Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
miércoles, 6 de junio de 2012
Encajonada
Es una mañana común en la ciudad de las Palmeras, que de palmas ya no hay muchas que digamos – ¡carajo, maldita urbanización! –, pero a pesar de ello el mote se sigue escuchando lindo, a mitad de la calle Francisco. I Madero del centro histórico, una andrajosa anciana se encuentra dentro de una caja de detergente “Roma”, la acompaña micifuz, un desnutrido gato pardo, ambos tienen ahí desde la madrugada, los automóviles que a esas horas circulan tuvieron que esquivarlos o pasar tomando ciertas precauciones.
Los agentes de seguridad por el temor de verse prepotentes y violentos ante los curiosos que comienzan a multiplicarse, utilizan sus mejores palabras para convencerla de que se quite de allí; al parecer la octogenaria no está en estado etílico, ni bajo la influencia de algún estupefaciente, simplemente decidió ejecutar tal acción porque lleva tres días que los transeúntes no le han querido dar limosnas, por lo tanto no han podido comer ella ni su lánguida mascota; hace dos semanas que su marido el anciano invidente que la acompañaba murió a consecuencias del diabetes, razón por la cual el sentimiento de soledad la hizo ponerse en esa desesperante situación.
Conforme avanza el reloj, los peatones comienzan a congestionar las banquetas, el tráfico vehicular al filo de las ocho de la mañana se vuelve un caos debido al entorpecimiento ocasionado por la viejita. Los curiosos que se quedan para observar cada vez son más, mientras los agentes de tránsito con las sirenas y silbatos desvían a los carros por una vía alterna, los choferes atraídos por la situación intenta en vano el querer circular por esa calle para saciar su morbo, pues ya los locutores de algunas radiodifusoras están esparciendo el hecho como si se tratase de algo insólito.
Una buena cantidad de esos observadores, sacan sus teléfonos celulares para capturar el momento a través de videos, fotografías o se conectan a Internet para twittear o colocar en su estado de Facebook frases como “La loca del centro”, “Rebelde con caja”, “Un viejo regalo en la Madero”, etc.; resulta curioso como a partir de esas redes sociales el asunto se dispersa aún más, atrayendo a personas de todos los estratos sociales, quienes intentan formar parte de este audaz acto de manifestación.
Un darketo fatalista y condescendiente considera que tal acción es efecto del actual sistema de gobierno de nuestro país, incluso por su cerebro no se descarta la idea de convocar a sus compañeros a sumarse a la demanda de la anciana para ejercer más presión. Por su parte un asesor de cierta campaña política, insistentemente llama a su candidato para que beneficie su imagen pública con la situación, haciendo suyo el asunto, aprovechando así ese escaparate publicitario y lograr captar más neuronas para el banco de masas encefálicas que puedan brindarle su voto en las próximas elecciones.
Cierto vecino de la ciudad que ha dedicado parte de su ajetreada vida a defender el medio ambiente y el espacio público, se le ocurre mientras aprecia la decadente escena, que algún brillante científico debiera de inventar una vacuna para que todos los habitantes de la zona no padecieran de indiferencia, esa enfermedad que nos hace insensibles ante el dolor ajeno, pero que se manifiesta como morbosidad por saber cuál es el fin de este tipo de asuntos que llaman la atención siempre y cuando no mezcle sus intereses patrimoniales en lo más mínimo.
Es por eso que cada vez que vayamos por la calle y nos encontremos con indigentes o limosneros, no los continuemos encerrando en esas cajas de indiferencia que nos hacen pasar de largo sin que los veamos, pues muchas veces esa indiferencia es provocada porque no queremos verlos por ser algo tan feo como nuestro propio ánimo.
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