¡Ahhh, pero eso sí! En las escuelas bien preocupados de que se utilizara de forma ética la IA -algo así como que no queremos que nos vean la cara-, sin antes enseñarles a nuestros discípulos las ventajas de su uso académico, mientras ellos la han aprendido a utilizar como algo banal. A estas alturas del siglo XXI, quienes ejercemos la docencia hemos aprendido a raíz de una pandemia, la diversificación de las técnicas de enseñanza, que existen centenares de materiales educativos gratuitos en línea con flexibilidad de horarios y espacio, el montón de libros digitales para enriquecer su formación, ¿y se los hemos compartidos? No, pues queremos continuar siendo los que saben, pues muy pendejamente, creemos que así tenemos la supremacía en el aula.
Estamos a días de iniciar un nuevo semestre, junto a nuestra computadora portátil y el montón de aburridas diapositivas en PowerPoint atiborradas de texto que en ella se incluye, nada más nos queda universalizar el acceso del alumnado a todas las herramientas que pululan en el ciberespacio, y concientizarnos de que las actuales generaciones son intolerantes a las llamadas de atención, sin una explicación previa. Si no olvidamos esto, lo más probable es que logremos hacer que este semestre sea igual o mucho mejor que el anterior.