¡Un año más! Estrenamos calendario gooordo, algunos con doce páginas, otros con seis y los hay hasta de trescientas y pico de hojas que vamos desprendiendo conforme trascurren los días, cuántas oportunidades, un titipuchal de nuevos descubrimientos, conquistas, fracasos, éxitos, alegrías, dolores, achaques, llantos, sonrisas, la neta uno ni sabe lo que depara este 2019, que en su primer día muchos lo pasaron en los brazos de Morfeo debido a la desvelada, otros con crudelia gracias al descontrol de alcoholemia, pese a ello, una vez que regresamos a estar conscientes, bueno algunos no del 100 % de sus facultades mentales, intentarán, como cada año, poner en prácticas sus facultades sementales y continuar cada hora del día con el tesón de encontrar ese amor calenturiento que no desilusione, así como la eterna búsqueda de una paz sin sombras.
Nunca planeo propósitos de año, me parecen una ridiculez -¡ups! Creo que con esta frase voy a incordiar a muchos-, para qué invertir neuronas en algo que cuando mucho cumpliré una nimiedad porcentual. ¡Un año menos! Y que cuanta más edad acuño, más rápido pasan los días, la nostalgia dando siempre sus jodidos arañazos en mi desamueblada cabeza, descubriendo que todo es efímero insistiendo en que épocas pasadas eran mejores, el espejo escupe un reflejo de mi cara de nopal sin rasurar con nariz de chile relleno con más arrugas tatuadas por el trajinar de la vida, las preocupaciones, la envidia –¡ajá! no se hagan, ustedes también padecen este malquerer–, entre otros prejuicios sembrados por nuestra familia.
¡Un año nuevo! Hemos dejado atrás ese 1 de enero en que hipotecamos por unas cuántas horas el pudor y fuimos capaces de tocarnos bajo el pretexto de quedar bien con los demás felicitando, deseando cosas positivas, haciéndonos de la vista gorda de que no hay felicidad absoluta, pues todo dura unos instantes y luego se esfuma, por eso estimado lector nunca debe dejar de expresar buenos deseos, que no sea exclusividad de una teporocha fecha comercial, sino todos los días. Sigamos el consejo de Los Rodríguez “brindar por la victoria, por el empate y por el fracaso”. Si, ya sé que no tomo alcohol, pero con lo que caiga en el vaso, ¡salud, dinero y amor!
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
jueves, 10 de enero de 2019
jueves, 13 de diciembre de 2018
Tu año en Facebook
El anoréxico calendario se nos está despidiendo de tanto día que ha perdido en el ayuno de las madrugadas que el Astro Rey le brinca como rana, dicen los compañeros de servicios generales y secretarial que el aire huele a vacaciones, a ponche de frutas, a compras de pánico gracias al abuso del aguilargo -hagamos changuitos para que esto si nos llegue gordo- y a berrinches por los chafas regalos del intercambio en la oficina.
Como cada fin de año surgen los recuentos de lo que más captó la atención de los amantes del ocio que inundan el internet, ¡uy, que de eso son un titipuchal! Si fuiste de los que por el simple hecho de que tus contactos subían fotos de Aretha Franklin, Dolores O´Riordan de The Cranberries y del genio de la ciencia Stephen Hawking, apenas sabiendo quienes eran, pero las compartiste como si en verdad también los extrañarías o sin saber nada del deporte del balompié te gusto el Mundial de Rusia 2018, gracias a que otros posteaban goles y marcadores, igual si participaste en el proceso electoral motivado por el bombardeo informativo o si vives con la zozobra que del guanabo baje ese duende Casanova, ten la plena seguridad de que el feis es tu segunda casa.
Entonces, ya te la sabes que este año también Facebook pondrá en tu muro un video personalizado que recopila el año de cada uno de sus usuarios, entre fotos, comentarios positivos, likes, videos, etc., podrás ver tus actividades a lo largo de los 365 días del año que pasaste en la citada red social resumida en un minuto con nueve segundos, ¡ah! Un poco más de lo que en mi adolescencia duraba cuando sudaba por darle gusto al cuerpo y tan cortito que no se llega a comparar con el desgaste intelectual que sufriste por tratar de mantenerte vigente entre tus “amigos” subiendo tontería y media.
Ni en balde el arriesgue de quedarte sin coche o sin vida en el peor de los casos al tratar de realizar el In my Feelings Challenge, que acá entre la mejinacada se llamó “La Chona Challenge”, ¡wee no manches, si hasta Thalía lo hizo! Entonces como blanco borreguito, pos uno también. A pesar de ello, valió la pena al ser incluido en el video del resumen pa´que tus conocidos le vuelvan a dar “me gusta” ahora que forma parte de tu News Feed. Por cierto, si no te agrada cómo te lo hicieron lo puedes editar e incluir eso que para ti vale la pena como aquella incógnita de que si el emoji cafecito es un chocolate Hershey’s o se trata una caricatura de la caca, ¡qué dilema tan existencial!
Como cada fin de año surgen los recuentos de lo que más captó la atención de los amantes del ocio que inundan el internet, ¡uy, que de eso son un titipuchal! Si fuiste de los que por el simple hecho de que tus contactos subían fotos de Aretha Franklin, Dolores O´Riordan de The Cranberries y del genio de la ciencia Stephen Hawking, apenas sabiendo quienes eran, pero las compartiste como si en verdad también los extrañarías o sin saber nada del deporte del balompié te gusto el Mundial de Rusia 2018, gracias a que otros posteaban goles y marcadores, igual si participaste en el proceso electoral motivado por el bombardeo informativo o si vives con la zozobra que del guanabo baje ese duende Casanova, ten la plena seguridad de que el feis es tu segunda casa.
Entonces, ya te la sabes que este año también Facebook pondrá en tu muro un video personalizado que recopila el año de cada uno de sus usuarios, entre fotos, comentarios positivos, likes, videos, etc., podrás ver tus actividades a lo largo de los 365 días del año que pasaste en la citada red social resumida en un minuto con nueve segundos, ¡ah! Un poco más de lo que en mi adolescencia duraba cuando sudaba por darle gusto al cuerpo y tan cortito que no se llega a comparar con el desgaste intelectual que sufriste por tratar de mantenerte vigente entre tus “amigos” subiendo tontería y media.
Ni en balde el arriesgue de quedarte sin coche o sin vida en el peor de los casos al tratar de realizar el In my Feelings Challenge, que acá entre la mejinacada se llamó “La Chona Challenge”, ¡wee no manches, si hasta Thalía lo hizo! Entonces como blanco borreguito, pos uno también. A pesar de ello, valió la pena al ser incluido en el video del resumen pa´que tus conocidos le vuelvan a dar “me gusta” ahora que forma parte de tu News Feed. Por cierto, si no te agrada cómo te lo hicieron lo puedes editar e incluir eso que para ti vale la pena como aquella incógnita de que si el emoji cafecito es un chocolate Hershey’s o se trata una caricatura de la caca, ¡qué dilema tan existencial!
jueves, 6 de diciembre de 2018
Enseñanza de los muertos
Como buen colimote alfa, pozolero lomo plateado, alma chilaquilera y férreo defensor de las encaladillas y de la tuba compuesta, cuando escucho una ofensa hacia mi persona o a los que aprecio, me enojo; caso contrario sucede al oír elogios sobre lo que hice, que la neta son rete poquitos, pero de que me enorgullece, pos a wilford que me infla el ego.
Saco a colación esto debido a que el otro día sacudiendo libros, cómics, discos y películas del cuarto de máquinas, después de haber lavado y tendido la ropa – ¡sí, soy mandilón a mucho orgullo!–, encontré la biografía de Gandhi, la abrí experimentando aquella nostalgia de mis 25 años cuando lo leí, y en las páginas que puse la mano vi ese fragmento, tan lleno de sabiduría, que nunca he puesto en práctica, pero creo chido compartírselos.
En esa parte del texto preguntan al Mahatma cómo le hacía para reaccionar pasivamente ante las agresiones de los ojetes, al igual de no ser seducido ante los halagos de todos aquellos que intentaban darle cuerda -recuerda que quien cuerda te da, ahorcado te quiere ver-, su respuesta fue sencilla, que fueras a un camposanto, te colocaras frente a las tumbas y empezaras a gritar improperios hasta desahogarte, después de ello, deberás decir diversas reverencias sin importar a quién.
Pasado los minutos notaras que no hay respuesta alguna ni por lo uno ni por lo otro, ahí está la enseñanza de los muertos, date cuenta como a ellos les vale un comino lo que expresaste, así de indiferente debemos de ser y ten la plena seguridad de que nunca vas a guardar rencores ni responsabilidades de culpa por quien te dice algo. Espero que ustedes sí lleguen a practicarlo, pues yo por más que lo intento no puedo.
Saco a colación esto debido a que el otro día sacudiendo libros, cómics, discos y películas del cuarto de máquinas, después de haber lavado y tendido la ropa – ¡sí, soy mandilón a mucho orgullo!–, encontré la biografía de Gandhi, la abrí experimentando aquella nostalgia de mis 25 años cuando lo leí, y en las páginas que puse la mano vi ese fragmento, tan lleno de sabiduría, que nunca he puesto en práctica, pero creo chido compartírselos.
En esa parte del texto preguntan al Mahatma cómo le hacía para reaccionar pasivamente ante las agresiones de los ojetes, al igual de no ser seducido ante los halagos de todos aquellos que intentaban darle cuerda -recuerda que quien cuerda te da, ahorcado te quiere ver-, su respuesta fue sencilla, que fueras a un camposanto, te colocaras frente a las tumbas y empezaras a gritar improperios hasta desahogarte, después de ello, deberás decir diversas reverencias sin importar a quién.
Pasado los minutos notaras que no hay respuesta alguna ni por lo uno ni por lo otro, ahí está la enseñanza de los muertos, date cuenta como a ellos les vale un comino lo que expresaste, así de indiferente debemos de ser y ten la plena seguridad de que nunca vas a guardar rencores ni responsabilidades de culpa por quien te dice algo. Espero que ustedes sí lleguen a practicarlo, pues yo por más que lo intento no puedo.
jueves, 29 de noviembre de 2018
El kilo
El roquero argentino Fito Páez en su canción “Dar es dar”, dice que no cuenta el vuelto siempre es de más, poniendo en evidencia que a pesar de vivir en este mundo lleno de cosas adulteradas, competitivas, engañosas y conspiradoras, aún hay confianza en las personas, pero es una pena que tal actitud solo quede como parte de una canción, pues no todo lo que brilla es oro, para muestra lean lo siguiente:
Manuel tiene en la ciudad una aclientada tienda de abarrotes, de esas que se instalan en las esquinas de la cuadra –na´quever con la cadena de franquicias que pululan por doquier-, a ella acuden los vecinos del barrio a surtir detalles que ocupan en cuestiones de minutos. Jaime vive en un jacal en el pueblo blanco de Comala y se dedica al cultivo de maíz. Cierto día acordaron intercambiar sus productos, Jaime proveería de maíz a Manuel, mientras éste le daría a cambio el equivalente de harina, o sea, kilo por kilo.
Los primeros seis meses fueron excelentes, más un día el abarrotero empezó a desconfiar: ¿será cierto que las bolsas de maíz pesaban un kilo? Tiene volumen, más nunca las había pesado. Confiando en su sospecha puso la bolsa sobre la báscula, sorprendido observó que el instrumento reportaba 800 gramos. Indignado, raudo subió a su camioneta rumbo al jacal de Jaime.
Después de varios insultos, le exigió que le explicara por qué durante todo ese tiempo lo había engañado, lleno de vergüenza el humilde campesino le comentó que nunca le quiso ver la cara, pues consciente estaba de que lo convenido fue un kilo por otro, pero como él no contaba con báscula, construyó una balanza donde el contrapeso para su kilo de maíz siempre era el de harina que el tendero le enviaba. Al oír esto, Manuel en silencio abandonó el caedizo, no sin antes hipotecar su orgullo y sacar de la caverna de su garganta una disculpa, de esas que nos cuesta tanto decir por miedo a aparentar debilidad.
Manuel tiene en la ciudad una aclientada tienda de abarrotes, de esas que se instalan en las esquinas de la cuadra –na´quever con la cadena de franquicias que pululan por doquier-, a ella acuden los vecinos del barrio a surtir detalles que ocupan en cuestiones de minutos. Jaime vive en un jacal en el pueblo blanco de Comala y se dedica al cultivo de maíz. Cierto día acordaron intercambiar sus productos, Jaime proveería de maíz a Manuel, mientras éste le daría a cambio el equivalente de harina, o sea, kilo por kilo.
Los primeros seis meses fueron excelentes, más un día el abarrotero empezó a desconfiar: ¿será cierto que las bolsas de maíz pesaban un kilo? Tiene volumen, más nunca las había pesado. Confiando en su sospecha puso la bolsa sobre la báscula, sorprendido observó que el instrumento reportaba 800 gramos. Indignado, raudo subió a su camioneta rumbo al jacal de Jaime.
Después de varios insultos, le exigió que le explicara por qué durante todo ese tiempo lo había engañado, lleno de vergüenza el humilde campesino le comentó que nunca le quiso ver la cara, pues consciente estaba de que lo convenido fue un kilo por otro, pero como él no contaba con báscula, construyó una balanza donde el contrapeso para su kilo de maíz siempre era el de harina que el tendero le enviaba. Al oír esto, Manuel en silencio abandonó el caedizo, no sin antes hipotecar su orgullo y sacar de la caverna de su garganta una disculpa, de esas que nos cuesta tanto decir por miedo a aparentar debilidad.
jueves, 22 de noviembre de 2018
Desayunos escolares.
Son las 8:45 a.m., es cualquier mañana de un día de clases normales, de esos en los que el profesor ojete ya hizo de las suyas como siempre bien pasado de lanza o el jefe que continuamente llega tarde madrugó y de abusivo al ver que vas a los sagrados alimentos te encarga unos tuxpeños de chicharrón, pos para que vea que no son iguales, tú sí jalas y le haces el paro.
La fila está bien agresiva, pero lo único que tranquiliza es que en los puestos de comida ubicados por la avenida Universidad en el tramo del costado de la Unidad Deportiva Morelos, es todo democracia, ahí convergen profesores, candidatos a doctor, personal secretarial, de servicios, chóferes de camiones urbanos y estudiantes –funcionarios y directivos, pos no, para eso nos tienen a nosotros–, quienes serán atendidos según vayan llegando.
Todos los ahí presentes estamos conscientes que en esos changarros vamos a encontrar cuatro elementos: rico, barato, rápido y llenador, si corremos con suerte pue´que hasta nos sea saludable, digo, no creo que en los lujosos restaurantes existan los cuatro elementos antes mencionados, además, ustedes bien saben que saludable y sabroso siempre están divorciados. Incluso hasta es parte de nuestra guasa, ¿quién ha negado el delicioso sabor de las tortas de taco de Doña Bacteria o las sabrosas tostadas de cuerito de Doña Ameba? O sea, es divertido incrementar la fauna intestinal, pues sabemos que con un desparasitante te vuelves el Führer y haces un holocausto de bichos.
En la situación de estudiantes y de cualquier obrero del sector educativo, se impone que los bienaventurados alimentos no solo sean bocados que se puedan devorar de volón pinpón – ¡no manches!, receso de veinte minutos, pa´que te atiendan es un desmoche, un abrevadero no tiene tanto animal, ¡ay te encargo los callos con tanto pisotón!–, además, que satisfaga lo suficiente para aguantar hasta la salida, pues a veces a algunos ni para el desempance traemos, que mejor le hacemos al faquir.
La fila está bien agresiva, pero lo único que tranquiliza es que en los puestos de comida ubicados por la avenida Universidad en el tramo del costado de la Unidad Deportiva Morelos, es todo democracia, ahí convergen profesores, candidatos a doctor, personal secretarial, de servicios, chóferes de camiones urbanos y estudiantes –funcionarios y directivos, pos no, para eso nos tienen a nosotros–, quienes serán atendidos según vayan llegando.
Todos los ahí presentes estamos conscientes que en esos changarros vamos a encontrar cuatro elementos: rico, barato, rápido y llenador, si corremos con suerte pue´que hasta nos sea saludable, digo, no creo que en los lujosos restaurantes existan los cuatro elementos antes mencionados, además, ustedes bien saben que saludable y sabroso siempre están divorciados. Incluso hasta es parte de nuestra guasa, ¿quién ha negado el delicioso sabor de las tortas de taco de Doña Bacteria o las sabrosas tostadas de cuerito de Doña Ameba? O sea, es divertido incrementar la fauna intestinal, pues sabemos que con un desparasitante te vuelves el Führer y haces un holocausto de bichos.
En la situación de estudiantes y de cualquier obrero del sector educativo, se impone que los bienaventurados alimentos no solo sean bocados que se puedan devorar de volón pinpón – ¡no manches!, receso de veinte minutos, pa´que te atiendan es un desmoche, un abrevadero no tiene tanto animal, ¡ay te encargo los callos con tanto pisotón!–, además, que satisfaga lo suficiente para aguantar hasta la salida, pues a veces a algunos ni para el desempance traemos, que mejor le hacemos al faquir.
jueves, 15 de noviembre de 2018
El tieso
Dedicado a Don Horacio Naranjo y al barrio de La Salud.
Uno de mis tenis influenciado por el sonido de una canción de 1949, golpea rítmicamente esa banqueta hecha en 1950, bajo la luz de un poste de 1979, mientras pienso si algún día me animaré a dejar mis complejos parados para bailar frenéticamente bajo el influjo del compás que tan armónicamente produce la Orquesta del Colorado Naranjo sobre el templete a las afueras del templo de La Salud, mientras experimento envidia de la ojete al ver moverse cadenciosamente al señor ese que a pesar de traer su tanque de oxígeno se la pasa chingón con la doña de amplias caderas, con ese ritmo tuyo mujer, ¡quién necesita música! Imagino que eso es lo que piensa mientras sus cuerpos se arrejuntan.
Ay, pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las colimenses, diría con sobrada razón el entrañable Benny Moré, solo basta ver cómo mueven la cintura y los hombros, casi igualito que aquellas rumberas que se echaban un dance con Tin Tan en sus movies de la época de oro del cine nacional. La neta no saber bailar es otro de mis sueños frustrados, es que no la hago ni para el mambo ni para el danzón ni el calipso y menos al guaguancó, estoy tan tieso que solo sacudo mis tenis de esa marca cuya eclosión se dio en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, entonces no es de extrañar que continúe mimetizado sobre una pared de 1968, aburrido del 2018.
Honestamente sí tengo rete hartas ganas de ir a donde los demás se sacuden gracias a la música del Colorado Naranjo, Don Horacio ya no los acompaña, pero en mi mente aun lo veo dedicando canciones a quienes desean quedar bien con su pioresnada y explicando el origen de cada tema antes de interpretarlo, como aquella vez que gracias a su sapiencia supe que la rolita de La Boa de la Internacional Sonora Santanera, Carlos Lico se la quiso adjudicar sin darle ningún mérito al cubano Félix Reyna, con anécdotas como ésta, así iba enriqueciendo nuestro bagaje musical en cada una de sus disertaciones, mientras nos deleitaba a los oídos.
Lamentablemente mis ímpetus por entrar a sacudir las chanclas son frenados al ver a ese octogenario con sus zapatos mostronianos de charol y vestimenta tipo dandi, humillando hasta al mismísimo Resortes de lo bien que mueve a su jainita, en fin que se le va a hacer si las suelas de mi calzado padecen de peatonitis.
Uno de mis tenis influenciado por el sonido de una canción de 1949, golpea rítmicamente esa banqueta hecha en 1950, bajo la luz de un poste de 1979, mientras pienso si algún día me animaré a dejar mis complejos parados para bailar frenéticamente bajo el influjo del compás que tan armónicamente produce la Orquesta del Colorado Naranjo sobre el templete a las afueras del templo de La Salud, mientras experimento envidia de la ojete al ver moverse cadenciosamente al señor ese que a pesar de traer su tanque de oxígeno se la pasa chingón con la doña de amplias caderas, con ese ritmo tuyo mujer, ¡quién necesita música! Imagino que eso es lo que piensa mientras sus cuerpos se arrejuntan.
Ay, pero qué bonito y sabroso bailan el mambo las colimenses, diría con sobrada razón el entrañable Benny Moré, solo basta ver cómo mueven la cintura y los hombros, casi igualito que aquellas rumberas que se echaban un dance con Tin Tan en sus movies de la época de oro del cine nacional. La neta no saber bailar es otro de mis sueños frustrados, es que no la hago ni para el mambo ni para el danzón ni el calipso y menos al guaguancó, estoy tan tieso que solo sacudo mis tenis de esa marca cuya eclosión se dio en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, entonces no es de extrañar que continúe mimetizado sobre una pared de 1968, aburrido del 2018.
Honestamente sí tengo rete hartas ganas de ir a donde los demás se sacuden gracias a la música del Colorado Naranjo, Don Horacio ya no los acompaña, pero en mi mente aun lo veo dedicando canciones a quienes desean quedar bien con su pioresnada y explicando el origen de cada tema antes de interpretarlo, como aquella vez que gracias a su sapiencia supe que la rolita de La Boa de la Internacional Sonora Santanera, Carlos Lico se la quiso adjudicar sin darle ningún mérito al cubano Félix Reyna, con anécdotas como ésta, así iba enriqueciendo nuestro bagaje musical en cada una de sus disertaciones, mientras nos deleitaba a los oídos.
Lamentablemente mis ímpetus por entrar a sacudir las chanclas son frenados al ver a ese octogenario con sus zapatos mostronianos de charol y vestimenta tipo dandi, humillando hasta al mismísimo Resortes de lo bien que mueve a su jainita, en fin que se le va a hacer si las suelas de mi calzado padecen de peatonitis.
jueves, 8 de noviembre de 2018
Perrhijos
Dedicado a Laika, la primera astronauta.
En últimas fechas a los que gustan de tener perros de mascota, si, esos simpáticos o agresivos animalitos dependiendo de cómo los hayan educado sus dueños, que hasta algunos les llaman perrhijos por el valor sentimental que les tienen, hay quienes les dicen canhijos, pero la neta, además de lo fresón que se oye por combinar de forma pésima una palabra gringa con el castellano, pos es como insultarlos de canijos, ¿no creen? Digo, yo no tengo la culpa de que abunden tanto anglicismo y muy pocos referentes.
¡Chin! Ya me desvié de la intención con que inicié este artículo, resulta que por la calle donde ustedes tienen su casa, a mi caminar se sumaron una niña como de seis años acompañada de un french poodle -si, esos perritos que de tanto pelo parecen ewoks de los que salen en Star Wars-, de pronto la madre le grita, ¡Edith, no te vayas a cruzar la calle! Como buen ciudadano sujeto la manita de la escuincla, la señora se acerca muy agradecida para aclararme que se refería al animalito.
Estoy de acuerdo que uno se encariñe con la mascota un titipuchal, imagino que por eso les ponen nombres propios de las personas, porque tal vez los quieran más que a los humanos, por eso que el trato es parecido al de un hijo, los llevan a la estética a que les realicen un corte chingón, les compran ropa de marca, es más, en el pasado Día de Muertos, estos ojos que se comerán algún día los gusanos vieron a un pastor australiano -¡wee, es parecido a la mascota del personaje de Mel Gibson en Mad Max II!- disfrazado de alebrije y su dueño le llamaba Carlos.
Haciendo un sesudo análisis de lo anterior, existe una incógnita, ¿qué va a pasar con todos esos nombres que el ingenio nacional recurría para bautizar a sus mascotas? Como firuláis, manchas, maya, café, catrina, etc., con el paso del tiempo serán un desperdicio intelectual. Hum… creo que no, pues más de alguno se los va a piratear para ponérselo a sus vástagos, digo, na´de mal se escucharía Rex Antonio o Lassie Gertrudis.
En últimas fechas a los que gustan de tener perros de mascota, si, esos simpáticos o agresivos animalitos dependiendo de cómo los hayan educado sus dueños, que hasta algunos les llaman perrhijos por el valor sentimental que les tienen, hay quienes les dicen canhijos, pero la neta, además de lo fresón que se oye por combinar de forma pésima una palabra gringa con el castellano, pos es como insultarlos de canijos, ¿no creen? Digo, yo no tengo la culpa de que abunden tanto anglicismo y muy pocos referentes.
¡Chin! Ya me desvié de la intención con que inicié este artículo, resulta que por la calle donde ustedes tienen su casa, a mi caminar se sumaron una niña como de seis años acompañada de un french poodle -si, esos perritos que de tanto pelo parecen ewoks de los que salen en Star Wars-, de pronto la madre le grita, ¡Edith, no te vayas a cruzar la calle! Como buen ciudadano sujeto la manita de la escuincla, la señora se acerca muy agradecida para aclararme que se refería al animalito.
Estoy de acuerdo que uno se encariñe con la mascota un titipuchal, imagino que por eso les ponen nombres propios de las personas, porque tal vez los quieran más que a los humanos, por eso que el trato es parecido al de un hijo, los llevan a la estética a que les realicen un corte chingón, les compran ropa de marca, es más, en el pasado Día de Muertos, estos ojos que se comerán algún día los gusanos vieron a un pastor australiano -¡wee, es parecido a la mascota del personaje de Mel Gibson en Mad Max II!- disfrazado de alebrije y su dueño le llamaba Carlos.
Haciendo un sesudo análisis de lo anterior, existe una incógnita, ¿qué va a pasar con todos esos nombres que el ingenio nacional recurría para bautizar a sus mascotas? Como firuláis, manchas, maya, café, catrina, etc., con el paso del tiempo serán un desperdicio intelectual. Hum… creo que no, pues más de alguno se los va a piratear para ponérselo a sus vástagos, digo, na´de mal se escucharía Rex Antonio o Lassie Gertrudis.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)