miércoles, 19 de marzo de 2014

Parejas por conveniencia

Según el Diccionario de la Real Academia de Lengua Española, pareja es el conjunto de dos personas, animales o cosas que tienen entre sí alguna correlación o semejanza, esa vinculación surge de la convivencia, que con el transcurrir del tiempo algunas veces se vuelve afectiva con ciertas pinceladas de dependencia; a lo largo de mi corta vida he conocido un titipuchal de duplas famosas en diferentes ámbitos, en la comedia ahí están Viruta y Capulina, Tin Tan y su carnal Marcelo, Manolín y Shilinsky; leyendo comics descubrí a Batman y Robin, Kalimán y Solín, Mortadelo y Filemón, Tarzán y su puñal –¡ah no, creo que es Cheetah!- En Plaza Sésamo las marionetas de Beto y Enrique, entre otras que se me olvidan.

Hay cierta particularidad en esos dúos con las que encuentro semejanza con los existentes en la vida real, y es que en su mayoría uno de ellos es al que lo toman por tonto o el que les hace los mandados, el segundón que siempre hace que resalte más su contraparte a cuesta de su esfuerzo, es por eso que a través de este escrito, esperando que alguno de esos solidarios individuos se percate de cómo es utilizado mezquinamente por su supuesto “compañero” –espero lo lean y sepan que hago referencia a ellos, y si no, pues alguien que les explique su triste verdad.

Desde que yo tengo uso de razón –dicen mis detractores que de eso es de un tiempo a la fecha, he sabido de personas que se autoincapacitan o se declaran incompetentes ante algunas tareas laborales, a pesar de que sean propias a su empleo; a veces da la impresión de que se trata de algo patológico, por ejemplo, el jefe o superior le pide que lleve a cabo equis actividad, inmediatamente él busca al más débil de la cadena laboral para que se solidarice a su causa y le ayude, a veces dejando que el muy inocente lo haga todo, mientras éste se la pasa haciendo lo que un pez realiza en el agua, nada.

A partir de que estos individuos descubren a personas fáciles de manipular para su propio beneficio, los convierten en sus “amigos, cómplices o secuaces”, lo más patético es que quienes caen en las redes de estos haraganes les hacen sentir que son indispensables para la operatividad de la empresa u oficina, más la realidad es que quien se lleva todo el crédito es… ¿cómo se le podría llamar? ¡Ah, ya sé! parásito.

Mientras sean logros, éxitos o hazañas laborales el mérito es de estos flojos, pero si sus “subordinados” llegasen a fallar no haciendo bien las cosas, ¿ya se imaginarán quién es el responsable? Por supuesto que ellos para nada harán frente a la responsabilidad de asumir las consecuencias de haberles designado esa actividad que en realidad les competía, lo más seguro es que se escudarán afirmando que ese torpe de la oficina siempre anda de ofrecido y por no desairarlo o compadeciéndose del pobrecito le pidió apoyo y ya ven las consecuencias de querer hacer equipo con ineptos, o sea, aparte de que se valía de esa persona, termina forjándole una pésima reputación con tal de proteger su pellejo.

Estimado lector, si usted es de esos que siempre quiere hacer equipo con otros para ahorrar la fatiga, dedíquese a lo suyo que para eso recibe un salario individual o es que acaso lo comparte con las personas que le ayudan, ¡imagino que no! ¿Verdad? Entonces no se haga el que trabaja y póngase a chambear.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Marzo otro poco

Ladies and gentlemen, willkommen al mes más sexy, uno de los más largos del año, al gemelo de febrero, siempre que éste no cuente con 29 días, he ahí la razón de la frase esa que asegura que marzo tiene algo de loco que su antecesor, pues los días se repiten, es más, hasta también cuenta con su respectivo puente, haciendo pasar a la ignominia de las nuevas generaciones el natalicio del Benemérito de las Américas, quedando sólo como la imagen impresa en el billete azul de veinte pesos, el nombre de alguna calle o escuela.

Por este mes hace su arribo la que muchos consideran la mejor estación del año, la bendita primavera, dicen que milagrosamente en esos desérticos parques y jardines que hay por acá, renacen las flores, tal cual si fuera la pubertad crece el pasto incluso en sitios inimaginables, para flojera y disgusto de los jardineros; el sol cobra un brillo más intenso, así que no se arriesgue y póngase su bloqueador, no vaya ser que le de cáncer en la piel y esas mejillas –¡qué dijeron, éste ya dijo cachetitos! Pues no–, en lugar de rosadas le van a quedar como trasero de mandril.

Es el tiempo en que a muchos les llega el fenómeno “como agua para chocolate”, pues algunas personas si las tocas se derriten, volviéndose una amenaza para todo lo que se mueva, es decir, llega la época jariosa, si a ello le agregamos el calor que comienza a manifestarse en el clima y que hace que nos pongamos ropas ligeras, es posible que transitando por la calle nos topemos con la flor más bella del asfalto, la cual se vuelva una pirómana de nuestros ánimos y llegue a causar pecaminosas ideas de hacerla apta para la horizontalidad; no nada más este fenómeno afecta a la raza humana, también al mundo animal, pues nuestros castos ojos se escandalizarán de ver a los impúdicos pájaros hacer sus cochinadas sobre las ramas de los árboles, al igual que Firulais intentará aparearse con la bastilla del pantalón en el momento menos esperado.

Es momento del desfile de la carne, cuando desde preescolar hasta grupos de la tercera edad realizan sus certámenes para elegir a la realeza que representará esta chulada de estación, pues los recintos educativos se transforman en escaparates donde enormes mantas con imágenes de damitas en diminutos vestidos exhiben ante las erotizadas miradas de jovenzuelos y vetustos docentes –que se niegan a aceptar su edad, esa piel que curtió el paso de la pubertad.

Para cierta fecha especial es común que mucha gente acuda con sus ropas blancas al “Teotihuacán de occidente”, es decir, a las pirámides del Chanal, dizque a cargarse de energía primaveral, imagino que Huitzilopochtli en esos momento se botará de la risa de ver tanta ridiculez; si usted quiere llenarse de energía, cualquier toma de corriente eléctrica le servirá o busque al señor de los toques que anda con su acumulador; pero si el equinoccio sucede cuando se encuentre en la oficina, abrace a su computadora y dígale cuanto la aprecia, más si no le es posible, busque al más corriente de sus compañeros y dele un apretón de manos.

Durante este mes inicia la cuenta regresiva para la Semana Santa, momento de empezar a empacar las escasas petacas que nos llevaremos a Cuyutlanejo o de perdida la sardina con galletas de soda que saborearemos en el tobogán del Parque Regional, como es tiempo de cuaresma, pues los católicos se abstienen de comer carne, mas al prójimo lo continúan masticando como siempre, ¡ah! El lado rico es que también es momento de engullir la sabrosa capirotada y las riquicuquis tortitas de camarón que mi cabecita de algodón prepara para deleite del paladar, esa es una razón por la cual este mes vale la pena vivirlo, no le aunque el último domingo del mes tengamos que modificar los relojes para aclimatarlos al móndrigo horario de verano.

sábado, 8 de marzo de 2014

Farisaicos del siglo XXI

Ya pasó la entrega del Oscar, pero creo que mejor actor o actriz no hay como esos hipócritas que pululan de forma omnipresente, sí esas personas que fingen creencias, virtudes, cualidades y sentimientos totalmente contrarios a los que en verdad tienen. Tal comportamiento nace de la estúpida necesidad por ocultar ante los demás los motivos reales o sentimientos, ¡pobres, dan lástima, pues son como un coche en marcha con el freno de mano aplicado! Se van desgastando poco a poco.

Tales actores ante nuestros ojos intentan dar una imagen a través de la cual descubramos su grandeza y enorme corazón, pues de forma ufana suelen hablar mucho de Dios o la religión que profesan, mientras atrás de esa máscara ocultan un odio atroz –híjole, esto me recuerda a Hitler, Mussolini o la Santa Inquisición. Erigen mediante las apariencias de su persona claros ejemplos de ser sensibles, pues cuando saben que alguien está enfermo o sufrió un accidente hacen lo posible por saber de su situación médica, mas lo único que buscan es satisfacer esa morbosidad que tanto abunda en ellos, pues ya que sacian su curiosidad, lo divulgan en secreto a voces entre sus conocidos, haciendo parecer un fenómeno al enfermo.

Otra cualidad histriónica de ellos es la filantropía, la cual siempre lleva oculta una intención, te ayudan de forma “desinteresada” en lo que está bajo sus posibilidades, pero ya saben que a cambio, a quien apoyó estará comprometido con él ante cualquier situación que se le ofrezca, o sea, ya tiene un esbirro para llevar a cabo cualquiera mala intención. Bajo ese mismo oscuro propósito, también denotan ser altruistas; estas dos supuestas cualidades son a veces sus máximas, pues intentan dar el ejemplo ante los demás y lo que es peor pretenden o exigen a quienes lo rodean que actúen de forma semejante, intentando así que se ensalce su actuar.

Hace varios siglos un hombre de alma libre y fuerte de fe, los llamó sepulcros blanqueados, que por fuera lucen bien y por dentro están llenos de podredumbre, pues ser hipócrita es sinónimo de embuste y cierta pantalla de reputación, es un lobo envuelto en piel de borrego que intenta agradar a los demás; me pregunto, ¿quién es la madre de esos individuos que les educó de esa manera? Encuentro como respuesta, que sujetos así, no tienen madre.

Durante mi corta vida he conocido a varios, cuando los descubro, lo único que hago es poner un infranqueable muro entre ellos y yo, pues la verdad me repugna que existan con ese mezquino criterio, y si por alguna razón no es posible apartarme de ellos, recurro a la diplomacia, pues no me da miedo el enemigo que sé me atacará alguna vez, sino el falso amigo que me abrazará para demostrarme su afecto o preguntará si todo está bien, a sabiendas que mi vida le importa un comino.

Si a ellos se les entregará una estatuilla dorada, tengo la plena seguridad de que muchos estarían disputándosela, ¿a poco no tiene usted a sus nominados? Sólo falta que diga quién es el ganador, yo… pues… la verdad, tengo un titipuchal.

miércoles, 26 de febrero de 2014

La vida salvaje de la oficina

Allá por la década de los ochentas, cuando el canal de la huella transmitía la serie El Nuevo Mundo Salvaje de Lorne Greene, documentales sobre la flora y fauna de la sabana africana, en cuyos capítulos los televidentes nos sorprendíamos de las maravillas y los problemas que sortean las especies que ahí habitan. Nosotros sin ir al África podemos realizar panorámicas semejante al de esos documentales, si somos capaces de observar con mirada de espectador lo que ocurre en un hábitat de la selva de concreto, a continuación ustedes serán testigos de la vida salvaje en una oficina.

7:50 a.m. el personal con rostros abotagados de dormir, algunos ojerosos e incluso hay quienes todavía traen la costura de la almohada tatuada en los cachetes, arriban al instrumento de presión y sinónimo de estrés que en muchas oficinas colocan para puntualidad de sus empleados, el reloj checador, –tic, tac, tic, tac, ¡maldita música!; una vez que han registrado su ingreso, llega la relajación pues saben que la distancia entre el checador y el hábitat natural de su enjaulamiento que es el cubículo donde desempeñan sus labores existe una gran distancia de por medio, lo cual les permite intercambiar con los compañeros lo último del jet set de la oficina, mientras el tiempo pasa sin prisa.

8:15 a.m. existe una voz popular que dice primero comer que ser cristiano, fieles a este adagio después de haber degustado del prójimo no hay nada mejor que el bolillo y un calientito café, esa bebida que equivale al Santo Grial de las mañanas; al observarlos viene el recuerdo de Mumm-Ra, sólo que ahora al beber de la taza invocan a los antiguos espíritus de la cafeína para que transformen sus cuerpos decadentes en empleados, bueno no en todos surte tal efecto, quienes hacen la mimesis de que trabajan continuarán haciéndolo con más enjundia.

8:40 a.m. con el estómago haciendo digestión dirigen humildemente sus pasos a los cubículos donde se encuentran las computadoras, sobran dedos de la mano, para contar los que en realidad dedicarán parte de su estancia frente al monitor ejerciendo su labor y faltarán manos, para cuantificar los que las utilizarán para consultar las novedades en las redes sociales o navegar buscando la inmortalidad del cangrejo; como si fuera un tianguis diversos géneros musicales sonorizan el ambiente, pues cada empleado como analgesia a su desempeño hacen rugir las bocinas del ordenador, mientras las sexicretarias mueven las caderas al ritmo del sonido, si, esas despampanantes féminas que como abejas a la miel atraen las miradas masculinas sobre lo corto de sus faldas y el prolongado escote de las blusas que suelen llevar.

9:30 a.m. un sepulcral silencio inunda el recinto, es la llegada del jefe, quien saluda formalmente a todos, cual Moisés al cruzar el Mar Rojo, conforme avanza hasta llegar a su privado todos se abren a su paso; este personaje se debate siempre entre la inseguridad y la sospecha, muchas veces duda de la lealtad de sus empleados; cuando delega cierta responsabilidad en alguno de sus subalternos tiene siempre la zozobra de que ellos se tomen atribuciones que no les corresponden. Exige puntualidad, compromiso laboral y eficiencia a sus trabajadores, cualidades que algunas veces hasta él carece de ellas.

10:15 a.m. llega el momento en que el tiempo se vuelve totalmente relativo, es la hora del almuerzo, período en que la oficina es invadida por diversos olores tipo fonda de mercado, aquí aparecen esos aficionados a la dieta de la “T” –tamales, tacos, tortas y tostadas. Pasados varios minutos de degustar los sagrados alimentos, unos van al único sitio de privacidad que bien podría equipararse con una especie de sala lounge, el baño, lugar donde se evaporiza la ansiedad a través de un cigarrito, ojeando una revista o whatsappeando a través del celular las tonterías que algunos compañeros comentaron durante el almuerzo.

2:50 p.m. ya pasaron varias horas donde los empleados padecieron el síndrome que el jefe les contagia, la juntitis, esa enfermedad crónica de reunirse a cada rato; uno que otro recibió la temida llamada que bien podría equivaler al fin salarial de recursos humanos; antes de abandonar el lugar exhaustos y estresados por la carga laboral checan su salida, otros tal vez irán a otro sitio a continuar cansándose de no hacer nada, es el fin de una jornada laboral y sinónimo de caos vial, pues salen desembocados conduciendo sus automóviles los más afortunados y los menos buscan esperanzados el camión que los llevará a sus hogares.

miércoles, 19 de febrero de 2014

El Golletero

No hay cosas más disfrutables en esta vida que las que son gratis, es decir, cuando el bolsillo de uno no adelgaza un céntimo, ¡eso ni quién lo dude! Lo único malo es cuando abusamos de ello, es más, hasta hacemos lo posible para que casi todo nos salga regalado; muchas veces esa actitud tan nuestra de intentar por todos los medios de no gastar o invertir dinero nos lleva a realizar acciones tan mezquinas que la verdad causamos pena, a ese tipo de personas en casa les llaman golleteros.

Es común cuando en las oficinas existe algún festejo por equis razón, se cooperen entre todos para compartir bocadillos, pero ahí está el golletero con su gandallez, ofreciéndose a repartir con la oscura intención de que sobre, para ello se las ingenia en limitar las porciones de los alimentos, tal limitación hace que los demás reciban en sus platos rebanadas de pastel tipo oblea, raciones de ensaladas tamaño excremento de chivo o platos de pozole semejantes a los de una fiesta de preescolar, ah, pero al salir de la chamba vemos a quien repartió cargado de bolsas cuyo interior hay varios tupper repletos de lo que “sobró”. Esta persona sí que hace honor al dicho ese de “quien parte y reparte se queda con la mejor parte”.

A veces busca cómplices con los que si comparte el botín, y éstos socios le apoyan ya sea proporcionándole los trastes y bolsas o proponiéndolo ante los demás para que sea quien se encargue de servir los platillos, a sabiendas que al final tendrán su recompensa, en pocas palabras, el golletero crea escuela.

Otra característica de estos sujetos es que la mayoría de las veces se auto invitan a las fiestas y viajes, o sea, aparte de golletero también se es colero; eso sí, llega a las pachangas sintiéndose el invitado de honor, le agrada ocupar las mesas principales, va y felicita a los festejados aun sin conocerlos e incluso se cree el anfitrión, pues es capaz de sugerir a los meseros el momento de repartir los platillos a su antojo. En los viajes hace lo posible por modificar el itinerario a sus necesidades, propone ir a lugares donde todos los gastos sean compartidos y él cual becario disfruta sin desembolsar nada.

A la hora de cooperar, se hace como los estudiantes del cuadro de honor en las escuelas, no saca ni un cinco, evade en lo posible invertir un peso en algo, es de esos que no se comen un cacahuate por no tirar la cáscara, es de los que no ablanda su codo para nada, es más, no dispara ni en defensa propia, pues es capaz de causar la impresión de vivir en pobreza extrema.

Es muy fijado cuando se topa con un individuo igual de abusivo o ventajoso que él, al no poder manipularlo como a los demás inmediatamente lo critica y busca la forma de evidenciarlo, en pocas palabras no soporta a los de su misma especie, pues piensa que será desplazado.

¿Dónde hay sujetos como éstos? Estimado lector, tal vez usted o yo seamos en algún momento de nuestra vida así, casi todos los seres humanos tenemos nuestro lapsus golleterezco, el problema es cuando se vuelve una patología, recuerde que el golletero tiene su lema, vivir a cuesta de los otros, ¡ah, pero no es un parásito! Pues si lo consideras así, corres el riesgo de herir sus sentimientos, recuerda que ellos también tienen dignidad.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Adivina, adivinador

Hace varios años que conozco a… ¿cómo le llamaré para mantenerlo en el anonimato? ¡Ah ya sé! “Juan N”, quien durante prolongados periodos de tiempo se cansó de no encontrar empleo, pese a ser licenciado en “N” profesión nadie le ofrecía un puesto laboral, decepcionándose así de haberse quemado las pestañas por cinco años en la facultad “N” y de soportar el agrio sarcasmo de sus profesores; siempre que iba a cualquier oficina recibía la estéril promesa de “regrese dentro de quince días”. Un día hojeando la revista Duda. Lo increíble es la verdad, llegó a su cerebro una idea, convertirse en psíquico o adivinador.

Convencido de tal empresa, en el mercado compró una baraja española encerada; se vistió de túnicas blancas, maquilló el rostro con un tono de base más claro que su piel, se puso mucho blush –chapitas tipo Heidi, las cejas delineadas a medio círculo tipo Gordolfo Gelatino, todo un andrógino como son los adivinos; de la Duda sacó el nombre de Semjase, pues ahí leyó que al elegir un nombre se transmiten ciertas características o poderes implicados en el mismo, y ni modo que no fuera a recibir habilidades extraordinarias tratándose del nombre de una alienígena que contactó el suizo Billy Meier; con un amigo serigrafista hizo cartelitos donde ofrecía lectura de baraja, avistamiento de aura, deducción de biorritmos, compatibilidad de caracteres y designación del número de la suerte, según la fecha de nacimiento.

La frase con la que siempre iniciaba según la clientela era, “que la luz de Shiba Inu ilumine tu karma, puedo ver en tu futuro que serás inmensamente feliz, tendrás un lujoso automóvil frente a esa casa tipo mansión, el trabajo no faltará, en el amor te va ir bien gracias a ese bonito carácter que tienes, pero ten mucho cuidado de no ser tan necio como a veces eres porque puedes echarlo todo a perder, tus hijos serán la alegría del hogar, pues te casarás en la iglesia –no importa de la religión que seas– con una persona que te hará inmensamente feliz, pero … ten mucho cuidado con…” e iniciaba con un choro dependiendo de la facha de quien tuviera enfrente.

Los únicos días que trabaja eran los martes y viernes de todas las semanas, los restantes leía diversos libros de superación personal donde obtenía esas frases alicientes que brindaba a sus clientes; al lado de la mesa donde consultaba las cartas había un altar repleto de velas en color rojo donde sugería a las personas depositar limosnas ante la efigie de San Cipriano.

Con el transcurrir del tiempo la gente que acudía a sus servicios, además de conocer su futuro le pedían remedios para sus malestares físicos, lo que le obligó a consultar el libro La panza es primero de Rius, donde sacó infinidad de remedios caseros que recetaba; después cual farmacéutico. Creó un brebaje compuesto de hojas de naranjo, piña, alfalfa y sábila que industrializó en envases de plástico, vendiéndolas al por mayor, con el cual mágicamente se curaban de toda dolencia los ahora pacientes.

A través de estas líneas no justifico la estafa y el engaño de un individuo así, al contrario considero que es un trabajo totalmente deshonesto, pero lo que más me incomoda es que a pesar de que vivimos en pleno siglo veintiuno aún exista tanta gente que continúe en el oscurantismo medieval, sujetos que se dicen religiosos y tienen más fe en un estafador que lo único que quiere es su dinero, yo me pregunto, ¿cuál es su Dios de estas personas? Pues da la impresión de que es más débil ante las destrezas de un simple mortal.

No olvidemos que toda acción tiene una reacción, lo único malo es que nadie se hace responsable de las consecuencias de sus actos, siempre buscamos a quién echarle la culpa de lo que hacemos, es por eso que para quitar el cargo de conciencia recurrimos a esas supuestas personas místicas y así tener a quien culpar de lo que nos pasa.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Febrero loco

Entramos al segundo mes del año, estos días huelen a tamales, estiércol de caballo y melcocha, digo que a tamalitos pues a todos esos que el pasado seis de enero les salió el muñequito de la rosca, tuvieron que exorcizar su regiomontano interno para aflojar el codo y discutirse con los alimentos elaborados en masa cuya porción de relleno a veces es muy raquítica y de un sabor no tan bueno, es más, a poco no es cierto que muchas veces el confiscado hilito de las rajas y queso, sabe como a producto enlatado, el queso de lo chicloso que se pone, nos recuerda a aquellas bolas multicolores de chicle que comprábamos en la tiendita de la primaria –¡ah, qué recuerdos de esa añorada tiendita que por un tostón podías degustar de una sabrosísima tostada con chile seco y limón, agua de arroz y el chicle bolita!

Es mes de las tradicionales fiestas charrotaurinas de Villa de Álvarez, de seguro ya están desde hoy el titipuchal de ranflas estacionadas por toda la Manuel Álvarez apartando lugar para este viernes sumarse a la algarabía de la primera cabalgata; la señora con su vaca de cartón nuevamente tendrá sus quince días de fama y muchos saldrán del closet en la cabalgata de la gasolina con el pretexto de que se están divirtiendo.

El catorce de este mes tal vez para algunos sea una fecha oscura, pues debido al impacto comercial que tiene ponerte romántico y amistoso, resulta un martirio encontrar un ramo de flores sencillo pero bonito, pues si un día antes te costaba cierta cantidad, ese día su costo se multiplicó al cubo, peor aún, es localizarlo en venta; conseguir una reservación para tener una cena romántica con tu pareja esa noche, ni lo sueñes, sino reservaste con diez días de anticipación, ni en una fonda encontrarás sitio.

También entró este mes inaugurando el primero de los puentes de este seminuevo 2014, obvio, tú decides escaparte de la aburrida ciudad o utilizarlo para descansar con la familia, poniendo en orden algunas cosas, pero... si en tu chamba es de esas manchadas que no aplican los puentes, pues sólo te queda hacer uso de la imaginación y soñar en esas paradisiacas playas que alguna vez disfrutarás, ¡ajá!

Amigo, ya se nos fue enero y con él todas esas promesas que hiciste, no le hagas al loco, sabemos de sobra que continuarás siendo el mismo, sólo que envuelto en novedad, si no saliste en el 2013, ten la plena seguridad que en este año tampoco, a menos de que hagas una rifa de tu persona y a ver quién es el afortunado ganador.