Estamos a punto de cerrar el maratón Guadalupe-Reyes con el disfrute de esas barritas energéticas elaboradas al vapor con envoltura biodegradable, que en nuestro país les dicen tamales, fecha que indudablemente el goyetero espera con ansias y a quien le corresponde el patrocinio pos tuvo que guardar su regiomontano interno; después de la “Tamaliza, Groove”, el año continuará su curso, mientras los humanos seguiremos estresados en busca de la tan anhelada felicidad, paz y gozadera que nos dé satisfacción.
Para los arquitectos significará tal vez tener un buen de proyectos que les permitan ganar rete hartos billetes; en los ingenieros pue´que sea desarrollar sistemas de gran utilidad y muy bien pagados; de igual manera los abogados intentarán rifársela resolviendo un titipuchal de casos que les reditúen excelentes dividendos y, porque no, hasta comprarse ese coche último modelo con el cual subir hermosas jainitas. Los médicos esperan recibir muchísimos pacientes y poder adquirir esa gran casa en la prestigiada zona residencial; por su parte los gerentes esperan lograr altas producciones a bajo costo pero que se vendan a elevados precios; los deportistas intentarán alcanzar la fama y el reconocimiento para estar bien cotizados.
Mientras los que están en prisión desean algún día volver a ser peatones de cualquier vía pública; una persona con discapacidad visual se conformaría con tan solo ver ese rayo de Sol que a uno incomoda las mañanas de domingo o poder conocer físicamente a su madre. El individuo con discapacidad auditiva espera con ansias esa fecha en que pueda oír el susurro de los árboles por la acción del viento o la voz de sus seres amados, quien se mueve en silla de ruedas aspira correr una mañana soleada, por su parte, el enfermo terminal agradecerá poder vivir un día más, así como el huérfano ansía tener una familia y ese rebelde adolescente lo único que espera es que sus padres lo escuchen en lugar del prestigiado terapeuta que ellos le han designado.
En fin, algunos continuaremos midiendo la felicidad a través de la acumulación de riquezas y reconocimientos sociales, otros nos enseñarán que la riqueza no es el llenarnos de objetos inanimados y de éxitos efímeros, sino de aquellas “pequeñas” cosas que no se cambian por dinero.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
jueves, 31 de enero de 2019
jueves, 24 de enero de 2019
Yo vivo en una ciudad
Poco a poco he visto cómo en mi amada “Ciudad de las Palmeras” se han multiplicado los coches, cual piojos y liendres en cabellera, atestando de contaminación y ruido a sus habitantes, mientras, ellos viven hacinados en reducidos espacios, donde la privacidad es cuestión de concentración mental hasta alcanzar el silencio interior que genere un oasis en medio de tanto bullicio.
Uno nota que nuestra ciudad está creciendo porque al ir caminando por el centro histórico, puedes observar en las bancas de los jardines a individuos acostados, enmohecidos de tanto hastío, igual te topas en las aceras a sujetos sentados inertes con la mano abierta en señal de solicitud, te das cuenta de que viven porque apenas su abdomen denota que respiran, los esquivas para no interrumpir su ilusión de que alguien se apiadará de ellos con algunas monedas. No cabe la menor duda de que el centro es un lugar surrealista por excelencia, ahí encuentras botargas de farmacia abrazadas de niños chimuelos que les piden más caramelos que fomenten sus caries, no faltan esos músicos que amenizan el soundtrack de los peatones, al igual que la pitayera de bronce muestra su fruta dorada de tanto manoseo.
Algunos se enojan, a otros ya se nos hace normal que los camiones hagan triple fila para subir pasaje; durar más de una hora en el kamikaze tránsito no significa que por algún tramo hubo un accidente, ya es así a las llamadas horas pico. Mención honorífica a todos aquellos que de sus casas a la chamba hacen veinte minutos, obvio que no faltan los comentarios: “¡No manches! De seguro viven bien cerquitas”. Quién no ha comprado tacos en el puesto tipo enramada de Cuyutlán que se encuentra aún lado del monumento histórico que deja la banqueta toda chorrienta de grasa y piensas que es higiénico por el simple hecho de contar con gel antibacterial de dudosa preparación, pero dices que mientras le eches rete harto limón, te hacen los purititos mandados las enfermedades.
Yo vivo en una ciudad cuyo magnetismo en mí es semejante al gato que mi abuela le embarraba manteca en las patas para que no se fuera de casa, también como ustedes estoy acostumbrado a dar propina obligatoria y con tarifa preestablecida a la mesera, al repartidor de pizzas y al de los dogos, no salgo de casa sin encender el Google Maps para que mi familia sepa dónde estoy, sé que se han perdido espacios de convivencia por miedo a la inseguridad, pero hemos ganado otros caminables. Colima es más incluyente moral y social, podría jurar que hasta sin prejuicios, sino recordará que de niño y adolescente cada vez que salía al barrio donde me crié era el hijo del teporocho y la costurera que lavaba y planchaba ajeno, estigma que fomentó en mí el espíritu de superación, es por ello que prefiero más el actual que el de mis ayeres.
Uno nota que nuestra ciudad está creciendo porque al ir caminando por el centro histórico, puedes observar en las bancas de los jardines a individuos acostados, enmohecidos de tanto hastío, igual te topas en las aceras a sujetos sentados inertes con la mano abierta en señal de solicitud, te das cuenta de que viven porque apenas su abdomen denota que respiran, los esquivas para no interrumpir su ilusión de que alguien se apiadará de ellos con algunas monedas. No cabe la menor duda de que el centro es un lugar surrealista por excelencia, ahí encuentras botargas de farmacia abrazadas de niños chimuelos que les piden más caramelos que fomenten sus caries, no faltan esos músicos que amenizan el soundtrack de los peatones, al igual que la pitayera de bronce muestra su fruta dorada de tanto manoseo.
Algunos se enojan, a otros ya se nos hace normal que los camiones hagan triple fila para subir pasaje; durar más de una hora en el kamikaze tránsito no significa que por algún tramo hubo un accidente, ya es así a las llamadas horas pico. Mención honorífica a todos aquellos que de sus casas a la chamba hacen veinte minutos, obvio que no faltan los comentarios: “¡No manches! De seguro viven bien cerquitas”. Quién no ha comprado tacos en el puesto tipo enramada de Cuyutlán que se encuentra aún lado del monumento histórico que deja la banqueta toda chorrienta de grasa y piensas que es higiénico por el simple hecho de contar con gel antibacterial de dudosa preparación, pero dices que mientras le eches rete harto limón, te hacen los purititos mandados las enfermedades.
Yo vivo en una ciudad cuyo magnetismo en mí es semejante al gato que mi abuela le embarraba manteca en las patas para que no se fuera de casa, también como ustedes estoy acostumbrado a dar propina obligatoria y con tarifa preestablecida a la mesera, al repartidor de pizzas y al de los dogos, no salgo de casa sin encender el Google Maps para que mi familia sepa dónde estoy, sé que se han perdido espacios de convivencia por miedo a la inseguridad, pero hemos ganado otros caminables. Colima es más incluyente moral y social, podría jurar que hasta sin prejuicios, sino recordará que de niño y adolescente cada vez que salía al barrio donde me crié era el hijo del teporocho y la costurera que lavaba y planchaba ajeno, estigma que fomentó en mí el espíritu de superación, es por ello que prefiero más el actual que el de mis ayeres.
jueves, 17 de enero de 2019
¡Dame más gasolina!
Agradezco que esos cinco lectores de mis artículos me insistan en abordar temas, pero lamentablemente hay algunos que no conozco a profundidad, por ejemplo el tema de la escasez de gasolina, para empezar, ¿cómo voy a escribir sobre ello si ni coche tengo? Escribir sobre algo que nunca he vivido es tan ridículo como que el profesor de Historia de México enseñe a sus discípulos la cultura Maya a través de la película Apocalypto de Mel Gibson, o sea, igual de idiota como pensar que uno comprende el comportamiento de los dinosaurios viendo filmes de Godzilla o Jurassic Park.
Además, en nuestro Colima lindo y querido ni se ha presentado este problema, dicen los que sí compran el preciado combustible, que te venderán litros de ochocientos mililitros, pero de que no haya, pos es pura especulación. Así que ya basta de estar dando lata con ese término de huachicol o guachicol si aquí no se ha descubierto aún -si alguien sabe de su existencia, pon tu denuncia y no te sumes a la corrupción-, ya sé que nos deslumbró ese fenómeno lingüístico cuya semántica se ha venido trastocando al pasar de boca en boca a lo largo de los años, entonces si nos encanta acuñar palabras que se vuelven parte del caló nacional, considero que en lugar de esponjarnos y hacerla de tos porque Netflix le puso subtítulos de español peninsular a la película Roma de Alfonso Cuarón, debemos de sentirnos orgullosos de que contamos con una jerga que nos identifica.
Eso sí, el Gansito es y seguirá siendo ese pastelito que hasta las jefecitas incluyen en el lunch de los chamacos junto al Boing de tamarindo -¡we, si hasta viene fortificado con pulpa para que crezcan bien fuertotes!-, no esos aperitivos anaranjados que huelen a queso llamados Ganchitos, en serio na’quever. Por lo que respecta a la gasolina… pos hay que esperar a que Max Rockatansky (Mad Max para los cuates) defienda a todos del Gran Humungus.
Además, en nuestro Colima lindo y querido ni se ha presentado este problema, dicen los que sí compran el preciado combustible, que te venderán litros de ochocientos mililitros, pero de que no haya, pos es pura especulación. Así que ya basta de estar dando lata con ese término de huachicol o guachicol si aquí no se ha descubierto aún -si alguien sabe de su existencia, pon tu denuncia y no te sumes a la corrupción-, ya sé que nos deslumbró ese fenómeno lingüístico cuya semántica se ha venido trastocando al pasar de boca en boca a lo largo de los años, entonces si nos encanta acuñar palabras que se vuelven parte del caló nacional, considero que en lugar de esponjarnos y hacerla de tos porque Netflix le puso subtítulos de español peninsular a la película Roma de Alfonso Cuarón, debemos de sentirnos orgullosos de que contamos con una jerga que nos identifica.
Eso sí, el Gansito es y seguirá siendo ese pastelito que hasta las jefecitas incluyen en el lunch de los chamacos junto al Boing de tamarindo -¡we, si hasta viene fortificado con pulpa para que crezcan bien fuertotes!-, no esos aperitivos anaranjados que huelen a queso llamados Ganchitos, en serio na’quever. Por lo que respecta a la gasolina… pos hay que esperar a que Max Rockatansky (Mad Max para los cuates) defienda a todos del Gran Humungus.
jueves, 10 de enero de 2019
¡Salud, dinero y amor!
¡Un año más! Estrenamos calendario gooordo, algunos con doce páginas, otros con seis y los hay hasta de trescientas y pico de hojas que vamos desprendiendo conforme trascurren los días, cuántas oportunidades, un titipuchal de nuevos descubrimientos, conquistas, fracasos, éxitos, alegrías, dolores, achaques, llantos, sonrisas, la neta uno ni sabe lo que depara este 2019, que en su primer día muchos lo pasaron en los brazos de Morfeo debido a la desvelada, otros con crudelia gracias al descontrol de alcoholemia, pese a ello, una vez que regresamos a estar conscientes, bueno algunos no del 100 % de sus facultades mentales, intentarán, como cada año, poner en prácticas sus facultades sementales y continuar cada hora del día con el tesón de encontrar ese amor calenturiento que no desilusione, así como la eterna búsqueda de una paz sin sombras.
Nunca planeo propósitos de año, me parecen una ridiculez -¡ups! Creo que con esta frase voy a incordiar a muchos-, para qué invertir neuronas en algo que cuando mucho cumpliré una nimiedad porcentual. ¡Un año menos! Y que cuanta más edad acuño, más rápido pasan los días, la nostalgia dando siempre sus jodidos arañazos en mi desamueblada cabeza, descubriendo que todo es efímero insistiendo en que épocas pasadas eran mejores, el espejo escupe un reflejo de mi cara de nopal sin rasurar con nariz de chile relleno con más arrugas tatuadas por el trajinar de la vida, las preocupaciones, la envidia –¡ajá! no se hagan, ustedes también padecen este malquerer–, entre otros prejuicios sembrados por nuestra familia.
¡Un año nuevo! Hemos dejado atrás ese 1 de enero en que hipotecamos por unas cuántas horas el pudor y fuimos capaces de tocarnos bajo el pretexto de quedar bien con los demás felicitando, deseando cosas positivas, haciéndonos de la vista gorda de que no hay felicidad absoluta, pues todo dura unos instantes y luego se esfuma, por eso estimado lector nunca debe dejar de expresar buenos deseos, que no sea exclusividad de una teporocha fecha comercial, sino todos los días. Sigamos el consejo de Los Rodríguez “brindar por la victoria, por el empate y por el fracaso”. Si, ya sé que no tomo alcohol, pero con lo que caiga en el vaso, ¡salud, dinero y amor!
Nunca planeo propósitos de año, me parecen una ridiculez -¡ups! Creo que con esta frase voy a incordiar a muchos-, para qué invertir neuronas en algo que cuando mucho cumpliré una nimiedad porcentual. ¡Un año menos! Y que cuanta más edad acuño, más rápido pasan los días, la nostalgia dando siempre sus jodidos arañazos en mi desamueblada cabeza, descubriendo que todo es efímero insistiendo en que épocas pasadas eran mejores, el espejo escupe un reflejo de mi cara de nopal sin rasurar con nariz de chile relleno con más arrugas tatuadas por el trajinar de la vida, las preocupaciones, la envidia –¡ajá! no se hagan, ustedes también padecen este malquerer–, entre otros prejuicios sembrados por nuestra familia.
¡Un año nuevo! Hemos dejado atrás ese 1 de enero en que hipotecamos por unas cuántas horas el pudor y fuimos capaces de tocarnos bajo el pretexto de quedar bien con los demás felicitando, deseando cosas positivas, haciéndonos de la vista gorda de que no hay felicidad absoluta, pues todo dura unos instantes y luego se esfuma, por eso estimado lector nunca debe dejar de expresar buenos deseos, que no sea exclusividad de una teporocha fecha comercial, sino todos los días. Sigamos el consejo de Los Rodríguez “brindar por la victoria, por el empate y por el fracaso”. Si, ya sé que no tomo alcohol, pero con lo que caiga en el vaso, ¡salud, dinero y amor!
jueves, 13 de diciembre de 2018
Tu año en Facebook
El anoréxico calendario se nos está despidiendo de tanto día que ha perdido en el ayuno de las madrugadas que el Astro Rey le brinca como rana, dicen los compañeros de servicios generales y secretarial que el aire huele a vacaciones, a ponche de frutas, a compras de pánico gracias al abuso del aguilargo -hagamos changuitos para que esto si nos llegue gordo- y a berrinches por los chafas regalos del intercambio en la oficina.
Como cada fin de año surgen los recuentos de lo que más captó la atención de los amantes del ocio que inundan el internet, ¡uy, que de eso son un titipuchal! Si fuiste de los que por el simple hecho de que tus contactos subían fotos de Aretha Franklin, Dolores O´Riordan de The Cranberries y del genio de la ciencia Stephen Hawking, apenas sabiendo quienes eran, pero las compartiste como si en verdad también los extrañarías o sin saber nada del deporte del balompié te gusto el Mundial de Rusia 2018, gracias a que otros posteaban goles y marcadores, igual si participaste en el proceso electoral motivado por el bombardeo informativo o si vives con la zozobra que del guanabo baje ese duende Casanova, ten la plena seguridad de que el feis es tu segunda casa.
Entonces, ya te la sabes que este año también Facebook pondrá en tu muro un video personalizado que recopila el año de cada uno de sus usuarios, entre fotos, comentarios positivos, likes, videos, etc., podrás ver tus actividades a lo largo de los 365 días del año que pasaste en la citada red social resumida en un minuto con nueve segundos, ¡ah! Un poco más de lo que en mi adolescencia duraba cuando sudaba por darle gusto al cuerpo y tan cortito que no se llega a comparar con el desgaste intelectual que sufriste por tratar de mantenerte vigente entre tus “amigos” subiendo tontería y media.
Ni en balde el arriesgue de quedarte sin coche o sin vida en el peor de los casos al tratar de realizar el In my Feelings Challenge, que acá entre la mejinacada se llamó “La Chona Challenge”, ¡wee no manches, si hasta Thalía lo hizo! Entonces como blanco borreguito, pos uno también. A pesar de ello, valió la pena al ser incluido en el video del resumen pa´que tus conocidos le vuelvan a dar “me gusta” ahora que forma parte de tu News Feed. Por cierto, si no te agrada cómo te lo hicieron lo puedes editar e incluir eso que para ti vale la pena como aquella incógnita de que si el emoji cafecito es un chocolate Hershey’s o se trata una caricatura de la caca, ¡qué dilema tan existencial!
Como cada fin de año surgen los recuentos de lo que más captó la atención de los amantes del ocio que inundan el internet, ¡uy, que de eso son un titipuchal! Si fuiste de los que por el simple hecho de que tus contactos subían fotos de Aretha Franklin, Dolores O´Riordan de The Cranberries y del genio de la ciencia Stephen Hawking, apenas sabiendo quienes eran, pero las compartiste como si en verdad también los extrañarías o sin saber nada del deporte del balompié te gusto el Mundial de Rusia 2018, gracias a que otros posteaban goles y marcadores, igual si participaste en el proceso electoral motivado por el bombardeo informativo o si vives con la zozobra que del guanabo baje ese duende Casanova, ten la plena seguridad de que el feis es tu segunda casa.
Entonces, ya te la sabes que este año también Facebook pondrá en tu muro un video personalizado que recopila el año de cada uno de sus usuarios, entre fotos, comentarios positivos, likes, videos, etc., podrás ver tus actividades a lo largo de los 365 días del año que pasaste en la citada red social resumida en un minuto con nueve segundos, ¡ah! Un poco más de lo que en mi adolescencia duraba cuando sudaba por darle gusto al cuerpo y tan cortito que no se llega a comparar con el desgaste intelectual que sufriste por tratar de mantenerte vigente entre tus “amigos” subiendo tontería y media.
Ni en balde el arriesgue de quedarte sin coche o sin vida en el peor de los casos al tratar de realizar el In my Feelings Challenge, que acá entre la mejinacada se llamó “La Chona Challenge”, ¡wee no manches, si hasta Thalía lo hizo! Entonces como blanco borreguito, pos uno también. A pesar de ello, valió la pena al ser incluido en el video del resumen pa´que tus conocidos le vuelvan a dar “me gusta” ahora que forma parte de tu News Feed. Por cierto, si no te agrada cómo te lo hicieron lo puedes editar e incluir eso que para ti vale la pena como aquella incógnita de que si el emoji cafecito es un chocolate Hershey’s o se trata una caricatura de la caca, ¡qué dilema tan existencial!
jueves, 6 de diciembre de 2018
Enseñanza de los muertos
Como buen colimote alfa, pozolero lomo plateado, alma chilaquilera y férreo defensor de las encaladillas y de la tuba compuesta, cuando escucho una ofensa hacia mi persona o a los que aprecio, me enojo; caso contrario sucede al oír elogios sobre lo que hice, que la neta son rete poquitos, pero de que me enorgullece, pos a wilford que me infla el ego.
Saco a colación esto debido a que el otro día sacudiendo libros, cómics, discos y películas del cuarto de máquinas, después de haber lavado y tendido la ropa – ¡sí, soy mandilón a mucho orgullo!–, encontré la biografía de Gandhi, la abrí experimentando aquella nostalgia de mis 25 años cuando lo leí, y en las páginas que puse la mano vi ese fragmento, tan lleno de sabiduría, que nunca he puesto en práctica, pero creo chido compartírselos.
En esa parte del texto preguntan al Mahatma cómo le hacía para reaccionar pasivamente ante las agresiones de los ojetes, al igual de no ser seducido ante los halagos de todos aquellos que intentaban darle cuerda -recuerda que quien cuerda te da, ahorcado te quiere ver-, su respuesta fue sencilla, que fueras a un camposanto, te colocaras frente a las tumbas y empezaras a gritar improperios hasta desahogarte, después de ello, deberás decir diversas reverencias sin importar a quién.
Pasado los minutos notaras que no hay respuesta alguna ni por lo uno ni por lo otro, ahí está la enseñanza de los muertos, date cuenta como a ellos les vale un comino lo que expresaste, así de indiferente debemos de ser y ten la plena seguridad de que nunca vas a guardar rencores ni responsabilidades de culpa por quien te dice algo. Espero que ustedes sí lleguen a practicarlo, pues yo por más que lo intento no puedo.
Saco a colación esto debido a que el otro día sacudiendo libros, cómics, discos y películas del cuarto de máquinas, después de haber lavado y tendido la ropa – ¡sí, soy mandilón a mucho orgullo!–, encontré la biografía de Gandhi, la abrí experimentando aquella nostalgia de mis 25 años cuando lo leí, y en las páginas que puse la mano vi ese fragmento, tan lleno de sabiduría, que nunca he puesto en práctica, pero creo chido compartírselos.
En esa parte del texto preguntan al Mahatma cómo le hacía para reaccionar pasivamente ante las agresiones de los ojetes, al igual de no ser seducido ante los halagos de todos aquellos que intentaban darle cuerda -recuerda que quien cuerda te da, ahorcado te quiere ver-, su respuesta fue sencilla, que fueras a un camposanto, te colocaras frente a las tumbas y empezaras a gritar improperios hasta desahogarte, después de ello, deberás decir diversas reverencias sin importar a quién.
Pasado los minutos notaras que no hay respuesta alguna ni por lo uno ni por lo otro, ahí está la enseñanza de los muertos, date cuenta como a ellos les vale un comino lo que expresaste, así de indiferente debemos de ser y ten la plena seguridad de que nunca vas a guardar rencores ni responsabilidades de culpa por quien te dice algo. Espero que ustedes sí lleguen a practicarlo, pues yo por más que lo intento no puedo.
jueves, 29 de noviembre de 2018
El kilo
El roquero argentino Fito Páez en su canción “Dar es dar”, dice que no cuenta el vuelto siempre es de más, poniendo en evidencia que a pesar de vivir en este mundo lleno de cosas adulteradas, competitivas, engañosas y conspiradoras, aún hay confianza en las personas, pero es una pena que tal actitud solo quede como parte de una canción, pues no todo lo que brilla es oro, para muestra lean lo siguiente:
Manuel tiene en la ciudad una aclientada tienda de abarrotes, de esas que se instalan en las esquinas de la cuadra –na´quever con la cadena de franquicias que pululan por doquier-, a ella acuden los vecinos del barrio a surtir detalles que ocupan en cuestiones de minutos. Jaime vive en un jacal en el pueblo blanco de Comala y se dedica al cultivo de maíz. Cierto día acordaron intercambiar sus productos, Jaime proveería de maíz a Manuel, mientras éste le daría a cambio el equivalente de harina, o sea, kilo por kilo.
Los primeros seis meses fueron excelentes, más un día el abarrotero empezó a desconfiar: ¿será cierto que las bolsas de maíz pesaban un kilo? Tiene volumen, más nunca las había pesado. Confiando en su sospecha puso la bolsa sobre la báscula, sorprendido observó que el instrumento reportaba 800 gramos. Indignado, raudo subió a su camioneta rumbo al jacal de Jaime.
Después de varios insultos, le exigió que le explicara por qué durante todo ese tiempo lo había engañado, lleno de vergüenza el humilde campesino le comentó que nunca le quiso ver la cara, pues consciente estaba de que lo convenido fue un kilo por otro, pero como él no contaba con báscula, construyó una balanza donde el contrapeso para su kilo de maíz siempre era el de harina que el tendero le enviaba. Al oír esto, Manuel en silencio abandonó el caedizo, no sin antes hipotecar su orgullo y sacar de la caverna de su garganta una disculpa, de esas que nos cuesta tanto decir por miedo a aparentar debilidad.
Manuel tiene en la ciudad una aclientada tienda de abarrotes, de esas que se instalan en las esquinas de la cuadra –na´quever con la cadena de franquicias que pululan por doquier-, a ella acuden los vecinos del barrio a surtir detalles que ocupan en cuestiones de minutos. Jaime vive en un jacal en el pueblo blanco de Comala y se dedica al cultivo de maíz. Cierto día acordaron intercambiar sus productos, Jaime proveería de maíz a Manuel, mientras éste le daría a cambio el equivalente de harina, o sea, kilo por kilo.
Los primeros seis meses fueron excelentes, más un día el abarrotero empezó a desconfiar: ¿será cierto que las bolsas de maíz pesaban un kilo? Tiene volumen, más nunca las había pesado. Confiando en su sospecha puso la bolsa sobre la báscula, sorprendido observó que el instrumento reportaba 800 gramos. Indignado, raudo subió a su camioneta rumbo al jacal de Jaime.
Después de varios insultos, le exigió que le explicara por qué durante todo ese tiempo lo había engañado, lleno de vergüenza el humilde campesino le comentó que nunca le quiso ver la cara, pues consciente estaba de que lo convenido fue un kilo por otro, pero como él no contaba con báscula, construyó una balanza donde el contrapeso para su kilo de maíz siempre era el de harina que el tendero le enviaba. Al oír esto, Manuel en silencio abandonó el caedizo, no sin antes hipotecar su orgullo y sacar de la caverna de su garganta una disculpa, de esas que nos cuesta tanto decir por miedo a aparentar debilidad.
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