jueves, 5 de diciembre de 2019

Ley Antichancla

En el cómic de Memín Pinguín, doña Eufrosina, la venerable madre del personaje, le castigaba las travesuras a su hijo con una tabla a nalga al aire, ya entrados en materia racista del México de mis ayeres, otro afromexicano a quien Cri-Crí describe que por deslenguado su tía le dará una paliza mientras el Grillito Cantor, con libreta en mano, tomará nota de cada golpe haciéndole guasa, mención particular y en letra colorada sobre el maltrato infantil, es Chabelo a quien los golpes le llovían de quien sea, es más, hasta la pájara Peggy le daba sus guamazos. Con tan claros ejemplos nuestra personalidad fue forjada a través de la maestría de los cuerazos.

En la actualidad tales acciones para que escarmiente la chaviza pasarán a ser un mito, pues el Senado de la República sumara al Artículo 44 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, el texto siguiente: “Queda prohibido el uso del castigo corporal en todos los ámbitos como método correctivo o disciplinario a niños, niñas y adolescentes”. Después de leer lo anterior, lo más seguro es que la tía estricta -tipo señorita Rottenmeier de Heidi-, alzara la mano en señal de protesta, pero… de acuerdo a psicólogos, los golpes para enmendar malas actitudes, ni un tantito se aproximan a la óptima educación de los chamacos.

Estimado lector, váyase acostumbrando a que únicamente en la memoria quedarán esos azotes con el sermón correctivo en sílabas, los coscorrones y reglazos del profesor en la primaria, los pellizcos a discreción en las reuniones familiares mientras la jefa se mordía los labios y entre dientes te advertía de que si corrías o te reías te iba a ir pior, así como las esquivadas del chancletazo al estilo Neo de The Matrix.

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