El fin de semana pasado mientras arreglaba el pequeño trecho de jardín que se ubica a un costado de la cochera -a pesar de no tener vehículo, bueno, yo no tengo la culpa que en el diseño de la casa la incluya-, al mismo tiempo que mi vecino estudiante de filosofía lavaba su lujoso coche, de pronto mi atención se centró en un señor que propulsaba una carretilla de esas que se utilizan en la albañilería hasta el tope de guayabillas, mientras una niña como de seis años gritaba “¡bolsa de guayabilla a diez pesitos!”
La señora de al lado presurosa abre la puerta pidiendo una, el hombre detiene su paso y la niña con su manitas coge una bolsa para entregársela, mientras el señor recibe el dinero, lo guarda en su bolsillo levanta la carretilla para impulsarla nuevamente y partir cuesta debajo de la colonia, por su parte, la pequeña continúa ofertando el producto a gritos por la empedrada calle, pues aún queda mucho que recorrer para terminar las 150 bolsas de ese día. El ama de casa admirada, compara el precio del producto recién adquirido con los ofrecidos en el mercado, concluyendo que es una ganga e incluso existe la probabilidad de que quienes lo venden ni obtenga ganancias a favor.
Por su parte, el alumno de filosofía, aplicando almorol a las llantas para revestir aún más el lujo de su moderno automóvil, en su amueblada cabeza ronda la reflexión sobre los gritos de la niña, que para él, son una especie de reclamo a la canija vida, ya que cada mañana que salen les espera un largo y asoleado día, que por las noches factura cansancio el cual produce un intenso dolor tanto de garganta como de piernas que no le dejan dormir, pese a que la rueda de la carretilla gire durante las diversas jornadas, el destino permanece inerte ante el hoy que comienza en cada camino, los pasos que la alejan son los mismos que la acercan a su hogar donde sabe que la precariedad y falta de alimentos aún viven ahí.
Haciendo a veces zigzag en el caminar, el vendedor sopesa con sus roladas manos el medio donde transporta las guayabillas, mientras hace un esfuerzo por conservar el equilibrio ya que en cada brinco provocado por el empedrado, las frutas se apretujan despidiendo su característico olor, que le hace planear para mañana regresar con el gancho a cortar más de los árboles que abundan en el camellón y comprar bolsas en la abarrotería de Chano, al fin que sólo le cuestan unos cuantos pesos. Así como ellos, en este 2017 es como muchos se la rifan, año en que la calidad de vida de una persona se mide por el precio de la gasolina, lo que hace que el empleo más caro sea el de traga fuego.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
jueves, 2 de febrero de 2017
jueves, 26 de enero de 2017
Al otro lado del puente
Este mes, como quien dice, se nos fue en un abrir y cerrar de ojos, tuvimos el primer día de asueto el uno de enero, pero ni cuenta nos dimos por la desvelada, cruda o embriaguez debido a que nos juimos de largo desde la noche anterior. Entonces como que no lo consideramos feriado. Todos sabemos que los días de descanso son para apagar el despertador, olvidarnos de llegar temprano a cualquier lado, algo así como los domingos, pero tienen la cualidad, gracias a la magia de los diputados desde aquel 2006, de coincidir siempre con un fin de semana, creando así los tan anhelados puentes laborales, que son el disfrute de alumnos y Godínez.
Gracias a tal coincidencia, algunas veces el suceso que dio origen a la fecha es olvidado, entonces no es de extrañar que la chaviza considere que la llegada de la primavera es motivo de ausencia en las escuelas debido al puentezuco del mes de marzo -apreciado lector, recuerda que nuestro principal indicador de un día de descanso obligatorio es cuando no abrirán los banco o no habrá clases– motivo por el cual el 21 de ese mes que es cuando se conmemoraba el natalicio del Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez, pierde importancia al convertirse en la aburrida efeméride en la ceremonia de la secundaria o porque los papás disfrazan a sus hijos de flores, mariposas y árboles.
Al cinco de febrero, fecha que para algunos inaugura los puentes de relax en nuestro país, le sucede lo mismo, pues se trata del día en que fue promulgada la Constitución que actualmente nos rige, mientras a los jóvenes les resulta más interesante lo escrito en los muros del Facebook de sus “amigos”, que el contenido de la también llamada Carta Magna o Ley Fundamental – ¡Ah! Por si alguien no lo sabía, son los otros nombres con los que se conoce a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Por su parte, el calendario de la beatitud que pinta de rojo los jueves, viernes y sábados de la Semana Santa, que por cierto cada año emigra a semanas distintas entre los meses de marzo y abril, pos… son para la raza los días de la playa, y si por ahí algún jefe no los otorga, segurito que es un ateo bien pinche ojete.
Hay una fecha que debemos hacerla indeleble en la mente de nuestros educandos, el 15 de mayo, sí, sí, sí, ya sé que no es oficial, pues los bancos se la pasan por el arco, pero es justo y necesario que de perdida esa fecha sea reconocida, pues quienes nos pasamos horas y horas fuera de nuestros horarios laborales calificando exámenes cuyas respuestas jeroglíficas intentamos descifrar, explicando respuestas a preguntas existencialistas de nuestros alumnos de manera extraclase y viviendo con la zozobra de hacer el ridículo frente a ellos de forma involuntaria, bien que lo merecemos, bueno, de perdis, no le aunque, que lo hagan de asueto sin ser considerado oficial en el trabajo, recuerden que al otro lado del puente la vida sigue igual.
Gracias a tal coincidencia, algunas veces el suceso que dio origen a la fecha es olvidado, entonces no es de extrañar que la chaviza considere que la llegada de la primavera es motivo de ausencia en las escuelas debido al puentezuco del mes de marzo -apreciado lector, recuerda que nuestro principal indicador de un día de descanso obligatorio es cuando no abrirán los banco o no habrá clases– motivo por el cual el 21 de ese mes que es cuando se conmemoraba el natalicio del Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez, pierde importancia al convertirse en la aburrida efeméride en la ceremonia de la secundaria o porque los papás disfrazan a sus hijos de flores, mariposas y árboles.
Al cinco de febrero, fecha que para algunos inaugura los puentes de relax en nuestro país, le sucede lo mismo, pues se trata del día en que fue promulgada la Constitución que actualmente nos rige, mientras a los jóvenes les resulta más interesante lo escrito en los muros del Facebook de sus “amigos”, que el contenido de la también llamada Carta Magna o Ley Fundamental – ¡Ah! Por si alguien no lo sabía, son los otros nombres con los que se conoce a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Por su parte, el calendario de la beatitud que pinta de rojo los jueves, viernes y sábados de la Semana Santa, que por cierto cada año emigra a semanas distintas entre los meses de marzo y abril, pos… son para la raza los días de la playa, y si por ahí algún jefe no los otorga, segurito que es un ateo bien pinche ojete.
Hay una fecha que debemos hacerla indeleble en la mente de nuestros educandos, el 15 de mayo, sí, sí, sí, ya sé que no es oficial, pues los bancos se la pasan por el arco, pero es justo y necesario que de perdida esa fecha sea reconocida, pues quienes nos pasamos horas y horas fuera de nuestros horarios laborales calificando exámenes cuyas respuestas jeroglíficas intentamos descifrar, explicando respuestas a preguntas existencialistas de nuestros alumnos de manera extraclase y viviendo con la zozobra de hacer el ridículo frente a ellos de forma involuntaria, bien que lo merecemos, bueno, de perdis, no le aunque, que lo hagan de asueto sin ser considerado oficial en el trabajo, recuerden que al otro lado del puente la vida sigue igual.
viernes, 20 de enero de 2017
Alma de adolescente
Existen personas que a pesar de acumular sus añitos aún conservan alma de adolescente, son esas que por más que evolucionen o involucionen las modas, se muestran reacios a portar vestimentas propias de su edad, pues para ellos son de ruco –ojo, no de adulto, wee, de ruco, ¡así o más patéticos!
En los hombres es común observarlos con playeras de estampados de algún grupo de rock de su época -¡ah, cómo extraño mis camisetas de The Cure!- pantalón de mezclilla deslavados, algunos rotos de esos que se ven como si los hubiera arrastrado el tren o se aventaron un tiro con un león, su calzado debe de ser tenis de los que utilizan los patinetos, y en las manos no pueden faltar las pulseras tejidas en colores fosforescentes y la barbita de cuatro días.
En algunas damitas, a veces tengo la impresión de que su ropa la adquieren en el departamento de jóvenes, pues he visto a cincuentonas con blusas cuya leyenda al frente es “don't touch me, bitch”, y qué decir de la gran variedad de tintes que utilizan, resulta ridículo observar a una señora de 65 con su cabello verde o ¿era la abuelita del Joker? Y de los dibujos en las uñas o cada dedo pintado de una forma distinta ni hablar.
A veces, por su comportamiento, este tipo de personas creen que la película de Star Wars se estrenó hace diez años o que el muro de Berlín fue derribado hace unos meses -¿el muro de dónde?- Si te hiciste esta pregunta, no pienso perder mi tiempo en explicártelo, mejor googlealo. En pocas palabras, tienen la difusa idea de que los 90 fueron hace diez años, ya que en sus entrañas no experimentan la evolución de la edad, razón por la cual su comportamiento a los 38 o 40 años sigue siendo como cuando tenían 22.
Ellos cuando toman cerveza, prefieren decir que están cheleando o pisteando, ¡que dizque porque se oye más cool! En las fiestas consumen grandes cantidades de néctar etílico, debido a que así están acostumbrados y nunca se les sube el pedo, lo más triste es que ni cuentan se dan de las faramallas que hacen por estar bien briagos. Pueden platicar con cualquiera, sin importar que sus interlocutores hayan estado en la primaria cuando ellos cursaban el bachillerato, saben tutearse con quien sea. Cuando charlan, que en su lenguaje equivale a cotorrear, sus pláticas abordan temas tan interesantes como la marca de ropa que usan -¡claro, si traen buena garra es porque la compraron en los saldos!- la enorme capacidad de sus teléfonos inteligentes -aunque ellos no lo sean- las maravillas de la pantalla de led que tienen en la sala y de las interesantes series que ven a través de Blim o Netflix.
Es común que nieguen ser chavorrucos cuando alguien se los echa en cara, pero simplemente, se ven ridículos a su edad intentando ser hípsters, pues lamentablemente cuando tenían edad para serlo ni siquiera existían y nada más había hippies, y ellos para colmo en esa época eran unos simples pirrurris. Ya que hablo sobre días de identidades inciertas, no lo voy a negar, a veces he sido bien pinche chavorruco, pero de esos de onda, ¡uy sí, cómo no!
En los hombres es común observarlos con playeras de estampados de algún grupo de rock de su época -¡ah, cómo extraño mis camisetas de The Cure!- pantalón de mezclilla deslavados, algunos rotos de esos que se ven como si los hubiera arrastrado el tren o se aventaron un tiro con un león, su calzado debe de ser tenis de los que utilizan los patinetos, y en las manos no pueden faltar las pulseras tejidas en colores fosforescentes y la barbita de cuatro días.
En algunas damitas, a veces tengo la impresión de que su ropa la adquieren en el departamento de jóvenes, pues he visto a cincuentonas con blusas cuya leyenda al frente es “don't touch me, bitch”, y qué decir de la gran variedad de tintes que utilizan, resulta ridículo observar a una señora de 65 con su cabello verde o ¿era la abuelita del Joker? Y de los dibujos en las uñas o cada dedo pintado de una forma distinta ni hablar.
A veces, por su comportamiento, este tipo de personas creen que la película de Star Wars se estrenó hace diez años o que el muro de Berlín fue derribado hace unos meses -¿el muro de dónde?- Si te hiciste esta pregunta, no pienso perder mi tiempo en explicártelo, mejor googlealo. En pocas palabras, tienen la difusa idea de que los 90 fueron hace diez años, ya que en sus entrañas no experimentan la evolución de la edad, razón por la cual su comportamiento a los 38 o 40 años sigue siendo como cuando tenían 22.
Ellos cuando toman cerveza, prefieren decir que están cheleando o pisteando, ¡que dizque porque se oye más cool! En las fiestas consumen grandes cantidades de néctar etílico, debido a que así están acostumbrados y nunca se les sube el pedo, lo más triste es que ni cuentan se dan de las faramallas que hacen por estar bien briagos. Pueden platicar con cualquiera, sin importar que sus interlocutores hayan estado en la primaria cuando ellos cursaban el bachillerato, saben tutearse con quien sea. Cuando charlan, que en su lenguaje equivale a cotorrear, sus pláticas abordan temas tan interesantes como la marca de ropa que usan -¡claro, si traen buena garra es porque la compraron en los saldos!- la enorme capacidad de sus teléfonos inteligentes -aunque ellos no lo sean- las maravillas de la pantalla de led que tienen en la sala y de las interesantes series que ven a través de Blim o Netflix.
Es común que nieguen ser chavorrucos cuando alguien se los echa en cara, pero simplemente, se ven ridículos a su edad intentando ser hípsters, pues lamentablemente cuando tenían edad para serlo ni siquiera existían y nada más había hippies, y ellos para colmo en esa época eran unos simples pirrurris. Ya que hablo sobre días de identidades inciertas, no lo voy a negar, a veces he sido bien pinche chavorruco, pero de esos de onda, ¡uy sí, cómo no!
jueves, 12 de enero de 2017
Año del ¡kikiriki!
Los malabaristas y bailadores de breakdance en los semáforos, los payasitos del jardín, los músicos de la calle Madero, los viejitos del kiosco en el Jardín Libertad bailando danzón a ritmo de nuestra eléctrica y urbanizada banda municipal, los hombres mayores asoleándose en las bancas, así como esos graffiteros que inundan con su arte las viejas paredes de la ciudad, son algo que se disfruta cuando uno despabila el cerebro al caminar por la Ciudad de las Palmeras.
Es el umbral del año 2017, respirando y agradecido por continuar viviendo a pesar de contar con una mala salud de hierro. ¡Sobreviví al maratón Guadalupe Reyes! Ya el siete de este mes para evitar remordimientos por tanta harina que tragué he retrasado 8 kilos la terrible báscula, lo cual me prepara para el colofón de este maratón el próximo 2 de febrero con la tamaliza groove. El primer mes del año, la única que adelgaza sin estar a dieta, es la cartera, pues la pobre sufre las consecuencias del metabolismo acelerado del desembolso económico de los pagos que se hacen por el predial y el agua. Adiós tiendas departamentales, bienvenida ropa de paca – ¡ya se la saben si me ven estrenando!
A estas alturas del Siglo XXI, tengo bien clarito que las relaciones entre humanos ya no son reales, pues una conversación se reduce al simple mensaje de texto, las discusiones son llamadas por teléfono donde los interlocutores gritan y manotean como si estuvieran frente a frente, mientras que los sentimientos… pos… son unos emoticones.
Según los chinos –náquever con aquellos que tienen rizada su cabellera–, en este 2017, iniciará a partir del 28 de enero el año del Gallo, plumífero que se caracteriza por su canto muy de madrugada y que los orientales perciben como el despertar, donde la honestidad aunado a la justicia deberán prevalecer sobre un ambiente desconcertante, rígido o ríspido como el que estamos viviendo, ¿será por ello que hasta nuestro volcán se ha despertado eructándonos infinidad de veces?
Ámonos pues preparándonos a echarle mucha talacha y paciencia a la chamba si queremos lograr alcanzar esa enorme lista de propósitos que nos planteamos durante la noche vieja cuando nos atragantábamos las doce uvas, sin olvidar que nuestra vida se desarrollará a través de un trayecto de 365 días, donde lo apasionante serán los paisajes y las personas que nos encontremos en la carretera. A quienes me leen y también a los que no, les deseo de corazón e hígado un feliz e irrepetible 2017.
Es el umbral del año 2017, respirando y agradecido por continuar viviendo a pesar de contar con una mala salud de hierro. ¡Sobreviví al maratón Guadalupe Reyes! Ya el siete de este mes para evitar remordimientos por tanta harina que tragué he retrasado 8 kilos la terrible báscula, lo cual me prepara para el colofón de este maratón el próximo 2 de febrero con la tamaliza groove. El primer mes del año, la única que adelgaza sin estar a dieta, es la cartera, pues la pobre sufre las consecuencias del metabolismo acelerado del desembolso económico de los pagos que se hacen por el predial y el agua. Adiós tiendas departamentales, bienvenida ropa de paca – ¡ya se la saben si me ven estrenando!
A estas alturas del Siglo XXI, tengo bien clarito que las relaciones entre humanos ya no son reales, pues una conversación se reduce al simple mensaje de texto, las discusiones son llamadas por teléfono donde los interlocutores gritan y manotean como si estuvieran frente a frente, mientras que los sentimientos… pos… son unos emoticones.
Según los chinos –náquever con aquellos que tienen rizada su cabellera–, en este 2017, iniciará a partir del 28 de enero el año del Gallo, plumífero que se caracteriza por su canto muy de madrugada y que los orientales perciben como el despertar, donde la honestidad aunado a la justicia deberán prevalecer sobre un ambiente desconcertante, rígido o ríspido como el que estamos viviendo, ¿será por ello que hasta nuestro volcán se ha despertado eructándonos infinidad de veces?
Ámonos pues preparándonos a echarle mucha talacha y paciencia a la chamba si queremos lograr alcanzar esa enorme lista de propósitos que nos planteamos durante la noche vieja cuando nos atragantábamos las doce uvas, sin olvidar que nuestra vida se desarrollará a través de un trayecto de 365 días, donde lo apasionante serán los paisajes y las personas que nos encontremos en la carretera. A quienes me leen y también a los que no, les deseo de corazón e hígado un feliz e irrepetible 2017.
jueves, 15 de diciembre de 2016
Bajo los efectos del opio
Amanezco tempranito en la comodidad de mi jacal gracias a la tiznada tos que llega puntual a despertarme en lugar del ojete tono de la alarma del reloj; debido al cambio brusco de temperatura durante las primeras horas de la mañana mi voz tiene arrugas, entonces cuando alguien me escucha, se sorprende de lo tétrico que hablo. Estamos a 15 de diciembre, aún no concluye el año, mientras Facebook ya hizo en mi muro un vídeo que resume algunas de las actividades realizadas en esa red social – ¡ajum, qué aburrido! Pero tal vez para quienes me conozcan y no saben quién soy, le den like con tal de inflar ese pinche ego que tengo y continuar viviendo en la jodida ilusión de que lo ahí realizado es lo correcto.
Ya lo dijo el cantautor Andrés Calamaro, parafraseando una cita de Karl Marx, “el opio del pueblo es la telefonía celular y el internet”, pues eso de convertir en celebridades a una señora de Texas por el simple hecho de colocarse una máscara de Chewbacca, elevar a la gloria a un vendedor de empanadas y a una quinceañera potosina, que gracias a la invitación de su apá, puso en el mapa nacional a la comunidad donde radican, pos más de un millón de mexicanos se han anotado a acompañarla en la celebración que se desarrollará en unos cuantos días, ¿a poco? ¡Si los mejinacos ni semos gorrones! Ahora ya es sabido que además de los quince minutos de fama que brinda el tutuba… ¡Ah! Perdón es YouTube, ahora hasta hay quien patrocine ese tipo de mamarrachadas con una buena feria.
También en este 2016 que está por llegar a su fecha de caducidad, nos vimos enfrascados en el chanchullo de la realeza, o sea, la proliferación de lores y ladies, quienes además de exhibir sus patéticas vidas en la web, hubo algunos nada tarugos que aprovechándose de ello obtuvieron un buen de centavitos, para muestra ahí están Lady100Pesos y la poli en topless. Personajes que resultaron atractivos gracias a la mixtura de sentimientos amor-odio que nos inspiraban, pues a pesar de la indignación causada por sus actos, continuábamos como lelos queriendo saber más de lo que les iba a pasar, ¡pinche morbo! Tal parece que entre más alcance tenga la llamada era digital, el criterio racional se reduce, es decir, la ciencia evoluciona y el humano da un salto pa´ tras darwiniano.
En lo que respecta al celular, algunos continuamos bajo la hipnosis del wasap; hay también quienes invertimos parte de nuestro tiempo en realizar videos a los que llaman Mannequin Challenge, donde todos se quedan quietecitos, algo así como jugar a las Estatuas de Marfil, y por su parte el Pokémon Go, es una aplicación donde buscamos animales ficticios, mientras abandonamos a su pinche suerte a los reales.
A pesar de continuar bajo los efectos del actual opio, así como mirar con tristeza como más adictos surgen, la luz al final del túnel es la esperanza que para este 2017, en el próximo ciclo escolar quienes elaboran los Libros de Texto Gratuito, incluyan en los cuadernos de lecturas, fragmentos de canciones de Bob Dylan, ahora que ya es Nobel de Literatura, para que los estudiantes sepan que la respuesta está en el viento. Ya para finalizar, sólo les pido un favor, que en la noche vieja, o sea, el 31 de este mes, en lugar de sacar la fusca a tirar balazos, disparen la pistola de serpentinas que cuetea e ilumina, ese tipo de bulla es menos peligroso e incómodo.
Ya lo dijo el cantautor Andrés Calamaro, parafraseando una cita de Karl Marx, “el opio del pueblo es la telefonía celular y el internet”, pues eso de convertir en celebridades a una señora de Texas por el simple hecho de colocarse una máscara de Chewbacca, elevar a la gloria a un vendedor de empanadas y a una quinceañera potosina, que gracias a la invitación de su apá, puso en el mapa nacional a la comunidad donde radican, pos más de un millón de mexicanos se han anotado a acompañarla en la celebración que se desarrollará en unos cuantos días, ¿a poco? ¡Si los mejinacos ni semos gorrones! Ahora ya es sabido que además de los quince minutos de fama que brinda el tutuba… ¡Ah! Perdón es YouTube, ahora hasta hay quien patrocine ese tipo de mamarrachadas con una buena feria.
También en este 2016 que está por llegar a su fecha de caducidad, nos vimos enfrascados en el chanchullo de la realeza, o sea, la proliferación de lores y ladies, quienes además de exhibir sus patéticas vidas en la web, hubo algunos nada tarugos que aprovechándose de ello obtuvieron un buen de centavitos, para muestra ahí están Lady100Pesos y la poli en topless. Personajes que resultaron atractivos gracias a la mixtura de sentimientos amor-odio que nos inspiraban, pues a pesar de la indignación causada por sus actos, continuábamos como lelos queriendo saber más de lo que les iba a pasar, ¡pinche morbo! Tal parece que entre más alcance tenga la llamada era digital, el criterio racional se reduce, es decir, la ciencia evoluciona y el humano da un salto pa´ tras darwiniano.
En lo que respecta al celular, algunos continuamos bajo la hipnosis del wasap; hay también quienes invertimos parte de nuestro tiempo en realizar videos a los que llaman Mannequin Challenge, donde todos se quedan quietecitos, algo así como jugar a las Estatuas de Marfil, y por su parte el Pokémon Go, es una aplicación donde buscamos animales ficticios, mientras abandonamos a su pinche suerte a los reales.
A pesar de continuar bajo los efectos del actual opio, así como mirar con tristeza como más adictos surgen, la luz al final del túnel es la esperanza que para este 2017, en el próximo ciclo escolar quienes elaboran los Libros de Texto Gratuito, incluyan en los cuadernos de lecturas, fragmentos de canciones de Bob Dylan, ahora que ya es Nobel de Literatura, para que los estudiantes sepan que la respuesta está en el viento. Ya para finalizar, sólo les pido un favor, que en la noche vieja, o sea, el 31 de este mes, en lugar de sacar la fusca a tirar balazos, disparen la pistola de serpentinas que cuetea e ilumina, ese tipo de bulla es menos peligroso e incómodo.
jueves, 8 de diciembre de 2016
Diciembre, entre la gula y lo etílico
Las fiestas Lupe Reyes ya iniciaron, por las calles se observan a los globalizados "inditos" con sus sandalias Nike o Spalding, camisas de manta Pierre Cardin, mientras las hermosas damitas no cesan de convertir nuestra alumbrada calle Madero en una pasarela, donde modelan sus huipiles bordados con la virgencita del Tepeyac y rebozos multicolores, además, las casas lucen ya sus arreglos navideños que combinan la tradición sajona y española.
Llevamos siete días de este mes y el tránsito decembrino ya está aquí, el concierto de cláxones, las refrescadas de madres sin ser diez de mayo que entre los chóferes es el lenguaje común con el que se saludan, la proliferación de vendedores ambulantes quienes ofertan mandarinas, jícamas y golosinas en cada semáforo al mejor postor es constante; los supermercados y tiendas departamentales ya nos lo habían vaticinado desde finales de septiembre cuando inundaron de artículos alusivos a este período.
En las oficinas, los Godínez (o ¿serán gordínez?) alistan sus estómagos para evitar que su cinturón desaparezca entre todo ese músculo en reposo que se cargan al frente de todo lo que refinarán de comida –digo, hay quienes dobletean posada en un día–, así como suavizan sus gargantas, es tiempo de rendir culto al Dios Baco, libando alcohol durante los casi veintiséis días de maratón etílico que las fiestas entre diciembre, enero y febrero – ¿qué no es el 2 de febrero el epilogo de tales pachangas? – les brindan. Pese a que el pretexto es fomentar los buenos deseos, el amor y la paz entre ellos, el intercambio de obsequios siempre es factor de rencilla, pues la envidia por lo invertido en el regalo que se otorgó, casi siempre es inversamente proporcional a lo que se recibió.
De ser posible, ahora sí, hazle caso a los propósitos de año nuevo, por favor toma en serio ese juramento de empezar una dieta balanceada, si vas a pagar la primera mensualidad en el gym, asiste a realizar las rutinas del instructor en lugar de charlar con la escultural administradora, recuerda, ella es el gancho para que sigas pagándoles o de perdis únete al grupo de zumba del barrio, no nada más asistas por ver a las gordibuenas señoras en mallitas, inicia una desintoxicación lo más serio posible, recuerda que únicamente tienes doce uvas que embutirás en la noche vieja y propósitos para sobrevivir en el 2017 sobran.
Llevamos siete días de este mes y el tránsito decembrino ya está aquí, el concierto de cláxones, las refrescadas de madres sin ser diez de mayo que entre los chóferes es el lenguaje común con el que se saludan, la proliferación de vendedores ambulantes quienes ofertan mandarinas, jícamas y golosinas en cada semáforo al mejor postor es constante; los supermercados y tiendas departamentales ya nos lo habían vaticinado desde finales de septiembre cuando inundaron de artículos alusivos a este período.
En las oficinas, los Godínez (o ¿serán gordínez?) alistan sus estómagos para evitar que su cinturón desaparezca entre todo ese músculo en reposo que se cargan al frente de todo lo que refinarán de comida –digo, hay quienes dobletean posada en un día–, así como suavizan sus gargantas, es tiempo de rendir culto al Dios Baco, libando alcohol durante los casi veintiséis días de maratón etílico que las fiestas entre diciembre, enero y febrero – ¿qué no es el 2 de febrero el epilogo de tales pachangas? – les brindan. Pese a que el pretexto es fomentar los buenos deseos, el amor y la paz entre ellos, el intercambio de obsequios siempre es factor de rencilla, pues la envidia por lo invertido en el regalo que se otorgó, casi siempre es inversamente proporcional a lo que se recibió.
De ser posible, ahora sí, hazle caso a los propósitos de año nuevo, por favor toma en serio ese juramento de empezar una dieta balanceada, si vas a pagar la primera mensualidad en el gym, asiste a realizar las rutinas del instructor en lugar de charlar con la escultural administradora, recuerda, ella es el gancho para que sigas pagándoles o de perdis únete al grupo de zumba del barrio, no nada más asistas por ver a las gordibuenas señoras en mallitas, inicia una desintoxicación lo más serio posible, recuerda que únicamente tienes doce uvas que embutirás en la noche vieja y propósitos para sobrevivir en el 2017 sobran.
jueves, 1 de diciembre de 2016
Si se calla el cantor
El fin de semana pasado los locatarios del mercado tenían rostros empañados por la tristeza, la señora del pollo al rebanar con su filoso cuchillo la pierna del ave para separarle el muslito, suspiraba con un halo de melancolía y no precisamente por el resentimiento que le inspiraba efectuar tal acción, algo parecido le sucedía a la panadera, pues cuando del canasto de pan seleccionaba las conchas, cuernitos y salados, comentaba a la clientela que hoy se percibía cierta pesadumbre, pues esa mañana ya no se encontraba con ellos aquel hombre delgado de gafas quien con su peculiar guitarra hilvanaba a través de su música la nostalgia de una vieja canción al recuerdo de quienes en algún momento de su vida estrecharon vínculos sentimentales a partir de la letra que él entonaba.
Su lugar favorito junto a la juguería yacía vacío, pues alguien sintiéndose un dios cruel y despiadado tomó la estúpida iniciativa de quitarle la vida; se desconocen los motivos de este indeseable individuo que como Mark David Chapman y Yolanda Saldívar pasó a formar parte de la lista de personas non gratas. ¡Se ha callado el cantor! Pensábamos los allí presentes, entonces, como sentencia Horacio Guaraní en las letras de la hermosa canción que da nombre a este texto, debe callarse la vida, porque la vida en sí es todo un canto. ¿Quién levantará los ánimos de las marchantitas? Pues se han quedado sin voz y acompañamiento de guitarra la “Perfidia” y el “Frenesí” de Alberto Domínguez. Los que convivieron con el cantor del mercado, experimentan consternación por su pérdida, incluso más fuerte de la que sintieron por la muerte del Divo de Juárez, ya que con él compartían además de las canciones, el calor humano de su grata camaradería.
Nunca escuché que pidiera monedas a cambio de brindarnos una añoranza de esas que nos cantaba y que alimentaba el corazón de sueños y de esperanzas por continuar en este mundo, es más, yo jamás le deposité en su jícara ningún sueltito de los que me sobraban – ¡pinche codo! –, a pesar de que en cierta ocasión con la canción del “Gran Tomás”, hizo que llegará a la conclusión de que tal rolita era toda una alegoría al “bullying”; también lo extrañará el pícaro carnicero, quien mientras fileteaba al son de “Aventurera”, le hacía dúo parodiándola con su aguardentosa voz de la siguiente forma: “vende caro tu amor, menudera, da el precio del dolor a tu pasado a aquel que de tus labios la miel quiera”.
Tampoco fui su amigo, digo, para ser considerado así, es necesario cumplir con ciertas características peculiares, pero donde sea que le encontraba, ya fuera en el camión o en el jardín de San José, saludaba con su típica sonrisa, diciendo “¡qué tal amigo!”, ahora sé que allá en el otro mundo Agustín Lara y tú, continuarán afirmando como yo aquí en la tierra que las mujeres seguirán siendo divinas, mientras José Alfredo les recuerda que la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba.
Su lugar favorito junto a la juguería yacía vacío, pues alguien sintiéndose un dios cruel y despiadado tomó la estúpida iniciativa de quitarle la vida; se desconocen los motivos de este indeseable individuo que como Mark David Chapman y Yolanda Saldívar pasó a formar parte de la lista de personas non gratas. ¡Se ha callado el cantor! Pensábamos los allí presentes, entonces, como sentencia Horacio Guaraní en las letras de la hermosa canción que da nombre a este texto, debe callarse la vida, porque la vida en sí es todo un canto. ¿Quién levantará los ánimos de las marchantitas? Pues se han quedado sin voz y acompañamiento de guitarra la “Perfidia” y el “Frenesí” de Alberto Domínguez. Los que convivieron con el cantor del mercado, experimentan consternación por su pérdida, incluso más fuerte de la que sintieron por la muerte del Divo de Juárez, ya que con él compartían además de las canciones, el calor humano de su grata camaradería.
Nunca escuché que pidiera monedas a cambio de brindarnos una añoranza de esas que nos cantaba y que alimentaba el corazón de sueños y de esperanzas por continuar en este mundo, es más, yo jamás le deposité en su jícara ningún sueltito de los que me sobraban – ¡pinche codo! –, a pesar de que en cierta ocasión con la canción del “Gran Tomás”, hizo que llegará a la conclusión de que tal rolita era toda una alegoría al “bullying”; también lo extrañará el pícaro carnicero, quien mientras fileteaba al son de “Aventurera”, le hacía dúo parodiándola con su aguardentosa voz de la siguiente forma: “vende caro tu amor, menudera, da el precio del dolor a tu pasado a aquel que de tus labios la miel quiera”.
Tampoco fui su amigo, digo, para ser considerado así, es necesario cumplir con ciertas características peculiares, pero donde sea que le encontraba, ya fuera en el camión o en el jardín de San José, saludaba con su típica sonrisa, diciendo “¡qué tal amigo!”, ahora sé que allá en el otro mundo Agustín Lara y tú, continuarán afirmando como yo aquí en la tierra que las mujeres seguirán siendo divinas, mientras José Alfredo les recuerda que la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba.
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