdo que de chamaco con diccionario de idioma alemán en mano traduje la canción de “Jeanny” del grupo germano Falco, al igual que lo hice con la pachequez hecha rola de “Hotel California” de The Eagles; así, leyendo las letras de las canciones me encontrado con algunas algo extrañas como aquella que dice: “ni entiendes lo que es el amor tu única ley el palo que te sujeta”, ¡órale! Pero una digna de cualquier pedófilo es la que expresa, “tu experiencia primera, el despertar de tu carne, tu inocencia salvaje, me la he bebido yo”, letra que me hace evocar una de Don Agustín Lara que enuncia “tu párvula boca que siendo tan niña me enseñó a pecar”.

El buen Juan Gabriel además de excelente compositor, también ha dejado algunos mensajes acerca de su personalidad, recuerden aquella canción donde afirma “si en el mundo hay tanta gente diferente una de esas tantas gentes me amará” o la de la zona oculta “El Noa Noa” que si repetimos más de diez veces Noa Noa sabremos dónde se ubica esa lugar de ambiente donde todo es diferente. Existen letras prohibidas como aquella con la cual disfrutaba sacar de onda a los locutores en los programas de complacencias llamada “Con él”, una composición de Difelisatti y J.R. Flores, que interpretaba la cantante y actriz Rocío Banquells, letra que en la década de los ochentas era considerada controversial al abordar la vida de aquellas mujeres víctimas de hombres que quieren aparentar masculinidad y las usan para ocultar su verdadera preferencia sexual, razón por la cual negaban su transmisión radiofónica.

Imposible dejar de mencionar a las tres chicas que entre cuadros y revistas, camisetas, discos y jeans, buscaban conquistar al jovenzuelo vergonzoso, ellas que se pasaban varias horas hablando a pesar de que su madre les decía que el teléfono es caro que las dejen en paz y aparte las sermoneaba que de continuar así existe la posibilidad de que la gente rumora que alguien del pueblo su reputación serán las primeras seis letras de esa palabra. Damitas no se preocupen, las personas siempre señalan, es más, algunos dicen que este veterano escribe con las tres últimas letras de esta palabra.

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