miércoles, 28 de julio de 2010

A cuenta gotas la vida se agota

Qué tanto es tantito en amores otra tanda,
qué tanto es tantito voy a seguir la parranda
”.Enrique Frabregart


Muchas veces vemos con admiración a las personas que toman la vida a la ligera, a los que no les preocupa el qué dirán, los que no temen a atreverse a hacer lo que se considera vergonzoso; cuando experimento tal sensación me pregunto, si esa admiración, es de pena ajena o de envidia, porque ellos sí lo hacen y uno por prejuicioso no.

Entonces vamos por la vida respetando la frase del “vive deprisa, muere joven y serás un hermoso cadáver”; lo cual nos recuerda a personajes del medio artístico como James Dean, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones y Kurt Cobain, los cuales por llevar un supuesto ritmo desenfrenado de vivir dejaron de existir a una corta edad, es decir, gente que no llegó a los dichosos 64 años que Lennon y McCartney hacen alusión en su famosa canción, es más, ni dos de sus integrantes del cuarteto de Liverpool lograron llegar a tan aclamada edad.

A pesar de no querer imitar esa supuesta “vida salvaje”, en pequeñas porciones lo vamos haciendo, ¿cómo? Cuando consideras que por hacerlo una sola vez nada sucederá, cuando piensas que un poco de veneno no hace daño. Por ejemplo cuando conduces tu coche en estado de ebriedad unas cuantas cuadras para ir a la vinatería, pensando en que es cortito el viaje y no te pasará nada, recuerda el slogan de "conduce con cuidado, puede que la vida que salves sea la mía"; lo mismo sucede cuando le eres infiel a tu pareja una vez, creyendo que nunca se dará cuenta; ponerle una calificación decorosa a quien no se lo merece, pensando que lo estás ayudando para siempre; consumir drogas de diseño por simple experimentación, considerando que no te volverás adicto; fumarte un cigarro al día, ya que te afectará en lo más mínimo; chantajear a tus alumnos con las calificaciones una vez al semestre, con la insana idea de que los estarás concientizando sobre la importancia de sus estudios.

Aumentar unos centavitos a la gasolina, al fin y al cabo ni se siente cada mes, birlar del bolso de nuestra madre veinte pesos, ni cuenta se dará; faltar un día a clases, de todos modos nadie va a notarlo; abandonar la comodidad de tu casa por el disfrute de unos días de libertad; las vacaciones de dos semanas, es poco tiempo para que te relajes; tener sexo sin protección por una sola vez, no pasa nada; no ponerte casco o abrocharte el cinturón de seguridad cuando maniobrarás una moto o coche, al fin de cuentas es corta la distancia; subirle la falda del uniforme escolar diez centímetros no es provocativo es exhibir lo bien que tienes las piernas, que importa el despertar la libido y bajas pasiones en el género masculino.

Robar algunas cosas del trabajo es cosa de nada, comparado con todo lo que nuestros superiores tienen en casa, el caso es que no es tuyo y te estás apropiando de lo ajeno; ser servidor público te da el derecho a pisotear por unos minutitos a las personas que atiendes, con la justificación de que ellas no tienen tanto estrés como tú; ser guía espiritual de alguna religión te brinda la oportunidad de obtener ciertos privilegios, como lo es abusar sexualmente de los adeptos, cobrarte a lo chino de sus donaciones unas cuantas monedas, al cabo no valoran el esfuerzo de voluntad que haces por rescatar sus almas del averno.

En realidad, las expectativas de mantenerse en esta vida sin la tentación de cometer algún acto como los antes citados son mínimas; de seguro conoces a más de uno que ha incurrido a tales acciones, es como ponernos frente al espejo y ver sólo nuestro reflejo; lo único malo es cuando se abusa de ellas, pues como es sabido quienes así lo hacen tienen como recompensa el manicomio, la cárcel o la muerte.

Como ustedes saben no existe un condón que pueda proteger las aflicciones del corazón, nos damos cuenta que los estupefacientes jamás nos acercarán a Dios, los mandamientos bíblicos y el libertinaje se estorban mutuamente; y lo más triste la primavera dura un segundo y cuando llega el invierno de nuestra vida, amargamente nos damos cuenta de que vivir es cuestión de un segundo, y no queda más alternativa que irse suicidando a pellizcos.

miércoles, 7 de julio de 2010

¡Qué se mueran los feos!

Solo voy con mi pena, sola va mi condena,
correr es mi destino, por no llevar papel. Manu Chao

El otro día en un libro de citas, de esos autores escasos de creatividad, que por el simple hecho de publicar compilan de diversas fuentes fragmentos de texto y hacen una especie de compendio, leía -claro sin haber pagado el importe del ejemplar-, una opinión que el ínclito Miguel De Cervantes Saavedra expresó en relación la discriminación racial, donde señalaba que “el racismo es como los negros, no debería existir”. Lo cual trajo a colación el nombre de Jan Brewer, excelsa dama estadounidense que desafortunadamente pasó a formar parte de la lista de personas non gratas en el mundo.

Efectivamente, en el mismo listado donde están escritos los nombres de Mark David Chapman asesino de Lennon, el del multiasesino Charles Manson, y Adolf Hitler. Su pecado, haber firmado una ley donde se considera la inmigración ilegal como un delito, lo cual permite a la policía de Arizona arrestar a cualquier sospechoso de inmigrante ilegal, es decir, si algún individuo reúne las características de ser cafecito, bajito y de cabello necio, la seguridad estatal tiene derecho a detenerlo, interrogarlo y solicitarle su documentación.

Híjole, en un estado donde según cifras oficiales habitan aproximadamente unos 460,000 inmigrantes indocumentados, por lo tanto para saber quiénes son legales y quienes no, pues hay que detenerlos por el color de su piel, razón por la cual tal ley fue considerada como racista, además hay que tomar en cuenta que el setenta por ciento del electorado del citado estado la aprobó, lo cual no los exime de ser considerados también como a su gobernadora de racistas.

Pero, ¿quién no es racista? Todos lo hemos sido más de una ocasión, cuando le cerramos o ni siquiera le abrimos la puerta al promotor religioso que nos ofrece una beca en el paraíso, por el simple hecho de no profesar nuestra religión; cuando nos burlamos del más pendejo del grupo escolar, porque tiene diarrea cerebral; si somos parte de los conflictos limítrofes entre los barrios; propiciamos las eternas diferencias entre nacos y fresas, así como otras estúpidas disputas que nos vamos inventando para estar ocupados.

La verdad es un desmadre eso de que yo soy de acá y tú de allá; le voy a equis equipo deportivo, y si tú no le vas al mío pues a la tiznada; pertenezco a tal afiliación política, por lo tanto no vengas a mi casa con publicidad del partido de oposición, pues te parto la madre; soy más guapo que tú, tengo más dinero que aquel pelagatos, mi coche está más chingón que el de mi vecino, la casa de al lado tiene mejores muebles que la nuestra, ¡ah! no así no es, si pensamos de esa forma nos estamos automarginando o como dice un conocido, tenemos la autoestima muy jodida.

Entonces ser humilde es sinónimo de jodido, pues como está la carestía de nuestra sociedad, creo que sí. Razón por la cual vemos con cierta displicencia a las indígenas que nos ofertan productos a la puerta de nuestra casa; consideramos insignificante al personal de servicio que asea la oficina, y qué decir de la mujer que hace las labores domésticas en el hogar, pues simplemente de gata, chacha o criada no la bajamos; pero eso sí, cuando vamos a algún sitio de servicio público nos dirigimos con esta clase de individuos para que nos orienten, ¿acaso nos avergüenza ante los que consideramos igual o superior a nosotros aceptar que ignoramos ciertos trámites o de plano somos tan pendejos que no admitimos nuestras deficiencias?

Como dijo una vez Don Eduardo del Río García, acá entre los lectores rabanitos de izquierda mejor conocido como el Rius, “no hay peor enemigo del indio, que el que cree que ha dejado de serlo”, pues tiene toda la razón, es penoso escuchar al nuevo rico avergonzarse de la clase social a la que perteneció, despotricando sentencia y media en contra de ellos; la pinche morena que se tiñó el pelo de rubio y ahora se siente blanquita, lo cual le otorga el derecho de mofarse de las que no lo son, sí es rubia, pero color de llanta mi chula; el sujeto que bajó de peso y se burla de los gordos; el mexicano cuyo lema es haz patria mata un chilango, negando ser del DeFectuoso, pues se considera de Toluca.

Otro cuento es el paisano que se fue a radicar a los Estados Unidos, y nada más porque ya tiene Facebook, se comunica con sus familiares por correo electrónico en el ciber del rancho, pues ya se siente de primer mundo y lo más reprobable, se considera gringo, se refiere a la unión americana como su patria, por lo tanto se vuelve un acérrimo rival del indocumentado, como dice la filosofa de la cumbiarock, Amandititita, “aunque comas hamburguesas todos los días, tienes la cara de la India María” mi buen.

Esto me recuerda a uno de los personajes del “Libro de la Selva”, que en los albores de 1894, escribió, el literato británico Rudyard Kipling, el controvertido Rey Loise, un orangután monarca de los monos que quería ser humano, y curiosamente en la versión original cinematográfica de Walt Disney, él y su séquito de changuitos, poseían voz de centroamericanos a pesar de que todos los demás personajes hablaban con acento británico; el cual quería ser humano, razones por las cuales veía inferiores a los de su especie, pero como lo enuncia un sabio dicho popular “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”, así que apreciable lector no busque aparentar lo que no se es, ni ser lo que no puede.

Además le recuerdo que perro, no come perro porque se indigesta; lo cual trae a la memoria un hermoso fragmento del “Mercader de Venecia”, de William Shakespeare, en donde Shylock, que por cierto es judío, dice “Si nos pinchan, ¿no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenan, ¿no morimos? Si nos tratan mal, ¿no nos vengamos?” Y a pesar de ser diferentes, a todos nos huelen nuestros residuos metabólicos orgánicos; por otro lado, si piensa que las leyes de inmigración norteamericanas son severas, lo invito a revisar las nuestras, le aseguro que se sorprenderá.

miércoles, 30 de junio de 2010

Formémonos, formándonos

“Frente al cabo de poca
esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme
en la lista de espera”. Joaquín Sabina


Algunos individuos se sienten orgullosos de la modernidad que factura la tecnología en la actualidad, es más, hacen alarde de presunción de los gadgets como si ellos los hubieran inventado; a pesar de las supuestas ventajas que los aparatos tecnológicos ofrecen, es de sorprender que a estas alturas existan las estresantes filas o colas como vulgarmente se les conoce.

Sociólogos afirman que un diez por ciento de nuestra vida la pasamos haciendo cola, lo cual indudablemente incide sobre la calidad de vida y salud de las personas; pues estar esperando un turno produce ansiedad, desesperación, impotencia, coraje y frustración, llegando a considerar que el objetivo por el cual se está formado es una pérdida de tiempo y por lo tanto no vale la pena.

Además como siempre no falta el sujeto que muy disimulado o haciéndole al pendejo llegue de forma directa a la recepción sin formarse, con el idiota pretexto de que va a hacer una pregunta, y valiéndole un nabo ahí se quede; de igual forma la señora de edad avanzada, aprovechándose de sus pinches arrugas y del supuesto respeto que le debemos guardar llega metiéndose a la parte más corta de la hilera, esbozando una sonrisita que muestran lo amarillento de sus placas, eso sin considerar el delicado aliento a centavo egipcio que muchas de las veces suelen exhalar.

Lo mismo sucede con la damita de buenas proporciones físicas, que abusando de sus atributos le coquetea a cierto ingenuo, éste sintiéndose por vez primera atractivo le cede su sitio en la formación, sin importarle la opinión de los ahí presentes.

Ahora con el supuesto uso de los cajeros electrónicos de las empresas que nos abastecen de los servicios de energía eléctrica y telefonía, se creyó que el servicio iba a mejorar y se evitarían los congestionamientos humanos, pero muchas veces ni funcionan de forma correcta, no dan el cambio exacto, bueno si es que te lo regresan, se traban o de plano se cae el sistema, y como por arte de magia las filas regresan, para colmo los empleados que laboran en estas compañías pasan por donde se ubican tales maravillas tecnológicas, ignorando totalmente a las clientes que molestos dicen improperios y golpean las máquinas. Siempre que soy testigo de estos hechos, me hago el siguiente cuestionamiento, ¿no es responsabilidad de todos los trabajadores el verificar que funcionen de forma óptima sus artilugios? Digo, alguna de esas corporaciones se jactan de haberse certificado por la norma ISO 9001 varias veces.

Caso semejante es el de los bancos que tienen un sistema electrónico que designa los servicios de atención a los cajeros, a simple vista no se observan personas formadas, pero si hay sillas, o sea, es la misma gata revolcada; pues igual que en los asuntos anteriores, sobran individuos que abusen saltándose los turnos, aparten lugares para los amigos, entre otras mañas que en lugar de acortar los tiempos, los prolongan más.

Mención honorífica en este asunto de crear enormes filas, son las empresas de televisión por cable, pero ahí sí estimado lector, uno es víctima por gusto propio, pues no hay que olvidar que existe la televisión aérea que no tiene costo, entonces está de más quejarse del alto precio de la televisión privada; lo que si no es válido, es que además de hacer cola, uno tenga que soportar el agrio humor de sus cajeras, la ignominia del personal de atención al cliente y las pedanterías del supuesto gerente, pues estamos pagando por sus servicios.

Cuando se suscitan acciones como las anteriores, en los sujetos que integran las líneas se empieza a generar una serie de emociones negativas, que poco a poco van empañando el cristal de la tolerancia, hasta el filo de la frustración y entonces explotan en un ataque colérico que los lleva a faltarle al respeto al más respetable individuo sin importar si éste forma parte de la fila o del asunto a tratar.

Para evitar ponerme furibundo, cuando acudo a estos lugares, procuro llevar una revista o libro el cual leo mientras avanzo; si no traigo algo que leer, pues nada más divertido que observar a las personas para sacar algunas ideas que proporcionen material para hacer textos como éste; poner atención a mi respiración tratando de escucharla, agudizar el oído para enterarme de los temas que conversan los individuos que integran la hilada, entre otras cosas que por respeto a ustedes prefiero omitir.

En conclusión para este agudo asunto de formar parte de las hileras, lo más saludable es hacer caso a la recomendación de Kaliman, “serenidad y paciencia, mucha paciencia”, pues imagine cuando muera, como estará la fila para designarnos si nos vamos ir al paraíso, al purgatorio o al infierno. Esa si será una enorme sala de espera sin esperanza.

miércoles, 23 de junio de 2010

Los caballeros las prefieren gordas

“Gordas, ya llegó su pachucote”.
Germán Valdés

Ahora que los obesos somos un grupo étnico a punto de la extinción, debido a que el estar rollizo es sinónimo de enfermedades como hipertensión, diabetes, colesterol alto, entre otros padecimientos que al sector salud le pone la piel de gallina, y por ende nos bombardea con publicidad que recomienda evitar todo aquello que fomente el sobrepeso; pues para empezar, deberían de quitar todos los comerciales de comida chatarra que patrocinan a los programas de mayor audiencia televisiva.

A poco no es cierto que cuando estás cómodamente en el sillón de la sala observando el televisor, después del corte sale una escultural dama en bikini anunciando las frituras de maíz de la carita sonriente, de pronto sientes dos antojos, uno es disfrutar del producto y dos, gozar de la compañía de tan bien dotada mujer. Eso acontece en el caso de los hombres, si la mujer es quien ve el comercial, lo más seguro es que sentirá envidia del portentoso cuerpo de la modelo, seguramente preguntándose, ¿cómo le hará para tener ese físico comiendo tales cochinadas?

Mientras su cerebro busca una justificación ante tal anomalía, pensando que lo más probable es que se pase cuatro horas en el gimnasio, nunca ha tenido hijos o de plano se baña a diario con ese jabón mágico que te hace perder centímetros en cada ducha, tal vez consume en lugar de cualquier bebida la malteada que sustituye los alimentos y de paso levanta los glúteos. Otra parte del cerebro le proporciona autohumillación, pues llega a considerar que los años no pasaron de largo se acumularon, a su cabello la hace falta brillo y sedosidad, la piel ya no tiene la macicez, la papada está más abultada y en sus piernas descubre el famoso efecto piel de naranja.

Híjole se está poniendo cada día más dura la situación; a diario la autoestima femenina es un medio de lucro para todas aquellas empresas que buscan hacer negocio con cualquier porquería que alimente la vanidad, reafirme la autoestima o en su caso proporcione una supuesta belleza estética.

El sentido racista que imprimen los medios de publicidad de utilizar siempre personas con esculturales cuerpos para promocionar cualquier producto, han hecho que la palabra “gorda” para las mujeres sea el peor de los insultos, eso significa que si el cantante italiano que llamó a las féminas de nuestro país bigotonas y feas, le hubiera agregado gordas, de seguro la próxima visita a nuestro país su hotel sería la morgue.

Por esta razón resulta admirable como mi compadre de cariño le dice a su esposa gorda, mientras ella con una tierna mirada le responde mande, en cambio yo, tengo estrictamente prohibido utilizar tal adjetivo hacia la mía, y de emplearlo lo más seguro es que termine durmiendo en el sofá.

En otras épocas, nuestras mujeres se comparaban con actrices del cine nacional de la talla de Ninón Sevilla, Tongolele y Lilia Prado, que hoy debido a la magia de la modernidad entran en la categoría de “gordibuenas”, es decir, tienen todo, nada más que de sobra. En la actualidad la mujer mexicana busca asemejarse a las sofisticadas actrices anglosajonas, que son tan estilizadas de su complexión, gracias al efecto prodigioso del bisturí y de tez blanca, a diferencia de nuestras hembras cafecitas, bajitas y algo sobraditas de masa corporal, pero bien distribuida.

Gracias a esa malinchista idea de despreciar lo nuestro, es por ello que se vuelven víctimas seguras de cualquier campaña de mercadotecnia que venda productos como fajitas de yeso que modelen la figura, pastillas que expulsan la grasa del organismo y la patética estafa más nueva, unos tenis que reducen tallas con tan sólo caminar, ¡hágame el favor, con tan sólo ocho minutos de caminar con ellos reduce tallas! Claro con esa plataforma que tienen, además de parecer integrante del grupo Kiss, existe la posibilidad de que gracias al balanceo de la panza por lo alto en cada paso se haga una especie de abdominal.

¿Quién les ha dicho que a nosotros no nos agradan rollizas? Digo hay que reconocer que uno no es un adonis, basta observarse en el espejo en paños menores, para que nos cuestionemos, ¿cómo jodidos le hemos gustado a nuestra actual pareja con este pinche físico a lo Pedro Picapiedra? Además las mujeres con carnita de sobra son agradables, cariñosas y tiernas.

Con lo antes expuesto, no significa que dejen de ser vanidosas, al contrario, sigan así, las hace verse sexy y nos ofrecen diversidad, lo único que deben de borrar de sus mentes es imitar a otras que debido a los efectos de la tecnología por televisor o en fotografía lucen apantallantes. Bueno amigo lector, me despido, pues necesito disfrutar del deleite visual de sabrosas señoras cuarentonas con pelo a lo Madonna en mallas y short de lycras haciendo zumba en el jardín de mi barrio.

miércoles, 16 de junio de 2010

Benditos traidores

“Tenían razón mis amantes
en eso de que antes el malo era yo”. Joaquín Sabina

Una vez, cierta compañera docente se quejaba amargamente de la felonía de su actual pareja, resultaba tanto el enojo que llegó a la conclusión de que todos los hombres además de ser unos maricas, son despreciablemente traicioneros, exceptuándome a mí, imagino porque era su paño de lágrimas en ese momento, motivo por el cual me exentaba de tales adjetivos.

Con algo de modestia, le comenté que tanto hombres como mujeres en algún momento de la vida somos catalogados de esa forma, me refiero a la actitud traicionera, la de ser marica, bueno eso se pone de manifiesto en la alcoba, y para ello muchos se pintan solos.

¿Cuándo se puede considerar a una persona como traidor? Será acaso cuando nos avergüenza la selección nacional, porque fallaron los penales; cuando estamos conviviendo con un grupo de sujetos que detestan a un amigo, y para sumarnos a su círculo social tenemos que fingir que nos desagrada también, hablando pestes de él.

Muchas veces queremos disfrazar una traición cambiándole de nombre, con tal de que pase desapercibida ante los demás preferimos llamarle “error”, “debilidad”, entre otros jodidos pretextos; a pesar de ponerle como queramos, una traición es y seguirá siendo una falla hacia el prójimo.

La traición implica el conjugar sentimientos de amor y odio, pues solo fallando a los que nos aprecian o estimamos, es como seremos considerados traidores, lo que significa castrar nuestra fidelidad o devoción hacia los otros; como una reacción ante tales actitudes, es obvio que surja cierto resquemor y con ello detestar a quien se consideraba estimado.

Acciones como abusar de las promesas y no cumplirlas puede llevarnos a que se nos clasifique de esa forma, peor aún, si nos las hicimos a nosotros mismos. De igual manera cuando mediamos los intereses propios sobre los de otros; cuando no tenemos tiempo de compartir algunas horas con los que nos aman.

Traicionamos a nuestros conocidos, cuando entre charlas con otros, les atribuimos frases y anécdotas poco decorosas que nos sucedieron a nosotros, pero por vergüenza, pena u orgullo no somos capaces de ser honestos expresándolas como en realidad son.

Resultamos peor que el mismo Judas Iscariote, cuando hacemos que nuestro Dios, juzgue al prójimo, lo excomulgue y lo refunda en el infierno, por actos cometidos, que nos escandalizan y a la vez nos dan cierta envidia porque nosotros nunca hemos tenido el suficiente valor de cometerlos; también ese sentimiento cruel de proyectar el pensar propio de las supuestas mezquindades que nos provocan los demás.

¿Por qué será que todo lo que nos afecta es tan atractivo? La comida chatarra, tomar alcohol, fumar, consumir cualquier tipo de droga, comer en exceso, ser tan sedentario, llevar una dieta desorganizada, consumir mucha grasa, los hombres y las mujeres perversas; simplemente, porque nos agrada y tenemos la ingenua resolución de hacerlas parte de nuestra vida, digo por alguna razón las rosas en sus tallos tienen espinas.

Respecto al sentir de mi colega profesora, pues si somos unos canallas, pero es porque se nos aprecia, y por lo tanto abusamos del sentir de los demás hacia nosotros; además no hay que olvidar que cuando nos equivocamos, estamos fomentando una especie de aprendizaje. Por ello no hay que odiar a quienes nos hicieron daño, mejor hay que agradecerles, pues gracias a esto nos hemos hecho más fuertes.

miércoles, 9 de junio de 2010

¡Ponte la camiseta!

Con el inicio del Mundial Sudáfrica 2010, las quinielas no se hacen esperar, todos los aficionados apuestan a favor del equipo que consideran es el mejor y que les hará obtener dividendos positivos a su bolsillo; para nosotros la situación se pone en duda, cuando desconfiamos que los jugadores nacionales no puedan ganar a los del equipo anfitrión en el partido inaugural, pues estos deportistas practican con cocos en lugar de balones, al correr dejan atrás a los cheetah, roban a las jirafas los pases de cabeza y les meten goles a los elefantes; mientras las estrellitas de Aguirre, por estar cuidando sus ademanes de metrosexual en televisión, puede que nos defrauden.

Por esta razón, tal vez a algún paisano se le ocurra apostar en contra de nuestra benemérita selección. Acción clasificada como malinchismo por los fieles seguidores del tricolor, es más, puede considerársele un traidor por no confiar en los jugadores aztecas y su potencial; incluso para ciertos individuos bien podría ser una falta de respeto a la nacionalidad, o sea, eres un hijo ingrato de la patria.

Al igual que uno critica la actitud del que llama “decepción nacional” a nuestros seleccionados de fútbol, un empleado traiciona su equipo laboral, cuando llega tarde a su cargo, se ausenta por varias horas, hace el clásico San Lunes, llega crudo o a veces en estado intermedio, es decir, ni está totalmente borracho ni le ha llegado la cruda. No está libre de culpas el sujeto que descuida o maltrata sus utensilios de trabajo, argumentando que la institución tiene de sobra y al fin de cuentas que tanto es tantito, el que hace pequeños hurtos de la materia prima y herramientas, con la pendeja idea de que al cabo no le cuesta mucho a la compañía.

¿Y qué sucede, cuando nos expresamos de forma pésima sobre nuestro empleo? Sí, cuando decimos que nos es justo el salario que recibimos, que existen privilegiados a los que les pagan por no hacer nada o de plano nunca se nos ha reconocido nuestra labor. Pero a cambio nosotros, ¿qué les ofrecemos? La estúpida actitud de, “ellos hacen que me pagan, yo hago que trabajo”, lo cual se traduce en poco rendimiento o escases en la productividad.

Es común hablar mal de nuestro patrón, así como se conoce vulgarmente, por “debajo del agua”, ¿por qué no lo vemos a la cara y le decimos nuestras inquietudes? No creo que nos vaya a despedir o poner en mal con su superior, por el simple hecho de exponerles nuestras necesidades laborales, al contrario con ello se mejorará la dinámica empresarial y las relaciones humanas.

Esto no significa que justifiquemos la falta de ánimo por laborar, tampoco se trata de inventar excusas y pretextos para desempeñarnos laboralmente de forma apática exentos de compromiso o faltos de identidad a la empresa.

De forma similar el colega que se queja porque lo hacen ir en horas fuera de su horario de trabajo, y ¿si no tuviera empleo? Lo más seguro es que estaría rogando a su Dios que le dieran cualquier turno con tal de contar con un puesto laboral; caso parecido es el ingrato desempleado que todos los días acude a las oficinas a solicitar vacante y cuando se la dan, pues con el argumento de que ya es sindicalizado exige sus prestaciones, entre las que se cuentan vacaciones adelantadas, horas prolongadas de almuerzo, receso para reponer energías en períodos de labor y un salario mejor que el de sus compañeros, si no se le cumple una de estas solicitudes lo más seguro es que diga que sus superiores son unos ojetes explotadores, ¡de qué se trata!

Por lo tanto apreciable lector, lo más recomendable es tomar en cuenta el consejo que Don Chava Flores da en su canción “¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?”, de levantarse temprano para tomar el colectivo que lo llevará directo a la chamba, y por supuesto no olvide ponerse la camiseta, pues es parte inherente de la institución donde se desempeña.

miércoles, 2 de junio de 2010

La vida salvaje

“Yo quisiera ser civilizado
como los animales”. Roberto Carlos


Una noche en la que daba un tour gracias a la ayuda del control remoto del televisor, por los supuestos sesenta canales de la televisión de paga, de pronto un programa de esos canales que documentan la vida de los animales llamó mi atención; en la escena se observaba cómo el águila calva de Norteamérica, se sumergía en las aguas del río para atrapar un salmón, lo sujetaba con sus garras fuertemente a la vez que hacía el intento de levantar el vuelo, cuál no sería la sorpresa del ave al descubrir que su presa era lo bastante grande y pesada, pues por más esfuerzos que hacía le resultaba imposible sacarlo.

Al intentar soltarlo se percató que las garras habían penetrado tan hondo en sus carnes que no podía sacarlas. Por más que luchó, no tuvo éxito y empezó a hundirse con su caza, hasta morir ahogada. Al igual que a esta ave, así nos sucede a los seres humanos, muchas veces nos aferramos a cosas que sabemos nos dañan, pero creemos tener el control y cuando uno lo desee, pues con cierta simpleza nos deshacemos de ellas; mas sin darnos cuenta esas cosas ya son un hábito en nosotros, y como el águila nos hundiremos en lo más profundo de nuestras malas costumbres, y a veces resulta peor porque llegamos a dañar a terceros.

En una viñeta del programa antes de ir al corte comercial, se observa como una escurridiza serpiente sigue a una diminuta luciérnaga por la oscura jungla, por más intentos que hacía de evadir los ataques del reptil, el desamparado insecto fue devorado por la lánguida lengua del animal. Lo más seguro es que a la víbora le llamó la atención por el brillo que ésta emanaba; lo cual me recuerda a todos aquellos que en sus míseras vidas nunca han podido alcanzar el éxito, por más lisonjas y arrastrados que sean con sus superiores, cuando se topan con alguien que gracias al esfuerzo y tenacidad va sobresaliendo en la vida, lo único que hacen es tratar de apagarlo, ya sea con calumnias, críticas destructivas y demás estupideces.

Conforme veía los promocionales y avances de la programación en el canal, me fui dando a la idea de que los animales viven en manada para perpetuar la especie, a diferencia de los humanos que casi siempre buscan la variabilidad, según ellos para lograr el intercambio cultural; un rasgo distintivo en los animales es que jamás a pesar de ser de una misma especie se mezclan con otras razas, con excepción de los animales domésticos, pues como ustedes saben interviene la mano del hombre para lograr tal reacción, por ejemplo una pantera no busca tener sexo con un tigre, mientras que el humano entre más razas distintas de su especie copule será considerado un macho genuino. Por otro lado, los animales matan por instinto de supervivencia, el humano, muchas veces lo hace por gusto.

En otro segmento del programa se exhibe a las grullas, aves que habitan en las montañas Taurus al sur de Turquía, las cuales mientras vuelan inconscientemente tienden a cacarear, sonido que es captado por las águilas, que se abalanzan sobre ellas hasta devorarlas. Algunas grullas logran evadir tal amenaza cogiendo piedras hasta llenar su pico, lo cual impide que al volar puedan emitir el delatante sonido de su cacareo.

Creo que esa podría ser la solución a mis problemas de relaciones interpersonales, pues si en lugar de decir tantas babosadas, me llenase la boca de piedras, mi lengua se estaría tranquila, y así dejaría de causar dolor a los demás, ya no levantaría falsos testimonios y procuraría ser prudente en lo que comento. Pues algunas veces con nuestras palabras somos capaces de despreciar, desacreditar y pisotear la dignidad del prójimo. Bueno, considero que es hora de apagar el televisor para poner más atención a la vida.