jueves, 27 de mayo de 2021

¿Por quién votar?

Se acerca la fecha para elegir a quienes nos gobernaran y legislaran, pero lamentablemente cuanto más se avecina el día de la votación, como que los candidatos hacen lo posible en autodesprestigiarse; mi madre decía que para ser político, únicamente debes dejarte humillar por unos meses y luego te desquitarás humillando a los demás por varios años; los teléfonos no dejan de tiznar con sus pinches encuestas, quien firma lo que escribe, esta vez decidió no contestar a ninguna a menos que se ofrezcan a pagarme mínimo un mes del recibo de telefonía. Es que no marchen, nosotros somos la materia prima con la que ellos cobran enormes cantidades y, además de quitarnos el tiempo – ¡sacarnos todo enjabonados de la regadera pa´contestar! -, ni siquiera nos van a hacer coparticipes de sus ganancias, si saben contar ojetes, pos… no cuenten conmigo.


Esta vez quienes se candidatean parecen sacados de aquel antiguo programa televisivo que se llamaba “Visitando a las estrellas”, pues un enorme desfile de luminarias del medio artístico pretenden ganar puestos de elección popular, recurriendo a slogan que tienen que ver con alguna de sus supuestos chismes de esos que salen en el TVNotas y que los han mantenido vigentes en la atención pública, a tal grado de que si ese programa se retrasmitiera ahora se llamaría “Estrellando a las visitas”; mientras los políticos de siempre, pues se la pasan ya sea haciendo chapulinadas, empleando lenguaje verbal y escrito que avergonzaría a Arturo Pérez-Reverte, además de realizar aquello a lo que Bob Pop en el 2019 bautizó como erotismo y pornografía política, entendiendo como erotismo esas frases y poses seductoras que deberían de acuñar más simpatizantes y como pornografía a la actitud explicita de denotar capacidades y potencialidades que enerven neuronas hasta volver como diría Lou Reed, “Walk on the Wild Side”.

Seguir escuchando promesas de campaña, es como la carta al Niño Dios que los niños elaboran en épocas navideñas, sabemos que no todo lo que se pide se los va a traer, igual las promesas, de todas las que nos enlisten nuestros candidatos, tal vez una sí que se cumpla, no hay que olvidar que cuando prometemos algo, tenemos el sueño guajiro de a futuro pueque a lo mejor seamos esas personas que las cumplirán, pero nanay como dicen los españoles, y, por cierto, ya que hago alusión a los gachupines, el escritor venezolano Carlos Rangel, en su libro “Del buen salvaje al buen revolucionario”, dice qué poco se le puede pedir a sociedades que provenimos de indígenas violadas por españoles mediocres cuya única aspiración era venir a América, saquear e irse, legado que hasta la fecha seguimos tolerando, gente que desea ocupar un puesto en el poder, saquear y largarse, entonces uno se pregunta: ¿Por quién votar?

jueves, 20 de mayo de 2021

Habla de mi vida cuando la tuya sea un ejemplo.

Siempre que me piden un consejo, experimento dos sensaciones, la primera es de vergüenza, pues, ¿Cómo un tipo que se la ha pasado improvisando toda su vida será capaz de emitir una recomendación?, la segunda, pos… me siento un tontivano, ese imbécil vanidoso al que alguien le llegó a creer el papel de letrado e inteligente que se ha inventado en su improvisada vida. La neta, nunca me ha gustado dar la imagen de tragasantos, el típico santurrón que va dando lecciones de moral, pero, en fin, creo que ese concepto lo llevo implícito.


Lo anterior trae a mi memoria miope, aquella anécdota que mamá platicó un día, cuando estando en plena sesión del grupo bíblico a donde ella asistía, ahí también había dos señoras de esas que se sienten orgullosas de sus “buenas obras”. Cuando de súpito entró una mujer del barrio, sí, la que siempre era foco de críticas por estar viviendo con un hombre casado. Las dos damas, sin dejarla hablar, le sueltan un discurso moralizante en tono hosco. Le dicen que debería de avergonzarse de la vida que lleva. ¡Qué humillación, ser considerada un objeto de placer de un casado! ¡Hay que tener tantita dignidad y no denigrarse a ser una simple concubina!

La pobre chica, de vez en cuando, trata de emitir palabras que expliquen el motivo de su presencia, pero las dos especialistas en dar consejos no solicitados ahogan esa explicación, aferradas en su reprimenda, así como empleando tonos maternalistas. La mujer impaciente, revienta: “Escúcheme un segundo, por piedad y guarden silencio. He venido únicamente a leer con ustedes La Biblia”. Se hizo un gran silencio, mientras la joven se retiraba. Ese día mi madre descubrió que muchas veces juzgamos a los demás, porque nuestra fe está agonizando, sin obras, puros consejitos piadosos, sin ver los propios errores, es ahí cuando la caridad muere en el momento en que pretendemos suplir las acciones con palabras. Después de platicarme lo anterior, me dijo: “M´hijo, habla de la vida de los demás, cuando la tuya sea un ejemplo, no lo olvides nunca”.

jueves, 13 de mayo de 2021

Crónica de una vacunación anunciada.

Miércoles 5 de mayo de 2021, aún conservábamos las mañanitas frescas de los frentes fríos, eran ya los últimos, luego vendrían los pinches calorones típicos de este mes, el agua de la regadera alivia lo modorro del cerebro, en la mesa me espera una rebanada de picón que voy a saborear con un chocomil caliente -imaginando que se trata de chocolate-, la ropa que me voy a poner esta desde ayer haciendo antesala en las sillas del mueble. 7:40 a.m., se escucha el claxon del taxi de mi cuate Pepe Palomino.

La Avenida San Fernando con su clásico tráfico kamikaze provoca que dejemos de escuchar la rola de Sin Tu Latido, sí, la de Luis Eduardo Aute, pero en la voz de Joel Elizalde y su banda, es cuando uno llega a considerar a la ciudad como una bella catástrofe, pues gracias a tanto ruido dejé de oír tal sacrilegio; al subir por la calle del Estudiante una enorme fila de coches invade las dos aceras, cuando pongo las suelas de mis zapatos sobre el asfalto de la avenida Universidad, mis ojos distinguen una enorme fila que concluye hasta la calle Armería de la colonia Oriental -nuestro barrio chino, sin chinos-, no me enfado, al contrario me alegro de que la gente se animará y desafiara todo el titipuchal de mitos urbanos que entre Miguel Bosé y los escépticos, se han encargado de difundir sobre la vacuna.

Mientras avanzamos en la fila, vienen a mi mente fragmentos del texto de La Divina Comedia, en donde Dante Alighieri explica los pasos del inframundo a la vez que recuerdo la frase de mi Abuela Ramona: “Primero Dios, los demás que hagan fila”, y, bueno aquí voy. Algunos colegas profesores imitando lo que tanto critican de sus alumnos piden prestados el expediente de vacunación para sacarle copia, otros apenas los van llenando con la asesoría de quienes sí los llevan requisitados, cuando pasa uno del staff preguntando si todos contamos con la documentación, uno que otro aún se nota nervioso de que se le haya olvidado la credencial para votar, es entonces que pregunta si es posible con la licencia de manejo.

Voy a la mitad de la fila cuando mi vejiga está a punto de estallar gracias a los efectos del medicamento diurético que todas las mañanas debo tomar para controlar mi presión arterial, en mi desesperación intento decirles a las personas que van al lado si me apartan el lugar, pero me abstengo de ello al darme cuenta de que ciertos individuos dejan meter a sus conocidos con el pretexto de que les estaban reservando sitio, o sea, “puros cuadernos, nada de hoja sueltas”, ¡grrrrrrrrrr!


Cuando por fin llego, le pido de favor al agente de la guardia nacional que, si me da champú de ir al baño, amablemente se ofrece a indicarme donde se ubican, apresurado le digo que no se preocupe, soy de la casa y sé dónde están, ya de regreso y a todas margaritas, el agente me pide que ocupe una de las sillas que se encuentran en la explanada en forma de hilera. Una vez sentados recibimos instrucciones sobre la vacuna CanSino -cuyo nombre me recuerda a cierto vaquero de alguna novela de Marcial Lafuente Estefanía-, de entre las indicaciones que recibimos la que menos gracia tuvo fue la de no consumir alcohol durante 21 días, pues lo estrepitoso del abucheo hizo eco, ni modo mis adoradores del Dios Baco, ¡adiós a las cerbatanas o chelas bien Elodias! Enseguida se acercan enfermeras de Nuestra Máxima Casa de Estudios, bien rifadas y valedoras con la vacuna, es más, creo que las ponían como dijera mi sobrina, sin aguja, pos ni dolía.

Pasadita la media hora, nos pidieron que ordenados saliéramos a entregar el expediente de vacunación, en unas mesas donde nos aguardaba personal que nos regresaba el comprobante -me refiero a la mitad de la hoja antes citada, no vayan a creer que daban uno nuevo…  3, 2, 1, se tranquiliza la ansiedad-, y ahí era precisamente cuando se rompía la taza y cada quien, para su chante, eso sí, quien firma lo que escribe, regresó además de satisfecho, agradecido con mi Universidad de Colima por estar al pendiente de los cuidados y salud de cada uno de sus trabajadores.

jueves, 6 de mayo de 2021

Cuando tú no estás.

Ahora que no estás, te platico que he mejorado en la cocina, pero aún no sé hacer que el arroz me quede dorado como tú lo hacías; por fin tuve el valor de ver el último capítulo de la serie De viaje con los Derbez, y te aseguro no te perdiste de nada bueno, lo divertido lo vimos juntos de eso puedes estar segura. Enrique y Ana siguen diciendo “Baila con el hula hoop” en su canción y no la obscena frase que tú siempre alegabas que ellos cantaban, hoy cada vez que la escucho no puedo evitar reírme con lágrimas en los ojos. Sigo en el mismo empleo que me llena de satisfacción, continúo escribiendo cada vez peor de lo que leo, pero igual, tú sabes lo mucho que me gusta y siempre has sabido que escribo con la idea de que alguien me va a leer.


El Toncho, ese gato que a su paso deja una estela de pelusa, y que tanto me recomendaste cuidar, se ha enfermado dos veces, pero gracias a la intervención oportuna de la veterinaria y el milagro de Dios, sigue aquí, acompañando mis pasos al refrigerador, Periquín ya está contigo, lo enterré en una caja de celular en la jardinera para que se quedara en casa como tú siempre decías; por otro lado, me da gusto que no te tocará estar en este pasado de lanza 2020 y lo que va del 2021, pues con lo preocupona que eres, lo más seguro es que te estresarías demasiado por nosotros, allá donde te encuentras lo más seguro es que estés bien, descansa pues te lo mereces, ya cumpliste con nosotros, ahora nos corresponde a cada uno de tus hijos construir el camino por la senda que nos señalaste.

Eso si, como dijera Manuel Alejandro en la voz de Raphael, “no sé, si el mundo es el de siempre, pero yo, lo veo diferente, cuando tú no estás”, y más si se acerca el diez de mayo, pero me consuela saber que tú siempre nos decías que, en lugar de darte regalos, no te diéramos problemas, y creo que tratamos de no hacerlo, a pesar de que los desobedientes han sido grandes, Moisés, Gandhi, Zapata, Sor Juana Inés de la Cruz, etc. ¡gracias, mamá, por todo! Si, ella que transformo los dramas en la gran fiesta de la vida.

jueves, 29 de abril de 2021

Universo doméstico.

Se nos va abril, mañana será 30, la chamacada bien feliz con los juguetes que les regalarán sus progenitores, gracias al confinamiento se libraron del aburrido festival de la escuela con los juegos tipo En Familia con Chabelo, los payasos que hacen guasa en doble sentido dejando de lado el humorismo blanco de los infantes con tal de sacarles la risa a los profes que se atascan de pozole y agua fresca de Jamaica. ¡Híjole, creo que es tiempo de desconectar con nuestro niño interior! Hay que rodar, dar vueltas y maromas de nueva cuenta en la vida adulta, deshacer nuestros castillos de arena, mientras a través del WhatsApp, llegan un titipuchal de profecías de las pitonisas cibernéticas, presagiando climas tan calientes que se podría cocer un huevo en la banqueta.


Espero que mayo con sus calorones, alacranes y festividades a la jefecita, a los teachers, así como el Día del trabajo sin trabajar, sea más benevolente con los colimotes, chance y hasta Tláloc se moche con unas lluviecitas, de esas que refrescan chingón que hasta ganas dan de echarse un chocolate en agua bien humeante. No hay nada tan bonito que ver llover y no mojarse, más aún, cuando por la ventana se logra observar humedecerse a las macetas de casa, ahora comprendo a mi cabecita de algodón, pues al llegar a cierta edad uno se siente más relajado con las plantas, tal cual, como nuestra realidad, bellas flores florecen, pero eventualmente se marchitan.

Frivolizando un poco, les comento que soy super fan de bañarme, sí, dejar de lado la prisa, meterte a la regadera tranquilo, sentir las gotas surfear los pliegues de la piel – ¡que los míos son un chingo! -, en la extensa geografía del cuerpo dejar pasar lo viscoso del jabón Casa Blanca con el que mi madre me acostumbró a duchar, es la pura gozadera, prueba de ello es que atrás quedaron los frijoles poéticos y los garbanzos matemáticos que tanto inspiraron a Rockdrigo González y que gracias a las pinches etiquetas negras de los alimentos mandé a la porra. Ya los dejo de aburrir con este mi universo doméstico, que sirvió de pretexto para redactar algo, mientras las musas andan de días sabáticos en mi desamueblada cabeza, mejor hagamos como los budistas, vivir una vida desapegada, con tal de sentirse dueño de nada en medio de la abundancia.

jueves, 22 de abril de 2021

El único sobreviviente.

En octubre del 1938, los estadounidenses creyeron que los marcianos invadían la Tierra, salieron de sus hogares envueltos en toallas mojadas para evadir el gas tóxico de las naves extraterrestres, así como armados hasta los dientes para combatirlos, gracias a la audacia de Orson Welles, quien demostró el gran poder e influencia que los medios de comunicación tenían, como en aquella época era la radio, al narrar a través del micrófono la novela de Herbert George Wells, La Guerra de los Mundos –y que en el 2005, un tal Steven Spielberg, echaría a perder en su versión fílmica–, de acuerdo con historiadores tal hecho se considera el primer hoax, es decir, un engaño prefabricado deliberadamente para hacerse pasar por verdad.


A varios años de distancia, en el Siglo XXI para ser exacto, en una sociedad que vive más tiempo conectada de la irrealidad y ha perdido la capacidad de asombro, de TikTok –¡sí, esa red social que tiene embelesada a Érika Buenfil! –, surge una historia escenificada mediante videos cortos de como un tal Javier, despierta en un hospital de Valencia (España), con amnesia y descubre que está solo, al abandonar el nosocomio, ve las desoladas calles, se topa con coches y motos abandonados con las llaves puestas, zoológico sin animales, iglesias, museos, central de autobuses, estaciones del metro, aeropuerto y locales comerciales abiertos pero sin gente, todo estaba como en el 2021, nada más que los dispositivos electrónicos de todos los sitios que visitaba indicaban como fecha el 13 de febrero de 2027, ¿qué pasó con los seres vivos? ¿La causa de su desaparición fue algún virus o el cambio climático?

De acuerdo con la secuencia de los videos, el hombre logra contactarse con el 2021, gracias a la web y obviamente por TikTok, descubriendo que habita en una dimensión alterna. Rescato, lo bien logrado de la historia, la producción de cada segmento en donde se ve una ciudad sin personas, ni animales, a tal grado que llegas a cuestionar, ¿cómo logra grabar cada una de las tomas? ¿Cómo se introduce a sitios prohibidos? Con esas dudas y el morbo, este usuario ha generado un titipuchal de seguidores que lo ponen a prueba con tal de descubrir “el truco”, y hasta el momento no lo han logrado, pues ha demostrado que se encuentra más solo que Dios en este globo terráqueo. Mientras otros utilizan esta red social para hacer videos de hueva, hay quienes con ingenio, talento y creatividad realizan productos dignos del hoax de aquel Orson Welles.

jueves, 15 de abril de 2021

¿Dónde jugarán los niños?

En este 2021, los adultos mayores regresan a la infancia, escondiéndose de sus familiares con tal de que no les pongan la vacuna, lloran, hacen berrinches, patalean e incluso como el eterno Chabelo, amenazan con auto asfixiarse, mientras los infantes cada vez más tienen castrada su capacidad imaginativa con el pretexto de los adultos de que maduren y vivan el presente real, que fantasear es una tontería, si a ello le agregamos que tienen más de un año sin ir a la escuela y menos tener un recreo compartido entre cuates, festejan sus cumpleaños al jodido estilo AutoMac de McDonald’s, los invitados llegan en carros con el argüende de sus cláxones, mientras el festejado parado afuera de la casa recibe los regalos -bueno, si es que los muy gorrones le llevan algo- que a veces por lo rápido ni sabe quién diablos son esos señores de sonrisa fingida; no juegan en la calle, y si los llevan al jardín es con un chingo de prohibiciones, ir a los supermercados también es tabú -ahí, si se ahorran una buena feria los progenitores-, mientras los muy cabrones adultos, ellos tienen chance de divertirse, organizan fiestas con los amigos, ven los partidos de fútbol, entre otras cosas.


Nunca les preguntamos a los chavitos si ya estaban listos para estudiar en línea o que, si sabrían que mamá, papá o el vecino serían sus profesores, alguna vez les hemos cuestionado si en estos años aciagos han sido felices, y lo peor, hoy con tanta tecnología preferimos darles el celular o la Tablet para que se “diviertan” – ¡niño, deja de chiflar con el carrito! -, nuestra supuesta madurez nos hace evadir ese mundo tan fantástico que es el juego de la infancia, en donde se fantasea, se imaginan mundos extraordinarios, es más, verlos jugar es un deleite, pues ahí uno logra constatar el carácter y la personalidad de ellos. Lamentablemente al darles un gadget coartamos su capacidad inventiva, si, esa de hacer en la arena del patio la autopista de los Hot Wheels, el pícnic de Barbie con pasteles de lodo o el Jurassic Park donde se pasean los enormes reptiles.

Es verdad, con esos juegos los chamacos evaden la realidad, y nosotros no lo hacemos cuando preferimos una pachanga, visitamos un bar con las medidas de higiene o nos hundimos en el sofá a ver alguna serie, ¡claro! Pero somos adultos y tenemos derecho, pues también los infantes los tienen a pesar de que cada vez las cigüeñas la traen sin la torta bajo el brazo.