Después de cada fin de semana experimento cierto fenómeno, resulta que la ropa de vestir para presentarme a laborar encoje centímetros, ese extraño suceso se pone pior cuando hay vacaciones o puentes laborales, dice mi mujer que no es ningún fenómeno ni que ocho cuartos, que es debido a ese gusto que tengo por la comida, la verdad no es mi culpa de que los bocadillos, entremeses y glotonerías estén tan sabrosas, además, soy de la generación que creció bajo la influencia de Chabelo, Capulina y Cepillín, expertos en promover la comida chatarra a la infancia.
Otro factor de influencia es que de niño, lo que no querían comerse mis hermanos, la jefa con tal de que no se desperdiciara, pos me lo ofrecía, igual sucede con los sobrinos, ellos concluyen que por estar obeso siempre terminaré refinándome los dogos, nachos y tortas que ya no les entran. Uno nunca se considera gordo hasta que el espejo y las fotos del Facebook demuestren lo contrario. Además, quienes rebasamos ese tabulador de tallas y peso somos víctimas de las campañas de terror psicológico del sector salud, donde se nos infunde pánico de que estamos propensos a padecer diabetes e hipertensión – ¡eso aplica como bullying! –, la verdad a veces de tan normales que nos sentimos ni las tomamos en cuenta, igual, déjenos contribuir a disminuir la explosión demográfica en el país. ¡A poco no es orgullo nacional que en nuestro México lindo y querido la gente muera de gorda y no de hambre como en otros países.
Luego viene ese martirio de las pinches sugerencias de que le bajemos a las pastas y las harinas, o.k., comprendo su “preocupación” por la salud nuestra, pero… ¿no consideran que uno ya está lo bastante peludote para decidir lo que come? También esa tiznada exageración por compartirte sus dietas, no solo de lechuga y agua vive el hombre, sino de todo platillo que se prepara en la cocina. Me he dado cuenta de que a ciertos conocidos les agüita acompañarme a un buffet y que las meseras nos vean como si me fuera acabar la comida, ¡hello! Ser gordo no es sinónimo de comedor compulsivo. Ridículo es que mis conocidos festejen casi tipo desfile de luces de Disney World cuando bajo un kilo, ¡tranquis, es tan solo uno! Bueno, hay flacos abdomen plano que hacen un pancho por 200 gramos de incremento, ya ni la amuelan.
Para concluir esta apología, les aclaro que a uno no se le hacen pequeños los asientos del transporte colectivo, únicamente a los que van como Horacio al lado nuestro; si no encuentro talla XG en las tiendas de ropa es porque no soy el único con este cuerpecito, es más, significa que somos humano promedio. Claro que podemos hacer ejercicio, nada más que nos cansamos un poquito de más, pero de que muevo mis curvas con estilo, las muevo. Olvídense de que nuestra autoestima esta baja, a mí me agrada lo que veo en el espejo y si creen que me hacen sentir de menos cuando dicen que soy talla cuarentaioso, no les hago caso, pues todo se limita al cuerpo, sus medidas y a como los demás piensan que debo de lucir, además conozco mis limitaciones y aciertos, mientras otros no.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
jueves, 31 de agosto de 2017
jueves, 24 de agosto de 2017
Eclipsados
A la luz del siglo veintiuno es increíble que un fenómeno natural como lo es el eclipse de sol, que debiera ocasionar revuelo e interés científico, haga que algunos regresen al oscurantismo medieval y empiecen a inventar cada cosa, lo peor es que les estamos legando a las generaciones actuales tales prejuicios. De entrada tenemos a la ñora esa que a través de Facebook, hacia la solicitud al Museo Perot de la Naturaleza y la Ciencia, en Dallas para que se cambiara la fecha, pues los chamacos regresan a clases el día 21, o sea, como si se pudiera programar.
¿Aún continuamos asustándonos como nuestros antepasados de que el Astro Rey desaparezca en pleno mediodía? Tal parece que sí, ahí está la absurda idea de que las embarazadas corren el riesgo de que sus vástagos nazcan con manchas en la piel o deformaciones, igual también se ha llegado a decir que los eclipses adelantan los partos y quienes nacen a consecuencia de ello no desarrollaran la misma inteligencia que los demás. Pero como semos expertos en remedios, ahí están los listones rojos, alfileres y llaves que contrarrestarán esos supuestos efectos, pero si no cuenta con tales talismanes, pos… simplemente la futura mamá durante el fenómeno se debe de ubicar en sitios del hogar donde no alcancen a llegar los rayos solares, ¡hágame usted favor!
Mediante mensajes de WhatsApp, varios contactos describían el efecto lupa, infundiendo temor bajo el argumento de que al instante en que la luna cubre al sol, los destellos se intensifican, generando radiaciones, la cual llega a afectar tanto a seres humanos como a las mascotas si se encuentran a la intemperie, razón por la cual recomendaban permanecer a la sombra durante la aparición del citado acontecimiento. Otro más patético, fue una advertencia atribuida a la NASA, donde se sugería apagar el celular y más aparatos eléctricos desde las 12:30 a.m. a 3:30 a.m., para evitar la transmisión de radiaciones que emanarían como preámbulo al eclipse, lo más ridículo de ello fue esa gente que se los creyó, quedando como unos ilustres ignorantes.
Ahhhhh, para nosotros quienes rebasamos algunos kilos de más en nuestros cuerpecitos, por ahí alguien escribió que la NASA aseguró que durante el desarrollo del fenómeno, seriamos 0.77 kilogramos más livianos, o sea, gracias a la fuerza que ejercen en esos momentos el Sol, la Luna y la Tierra sobre alguien que pesa ochenta kilitos, pesara algunos gramos menos, ¡hasta que se nos hizo justicia! Tómala pinche nutriólogo, mira y sin dejar de comer eso que deja transparentes las servilletas de papel.
Quien firma lo que escribe, ha sido testigo de los eclipses totales del 7 de marzo de 1970, 12 de octubre de 1977 y del 11 de julio de 1991, en todos ellos mitos y prejuicios han persistido, pero solamente este del 21, fue el que eclipso a nuestros infantes con el inicio de clases, cuando volvieron a madrugar después de un domingo de diversión, regresando de copilotos cual conductores de la saga fílmica The Fast and the Furious, sobre el kamikaze tráfico, hecho que sin querer, fomento esa mitología de que un eclipse es un signo de mala suerte.
¿Aún continuamos asustándonos como nuestros antepasados de que el Astro Rey desaparezca en pleno mediodía? Tal parece que sí, ahí está la absurda idea de que las embarazadas corren el riesgo de que sus vástagos nazcan con manchas en la piel o deformaciones, igual también se ha llegado a decir que los eclipses adelantan los partos y quienes nacen a consecuencia de ello no desarrollaran la misma inteligencia que los demás. Pero como semos expertos en remedios, ahí están los listones rojos, alfileres y llaves que contrarrestarán esos supuestos efectos, pero si no cuenta con tales talismanes, pos… simplemente la futura mamá durante el fenómeno se debe de ubicar en sitios del hogar donde no alcancen a llegar los rayos solares, ¡hágame usted favor!
Mediante mensajes de WhatsApp, varios contactos describían el efecto lupa, infundiendo temor bajo el argumento de que al instante en que la luna cubre al sol, los destellos se intensifican, generando radiaciones, la cual llega a afectar tanto a seres humanos como a las mascotas si se encuentran a la intemperie, razón por la cual recomendaban permanecer a la sombra durante la aparición del citado acontecimiento. Otro más patético, fue una advertencia atribuida a la NASA, donde se sugería apagar el celular y más aparatos eléctricos desde las 12:30 a.m. a 3:30 a.m., para evitar la transmisión de radiaciones que emanarían como preámbulo al eclipse, lo más ridículo de ello fue esa gente que se los creyó, quedando como unos ilustres ignorantes.
Ahhhhh, para nosotros quienes rebasamos algunos kilos de más en nuestros cuerpecitos, por ahí alguien escribió que la NASA aseguró que durante el desarrollo del fenómeno, seriamos 0.77 kilogramos más livianos, o sea, gracias a la fuerza que ejercen en esos momentos el Sol, la Luna y la Tierra sobre alguien que pesa ochenta kilitos, pesara algunos gramos menos, ¡hasta que se nos hizo justicia! Tómala pinche nutriólogo, mira y sin dejar de comer eso que deja transparentes las servilletas de papel.
Quien firma lo que escribe, ha sido testigo de los eclipses totales del 7 de marzo de 1970, 12 de octubre de 1977 y del 11 de julio de 1991, en todos ellos mitos y prejuicios han persistido, pero solamente este del 21, fue el que eclipso a nuestros infantes con el inicio de clases, cuando volvieron a madrugar después de un domingo de diversión, regresando de copilotos cual conductores de la saga fílmica The Fast and the Furious, sobre el kamikaze tráfico, hecho que sin querer, fomento esa mitología de que un eclipse es un signo de mala suerte.
jueves, 17 de agosto de 2017
Campo Santo online
Aceptémoslo: solo Facebook es el único que se acuerda de nuestro cumpleaños y le envía mensajes a nuestros contactos para que hagan la mimesis de que ellos también tienen en cuenta la fecha, entonces a uno se le hincha el ego, pero lamentablemente es que dentro de los requisitos de ingreso a la citada red social, tuvimos que proporcionársela. El único dato que ignora quienes elaboran este sitio es cuando dejemos de existir, es decir, el momento en que colgamos los tenis.
En ese triste y lamentable hecho es común que los “amigos” del fallecido escriban en el muro frases y palabras que en vida no fueron capaces de decirle, como si éste desde el más allá las fuera a leer; la neta no sé si esperan que el muertito llegue a postear o subir fotos del purgatorio, paraíso o en el pior de los casos, el infierno – ¡uta, como si fuera obra de Dante Alighieri!–, igual esperaran ver una selfie con el coro de ángeles o con San Pedro mostrando las llaves.
Como una forma de evitar el sufrimiento, así como para no prolongar el dolor de los familiares de quienes han perdido a un ser querido, pero que su perfil continua vigente en el feis y les llegue su recordatorio de cada aniversario de vida, se ha implementado en la opción de “ayuda” la interrogante de cómo reportar que un usuario ha fallecido. Una vez respondida a la pregunta se ofrecen las alternativas de generar un perfil en memoria o eliminar la cuenta. En caso de que se elija la primera opción, quienes fueron los contactos del difunto podrán visitar el perfil para colocar textos alusivos a su recuerdo como si fuera un cementerio –imagino que como complemento deben de crear un “emoji” en forma de corona o altar de muertos.
Debido a lo anterior, ahora en el testamento además de repartir los bienes –tipo canción de Rigo Tovar–, hay que destinar a quien le cedemos la responsabilidad de darnos de baja del Facebook; espero que no salga por ahí algún graciosito que le haga al Führer causando un holocausto de usuarios que aún están vivitos y coleando solo por el simple gusto de tiznar.
En ese triste y lamentable hecho es común que los “amigos” del fallecido escriban en el muro frases y palabras que en vida no fueron capaces de decirle, como si éste desde el más allá las fuera a leer; la neta no sé si esperan que el muertito llegue a postear o subir fotos del purgatorio, paraíso o en el pior de los casos, el infierno – ¡uta, como si fuera obra de Dante Alighieri!–, igual esperaran ver una selfie con el coro de ángeles o con San Pedro mostrando las llaves.
Como una forma de evitar el sufrimiento, así como para no prolongar el dolor de los familiares de quienes han perdido a un ser querido, pero que su perfil continua vigente en el feis y les llegue su recordatorio de cada aniversario de vida, se ha implementado en la opción de “ayuda” la interrogante de cómo reportar que un usuario ha fallecido. Una vez respondida a la pregunta se ofrecen las alternativas de generar un perfil en memoria o eliminar la cuenta. En caso de que se elija la primera opción, quienes fueron los contactos del difunto podrán visitar el perfil para colocar textos alusivos a su recuerdo como si fuera un cementerio –imagino que como complemento deben de crear un “emoji” en forma de corona o altar de muertos.
Debido a lo anterior, ahora en el testamento además de repartir los bienes –tipo canción de Rigo Tovar–, hay que destinar a quien le cedemos la responsabilidad de darnos de baja del Facebook; espero que no salga por ahí algún graciosito que le haga al Führer causando un holocausto de usuarios que aún están vivitos y coleando solo por el simple gusto de tiznar.
jueves, 10 de agosto de 2017
No son solo palabritas
Nuestro idioma es tan variado, que se nota en la forma en que nos expresamos, algunas personas tienen un diccionario muy nutrido, otras de tan limitado que es, se ven en la necesidad de utilizar muletillas para dar sentido a sus diálogos; también existen esos chulísimos modismos del lenguaje que son típicos en cada región de nuestro México lindo y querido, pero que con el transcurrir de los años se han ido perdiendo, es más, me atrevo asegurar que a los Millennials ya no les toco escucharlos o si los llegan a oír, pos lo más seguro es que se extrañen y salgan con: “¿qué onda, weee? ¡No te comprendo!”
Antes era común cuando veíamos a alguien experimentar cierta timidez o sonrojarse al recibir halagos, clasificarlo de chiveado; a las bicicletas también se les conocía como rila, bicla o birula. Lo gracioso o divertido es lo que estaba “curado” y “bien mucho” era la frase con la cual se describía lo abundante. A los platos y utensilios de la cocina aquí les decimos trastes, mientras que en otros estados son conocidos como trastos, igual sucede con la acción y efecto de limpiar el piso con el trapeador, que para nosotros es trapear y para los pochos es mopear, imagino que tal palabrita se desprender del inglés mop, es decir, trapeador.
Ya entrado en regionalismos, viene a mi memoria miope las “hombreras para la ropa”, que para nosotros son los ganchos, esos que sirven para colgar el vestuario en el clóset no aquel que se emplea para cortar los guamúchiles; acá siempre le hemos dicho borrador al utensilio que suprime o desaparece los trazos realizados sobre alguna superficie en lugar de goma como en otras partes se le conoce. A la planta comestible de la familia de las Brasicáceas le decimos repollo y en los supermercados las clasifican como col.
Para finalizar, porque ando todo engüasado –ocupado, para que me entiendan las nuevas generaciones–, les comento que para decir necesito o cuando requiero de algo, utilizo la palabra “ocupo” y “más mejor” para indicar que se es mejor que… mejor, ¡ah! Además, para afirmar o decir que si, recurro al “Ei”, tal vez para algunos tales formas de expresión sean errores del lenguaje, pero para mí son estilos de hablar que forman parte de la idiosincrasia de cada individuo, o sea, no son solo palabritas, son evidencias culturales del hablar nacional.
Antes era común cuando veíamos a alguien experimentar cierta timidez o sonrojarse al recibir halagos, clasificarlo de chiveado; a las bicicletas también se les conocía como rila, bicla o birula. Lo gracioso o divertido es lo que estaba “curado” y “bien mucho” era la frase con la cual se describía lo abundante. A los platos y utensilios de la cocina aquí les decimos trastes, mientras que en otros estados son conocidos como trastos, igual sucede con la acción y efecto de limpiar el piso con el trapeador, que para nosotros es trapear y para los pochos es mopear, imagino que tal palabrita se desprender del inglés mop, es decir, trapeador.
Ya entrado en regionalismos, viene a mi memoria miope las “hombreras para la ropa”, que para nosotros son los ganchos, esos que sirven para colgar el vestuario en el clóset no aquel que se emplea para cortar los guamúchiles; acá siempre le hemos dicho borrador al utensilio que suprime o desaparece los trazos realizados sobre alguna superficie en lugar de goma como en otras partes se le conoce. A la planta comestible de la familia de las Brasicáceas le decimos repollo y en los supermercados las clasifican como col.
Para finalizar, porque ando todo engüasado –ocupado, para que me entiendan las nuevas generaciones–, les comento que para decir necesito o cuando requiero de algo, utilizo la palabra “ocupo” y “más mejor” para indicar que se es mejor que… mejor, ¡ah! Además, para afirmar o decir que si, recurro al “Ei”, tal vez para algunos tales formas de expresión sean errores del lenguaje, pero para mí son estilos de hablar que forman parte de la idiosincrasia de cada individuo, o sea, no son solo palabritas, son evidencias culturales del hablar nacional.
jueves, 3 de agosto de 2017
Vacaciones de terror
Durante la semana de exámenes extraordinarios y de regularización, los estudiantes –híjole, creo que no es la forma políticamente correcta de llamar a esa casta de individuos que asisten con poca regularidad a la escuela durante el desarrollo de los cursos, menos aún ingresan a alguna clase, razón por la cual tampoco puedo llamarlos escolantes, pues si se aprobara por el simple hecho de asistir a la escuela, lo más seguro que también reprobaban, pero si los vemos en el recinto escolar cuando el ciclo está por concluir–, van en el autotransporte público con libreta en mano, haciendo lo que durante todo un periodo escolar hubieran hecho, estudiar. Claro que uno que otro hace la mimesis, pues llevan colgados de sus orejas cual cordón umbilical los audífonos e incluso se escucha hasta el exterior la música que reproducen en esos momentos.
Hay quienes en sus rostros dejan entrever el estrés de la preocupación por reprobar, digo, al menos existe un motivo por justificar ante sus progenitores que ese fomento a la holgazanería no ameritó resultados negativos; pero aquellos que se la pasaron en la lela, región cerebral donde el IQ desciende a niveles subnormales y que aún siguen allí, pues ni por ósmosis se les transmitirán los conocimientos que desaprovecharon durante todo el ciclo escolar. Por su parte, aquellos que le dieron recio y tupido al estudio, quemándose las pestañas, hoy se despiertan hasta las once, pueden andar en fachas, adiós, pulcro uniforme, algunos suertudos que tiene lana lo más seguro es que planchen su traje de Adán y Eva para salir de vacaciones a esa playa nudista que siempre soñaron.
Igual abundan esos padres y madres gandallas que se pasan de lanza y los hacen madrugar todos los días dizque pa´que no pierdan la costumbre, además los quitan del Nientiendo Switch con tal de que no se les hagan ampollas de tanto jugar al Mario Bros, poniéndolos a realizar rutinas de ejercicios o hacer los mandados, eso sí, cuidadito con perder el cambio, así o más ojetes.
Mientras aquellos que ni le pusieron ganas al macheteo académico, pues la verdad, los espera unas auténticas vacaciones de terror –así de horribles como la película de Pedrito Fernández–. ¡Se imaginan, estudiar lo que durante todo el ciclo los tesoneros profesores intentaron colocar sobre el grueso teflón craneal! Está de la tiznada, lo más probable es que terminen asistiendo a esos “divertidos” cursos de verano en los cuales te salen con el cocowash de que aprenderás jugando y a la mera hora terminas recibiendo clases de regularización, mijo, si ya ni con esto mejoras tu rendimiento, pue´que pa´l año que entra no te de trabajo la escuela.
Hay quienes en sus rostros dejan entrever el estrés de la preocupación por reprobar, digo, al menos existe un motivo por justificar ante sus progenitores que ese fomento a la holgazanería no ameritó resultados negativos; pero aquellos que se la pasaron en la lela, región cerebral donde el IQ desciende a niveles subnormales y que aún siguen allí, pues ni por ósmosis se les transmitirán los conocimientos que desaprovecharon durante todo el ciclo escolar. Por su parte, aquellos que le dieron recio y tupido al estudio, quemándose las pestañas, hoy se despiertan hasta las once, pueden andar en fachas, adiós, pulcro uniforme, algunos suertudos que tiene lana lo más seguro es que planchen su traje de Adán y Eva para salir de vacaciones a esa playa nudista que siempre soñaron.
Igual abundan esos padres y madres gandallas que se pasan de lanza y los hacen madrugar todos los días dizque pa´que no pierdan la costumbre, además los quitan del Nientiendo Switch con tal de que no se les hagan ampollas de tanto jugar al Mario Bros, poniéndolos a realizar rutinas de ejercicios o hacer los mandados, eso sí, cuidadito con perder el cambio, así o más ojetes.
Mientras aquellos que ni le pusieron ganas al macheteo académico, pues la verdad, los espera unas auténticas vacaciones de terror –así de horribles como la película de Pedrito Fernández–. ¡Se imaginan, estudiar lo que durante todo el ciclo los tesoneros profesores intentaron colocar sobre el grueso teflón craneal! Está de la tiznada, lo más probable es que terminen asistiendo a esos “divertidos” cursos de verano en los cuales te salen con el cocowash de que aprenderás jugando y a la mera hora terminas recibiendo clases de regularización, mijo, si ya ni con esto mejoras tu rendimiento, pue´que pa´l año que entra no te de trabajo la escuela.
jueves, 13 de julio de 2017
Los vecinos siempre en vigilia
Debido a la inseguridad que impera en la actualidad y como una forma de brindarse protección, vecinos de diversas colonias o fraccionamientos residenciales -para que no se me agüiten los nice-, han creado grupos de WhatsApp, en los cuales agregan -¡no manches! otro grupo más a los seis que tienen, que sin duda hará más lento el teléfono que un caracol practicando tai chí- a los inquilinos de cada hogar con el propósito de estar comunicados entre sí, pero lamentablemente cada cabeza es un mundo y existirán aquellos sujetos que se mantendrán en el anonimato, sin aportar nada, solamente lo utilizarán para fisgonear, criticar a los demás o en el peor de los casos hacer guasa de lo que ahí se comente, ¡pinches ojetes!
También entre esos chats es común fomentar el pánico, escandalizar y generar paranoia, mediante notas amarillistas tipo revista Alarma!, pues se intercambian mensajes con fotografías incluidas sobre modus operandi de robos, desmantelamientos de bandas delictivas, formas de extorsión de todo tipo y colores, personas desaparecidas que a veces resultan apócrifas e incluso todo aquel peatón será catalogado como sospechoso. ¡Uta! Esto me recuerda a la película de M. Night Shyamalan, conocida en nuestro país como La Aldea (The Village, 2004).
Otra táctica que utilizan con tal de evitar el saqueo de hogares por los cacos es colocar mantas en los diferentes ingresos a la zona donde habitan, con leyendas de advertencia, otra estrategia semejante es la pega de calcomanías sobre las puertas de las casas, donde también se espera inhibir las intenciones de los amantes de lo ajeno, lamentablemente en su analfabetismo obligado los pillos siguen saqueando hogares, por otro lado, algunos de esos textos de acuerdo con nuestro sistema de justicia prescriben en delitos de amenazas, razón por la cual las autoridades sancionan e incluso prohíben este tipo de acciones, en pocas palabras nadie debe hacer justicia por iniciativa propia, entonces apreciado lector olvídese de hacerle al macho alfa tipo Mario Almada, Charles Bronson o Clint Eastwood, pues hasta el bote me lo van a llevar si llega a ejecutar de forma textual lo que señala en sus rótulos.
Una estrategia más es la contratación de seguridad privada, o sea, ver que en tu barrio o fraccionamiento no nada más a los tecolotes emplumados rondar, también a los de carne, hueso y pellejos, los cuales pueden ser desde exmilitares tipo Soldado Universal, de esos que en sus currículos dicen saber jiu-jitsu, kárate y Kung-fu, hasta esos uniformados que solemos observar en las tiendas departamentales, solamente que cuando apañen al caco, este puede gritarles “tú no eres poli… tú no eres poli”, ¡híjole! Recordé a Rafael Márquez Gasperín, conocido en las redes sociales como Lord Audi, aquel tipo que le echó su auto deportivo a un ciclista, quien aludió al mismo argumento ante el oficial bancario, que lo intento retener, y se le escabullo.
Lamentablemente, mientras la inseguridad de nuestros hogares penda de un hilo, la integridad de cada uno de nosotros pueda ser dañada por cualquier individuo o simplemente alguien nos quiera despojar del escaso patrimonio que contamos, no tenemos más remedio que recurrir a las alternativas antes mencionadas y estar conscientes que los vecinos siempre en vigilia.
También entre esos chats es común fomentar el pánico, escandalizar y generar paranoia, mediante notas amarillistas tipo revista Alarma!, pues se intercambian mensajes con fotografías incluidas sobre modus operandi de robos, desmantelamientos de bandas delictivas, formas de extorsión de todo tipo y colores, personas desaparecidas que a veces resultan apócrifas e incluso todo aquel peatón será catalogado como sospechoso. ¡Uta! Esto me recuerda a la película de M. Night Shyamalan, conocida en nuestro país como La Aldea (The Village, 2004).
Otra táctica que utilizan con tal de evitar el saqueo de hogares por los cacos es colocar mantas en los diferentes ingresos a la zona donde habitan, con leyendas de advertencia, otra estrategia semejante es la pega de calcomanías sobre las puertas de las casas, donde también se espera inhibir las intenciones de los amantes de lo ajeno, lamentablemente en su analfabetismo obligado los pillos siguen saqueando hogares, por otro lado, algunos de esos textos de acuerdo con nuestro sistema de justicia prescriben en delitos de amenazas, razón por la cual las autoridades sancionan e incluso prohíben este tipo de acciones, en pocas palabras nadie debe hacer justicia por iniciativa propia, entonces apreciado lector olvídese de hacerle al macho alfa tipo Mario Almada, Charles Bronson o Clint Eastwood, pues hasta el bote me lo van a llevar si llega a ejecutar de forma textual lo que señala en sus rótulos.
Una estrategia más es la contratación de seguridad privada, o sea, ver que en tu barrio o fraccionamiento no nada más a los tecolotes emplumados rondar, también a los de carne, hueso y pellejos, los cuales pueden ser desde exmilitares tipo Soldado Universal, de esos que en sus currículos dicen saber jiu-jitsu, kárate y Kung-fu, hasta esos uniformados que solemos observar en las tiendas departamentales, solamente que cuando apañen al caco, este puede gritarles “tú no eres poli… tú no eres poli”, ¡híjole! Recordé a Rafael Márquez Gasperín, conocido en las redes sociales como Lord Audi, aquel tipo que le echó su auto deportivo a un ciclista, quien aludió al mismo argumento ante el oficial bancario, que lo intento retener, y se le escabullo.
Lamentablemente, mientras la inseguridad de nuestros hogares penda de un hilo, la integridad de cada uno de nosotros pueda ser dañada por cualquier individuo o simplemente alguien nos quiera despojar del escaso patrimonio que contamos, no tenemos más remedio que recurrir a las alternativas antes mencionadas y estar conscientes que los vecinos siempre en vigilia.
jueves, 6 de julio de 2017
Mystical experiences
Hoy voy a abordar un tema que durante el Medievo cobró vigencia –imaginen lo añejo que es y aún existen muchos que lo consideran una alternativa–, es más, quienes la ejercían como profesión, eran asesinados en la hoguera, sus detractores al descubrir que alguien se dedicaba a las ciencias ocultas, los acusaban de herejía, incluso se creó un tribunal donde se enjuiciaba las acciones de esas personas, que terminaban encerrados en prisión siendo sometidos a torturas, sacrificios y castigos.
Entre mis conocidos se encuentra una persona quien desempeña uno de esos oficios tan antiguos y vigentes, ¡no, no es ese que ronda por su cochambrosa mente! A ver, tengo que buscar un eufemismo, digo no se me vaya a sentir y me lance un conjuro, de por sí apenas voy saliendo de la mala ondes que recibí a consecuencia de no reenviar esas cadenitas por internet. Ya sé cómo llamarle, aojador, es de esas personas dizque que hace sortilegios, hechiza, embruja o echa mal de ojo a la gente, incluso él hace creer que cuenta con dotes que le proporcionan ciertas habilidades mágicas, lo malo es que su clientela hasta le atribuyen destrezas místicas, ¡no manches!
En alguna de esas charlas que hemos tenido, él ha denotado cierta tristeza de que los individuos que acuden a sus servicios, que por cierto son los martes y viernes –no es promocional, pero se tiene la idea de que en esos dos días el contacto con fuerzas oscuras es más estrecho–, se hayan cansado de implorar a la deidad religiosa de su devoción, como si éste no los escuchará, entonces hasta dan la impresión de que le guardan algo de resentimiento, es como si se cansaran de que su Dios no cumpliera con las exigencias de ellos o de plano no siguiera al pie de la letra sus sugerencias, esa actitud pueril tan nuestra de querer enseñarle al Creador su oficio, imagino que por eso recurren con este sujeto a quien hasta llegan a considerar un taumaturgo.
En parte también los médicos han contribuido para que exista la confianza en los hechiceros, pues algunos galenos en esa ilustre ignorancia del padecimiento de su paciente – ¿a poco existen profesionales así? ¡naaaa! –, les recomiendan acudir a la brujería, en lugar de algún psicólogo o psiquiatra; entonces, no es de extrañar que por ahí en cierta oficina, algún Godínez tenga la foto de su pioresnada adornada con un moño rojo o blanco rodeada de pétalos emulando el ritual de un amarre o que mis vecinas, ellas que ni barren la banqueta, sin necesidad de robarse la señal del wifi del jardín pregunten a la ouija que mi amigo les vendió al doble de lo que está en eBay, ¿quién se come su frutsi?
Quienes dedican su tiempo a ejercer este oficio tan incomprendido pero a la vez atacado, y apreciado por otros, emblema de la rebelión hacia el estatus religioso y social, son sujetos que se han interpretado de muchas maneras en el cine, algunas veces positivas y otras negativas, pero a poco no ha escuchado a su hijo decir con varita en mano frases como “expecto patronum o ¡riddikulus!” Este último texto lo redacté para reivindicar las metidas de pata que di en párrafos arriba, no vaya a ser que por ahí este conocido tenga guardado un muñequito vudú de mi persona y le entierre alfileres en puntos estratégicos para enviar vibras del mal, eso a mí sí me da ñañaras.
Entre mis conocidos se encuentra una persona quien desempeña uno de esos oficios tan antiguos y vigentes, ¡no, no es ese que ronda por su cochambrosa mente! A ver, tengo que buscar un eufemismo, digo no se me vaya a sentir y me lance un conjuro, de por sí apenas voy saliendo de la mala ondes que recibí a consecuencia de no reenviar esas cadenitas por internet. Ya sé cómo llamarle, aojador, es de esas personas dizque que hace sortilegios, hechiza, embruja o echa mal de ojo a la gente, incluso él hace creer que cuenta con dotes que le proporcionan ciertas habilidades mágicas, lo malo es que su clientela hasta le atribuyen destrezas místicas, ¡no manches!
En alguna de esas charlas que hemos tenido, él ha denotado cierta tristeza de que los individuos que acuden a sus servicios, que por cierto son los martes y viernes –no es promocional, pero se tiene la idea de que en esos dos días el contacto con fuerzas oscuras es más estrecho–, se hayan cansado de implorar a la deidad religiosa de su devoción, como si éste no los escuchará, entonces hasta dan la impresión de que le guardan algo de resentimiento, es como si se cansaran de que su Dios no cumpliera con las exigencias de ellos o de plano no siguiera al pie de la letra sus sugerencias, esa actitud pueril tan nuestra de querer enseñarle al Creador su oficio, imagino que por eso recurren con este sujeto a quien hasta llegan a considerar un taumaturgo.
En parte también los médicos han contribuido para que exista la confianza en los hechiceros, pues algunos galenos en esa ilustre ignorancia del padecimiento de su paciente – ¿a poco existen profesionales así? ¡naaaa! –, les recomiendan acudir a la brujería, en lugar de algún psicólogo o psiquiatra; entonces, no es de extrañar que por ahí en cierta oficina, algún Godínez tenga la foto de su pioresnada adornada con un moño rojo o blanco rodeada de pétalos emulando el ritual de un amarre o que mis vecinas, ellas que ni barren la banqueta, sin necesidad de robarse la señal del wifi del jardín pregunten a la ouija que mi amigo les vendió al doble de lo que está en eBay, ¿quién se come su frutsi?
Quienes dedican su tiempo a ejercer este oficio tan incomprendido pero a la vez atacado, y apreciado por otros, emblema de la rebelión hacia el estatus religioso y social, son sujetos que se han interpretado de muchas maneras en el cine, algunas veces positivas y otras negativas, pero a poco no ha escuchado a su hijo decir con varita en mano frases como “expecto patronum o ¡riddikulus!” Este último texto lo redacté para reivindicar las metidas de pata que di en párrafos arriba, no vaya a ser que por ahí este conocido tenga guardado un muñequito vudú de mi persona y le entierre alfileres en puntos estratégicos para enviar vibras del mal, eso a mí sí me da ñañaras.
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