jueves, 20 de enero de 2022

Cosas que no se pueden comunicar por WhatsApp.



Nuestra vida se ha visto modificada por el uso, abuso y reúso del WhatsApp, de entrada, el lenguaje de la humanidad se recortó a unos simples emojis, es lamentable que la risa antes se escribiera “jajajajaja”, ahora ya no, pues la representa la imagen del Awesome Face o Cara épica, si no es el Pac-Man con quien te entretenías cuando te mandaban de niño a las tortillas. Bueno, también era bien pinche ridículo esa persona que para expresar su sonrisa en algún mensaje de texto, redactaba “ha, ha, ha, ha”, ¡ya ni la haces! Qué decir del titipuchal de Awesomenes que evidencian sentimientos como enojo, tristeza, sorpresa, etc.

Luego llegaron los stickers, especies de calcomanía, ¿las recuerdan cuando eran tangibles y las pegabas en tu libreta, libros de la escuela o mochila, marcando tus pertenencias para que otros, al verlas, supieran que sólo un individuo como tú, pondría a Papá Pitufo junto con un Cabbage Patch Kids en el libro de Español? Hoy, la gente se los roba, sí, pues ni piden prestados los que les gustan y con los que otros intentaron expresar su forma de pensar, sentir o inconformar, ¡qué lamentable es dar el pésame o felicitar un cumpleaños con ellos! Si en realidad aprecias a esa persona, llámale o de perdida, escríbele algo que salga de tu ronco pecho y no una patética imagen que quién sabe su verdadero propósito de creación.

Qué decir de quienes utilizan el WhatsApp como agenda, también para dar a conocer asuntos oficiales de una empresa, romper relaciones sentimentales – ¡uy, eso sí está de la patada!–, increpar o despedir a un trabajador, ¿terrorismo cibernético? Entre otras cosas, ¡no, no, no, qué pasó! Por favor, regresemos a llamar a las personas por piedad, déjense también de esos mensajes de voz que abusan todos aquellos que se avergüenzan de su ortografía –qué les cuesta consultar un diccionario o si la flojera les invade, pues, consulten Google–, que por cierto, quien firma lo que escribe para romper con el aburrimiento del uso del guatsap, pone en 2X la revolución del audio y créanme que vuelvo a escuchar a Pánfilo, Anacleto y Demetrio, Las Ardillitas de Lalo Guerrero.

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