sábado, 8 de marzo de 2014

Farisaicos del siglo XXI

Ya pasó la entrega del Oscar, pero creo que mejor actor o actriz no hay como esos hipócritas que pululan de forma omnipresente, sí esas personas que fingen creencias, virtudes, cualidades y sentimientos totalmente contrarios a los que en verdad tienen. Tal comportamiento nace de la estúpida necesidad por ocultar ante los demás los motivos reales o sentimientos, ¡pobres, dan lástima, pues son como un coche en marcha con el freno de mano aplicado! Se van desgastando poco a poco.

Tales actores ante nuestros ojos intentan dar una imagen a través de la cual descubramos su grandeza y enorme corazón, pues de forma ufana suelen hablar mucho de Dios o la religión que profesan, mientras atrás de esa máscara ocultan un odio atroz –híjole, esto me recuerda a Hitler, Mussolini o la Santa Inquisición. Erigen mediante las apariencias de su persona claros ejemplos de ser sensibles, pues cuando saben que alguien está enfermo o sufrió un accidente hacen lo posible por saber de su situación médica, mas lo único que buscan es satisfacer esa morbosidad que tanto abunda en ellos, pues ya que sacian su curiosidad, lo divulgan en secreto a voces entre sus conocidos, haciendo parecer un fenómeno al enfermo.

Otra cualidad histriónica de ellos es la filantropía, la cual siempre lleva oculta una intención, te ayudan de forma “desinteresada” en lo que está bajo sus posibilidades, pero ya saben que a cambio, a quien apoyó estará comprometido con él ante cualquier situación que se le ofrezca, o sea, ya tiene un esbirro para llevar a cabo cualquiera mala intención. Bajo ese mismo oscuro propósito, también denotan ser altruistas; estas dos supuestas cualidades son a veces sus máximas, pues intentan dar el ejemplo ante los demás y lo que es peor pretenden o exigen a quienes lo rodean que actúen de forma semejante, intentando así que se ensalce su actuar.

Hace varios siglos un hombre de alma libre y fuerte de fe, los llamó sepulcros blanqueados, que por fuera lucen bien y por dentro están llenos de podredumbre, pues ser hipócrita es sinónimo de embuste y cierta pantalla de reputación, es un lobo envuelto en piel de borrego que intenta agradar a los demás; me pregunto, ¿quién es la madre de esos individuos que les educó de esa manera? Encuentro como respuesta, que sujetos así, no tienen madre.

Durante mi corta vida he conocido a varios, cuando los descubro, lo único que hago es poner un infranqueable muro entre ellos y yo, pues la verdad me repugna que existan con ese mezquino criterio, y si por alguna razón no es posible apartarme de ellos, recurro a la diplomacia, pues no me da miedo el enemigo que sé me atacará alguna vez, sino el falso amigo que me abrazará para demostrarme su afecto o preguntará si todo está bien, a sabiendas que mi vida le importa un comino.

Si a ellos se les entregará una estatuilla dorada, tengo la plena seguridad de que muchos estarían disputándosela, ¿a poco no tiene usted a sus nominados? Sólo falta que diga quién es el ganador, yo… pues… la verdad, tengo un titipuchal.

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