miércoles, 10 de septiembre de 2014

Autorretrato

Como el slogan de ese dañino chocolate, a mi ciudad no la cambio por nada. La verdad no le envidio a otro estado su espacio urbanizado, pues en el nuestro no hay nada mejor que disfrutar en estos temporales: los chubascos que se presentan de tres minutos, destrozando todo a su paso cual marabunta; las lloviznas con sol, rompiendo con el mito de que si esta nublado seguro llueve. Es más, algunas veces se nubla y ninguna gota cae. El intenso calor que nos llena de lamparones de sudor la ropa, los baches que por arte de magia nos hereda el clima, la Cruz Roja ruleteando por sus calles, repartidores de pizza y tortas que son más rápidos en llegar a su destino que la Policía, entre otras maravillas que sin discusión son todo un privilegio para quienes habitamos esta urbe.

Creo que es esa la razón por la cual a muchos les gusta sacarse un selfie con el paisaje de fondo. Ahora que saco a colación tal acción, resulta divertido el observar cómo las personas se transforman en fotógrafos de todo, cuyo propósito es documentar su vida para otros en cualquier red social, esperando recibir la gratificante recompensa de unos cuantos “me gusta”. ¡Ridículo que ahora la autoestima se eleve con tan solo un clic! Lamentablemente para algunos es así. Es más, conozco gente que por tomar una buena fotografía para postearla en su muro, han descuidado detalles tan importantes como el disfrute de su familia, pareja o hasta la sana convivencia entre amigos, de igual manera no les importa el dolor ajeno con tal de obtener una gráfica, como lo ocurrido en Estambul con el oficial de Policía que en pleno rescate de una persona que intentaba suicidarse arrojándose de un puente, no duda ni por un instante y considera el momento ideal para un selfie.

Otros hasta en esos intentos de sacarse un autorretrato han perdido la vida, como la pareja polaca que cayó por el acantilado de Cabo de Roca, en Portugal, mientras sus hijos de 5 y 6 años presenciaban este fatal accidente o la estadounidense que instantes después de subir su foto colisiona contra un camión, perdiendo la vida. Antes, un autorretrato era cierto ensayo que el artista realizaba en una especie de intento por analizar con profundidad su propia persona, donde se escrutaba su rostro, con el objeto de conocer los detalles de sí mismo. Hoy es por simple gusto de inflar el ego, pues el fin de esas fotos no es ni por fomentar el arte, mucho menos artístico, es por cosechar el mayor número de likes.

¡Qué ridículo que toda esa ansiedad por tener la mejor foto, nos borre la sensibilidad humana! Peor aún, cambiar el contacto físico de una caricia, beso o abrazo por un emoticón o guiño electrónico. Nos estamos olvidando que las caricias amistosas o de amor tienen voz propia, que transmiten nuestros sentimientos incluso mejor que una felicitación por escrito en cualquier red social.

Ya para finalizar, les recomiendo hacer un ejercicio que resulta simpático de la actividad de sacarse fotos, la cual consiste en observar a los que se autorretratan, pues equivale a estar en el zoológico frente a la jaula de los monos, debido a las chuscas poses, gestos, caras y los escenarios que eligen, dando así un paso hacia atrás darwiniano.

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