Cierta mañana en una oficina bananera, aplastado en su cómodo sillón, el ejecutivo recién contratado, al darse cuenta de que alguien se aproximaba a sus dominios Godínez, rápidamente minimiza su Instagram, toma el teléfono para hacer creer que estaba ocupado. Quien tiene enfrente escucha: “Si licenciada, ya le envíe el reporte de su informe. n estos momentos llamo a Monterrey para agilizar las transacciones. No se preocupe, tengo todo bajo control. Permítame, alguien acaba de llegar a mi oficina, no me cuelgue”.
“Disculpe, ¿en qué puedo apoyarle?”, -Con cierto sarcasmo, la persona responde: “En nada, vengo a molestarlo tantito de sus múltiples ocupaciones para instalar la línea telefónica de su aparato”. Es con estas acciones cuando el pavorreal se convierte en guajolote.
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