“De domingos de fútbol, metida en casa.” José Luis Perales
Continuamente mis alumnos me preguntan cuál es mi equipo de soccer favorito, al responderles que ninguno los noto algo defraudados, es más, creo que se quedan con la impresión de que no he sido sincero, pero, la verdad nunca me ha gustado el fútbol; solía decirme un viejo conocido, que si no es de mi agrado el balompié, significa que no soy un hombre completo.
¡Valiendo sombrilla! O sea, qué para ser cabalmente masculino es necesario pasar noventa minutos de mi tiempo observando cómo veintidós imbéciles patean un balón y un tipo vestido de negro trata de controlar sus ímpetus bestiales por querer figurar. Ahora comprendo por qué muchos padres de familia les ponen a sus hijos de apenas tres años –si, a ellos que aún no poseen la capacidad de elección por iniciativa propia- la camiseta del equipo de su preferencia, es decir, no quieren un putito en el hogar.
En nuestro país como en muchos otros, los seguidores de algún equipo futbolístico como que no disfrutan del encuentro deportivo cuando el suyo se las está viendo color de hormiga, he notado que se retiran de los televisores molestos, insultan al monitor, lo escupen, golpean como si este fuera el culpable de su desgracia. Percibo a otros nerviosos, acabarse cajetillas enteras de tacos de taquicardia, secarse el sudor de las manos en el mueble, jalarse los cabellos o terminar con un peinado muy al estilo de Cyndi Lauper.
Otra cara es cuando ese equipo va ganando, se abrazan e incluso besan al que tienen al lado sin el prejuicio de ser clasificados como gay, acarician a la pantalla como si estuvieran apapachando a algún jugador, gritan de júbilo en cada entrada a favor, aplauden, chiflan, etc.; la verdad es muy divertido observarlos convertirse en seres bipolares dependiendo de la situación.
Al finalizar el encuentro viene lo mejor, los que le van al equipo que ganó, inmediatamente toman sus teléfonos para dar inicio a un juego cruel sentimental que consiste en llamar o enviar mensajes de texto a los conocidos que le van al equipo perdedor, con la firme intención de mofarse, pendejearlos y echarles en cara por qué le van a ese jodido equipo. Por obvias razones los perdedores apagan sus penas en cerveza, pero no su pinche celular, eso es ser masoquistas, ¿es esto una forma sana de diversión?
Además, si como dijo mi amigo, es un deporte para hombres, porque hay liga de balompié femenil, porqué muchas chicas portan la playera de Piqué como si fueran a salir a la cancha o será que quieren experimentar al ponérsela la misma dosis de amor que le da a la cantante colombiana de anchas caderas.
Por otro lado, soy el mismo pela gatos de siempre si el tipo que tiene apodo de guisante anota un gol en canchas extranjeras, si pierde o gana tal partido y, si el deporte es saludable para le mente y el espíritu, porque siempre que veo a mis conocidos frente a la televisión un domingo futbolero, me dan ganas de cambiarles los cacahuates que botanean por pastillas de Tafil.
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