miércoles, 19 de enero de 2011

Toma chocolate…

A Doña Carmen la del estanquillo, ella sabe porqué.

En nuestro país son comunes los dichos, los cuales son algo así como una especie de proverbio o enunciado sentencioso donde se hace alusión a alguna actitud que rara vez guarda cierto sentido moralista; uno de esos adagios señala que “es un pendejo quien presta algo, pero es mucho más, quien lo regresa”. Para ser honesto, este tipo de sentencia no tiene nada de moral, más bien fomenta una actitud negativa, pero lo más triste es que se sigue al pie de la letra.

En la actualidad si prestamos algo, lo hacemos con la firme convicción de que ya no sea devuelto, es más, hemos hecho del sentido de prestar un sinónimo de regalar; además es ridículo que un disco, película o libro quienes lo solicitan en calidad de préstamo no tengan la suficiente solvencia económica para comprarlo, de perdida –a pesar que no me gusta fomentar esta acción- conseguirlo de forma pirata.

Si de intereses monetarios se trata, ahí la situación se pone algo densa, pues rara vez el monto facilitado es regresado de forma íntegra, en lugar de recibir una compensación por el favor hecho, uno hasta pierde la amistad de la persona.

No es porque sea ojete o egoísta, pero a mí no me gusta prestar nada, ni a mi seres más queridos les presto algo, digo uno se esfuerza para obtener las cosas, para que alguien muy fácilmente te lo quite con el pinche pretexto de la solidaridad, y cuando lo pides sea devuelto te tachan de hijo de tal por cual.

Aparte es muy vergonzoso andar por la vida cobrando las cosas, también muchas de las veces por hacer tales menesteres, llegamos a agraviar a las personas que apoyamos, o sea, además de recibir ayuda nuestra se encabronan porque les reclamas lo que es tuyo, ¿de qué se trata? Por tales acciones si bien nos va, somos clasificados de agiotistas, usureros, más si la ingratitud empaña la relación recibimos infinidad de improperios.

Razón por la cual siempre cuando alguien me pide algo, le respondo con los siguientes dichos: “quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”, además “no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague”; entonces a pesar de que les caiga como patada al hígado, pues más vale perder una amistad por ser sincero que ser un cero por antipático cobrón o cabrón, por lo tanto si usted es adicto o droguero, quítese ese mote y pague lo que debe.

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