Como cuando uno piensa que lo mejor de algo puede estar hasta el final, decimos que “no hay quinto malo”, sin querer ya estamos dividiendo el ánimo en 5 partes; igual pasaba años atrás antes del coronavirus que al saludar solíamos pedir entusiasmados: ¡Vengan esos cinco!, o sea, los dedos de la mano. A la antigua moneda de cinco centavos les decíamos quintos, mientras que en el lenguaje jergozo equivale a ser casto o virgen, sí, los que aún no salen con su domingo 7, ¡usted sabe a qué me refiero! Esos que se justifican diciendo que donde comen 2, comen 3. Por cierto, acá, durante mi niñez era común llamarle tostón a la cantidad monetaria de 50, así fueran centavos o pesos. Ahí están los números también en el camión de la Ruta 5, que en su parachoques con brocha le escribieron “Me109cito”, y para que la gente en las horas pico se recorra, grita el ñero del chófer: “recórranse, hay lugar para 2 hasta atrás”.
Si alguien dejó por ahí un señuelo, no voy a especificar el tipo, para evitar entrar en detalles, y para que les caiga el 20, lo mordimos, entonces alguien nos puso un 4, para evitar eso debemos andar al 100 o ya de perdida, bajarle 2 rayitas al ajetreado ritmo de vida que llevamos con tal de no andar tan distraído, recuerden que la tercera es la vencida y cuando la leña esta verde, pos… no hay iluminación. Como podrán darse cuenta, es mentira que a los mexicanos nos horrorizan los números, si para todo los utilizamos. Espero que esto haya sido de su agrado y no me dejen de a 6, diciendo que estuvo 2 que 3.
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