miércoles, 28 de agosto de 2013

Pido la palabra entera

Estamos a casi tres lustros de iniciado el siglo veintiuno. La expansión tecnológica en la información la hace que fluya con mayor rapidez que antaño, pues viaja de forma instantánea como aquellas antiguas cámaras en las que te retratabas y minutos después se revelaba la imagen sin tener que acudir a un laboratorio; pese a que hoy existen infinidad de medios que agilizan la comunicación, nuestro lenguaje al intentar entablar un diálogo o querer hacernos comprender ante los demás, continúa siendo el mismo en esencia.

Eso me remite a mi infancia, cuando mi “cabecita de algodón”, es decir, la autora de mis días, era una robusta mujer que se dedicaba a confeccionar ropa a delicadas señoras, al observarla encorvarse sobre la máquina de coser para la elaboración de alguna prenda, llegaba a comparar tal práctica con nuestro cerebro que hilvana ideas, pensamientos y emociones confeccionando palabras que emitimos para ejercer ese antiguo circuito del habla.

A pesar de ser tan antigua la forma verbal de comunicarnos, a ciertos individuos nos cuesta trabajo hacernos comprender, damos por hecho que las ideas al transmitirlas como las visualizamos, los otros también las perciben, por ejemplo, yo hablo tan rápido que se escucha como si emitiera balbuceos y las personas me dicen, ¿no te entendí, qué dijiste? “Snach… cruli… shurtem-iktus”, hablo con mi mujer y ella tampoco me entiende, es como si hablara otro idioma.

Pero lo de mi ecolalia no me agüita, pues hay personas de lenguaje claro a la audición, que aseguran la existencia de vasos de agua, ¿será acaso alguna nueva invención científica? Otros más, afirman que las risas en la boca son hermosas, ¿la nariz y los ojos también emitirán risas? ¡Qué tal cuando nos piden escuchar con los oídos! ¿Algún otro miembro de nuestro cuerpecito también está habilitado a la escucha? Creo que sí, ¡quién no ha escuchado a su conciencia o sus pensamientos! Así como también los que te dicen que quieren que te subas pa´ arriba o te bajes pa´ bajo y que te comas la comida o como si fueras un reptil o ave de uñas largas y afiladas te piden que agarres los objetos.

Bueno, si por ahí he escuchado que tienen hijos superdotados de tan sólo un año de vida que ya son bilingües, pues saben decir “bye” cuando se despiden y “yes” para aceptar las cosas, ¡sólo les falta agregar a su vasto lenguaje “arrivederci” y “ciao”, y obvio hablar español! Es una pena que a veces los animales tengan mayor capacidad de comunicación que una persona, es patético ver como un perro saca a pasear a su amo o el gato obliga a base de maullidos que le alimenten.

Es tan extraña nuestra forma de intentar entablar comunicación, que muchas veces queremos hacerlo al mismo tiempo, evitando con ello el transmitir nuestro mensaje; no es hasta la primaria cuando la “señorita” profesora, a través de un método coercitivo nos enseña que para hacernos escuchar, tenemos que levantar la mano o decir “pedir la palabra entera”, más entre cuates, tal aprendizaje no es tomado en cuenta, razón por la cual mejor optamos por hacerlo a través de los mensajes de texto de algún teléfono celular –¡hágame el favor, cómo seguir llamándole así a ese aparato que tiene radio fm, cámara fotográfica y video!­–, mediante las redes sociales o por correo electrónico, en fin todo sea por dejar de sentirnos solos, ah, ya para terminar, por favor, ¿alguien podría explicarme dónde se ubican los murlos del pollo?

miércoles, 21 de agosto de 2013

Estrellas en la panza

Hace varios años, en una entrevista el cantautor español Joan Manuel Serrat dijo que es imposible ser feliz en un mundo de infelices. ¿Qué nos hace infelices, una necesidad sin satisfacer? ¡Pero si nada nos satisface del todo, a los habitantes del globo terráqueo nada nos resulta suficiente! Los pobres quieren ser ricos, los ricos desean ser más ricos, el flaco intenta engordar y el gordo hace mil barbaridades para perder esos kilos que tiene de sobra.

En esta última categoría estoy, durante mi adolescencia y adultez primaria estar pasado de peso no me importaba, disfrutaba de engullir cualquier cosa que dejara transparente la servilleta de papel, era un deleite esos pastelitos que tienen nombre de aves o los chicharrones en taco de doble tortilla, ¡huy, la delicia de los churros con chocolate bien caliente! Con el arribo del siglo XXI, a los obesos se nos acusó de desorden nutricional, pues según eso tenemos malos hábitos alimenticios –entonces, ¿por qué tiznados continúan promocionando la venta de golosinas, frituras, pizzas y otras delicias?

Antaño la preocupación era por la desnutrición, te exhibían a niños que de tan flaquitos se les notaban las costillas sin secarse radiografía alguna, ahora vemos al maltratado gordito, que además de sobrarle apodos en cualquier nivel escolar, todavía aseguran los médicos que de continuar así, en unos años más se convertirá en paciente con diabetes e hipertensión. Imagínese, con tan oscura publicidad y la llegada a la edad de los “enta”, es decir, treinta, cuarenta, etcétera, etc., invadió a mi mente un pánico terrible por bajar de peso, si a ello le sumamos que nos bombardean las campañas de marketing con una imagen estilizada donde los panzones no tenemos cabida por ser así.

Es más, es tanta la psicosis, que a veces llego a creer que si lamo una dona, voy a aumentar unos gramos, curiosamente siempre que empiezo un régimen alimenticio bajo en calorías, me da la impresión que mi pareja pone a prueba mi capacidad de resistencia, haciéndome pasar por reposterías, taquerías, panaderías y cenadurías de esas del foquito y la mesa en la calle.

Por fortuna toda dieta tiene su día libre, donde sin ningún complejo le atoro a todo lo que en otros días me abstuve, pero como les sucede a los adictos, al día siguiente tengo una cruda moral, y con la exclusividad de sus respectivas flatulencias. Una exalumna de la escuela de nutrición, me pasó el tip de eso que llegué a criticar sobre las personas que se comen tres sopes de trompa con un refresco light, tiene su efecto positivo en las dietas, pues al combinarlos evitas consumir el doble de calorías que con una bebida normal, más los tres sopes, ¡esos, lo más seguro se te quedarán guardados en tu abdomen!

Otra cosa que influye en castrar una dieta es la pésima costumbre al atractivo visual, pues no resulta nada antojable la imagen de una ensalada de apio con champiñones a diferencia de la humeante torta de pierna con su jitomate y aguacate saliendo de entre la telera, el primero parece alimento de conejos y el segundo se antoja darle un atascón. Otro punto que evita continuar bajo cierto régimen alimenticio son los colegas de la chamba, pues ellos en realidad no tienen culpa alguna de que ahora los veas como gánster peligrosos que te invitan o según tú “te obligan a romper tu voto de castidad alimenticio” al ofrecerte esos grasocitos tamales de ceniza.

Desesperado recurres a una solución mágica o milagro de la ciencia, a esas pastillas o tés que quemarán tu grasa corporal sin necesidad de ejercicio o dieta alguna, aquí si existe la posibilidad de perder dos cosas, parte de tu salario y lo que el cuerpo no necesita, pues algunos de esos productos convertirán el esfínter en una especie de regadera, que te hará pasar minutos de ansiedad por acudir al baño más cercano.

Apreciable lector, si crees que los zancudos en lugar de chupar sangre deberían sustraer nuestra grasa, te estresa el tener cerca de ti una báscula y cuando te montas en ella descubres que la aguja avanza de forma vertiginosa hacia adelante, no te preocupes, recuerda que el 70% del cuerpo está constituido por agua, así que uno no está gordo, está inundado, además un hombre sin panza, es como un cielo sin estrellas.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Clima artificial

Por estas fechas es común que la mayoría de los empleados de oficina, tiendas departamentales y de autoservicio que cubren el turno vespertino ingresen puntuales o incluso hasta media hora antes de iniciar las jornadas a sus puestos laborales, el motivo es aprovechar la frescura que brinda el aire acondicionado y dejar encerrado en sus respectivos hogares el insoportable calor que nos regala el verano.

Claro que al regresar tendrán que aguantar el horno que les depara el interior de sus cálidas casas, haciendo trabajar horas extras al tísico ventilador que tristemente avienta un aire calientito, más esa es la realidad que les hace recordar que además de la frontera entre los países, también existe la división económica que separa la clase acomodada de los jodidos, pues los pudientes cuentan con aire acondicionado en sus habitaciones, mientras que los demás ni a abanico llegan, impulso que les hace aprovechar al máximo las horas de ambiente gélido que les refresca la faena.

Así como los trabajadores disfrutan del clima artificial, igual muchas personas generan los propios, es común que cuando
se va a tener visita en casa, los inquilinos se esmeran en dejarla impecable con tal de impresionar a los visitantes, ¿qué sucedería si llegasen de improviso? Pues lo más seguro se encontrarían a la señora viendo las telenovelas con la cara cubierta en crema de aguacate, el cabello lleno de tubos rizadores y sus sandalias tipo surf, los platos sucios de la comida en el lavatrastos, el bebé todo chamagoso, los niños mayorcitos haciendo los deberes escolares sobre los muebles de la sala con un laberinto geográfico de textos y cuadernos, ¡esa es la realidad sin maquillaje!

Los novios, esos tortolitos que destilan miel de amor no están exentos de crear un ambiente artificial, pues en un clima de romance cada quien intenta dar lo mejor de sí, lo que ignoran es que el entusiasmo por impresionarse mutuamente es como el resfriado, al principio se constipa, que son los meses en que cada quien intenta dejar una grata imagen de su persona y se vive todo atolondrado, pasado el catarro pasional, entran en un clima de confianza en donde paulatinamente se van quitando el disfraz de caballero y dama para dar paso a denotar quienes son en realidad y es aquí donde el amor juega un papel preponderante pues de éste dependerá si se continúa la relación sentimental o se fractura de tajo gracias a la decepción.

Es común que cuando en una escuela o lugar de trabajo se tendrá la visita de autoridades, los responsables de cada plantel adopten la estrategia de algunas empleadas domésticas como lo es esconder la basura debajo del tapete con tal de que la patrona no la vea, pintan las aulas cubriendo todo ese arte del graffiti que durante cierto tiempo los artistas invirtieron parte de sus apretadas agendas para realizarlo, los baños se limpian como algo insólito e incluso hasta gel antibacterial se coloca a la entrada, podan el césped erradicando así la jungla de quelite y colocan plantas de ornato donde nunca había.

Luego los inquietos alumnos incomodan a los directivos al cuestionarlos sarcásticamente sobre el porqué eso no se hace todos los días, ¡y vaya que tienen razón! Creo que no es necesario impresionar a los externos a sabiendas que ellos estarán unas cuantas horas y luego se marcharán, lo importante es tener siempre un ambiente así, para que de tan agradable den ganas de permanecer ahí todo el tiempo que sea necesario.

jueves, 8 de agosto de 2013

Taquitos de lengua*

Siempre que me encargan redactar un texto, la vanidosa musa se pone sus moños, por más esfuerzo que hago, la muy ingrata no me regala un pedazo de inspiración; el siguiente texto lo escribí a solicitud de una estimada profesora de primaria que preocupada porque sus alumnos se adentraran en el mundo de las lenguas étnicas, me pidió redactar algo breve que versará sobre el citado tema.

Como de costumbre, la escurridiza musa no se presentaba, buscaba libros, consultaba la red y nada; no fue hasta que un día sentado en una de las bancas que se ubican en el jardín que colinda con la escuela primaria, escuché a unos chamacos de uniforme manchado en rojo por la paleta de hielo sabor jamaica que imagino degustaron durante el recreo, jugaban un divertido trabalenguas en náhuatl. De pronto en lo poco amueblado de mi cerebro una luz se encendió, ¡no tan brillante como hubiera querido! Pero de esto a nada, surgió lo siguiente:

Los aborígenes de Oaxaca –que en nuestro castellano se pronuncia oajáka o guajáka, y que en lengua náhuatl era “Huāxyacac”, de Huāx que significa huaje–, enseñan a los extranjeros a hablar nuestro idioma llevándolos a los tianguis, donde al mostrarles cada uno de los productos que ahí se venden fijan su significado pronunciando el nombre de estos.

Nosotros podemos utilizar el mismo método de enseñanza de los oaxaqueños para aprender una de las lenguas que todavía se habla en nuestro México, me refiero al Nahua, sólo basta acompañar a mamá cuando vaya al mercado o al tianguis para buscar los ingredientes de ese exquisito guacamole, esta salsa espesa que incluye aguacate molido o en rebanadas mezclado con jitomate, cebolla y chile, cuyo nombre se deriva del náhuatl “ahuacamolli”, que combina dos vocablos, “ahuacatl”, es decir, aguacate, fruto de color esmeralda cuyas formas se asemejan al de la pera y que se traduce como testículo, y de la frase “molli”, o sea, mole o salsa.

Ahora sólo falta agregarle el jitomate que es el fruto de la tomatera, que también proviene literalmente de xictli que significa ombligo, por eso de asemejarse a los ombliguitos brotados de sus bebés; así como el ingrediente que no puede faltar en toda dieta del mexicano, me refiero al chile cuyo origen náhuatl es chilli o xilli, y que hasta el momento se desconoce el significado de esta planta herbácea, lo que si se reconoce es su sabor en todas las comidas, pues si de ser mexicano se trata no hay platillo que carezca de este aderezo, así se nos haga o tengamos una ulcera gástrica los alimentos no saben igual sin tan peculiar ingrediente.

Con la cebolla que para algunos es palabra de origen egipcio o incluso se ha clasificado de incierto por otros expertos lingüísticos, ya podemos preparar ese guacamole e incluirlo al itacate que mamá nos pondrá para comerlo con tostaditas durante el recreo, ha por cierto, itacate también es una palabra náhuatl que se traduce como mochila, bueno los dejo porque ya me dio hambre de esa que hace que tu intestino grande se coma al chico.


*Texto elaborado para la exposición de lecturas sobre el rescate de lenguas étnicas en la Escuela Primaria Dr. Miguel Galindo.

miércoles, 31 de julio de 2013

El moderno Prometeo

A veces como el doctor Víctor Frankenstein, me pregunto, ¿por qué lo creé? Considero que por no aparentar analfabetismo cibernético o por no ser considerado un anticuado a mis cuarenta y tantos. Lo cierto es que desde la creación de mi perfil en Facebook y hasta la fecha tengo seiscientos “amigos” de los cuales físicamente conozco un treinta por ciento, los demás son conocidos de mis contactos que se me han agregado o yo mismo los invité.

A este medio le llaman red social, mas yo no sé si invertir más de cuatro horas aplastado frente a una pantalla que ya no es televisión, tenga algo de sociable –digo, cuando veías la programación de alguna televisora, comentabas con los que estaban cerca lo que ahí ocurría o que tiene de social escribir en su supuesto muro dizque lo que piensas, con tal de saber el grado de aprobación de los otros, ¿es rating o qué?

Estimado lector, si al escribir “hasi” en la citada red, te aparece con un subrayado en color rojo, es que tu ortografía está de la tiznada, aprovecha esa virtud de tu navegador y corrige las defecaciones que haces cuando redactas, por piedad ten un poco de respeto a los que tenemos la paciencia de descifrar lo que intentas decirnos, ¡no somos Indiana Jones, ok! También no le encuentro lo hermoso a postear la fotografía de un plato de pozole con el huesote de espinazo al centro sazonado con un titipuchal de chile, la verdad que ni a mi mascota se le antojaría.

No le veo lo atractivo a todos esos que a diestra y siniestra te etiquetan fotos donde ni siquiera sales o peor aún donde sí sales pero no querías estar en ella o no deseabas que “alguien” supiera en dónde estabas esa vez que aseguraste ir al cine, mas hubo un tipo ignorante de tu embuste que la subió y te metió en un problemón, por eso apreciado lector, no eche mentiras, intente decir la verdad, pues tarde o temprano saldrá a relucir lo real.

Igual de ridículo es iniciar sesión y al ir al perfil te topas con accidentados tipo la revista el “Alarma!”, chicas en paños menores o enseñando sus enormes atributos y lo peor que cuando lo abras estén a tu alrededor gente de corto criterio que lleguen a juzgar tu persona como un pervertido, ¿uno qué culpa tiene que los enfermos sean otros?

Hay quienes han convertido a este espacio en un tribunal de justicia donde exponen a sujetos que han mancillado desde animales hasta seres humanos, subiendo su foto y escribiendo en un recuadro la maldad hecha, para que sus contactos le den “me gusta” o la compartan con los demás amigos, ciertas veces esto es un simple escaparate, donde muchos pueden convertirse en celebridades de las redes sociales. Ya que abordo el tema de los like, debería de haber alguna otra forma de opinión además de esa para calificar, pues es patético ponerle “me gusta” a las fotos donde alguien indicó que se fracturó algún hueso o perdió a un ser querido.

Ahora viene lo más tenebroso, nunca se ha puesto a pensar cuantos conocidos que no son sus contactos dedican un tiempo de las veinticuatro horas de su miserable vida a observar lo que hace en el Facebook, le puedo apostar que hay infinidad de estos cobardes que sólo se la pasan escandalizándose o haciendo guasa de sus intentos por seguir vigente, más no se preocupe, recuerde que para muchos seguimos valiendo la pena como persona y a quienes supuestamente no le interesamos somos algo vital para sus jodidísimas vidas.

Creo que con este último encuentro exoneración a mis culpas de tener un mal tan “necesario” como lo es el feisbuc, pues si lo comparamos con la creatura de Frankenstein, la cual nació siendo buena, más al entrar en contacto con los hombres se pervirtió, algo semejante sucede con tal red social, hasta la próxima, ¡ah, y no olvide aceptarme!

miércoles, 24 de julio de 2013

Mi compu… no sirve

Hace unos días el equipo de cómputo que utilizo en mi empleo se empezó a hacer lento. Algunos programas no funcionaban de forma correcta, la pantalla de pronto entraba en espasmos coléricos que la llegaban a poner en color ámbar o verde tipo envase de refresco sabor toronja, ocasionando que se me cansara la vista; un amigo “experto” en esos menesteres de reparar aparatos recomendó que bajara un antivirus de la red; imbécilmente seguí la sugerencia.

Una vez instalado, detectó la presencia de un virus, más en su inútil intento por erradicarlo hizo que todo el ordenador se pusiera en una especie de estado vegetativo, es decir, invernó la máquina como una especie de oso, que hasta la fecha no la he podido hacer funcionar; tal situación ha provocado que durante cinco días que lleva sin servir me he perdido de invitaciones a cenar, idas al cine o lo que es peor no ver las disposiciones laborales que mis patrones me han designado –¿qué no pueden enterarme por teléfono u otro medio? No ahora todo es por correo electrónico.

Si en realidad quieren que los acompañes a los eventos sociales o a las reuniones, pos…una llamadita telefónica y listo, ¿no creen? Además por mail, uno tiene miles de pretextos para hacerse el ignorante, pues si quieres sacarle a la chamba o cualquier compromiso, simplemente aseguras que no te llegó nada, quién te va a comprobar que sí fue efectiva, nadie y con las llamadas vía celular pues ahí ni como escabullirte, bueno al menos de que lo tengas apagado, pero no te escapas del correo de voz.

Sin computadora, a uno le resulta imposible consultar sus correos, chatear, postear tonterías en cualquiera de las redes sociales, entre otras estupideces; mas tiene sus ventajas para aquellos que les encanta ir a la chamba y no hacer nada, pues ahora si existe una justificación para tirar la hueva en la oficina, aludiendo a la frase “¡no puedo trabajar, no sirve mi máquina!”. ¡Excelente justificación!

Lo que sí resulta estresante es que el trabajo se va acumulando y lo más cruel, tengo la espina de la duda en si podré recuperar mis archivos, que en realidad son una herramienta de trabajo necesarios, es más, ignoro si este artículo lo estoy escribiendo en mi compu o es un alucine más producto de mi pinche ansiedad, pero si usted lo leyó, hágamelo saber a mi correo electrónico, ¡ups! Si no puedo consultarlo, así o más ansioso.

miércoles, 3 de julio de 2013

Hacer el pelo

Durante la infancia mi peinado era el clásico de todo niño, el de raya a un lado, con brillantina lo fijaban para que cuando corriera o brincara no se me deshiciera el look; en la adolescencia desaparece la raya para darle la bienvenida al cabello hacia atrás, lo cual me hacía sentir un cuasi adulto y para complementar la imagen no podía faltar el cigarro que me transformaba en hombre. Actualmente los folículos sobre mi cráneo son escasos, por tal motivo el poco cabello que tengo lo peino como se pueda e intento mantenerlo sobre la cabeza y no en el suelo, razón por la cual soy cliente preferido de los peluqueros, ya que invierten el mismo tiempo que un corte normal, más el esfuerzo es poco o tal vez hasta nulo por la poca cantidad que cortan.

Por las épocas de los sesentas, setentas y a mediados de los ochentas, cuando los del género masculino querían cortarse el pelo o como antiguamente le llamaban a esta acción “hacerse el pelo”, acudían a la peluquería, por su parte las hembras iban al salón de belleza; con el transcurrir de los años las salas de belleza se convirtieron en Estéticas –con el concepto de unisex–, creo que apegándose al coloquialismo que denota en general lo bello, pues si es desde la acepción filosófica, además de la belleza abarca el arte y algunas estilistas carecen de esta última.

Hoy existen ambos establecimientos donde se ofrece a los clientes servicios que se asemejan pero con nombre distinto, en uno se afeita y en el otro se depila; en lo que a eficiencia en la atención se refiere, al llegar a la peluquería, si hay gente esperas turno y si no inmediatamente te atienden, mientras que en las estéticas tienes que apartar cita así el lugar se encuentre más desolado que el desierto del Sahara. Mientras aguardas turno, en las estéticas es común que tengan revistas del corazón que tratan sobre el Jet set internacional, nacional o local y en las peluquerías encontrarás revistas masculinas con muchas fotos de anatómicas féminas en paños menores como las del conejito o las de la octava letra y la sexta consonante del alfabeto español.

En las estéticas además de aprender un lenguaje nice mezcla de spanglish con palabras coloquiales en diminutivo, las charlas de la clientela y las prestadoras del servicio abordarán temáticas glamurosas, haciendo un análisis crítico del medio del espectáculo nacional e internacional, como si se tratase de algún programa de chismes por televisión, en cambio en las peluquerías dominarás el lenguaje guarro, alburero y en doble sentido, mientras a través del diálogo se hace un somero análisis que versará en una temática importantísima como lo son las estadísticas de la liga de fútbol.

En las peluquerías tienes la capacidad de elegir el corte de cabello en cambio las estilistas te hacen los cortes que ellas consideran conviene a tu “imagen”, haciéndote creer que te están favoreciendo, pero lo más seguro es que tal vez sea el estilo de corte que se les facilita, pero mientras conserve algo de cabello sobre la mollera, es de rigor que tenga que recurrir a los servicios de uno o del otro para que recorten el que crece a los lados, en la parte de atrás y las patillas, pese a que sin ser palmera se me vea el coco.