No hay cosas más disfrutables en esta vida que las que son gratis, es decir, cuando el bolsillo de uno no adelgaza un céntimo, ¡eso ni quién lo dude! Lo único malo es cuando abusamos de ello, es más, hasta hacemos lo posible para que casi todo nos salga regalado; muchas veces esa actitud tan nuestra de intentar por todos los medios de no gastar o invertir dinero nos lleva a realizar acciones tan mezquinas que la verdad causamos pena, a ese tipo de personas en casa les llaman golleteros.
Es común cuando en las oficinas existe algún festejo por equis razón, se cooperen entre todos para compartir bocadillos, pero ahí está el golletero con su gandallez, ofreciéndose a repartir con la oscura intención de que sobre, para ello se las ingenia en limitar las porciones de los alimentos, tal limitación hace que los demás reciban en sus platos rebanadas de pastel tipo oblea, raciones de ensaladas tamaño excremento de chivo o platos de pozole semejantes a los de una fiesta de preescolar, ah, pero al salir de la chamba vemos a quien repartió cargado de bolsas cuyo interior hay varios tupper repletos de lo que “sobró”. Esta persona sí que hace honor al dicho ese de “quien parte y reparte se queda con la mejor parte”.
A veces busca cómplices con los que si comparte el botín, y éstos socios le apoyan ya sea proporcionándole los trastes y bolsas o proponiéndolo ante los demás para que sea quien se encargue de servir los platillos, a sabiendas que al final tendrán su recompensa, en pocas palabras, el golletero crea escuela.
Otra característica de estos sujetos es que la mayoría de las veces se auto invitan a las fiestas y viajes, o sea, aparte de golletero también se es colero; eso sí, llega a las pachangas sintiéndose el invitado de honor, le agrada ocupar las mesas principales, va y felicita a los festejados aun sin conocerlos e incluso se cree el anfitrión, pues es capaz de sugerir a los meseros el momento de repartir los platillos a su antojo. En los viajes hace lo posible por modificar el itinerario a sus necesidades, propone ir a lugares donde todos los gastos sean compartidos y él cual becario disfruta sin desembolsar nada.
A la hora de cooperar, se hace como los estudiantes del cuadro de honor en las escuelas, no saca ni un cinco, evade en lo posible invertir un peso en algo, es de esos que no se comen un cacahuate por no tirar la cáscara, es de los que no ablanda su codo para nada, es más, no dispara ni en defensa propia, pues es capaz de causar la impresión de vivir en pobreza extrema.
Es muy fijado cuando se topa con un individuo igual de abusivo o ventajoso que él, al no poder manipularlo como a los demás inmediatamente lo critica y busca la forma de evidenciarlo, en pocas palabras no soporta a los de su misma especie, pues piensa que será desplazado.
¿Dónde hay sujetos como éstos? Estimado lector, tal vez usted o yo seamos en algún momento de nuestra vida así, casi todos los seres humanos tenemos nuestro lapsus golleterezco, el problema es cuando se vuelve una patología, recuerde que el golletero tiene su lema, vivir a cuesta de los otros, ¡ah, pero no es un parásito! Pues si lo consideras así, corres el riesgo de herir sus sentimientos, recuerda que ellos también tienen dignidad.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
miércoles, 19 de febrero de 2014
miércoles, 12 de febrero de 2014
Adivina, adivinador
Hace varios años que conozco a… ¿cómo le llamaré para mantenerlo en el anonimato? ¡Ah ya sé! “Juan N”, quien durante prolongados periodos de tiempo se cansó de no encontrar empleo, pese a ser licenciado en “N” profesión nadie le ofrecía un puesto laboral, decepcionándose así de haberse quemado las pestañas por cinco años en la facultad “N” y de soportar el agrio sarcasmo de sus profesores; siempre que iba a cualquier oficina recibía la estéril promesa de “regrese dentro de quince días”. Un día hojeando la revista Duda. Lo increíble es la verdad, llegó a su cerebro una idea, convertirse en psíquico o adivinador.
Convencido de tal empresa, en el mercado compró una baraja española encerada; se vistió de túnicas blancas, maquilló el rostro con un tono de base más claro que su piel, se puso mucho blush –chapitas tipo Heidi, las cejas delineadas a medio círculo tipo Gordolfo Gelatino, todo un andrógino como son los adivinos; de la Duda sacó el nombre de Semjase, pues ahí leyó que al elegir un nombre se transmiten ciertas características o poderes implicados en el mismo, y ni modo que no fuera a recibir habilidades extraordinarias tratándose del nombre de una alienígena que contactó el suizo Billy Meier; con un amigo serigrafista hizo cartelitos donde ofrecía lectura de baraja, avistamiento de aura, deducción de biorritmos, compatibilidad de caracteres y designación del número de la suerte, según la fecha de nacimiento.
La frase con la que siempre iniciaba según la clientela era, “que la luz de Shiba Inu ilumine tu karma, puedo ver en tu futuro que serás inmensamente feliz, tendrás un lujoso automóvil frente a esa casa tipo mansión, el trabajo no faltará, en el amor te va ir bien gracias a ese bonito carácter que tienes, pero ten mucho cuidado de no ser tan necio como a veces eres porque puedes echarlo todo a perder, tus hijos serán la alegría del hogar, pues te casarás en la iglesia –no importa de la religión que seas– con una persona que te hará inmensamente feliz, pero … ten mucho cuidado con…” e iniciaba con un choro dependiendo de la facha de quien tuviera enfrente.
Los únicos días que trabaja eran los martes y viernes de todas las semanas, los restantes leía diversos libros de superación personal donde obtenía esas frases alicientes que brindaba a sus clientes; al lado de la mesa donde consultaba las cartas había un altar repleto de velas en color rojo donde sugería a las personas depositar limosnas ante la efigie de San Cipriano.
Con el transcurrir del tiempo la gente que acudía a sus servicios, además de conocer su futuro le pedían remedios para sus malestares físicos, lo que le obligó a consultar el libro La panza es primero de Rius, donde sacó infinidad de remedios caseros que recetaba; después cual farmacéutico. Creó un brebaje compuesto de hojas de naranjo, piña, alfalfa y sábila que industrializó en envases de plástico, vendiéndolas al por mayor, con el cual mágicamente se curaban de toda dolencia los ahora pacientes.
A través de estas líneas no justifico la estafa y el engaño de un individuo así, al contrario considero que es un trabajo totalmente deshonesto, pero lo que más me incomoda es que a pesar de que vivimos en pleno siglo veintiuno aún exista tanta gente que continúe en el oscurantismo medieval, sujetos que se dicen religiosos y tienen más fe en un estafador que lo único que quiere es su dinero, yo me pregunto, ¿cuál es su Dios de estas personas? Pues da la impresión de que es más débil ante las destrezas de un simple mortal.
No olvidemos que toda acción tiene una reacción, lo único malo es que nadie se hace responsable de las consecuencias de sus actos, siempre buscamos a quién echarle la culpa de lo que hacemos, es por eso que para quitar el cargo de conciencia recurrimos a esas supuestas personas místicas y así tener a quien culpar de lo que nos pasa.
Convencido de tal empresa, en el mercado compró una baraja española encerada; se vistió de túnicas blancas, maquilló el rostro con un tono de base más claro que su piel, se puso mucho blush –chapitas tipo Heidi, las cejas delineadas a medio círculo tipo Gordolfo Gelatino, todo un andrógino como son los adivinos; de la Duda sacó el nombre de Semjase, pues ahí leyó que al elegir un nombre se transmiten ciertas características o poderes implicados en el mismo, y ni modo que no fuera a recibir habilidades extraordinarias tratándose del nombre de una alienígena que contactó el suizo Billy Meier; con un amigo serigrafista hizo cartelitos donde ofrecía lectura de baraja, avistamiento de aura, deducción de biorritmos, compatibilidad de caracteres y designación del número de la suerte, según la fecha de nacimiento.
La frase con la que siempre iniciaba según la clientela era, “que la luz de Shiba Inu ilumine tu karma, puedo ver en tu futuro que serás inmensamente feliz, tendrás un lujoso automóvil frente a esa casa tipo mansión, el trabajo no faltará, en el amor te va ir bien gracias a ese bonito carácter que tienes, pero ten mucho cuidado de no ser tan necio como a veces eres porque puedes echarlo todo a perder, tus hijos serán la alegría del hogar, pues te casarás en la iglesia –no importa de la religión que seas– con una persona que te hará inmensamente feliz, pero … ten mucho cuidado con…” e iniciaba con un choro dependiendo de la facha de quien tuviera enfrente.
Los únicos días que trabaja eran los martes y viernes de todas las semanas, los restantes leía diversos libros de superación personal donde obtenía esas frases alicientes que brindaba a sus clientes; al lado de la mesa donde consultaba las cartas había un altar repleto de velas en color rojo donde sugería a las personas depositar limosnas ante la efigie de San Cipriano.
Con el transcurrir del tiempo la gente que acudía a sus servicios, además de conocer su futuro le pedían remedios para sus malestares físicos, lo que le obligó a consultar el libro La panza es primero de Rius, donde sacó infinidad de remedios caseros que recetaba; después cual farmacéutico. Creó un brebaje compuesto de hojas de naranjo, piña, alfalfa y sábila que industrializó en envases de plástico, vendiéndolas al por mayor, con el cual mágicamente se curaban de toda dolencia los ahora pacientes.
A través de estas líneas no justifico la estafa y el engaño de un individuo así, al contrario considero que es un trabajo totalmente deshonesto, pero lo que más me incomoda es que a pesar de que vivimos en pleno siglo veintiuno aún exista tanta gente que continúe en el oscurantismo medieval, sujetos que se dicen religiosos y tienen más fe en un estafador que lo único que quiere es su dinero, yo me pregunto, ¿cuál es su Dios de estas personas? Pues da la impresión de que es más débil ante las destrezas de un simple mortal.
No olvidemos que toda acción tiene una reacción, lo único malo es que nadie se hace responsable de las consecuencias de sus actos, siempre buscamos a quién echarle la culpa de lo que hacemos, es por eso que para quitar el cargo de conciencia recurrimos a esas supuestas personas místicas y así tener a quien culpar de lo que nos pasa.
miércoles, 5 de febrero de 2014
Febrero loco
Entramos al segundo mes del año, estos días huelen a tamales, estiércol de caballo y melcocha, digo que a tamalitos pues a todos esos que el pasado seis de enero les salió el muñequito de la rosca, tuvieron que exorcizar su regiomontano interno para aflojar el codo y discutirse con los alimentos elaborados en masa cuya porción de relleno a veces es muy raquítica y de un sabor no tan bueno, es más, a poco no es cierto que muchas veces el confiscado hilito de las rajas y queso, sabe como a producto enlatado, el queso de lo chicloso que se pone, nos recuerda a aquellas bolas multicolores de chicle que comprábamos en la tiendita de la primaria –¡ah, qué recuerdos de esa añorada tiendita que por un tostón podías degustar de una sabrosísima tostada con chile seco y limón, agua de arroz y el chicle bolita!
Es mes de las tradicionales fiestas charrotaurinas de Villa de Álvarez, de seguro ya están desde hoy el titipuchal de ranflas estacionadas por toda la Manuel Álvarez apartando lugar para este viernes sumarse a la algarabía de la primera cabalgata; la señora con su vaca de cartón nuevamente tendrá sus quince días de fama y muchos saldrán del closet en la cabalgata de la gasolina con el pretexto de que se están divirtiendo.
El catorce de este mes tal vez para algunos sea una fecha oscura, pues debido al impacto comercial que tiene ponerte romántico y amistoso, resulta un martirio encontrar un ramo de flores sencillo pero bonito, pues si un día antes te costaba cierta cantidad, ese día su costo se multiplicó al cubo, peor aún, es localizarlo en venta; conseguir una reservación para tener una cena romántica con tu pareja esa noche, ni lo sueñes, sino reservaste con diez días de anticipación, ni en una fonda encontrarás sitio.
También entró este mes inaugurando el primero de los puentes de este seminuevo 2014, obvio, tú decides escaparte de la aburrida ciudad o utilizarlo para descansar con la familia, poniendo en orden algunas cosas, pero... si en tu chamba es de esas manchadas que no aplican los puentes, pues sólo te queda hacer uso de la imaginación y soñar en esas paradisiacas playas que alguna vez disfrutarás, ¡ajá!
Amigo, ya se nos fue enero y con él todas esas promesas que hiciste, no le hagas al loco, sabemos de sobra que continuarás siendo el mismo, sólo que envuelto en novedad, si no saliste en el 2013, ten la plena seguridad que en este año tampoco, a menos de que hagas una rifa de tu persona y a ver quién es el afortunado ganador.
Es mes de las tradicionales fiestas charrotaurinas de Villa de Álvarez, de seguro ya están desde hoy el titipuchal de ranflas estacionadas por toda la Manuel Álvarez apartando lugar para este viernes sumarse a la algarabía de la primera cabalgata; la señora con su vaca de cartón nuevamente tendrá sus quince días de fama y muchos saldrán del closet en la cabalgata de la gasolina con el pretexto de que se están divirtiendo.
El catorce de este mes tal vez para algunos sea una fecha oscura, pues debido al impacto comercial que tiene ponerte romántico y amistoso, resulta un martirio encontrar un ramo de flores sencillo pero bonito, pues si un día antes te costaba cierta cantidad, ese día su costo se multiplicó al cubo, peor aún, es localizarlo en venta; conseguir una reservación para tener una cena romántica con tu pareja esa noche, ni lo sueñes, sino reservaste con diez días de anticipación, ni en una fonda encontrarás sitio.
También entró este mes inaugurando el primero de los puentes de este seminuevo 2014, obvio, tú decides escaparte de la aburrida ciudad o utilizarlo para descansar con la familia, poniendo en orden algunas cosas, pero... si en tu chamba es de esas manchadas que no aplican los puentes, pues sólo te queda hacer uso de la imaginación y soñar en esas paradisiacas playas que alguna vez disfrutarás, ¡ajá!
Amigo, ya se nos fue enero y con él todas esas promesas que hiciste, no le hagas al loco, sabemos de sobra que continuarás siendo el mismo, sólo que envuelto en novedad, si no saliste en el 2013, ten la plena seguridad que en este año tampoco, a menos de que hagas una rifa de tu persona y a ver quién es el afortunado ganador.
miércoles, 29 de enero de 2014
¡Te escribí un mail y no me contestaste!
Siglo veintiuno. Las muestras de afecto son unas cuantas palabras con errores de ortografía en alguna red social de las que pululan en Internet, un aparato reproductor ya no es ese que tanto trabajo y vergüenza causó a nuestros profesores al enseñárnoslos en clases de anatomía, ahora es un artilugio que bien puede ser un iPod o cualquier medio que reproduzca sonidos en formatos MP3; el correo electrónico se ha convertido en el canal de comunicación para delegar responsabilidades a alguien más, ¿quién les dijo que con el hecho de enviar un E-mail algo ya se resolvió?
Amigo, ¿no le ha pasado que alguien le reclame por qué no revisó su cuenta de correo y por lo tanto no se percató de lo que ahí le encomendaron? ¡Que no es más factible solicitártelo de forma verbal! Así se puede evitar el embuste de que tal vez exista la probabilidad de que no llegó a nuestra bandeja. Igual de patético resulta esa persona que te llama para enterarte de que se te hizo llegar ciertas indicaciones vía electrónica, si ya está al teléfono, ¿Por qué no me las dice de una vez? Acaso, ¿será que no le interesa cruzar palabras con un imbécil como yo?
La verdad es que con ese tipo de actitudes, dan la impresión de que no se quiere hablar con la persona, simplemente que se limite a revisar su mail y punto, ¡así o más ridícula la relación “interpersonal”! También existe la posibilidad de que tal encomienda no cualquiera la haría con gusto, entonces para evitarse excusa alguna se centran en que se sigan las instrucciones sin objeción alguna.
A raíz de esto, creo que debemos aclarar –si, ya sé que esta tecnología agiliza algunas cosas, más enviar un correo electrónico a un subordinado no es delegar una responsabilidad, peor aún, si se trata de algo urgente, lo más recomendable es contactar al implicado de forma personal y enterarle de lo que se le requiere, evitando la tontería de llamarle la atención por no revisar su cuenta de correo; hasta donde sé en ningún reglamento o estatuto de trabajo está estipulado que las indicaciones o disposiciones del empleado se harán llegar por E-mail.
Otro lío que puede causar eso de delegar responsabilidades por correo, es la corresponsabilidad de responsabilidades, es decir, al que le urge es quien lo envía, y tal vez para quien lo reciba no sea tan prioritario o existen otros asuntos que para éste sean primordiales que lo recibido a través de un simple correíto, o sea, quien lo envía jamás evalúa la importancia con base al nivel de responsabilidad de los demás, generando así un círculo vicioso, “me urge, pero a ti te vale un carajo”, ¡ya ven que existe gente muy resentidita!
Con este tipo de acciones algunas oficinas han tergiversado la esencia por la cual fue creado este medio, el intercambio de información, pues al intentar convertirlo en una especie de herramienta mediante la cual se pretenden delegar responsabilidades a los empleados, lo único que han logrado es que exista una posible brecha de comunicación entre altos mandos y subordinados.
Por lo tanto, si usted es gerente, jefe o posee cierto rengo jerárquico, la próxima vez que experimente la difusa idea de que con tan sólo enviar un correo electrónico las actividades se realizarán por arte de magia, mejor deje de tener sueños guajiros, tome el teléfono y háganselo saber a quién le interese ejecute la acción o mejor aún, aproxímense a la persona indicada y en lo corto dialoguen sobre la importancia de lo que desea que se realice… ¡ah! Pero no olvide que en el pedir está el dar.
Amigo, ¿no le ha pasado que alguien le reclame por qué no revisó su cuenta de correo y por lo tanto no se percató de lo que ahí le encomendaron? ¡Que no es más factible solicitártelo de forma verbal! Así se puede evitar el embuste de que tal vez exista la probabilidad de que no llegó a nuestra bandeja. Igual de patético resulta esa persona que te llama para enterarte de que se te hizo llegar ciertas indicaciones vía electrónica, si ya está al teléfono, ¿Por qué no me las dice de una vez? Acaso, ¿será que no le interesa cruzar palabras con un imbécil como yo?
La verdad es que con ese tipo de actitudes, dan la impresión de que no se quiere hablar con la persona, simplemente que se limite a revisar su mail y punto, ¡así o más ridícula la relación “interpersonal”! También existe la posibilidad de que tal encomienda no cualquiera la haría con gusto, entonces para evitarse excusa alguna se centran en que se sigan las instrucciones sin objeción alguna.
A raíz de esto, creo que debemos aclarar –si, ya sé que esta tecnología agiliza algunas cosas, más enviar un correo electrónico a un subordinado no es delegar una responsabilidad, peor aún, si se trata de algo urgente, lo más recomendable es contactar al implicado de forma personal y enterarle de lo que se le requiere, evitando la tontería de llamarle la atención por no revisar su cuenta de correo; hasta donde sé en ningún reglamento o estatuto de trabajo está estipulado que las indicaciones o disposiciones del empleado se harán llegar por E-mail.
Otro lío que puede causar eso de delegar responsabilidades por correo, es la corresponsabilidad de responsabilidades, es decir, al que le urge es quien lo envía, y tal vez para quien lo reciba no sea tan prioritario o existen otros asuntos que para éste sean primordiales que lo recibido a través de un simple correíto, o sea, quien lo envía jamás evalúa la importancia con base al nivel de responsabilidad de los demás, generando así un círculo vicioso, “me urge, pero a ti te vale un carajo”, ¡ya ven que existe gente muy resentidita!
Con este tipo de acciones algunas oficinas han tergiversado la esencia por la cual fue creado este medio, el intercambio de información, pues al intentar convertirlo en una especie de herramienta mediante la cual se pretenden delegar responsabilidades a los empleados, lo único que han logrado es que exista una posible brecha de comunicación entre altos mandos y subordinados.
Por lo tanto, si usted es gerente, jefe o posee cierto rengo jerárquico, la próxima vez que experimente la difusa idea de que con tan sólo enviar un correo electrónico las actividades se realizarán por arte de magia, mejor deje de tener sueños guajiros, tome el teléfono y háganselo saber a quién le interese ejecute la acción o mejor aún, aproxímense a la persona indicada y en lo corto dialoguen sobre la importancia de lo que desea que se realice… ¡ah! Pero no olvide que en el pedir está el dar.
miércoles, 22 de enero de 2014
Los cincuenta y cinco segundos más aciagos
Hay una canción de Francisco José Hernández Mandujano, para los compas mejor conocido como Chico Che, cuya letra dice “¿dónde te agarró el temblor? Muy cerquita del portón”, cada vez que la escucho al igual que Cuando pase el temblor de los argentinos Soda Stereo, que en su letra narran un sismo humano, pero que en mi inconsciente hace que suba al DeLorean de Back to the Future y viaje al 21 de enero del 2003, seis minutos con treinta y cuatro segundos pasados las ocho de la noche.
Esa fecha mi amada pareja y un servidor caminábamos por el andador Constitución, de pronto un estruendoso sonido como cuando una retroexcavadora se encuentra en función se escuchó a nuestras espaldas, al mirar atrás vimos como una nube de polvo se levantaba y avanzaba hacia nosotros, inmediatamente el piso comenzó a sacudirse bajo nuestros pies, al ver a un costado donde se localiza un conocido hotel cuyo nombre es un apellido, nos dimos cuenta como los bustos que circundan su azotea se inclinaban y regresaban de forma brusca, amenazando caer sobre nosotros, mientras el miedo como ropas mojadas se nos pegaba al alma.
Cuando llegamos al final del andador, que por cierto se nos hizo una eternidad, se vino un aluvión debido a que la alberca y los tinacos de ese hotel se rompieron, haciéndonos sentir parte de una escena de la película Titanic; ya en la esquina el pánico incrementó cuando enormes trozos de uno de los campanarios de la catedral comenzaron a caer encima de los vehículos que se quedaron parados a media calle y sobre la banqueta, dicen que la sacudida fue cuestión de minutos, pero a todos nos parecieron siglos.
En cuestión de minutos nos invadió una tenebrosa oscuridad, de entre las sombras observamos diversas siluetas humanas correr, un grupo de empleadas de cierta tienda departamental cuyo eslogan dice ir con el estilo, para evitar una torcedura en sus tobillos se quitaron las zapatillas y así poder avanzar más aprisa, a unos cuantos metros las volvimos a ver, estaban paradas ayudándose mutuamente a quitarse de las plantas de sus pies los pedazos de vidrio y cerámica que del restaurante ubicado a las afueras del portal se encontraban desperdigados por todos lados.
Cuando llegamos a la esquina del cruce entre las calles Santos Degollado, Gregorio Torres Quintero y Venustiano Carranza encontramos a una anciana de pie y sin realizar movimiento alguno cual estatua de cera, al acercárnosle mi mujer la toma del brazo, ella reacciona preguntándonos, ¿qué paso? ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? Al explicarle la situación, llega un coche conducido por una muchacha y le grita, ¡Mamá, súbete pronto! La pobre longeva a duras penas abordó el transporte, alejándose a prisa de nuestro lado.
Mientras caminábamos, ninguno se atrevía a externar algún comentario, pues nuestros pensamientos nos traicionaban vaticinando lo peor en nuestros hogares y era obvio que no queríamos alterarnos, ya que alrededor observamos personas llorando, otros tirados en las aceras quejándose de torceduras o esguinces que se hicieron al tropezar, un joven montado en bicicleta gritaba que no encendieran cerillos, pues existían fugas de gas, mientras las sirenas de las patrullas y ambulancias paseaban la tragedia por la ciudad.
Al llegar a nuestras casas afortunadamente sólo encontramos daños materiales y a los parientes atemorizados, pero intactos, un suspiro enorme tranquilizó la angustia, para después enterarnos a través de un televisor de baterías que Joaquín López-Dóriga y Javier Alatorre con su clásica amarillista y exagerada información no acordaban la magnitud exacta del sismo que dio origen a la noche más larga que los colimenses pasamos en esa indeleble fecha.
Esa fecha mi amada pareja y un servidor caminábamos por el andador Constitución, de pronto un estruendoso sonido como cuando una retroexcavadora se encuentra en función se escuchó a nuestras espaldas, al mirar atrás vimos como una nube de polvo se levantaba y avanzaba hacia nosotros, inmediatamente el piso comenzó a sacudirse bajo nuestros pies, al ver a un costado donde se localiza un conocido hotel cuyo nombre es un apellido, nos dimos cuenta como los bustos que circundan su azotea se inclinaban y regresaban de forma brusca, amenazando caer sobre nosotros, mientras el miedo como ropas mojadas se nos pegaba al alma.
Cuando llegamos al final del andador, que por cierto se nos hizo una eternidad, se vino un aluvión debido a que la alberca y los tinacos de ese hotel se rompieron, haciéndonos sentir parte de una escena de la película Titanic; ya en la esquina el pánico incrementó cuando enormes trozos de uno de los campanarios de la catedral comenzaron a caer encima de los vehículos que se quedaron parados a media calle y sobre la banqueta, dicen que la sacudida fue cuestión de minutos, pero a todos nos parecieron siglos.
En cuestión de minutos nos invadió una tenebrosa oscuridad, de entre las sombras observamos diversas siluetas humanas correr, un grupo de empleadas de cierta tienda departamental cuyo eslogan dice ir con el estilo, para evitar una torcedura en sus tobillos se quitaron las zapatillas y así poder avanzar más aprisa, a unos cuantos metros las volvimos a ver, estaban paradas ayudándose mutuamente a quitarse de las plantas de sus pies los pedazos de vidrio y cerámica que del restaurante ubicado a las afueras del portal se encontraban desperdigados por todos lados.
Cuando llegamos a la esquina del cruce entre las calles Santos Degollado, Gregorio Torres Quintero y Venustiano Carranza encontramos a una anciana de pie y sin realizar movimiento alguno cual estatua de cera, al acercárnosle mi mujer la toma del brazo, ella reacciona preguntándonos, ¿qué paso? ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? Al explicarle la situación, llega un coche conducido por una muchacha y le grita, ¡Mamá, súbete pronto! La pobre longeva a duras penas abordó el transporte, alejándose a prisa de nuestro lado.
Mientras caminábamos, ninguno se atrevía a externar algún comentario, pues nuestros pensamientos nos traicionaban vaticinando lo peor en nuestros hogares y era obvio que no queríamos alterarnos, ya que alrededor observamos personas llorando, otros tirados en las aceras quejándose de torceduras o esguinces que se hicieron al tropezar, un joven montado en bicicleta gritaba que no encendieran cerillos, pues existían fugas de gas, mientras las sirenas de las patrullas y ambulancias paseaban la tragedia por la ciudad.
Al llegar a nuestras casas afortunadamente sólo encontramos daños materiales y a los parientes atemorizados, pero intactos, un suspiro enorme tranquilizó la angustia, para después enterarnos a través de un televisor de baterías que Joaquín López-Dóriga y Javier Alatorre con su clásica amarillista y exagerada información no acordaban la magnitud exacta del sismo que dio origen a la noche más larga que los colimenses pasamos en esa indeleble fecha.
miércoles, 15 de enero de 2014
Blanquillos a la baja
Vivimos en una sociedad falócrata, donde el género masculino impone su estilo machista y varonil en todos los aspectos, es decir, centra todo su poder en los genitales, razón por la cual las reglas de etiqueta o de cortesía social hacen ver a la mujer como un ser débil, de finos y delicados modales a las cuales hay que atender, casi, casi, como ayudar, es como si éstas fueran torpes por naturaleza; nuestra cultura es masculina, recuerde la frase aquella que dice “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, que desde mi particular punto de vista es una falacia, pues existimos sujetos de intelecto tan pequeño que muchas veces la inteligencia femenina es superior, haciendo de la frase “detrás de un gran hombre hay una sorprendida mujer”.
En la moda ni se diga, a ver quién determinó que la ropa femenina debe de ir entallada, de escote prolongado y corta de falda, mientras que en el caso de los varones es todo lo contrario –bueno si eres estríper hasta calcetín te pones para abultar el paquete–, pantalones holgados y lo único pegado al cuerpo tipo botonazo es la camisa; las líneas del contorno femenil deben ser estilizadas, o sea, si se es obesa no se es bonita, como resultado de tal ideología es que las hembras al llegar a cierta edad, deben de aparentar los años que ya no tienen, un físico conservado pese a que ellas son las incubadoras de los hijos, pues como sabemos después de graduarse como madres, lo más seguro es que su vientre y pechos se vuelvan flácidos, de ahí el maldito pánico en algunas de llegar a ser madres o el confiscado pánico a que algún albañil le grite “geeelatiiinassss”.
Es con el arribo de los años cuando la gravedad trabaja en el cuerpo y por lo tanto aquello que antes ocupaba un sitio, con el transcurrir del tiempo tiende a ocupar otro, claro que cada vez más cercano del suelo. Entonces el género masculino justifica que sus respectivas parejas están dejando de ser atrayentes, por lo tanto ellas son las culpables de las infidelidades debido a la falta de atracción sexual, pues ya no tienen la piel firme como antes, y si a ello le agregamos el bombardeo mediático que impone como modelo a mujeres de enormes pero estilizadas nalgas y pechos firmes tan rectos como especie de cuernos.
Debido a lo anterior los hombres pretextan a su favor que con los años los senos de sus esposas se echaron a perder, ¿qué acaso apestan a podrido? Cierto es que con el transcurrir del tiempo los tejidos que sostienen las mamas pierden su macicez, pero no están putrefactos. A ver machitos, ¿ellas se quejan cuando el miembro de ustedes no puede estar firme? Claro que no, al contrario hacen lo posible para que no se traumen.
Pues como todos sabemos en nuestro país nos educaron a la reafirmación de que la masculinidad radica en el tiempo y dureza del miembro viril, si la valentía se la achacamos a los testículos, ya que es común que cuando alguien denota arrojo o valor, se diga “¡mira, ese si tiene y los trae bien puestos!”. Imagino que es debido a la evidencia científica de que en el momento en que el macho se molesta o enfurece los músculos se tensan, lo que ocasiona que sus genitales tiendan a subir, bueno, igual ocurre cuando el clima es frio, mientras que por el contrario, en ambientes de temperaturas altas se cuelgan y también con el paso del tiempo al perder la piel su firmeza, aquí es cuando uno pide que inventen un wonderegg.
Ahora con los años acumulados, ya me salió lo preocupón, pues con esto de que en cualquiera de esas puede faltarme el valor y ocúrraseme comprar pastillas de color azul que en lugar de parar otro músculo, pare el corazón y, en pleno uso de mis facultades sementales puedo llegar a conocer a la calaca para entregarme no un título universitario, al contrario uno honorario de defunción, mas lo único que deseo es que alguien me reserve un departamento subterráneo en cierta cripta del Colima de mis quereres, y pasar a la eternidad como un finado que de perdida una vez al año alguien lo recordará, ¡bueno eso espero!
En la moda ni se diga, a ver quién determinó que la ropa femenina debe de ir entallada, de escote prolongado y corta de falda, mientras que en el caso de los varones es todo lo contrario –bueno si eres estríper hasta calcetín te pones para abultar el paquete–, pantalones holgados y lo único pegado al cuerpo tipo botonazo es la camisa; las líneas del contorno femenil deben ser estilizadas, o sea, si se es obesa no se es bonita, como resultado de tal ideología es que las hembras al llegar a cierta edad, deben de aparentar los años que ya no tienen, un físico conservado pese a que ellas son las incubadoras de los hijos, pues como sabemos después de graduarse como madres, lo más seguro es que su vientre y pechos se vuelvan flácidos, de ahí el maldito pánico en algunas de llegar a ser madres o el confiscado pánico a que algún albañil le grite “geeelatiiinassss”.
Es con el arribo de los años cuando la gravedad trabaja en el cuerpo y por lo tanto aquello que antes ocupaba un sitio, con el transcurrir del tiempo tiende a ocupar otro, claro que cada vez más cercano del suelo. Entonces el género masculino justifica que sus respectivas parejas están dejando de ser atrayentes, por lo tanto ellas son las culpables de las infidelidades debido a la falta de atracción sexual, pues ya no tienen la piel firme como antes, y si a ello le agregamos el bombardeo mediático que impone como modelo a mujeres de enormes pero estilizadas nalgas y pechos firmes tan rectos como especie de cuernos.
Debido a lo anterior los hombres pretextan a su favor que con los años los senos de sus esposas se echaron a perder, ¿qué acaso apestan a podrido? Cierto es que con el transcurrir del tiempo los tejidos que sostienen las mamas pierden su macicez, pero no están putrefactos. A ver machitos, ¿ellas se quejan cuando el miembro de ustedes no puede estar firme? Claro que no, al contrario hacen lo posible para que no se traumen.
Pues como todos sabemos en nuestro país nos educaron a la reafirmación de que la masculinidad radica en el tiempo y dureza del miembro viril, si la valentía se la achacamos a los testículos, ya que es común que cuando alguien denota arrojo o valor, se diga “¡mira, ese si tiene y los trae bien puestos!”. Imagino que es debido a la evidencia científica de que en el momento en que el macho se molesta o enfurece los músculos se tensan, lo que ocasiona que sus genitales tiendan a subir, bueno, igual ocurre cuando el clima es frio, mientras que por el contrario, en ambientes de temperaturas altas se cuelgan y también con el paso del tiempo al perder la piel su firmeza, aquí es cuando uno pide que inventen un wonderegg.
Ahora con los años acumulados, ya me salió lo preocupón, pues con esto de que en cualquiera de esas puede faltarme el valor y ocúrraseme comprar pastillas de color azul que en lugar de parar otro músculo, pare el corazón y, en pleno uso de mis facultades sementales puedo llegar a conocer a la calaca para entregarme no un título universitario, al contrario uno honorario de defunción, mas lo único que deseo es que alguien me reserve un departamento subterráneo en cierta cripta del Colima de mis quereres, y pasar a la eternidad como un finado que de perdida una vez al año alguien lo recordará, ¡bueno eso espero!
miércoles, 8 de enero de 2014
¿Dónde pasaste la fiesta?
Un problema con que me he topado durante las festividades de diciembre –creo que algunos matrimonios se van a identificar con mis argumentos y los hijos de las parejas que están divorciados también–, es que se supone que la naturaleza de éstas, es fomentar el amor, la fraternidad y la paz, más aún en el seno familiar, pero en el caso de los casados en lugar de unirlos, acontece lo contrario, como que se abre una especie de brecha, pues comienza la desavenencia gracias a la incompatibilidad del lugar dónde se reunirán para celebrar la fiesta, es decir, con la familia de ella o con la de él.
Es toda una bronca ponerse de acuerdo, primero y lo más negativo, es justificar el porqué es incómodo reunirse con la familia de cualquiera de los dos, se buscan los peores defectos a cualquiera de los parientes con tal de tener la razón, “uy, la cena que hacen en tu casa está bien pinche salada, además tus hermanos se ponen hasta las chanclas de pedotes y hacen un espectáculo de pena, los hijos de tus hermanas se la pasan tronando cohetitos hasta en el arbolito, ¡Ay qué hueva tu casa!”
Algunos matrimonios para evitar tales diferencias y estar poniendo durante la reunión cara de haber lamido un limón en ayunas, acuerdan pasar la navidad con los familiares de uno y el año nuevo con los del otro, pero el problema da inicio con acordar con cuales familias van a pasar un festejo, “ay, la navidad en casa de mis papás y el año nuevo con los tuyos. ¡Oye, estás loca! Navidad con los míos y fin de año con tus parientes”; otra alternativa es equilibrar los tiempos, dos horas con una y otras dos con la otra para finalizar en su respectiva casa, aquí puede que existan otras diferencias, pues no falta el pariente que les pide que se queden otro ratito, y en nuestro país un rato equivale a unos cuantos minutos o hasta cuatro horas y si alguno de los dos lleva unas copas de más, se pasará por el sobaco lo acordado.
Más de alguno de los lectores dirá, déjense de pleitos y cada quien jale con sus respectivos parientes, si les incomoda la presencia de los suegros, pues más inquietos se pondrán con las sobrinas que no dejan de consultar su pendejo celular cada minuto, los abuelitos que cuando se llevan un bocado o trago a la boca se les tira la mitad y el jarioso chihuahua que por debajo de la mesa intenta tener sexo con las piernas de quien se las ponga enfrente, mientras piensas en lo tranquilo que sería estar en la fiesta de tu familia y no el suplicio de estar ahí.
Peor aún la viven los hijos de padres divorciados, pues los desdichados sin deberla sufren la presión de las dos partes, “¿entonces qué m`hijo, vas a pasarte la navidad conmigo o con la vieja de tu madre?” Todo un dilema, que la verdad los lleva al estrés, pues no hay que pasar desapercibidas a las nuevas parejas de sus progenitores con los cuales tendrán que convivir y seguro serán elementos de diferencias entre sus respectivos padres, ahora sí que se pone la situación color de hormiga, ¡pobres chavos!
Ante lo anterior, sólo resta preguntarnos, ¿dónde quedó la esencia del amor y la paz de estos festejos? Alguien los guardó en el egoísmo de sus entrañas y se desahogó gastándose su aguinaldo en regalos que la verdad quienes los recibieron ni los ocupaban. ¿Y usted dónde celebró sus fiestas?
Es toda una bronca ponerse de acuerdo, primero y lo más negativo, es justificar el porqué es incómodo reunirse con la familia de cualquiera de los dos, se buscan los peores defectos a cualquiera de los parientes con tal de tener la razón, “uy, la cena que hacen en tu casa está bien pinche salada, además tus hermanos se ponen hasta las chanclas de pedotes y hacen un espectáculo de pena, los hijos de tus hermanas se la pasan tronando cohetitos hasta en el arbolito, ¡Ay qué hueva tu casa!”
Algunos matrimonios para evitar tales diferencias y estar poniendo durante la reunión cara de haber lamido un limón en ayunas, acuerdan pasar la navidad con los familiares de uno y el año nuevo con los del otro, pero el problema da inicio con acordar con cuales familias van a pasar un festejo, “ay, la navidad en casa de mis papás y el año nuevo con los tuyos. ¡Oye, estás loca! Navidad con los míos y fin de año con tus parientes”; otra alternativa es equilibrar los tiempos, dos horas con una y otras dos con la otra para finalizar en su respectiva casa, aquí puede que existan otras diferencias, pues no falta el pariente que les pide que se queden otro ratito, y en nuestro país un rato equivale a unos cuantos minutos o hasta cuatro horas y si alguno de los dos lleva unas copas de más, se pasará por el sobaco lo acordado.
Más de alguno de los lectores dirá, déjense de pleitos y cada quien jale con sus respectivos parientes, si les incomoda la presencia de los suegros, pues más inquietos se pondrán con las sobrinas que no dejan de consultar su pendejo celular cada minuto, los abuelitos que cuando se llevan un bocado o trago a la boca se les tira la mitad y el jarioso chihuahua que por debajo de la mesa intenta tener sexo con las piernas de quien se las ponga enfrente, mientras piensas en lo tranquilo que sería estar en la fiesta de tu familia y no el suplicio de estar ahí.
Peor aún la viven los hijos de padres divorciados, pues los desdichados sin deberla sufren la presión de las dos partes, “¿entonces qué m`hijo, vas a pasarte la navidad conmigo o con la vieja de tu madre?” Todo un dilema, que la verdad los lleva al estrés, pues no hay que pasar desapercibidas a las nuevas parejas de sus progenitores con los cuales tendrán que convivir y seguro serán elementos de diferencias entre sus respectivos padres, ahora sí que se pone la situación color de hormiga, ¡pobres chavos!
Ante lo anterior, sólo resta preguntarnos, ¿dónde quedó la esencia del amor y la paz de estos festejos? Alguien los guardó en el egoísmo de sus entrañas y se desahogó gastándose su aguinaldo en regalos que la verdad quienes los recibieron ni los ocupaban. ¿Y usted dónde celebró sus fiestas?
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