miércoles, 19 de febrero de 2014

El Golletero

No hay cosas más disfrutables en esta vida que las que son gratis, es decir, cuando el bolsillo de uno no adelgaza un céntimo, ¡eso ni quién lo dude! Lo único malo es cuando abusamos de ello, es más, hasta hacemos lo posible para que casi todo nos salga regalado; muchas veces esa actitud tan nuestra de intentar por todos los medios de no gastar o invertir dinero nos lleva a realizar acciones tan mezquinas que la verdad causamos pena, a ese tipo de personas en casa les llaman golleteros.

Es común cuando en las oficinas existe algún festejo por equis razón, se cooperen entre todos para compartir bocadillos, pero ahí está el golletero con su gandallez, ofreciéndose a repartir con la oscura intención de que sobre, para ello se las ingenia en limitar las porciones de los alimentos, tal limitación hace que los demás reciban en sus platos rebanadas de pastel tipo oblea, raciones de ensaladas tamaño excremento de chivo o platos de pozole semejantes a los de una fiesta de preescolar, ah, pero al salir de la chamba vemos a quien repartió cargado de bolsas cuyo interior hay varios tupper repletos de lo que “sobró”. Esta persona sí que hace honor al dicho ese de “quien parte y reparte se queda con la mejor parte”.

A veces busca cómplices con los que si comparte el botín, y éstos socios le apoyan ya sea proporcionándole los trastes y bolsas o proponiéndolo ante los demás para que sea quien se encargue de servir los platillos, a sabiendas que al final tendrán su recompensa, en pocas palabras, el golletero crea escuela.

Otra característica de estos sujetos es que la mayoría de las veces se auto invitan a las fiestas y viajes, o sea, aparte de golletero también se es colero; eso sí, llega a las pachangas sintiéndose el invitado de honor, le agrada ocupar las mesas principales, va y felicita a los festejados aun sin conocerlos e incluso se cree el anfitrión, pues es capaz de sugerir a los meseros el momento de repartir los platillos a su antojo. En los viajes hace lo posible por modificar el itinerario a sus necesidades, propone ir a lugares donde todos los gastos sean compartidos y él cual becario disfruta sin desembolsar nada.

A la hora de cooperar, se hace como los estudiantes del cuadro de honor en las escuelas, no saca ni un cinco, evade en lo posible invertir un peso en algo, es de esos que no se comen un cacahuate por no tirar la cáscara, es de los que no ablanda su codo para nada, es más, no dispara ni en defensa propia, pues es capaz de causar la impresión de vivir en pobreza extrema.

Es muy fijado cuando se topa con un individuo igual de abusivo o ventajoso que él, al no poder manipularlo como a los demás inmediatamente lo critica y busca la forma de evidenciarlo, en pocas palabras no soporta a los de su misma especie, pues piensa que será desplazado.

¿Dónde hay sujetos como éstos? Estimado lector, tal vez usted o yo seamos en algún momento de nuestra vida así, casi todos los seres humanos tenemos nuestro lapsus golleterezco, el problema es cuando se vuelve una patología, recuerde que el golletero tiene su lema, vivir a cuesta de los otros, ¡ah, pero no es un parásito! Pues si lo consideras así, corres el riesgo de herir sus sentimientos, recuerda que ellos también tienen dignidad.

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