Sábado 7:45 de la mañana, la trabajadora doméstica de mis vecinos me anuncia el nuevo día con un recital de Los Temerarios acompañándoles con su desentonado canto mientras hace las labores de la casa, estoy desamodorrado, pues minutos antes una desconada bocina a todo volumen anunciaba a través de la voz de una niña las delicias al paladar de “los tamales de elote calientitos”; mientras intento quitar las lagañas pasa el camión del gas, con un sonido descompasado como aquellas cintas magnéticas a punto de ser masticadas por la radiograbadora, avisando que la calidad de su producto vale oro, en fin ya no puedo continuar descansando con tanto ruido.
Para colmo ayer por la noche, el adolescente hijo de mis vecinos que se cree diyéi, realizó en el patio de su hogar una fiesta Trance, ya se imaginarán a todos esos hormonales chamacos queriendo ligar, platicar y bailar simultáneamente.
Esperé pasada la media noche para solicitar a la seguridad pública que vinieran a poner orden, en la primera llamada fui atendido con amabilidad por la señorita que funge de telefonista; no fue hasta el tercer intento para que vinieran por ahí de las 2:30 de la mañana que esta damita me dijo, “mire señor, para qué vamos, si lo único que lograremos es que lo apaguen un momento mientras estamos presentes, ya que nos marchemos, esperarán cuando mucho treinta minutos y continuarán con su desorden, le recomiendo que se tranquilice y espere a que se cansen, también a ellos en algún momento les llegará el sueño”. ¿Qué, cómo? ¿Acaso esta es respuesta de un servidor público?
Molesto cuelgo, busco en el botiquín de primeros auxilios el algodón, para fabricarme unos rudimentarios tapones, los coloco en las orejas reduciendo así el incómodo ruido de aquella atmósfera etérea creada por sintetizadores, arpegios, percusiones y una ecualización basada en sonidos tan graves que ocasionan ligeros movimientos en los cuadros que penden de la pared.
Resignado sobre la cama miro al techo y descubro el enorme lamparón de humedad, lo que significa filtraciones, que se traducirán en una nueva impermeabilización; mientras observo comprendo por fin porqué cerca del 27% de la población nacional entre 15 y 24 años padece algún grado de disminución auditiva pues a diario están sometidos a sonidos tan altos producto del ambiente en que se desarrollan, por lo tanto existe la posibilidad de que se queden sordos antes de llegar a la senectud.
Mención honorífica merece entonces, el juez estadounidense Paul Sacca que en el año 2010 dentro de su distrito en Colorado estableció una medida de sanción a los infractores que llegaban a su juzgado por escuchar música a todo volumen o por molestar a los vecinos con los ensayos de sus grupos de rock, tal sanción consistía en ponerlos a escuchar durante dos horas a Barry Manilow o los temas de Barney. Ante tal sentencia existen dos posibilidades de reivindicación o terminan haciéndose fans del acaramelado Manilow o se aprenden los pasos de baile al compás del dinosaurio morado.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
miércoles, 19 de octubre de 2011
miércoles, 12 de octubre de 2011
Mefe Efentefendistefe
Como me surra que mis colegas profesores de inglés en el espacio para firmar la asistencia platiquen entre ellos utilizando el idioma de la Realeza Británica, se me hace una reverenda mamarrachada y falta de respeto a todos los ahí presentes, es como si no quisieran que nos enteráramos de sus jodidos comentarios, no sé si sean mis pinches prejuicios, pero a veces dan la impresión que nos están criticando, la verdad es de muy mal gusto esos hábitos de comunicación que tienen.
En mi adolescencia era común recurrir a tales argucias, cuando queríamos camuflar nuestras charlas ante los atónitos adultos que al escucharnos se nos quedaban mirando con cara de interrogación; entre las más utilizadas se encontraba el lenguaje de la “F”, donde cada sílaba era cambiada de forma doble por esta literal, por lo tanto si queríamos decir “me entendiste” al hacer la sustitución quedaba de la siguiente manera “mefe efentefendistefe”.
Como en la adolescencia todo aburre, hartos de estar hartos a alguien se le ocurrió cambiar la efe por la “P”, aplicando los mismos criterios, entonces si queríamos señalar “no hay nada”, con la modificación se pronunciaba “nopo haydapa napadapa”; tiempo después en la licenciatura con mi actitud de ratón de biblioteca descubrí que en España y Centroamérica al hablar de esta forma se le denominaba Jeringoza.
Por acá, al otro lado del charco en chilangolandia es ordinario emplear un argot que consiste en cambiar palabras por otras que fonéticamente se asemejan, por ejemplo para decir “si”, es común pronunciar el “simón” o “silabario” y para la negativa, he escuchado un “nel” o “nogales”; por cierto para algunos provincianos resulta complicado entender lo que ellos dicen.
Los gamberros de mi barrio, solían emplear una variante más en su lenguaje, que consistía en invertir el orden de las sílabas en las palabras, o sea, para referirse a la “muchacha” decían “chachamu”; en lo personal nunca he recurrido a esos lenguajes, pues pretendo decir las cosas como son, a pesar de que al hablar pueda herir ciertas susceptibilidades.
Ahora que recuerdo esos “tichers” puede que no estén tan mal, pues hace más de ocho siglos atrás, en Inglaterra se hablaba el francés, y el actual inglés nació producto de la mezcla entre palabras sajonas y normandas que la inmensa minoría empleaba con tal de no ser comprendidos por los que dominaban el idioma oficial, y como ustedes saben se avanza retrocediendo, razón por la cual hoy el inglés es el idioma oficial de algunas escuelas en nuestro país.
En mi adolescencia era común recurrir a tales argucias, cuando queríamos camuflar nuestras charlas ante los atónitos adultos que al escucharnos se nos quedaban mirando con cara de interrogación; entre las más utilizadas se encontraba el lenguaje de la “F”, donde cada sílaba era cambiada de forma doble por esta literal, por lo tanto si queríamos decir “me entendiste” al hacer la sustitución quedaba de la siguiente manera “mefe efentefendistefe”.
Como en la adolescencia todo aburre, hartos de estar hartos a alguien se le ocurrió cambiar la efe por la “P”, aplicando los mismos criterios, entonces si queríamos señalar “no hay nada”, con la modificación se pronunciaba “nopo haydapa napadapa”; tiempo después en la licenciatura con mi actitud de ratón de biblioteca descubrí que en España y Centroamérica al hablar de esta forma se le denominaba Jeringoza.
Por acá, al otro lado del charco en chilangolandia es ordinario emplear un argot que consiste en cambiar palabras por otras que fonéticamente se asemejan, por ejemplo para decir “si”, es común pronunciar el “simón” o “silabario” y para la negativa, he escuchado un “nel” o “nogales”; por cierto para algunos provincianos resulta complicado entender lo que ellos dicen.
Los gamberros de mi barrio, solían emplear una variante más en su lenguaje, que consistía en invertir el orden de las sílabas en las palabras, o sea, para referirse a la “muchacha” decían “chachamu”; en lo personal nunca he recurrido a esos lenguajes, pues pretendo decir las cosas como son, a pesar de que al hablar pueda herir ciertas susceptibilidades.
Ahora que recuerdo esos “tichers” puede que no estén tan mal, pues hace más de ocho siglos atrás, en Inglaterra se hablaba el francés, y el actual inglés nació producto de la mezcla entre palabras sajonas y normandas que la inmensa minoría empleaba con tal de no ser comprendidos por los que dominaban el idioma oficial, y como ustedes saben se avanza retrocediendo, razón por la cual hoy el inglés es el idioma oficial de algunas escuelas en nuestro país.
miércoles, 5 de octubre de 2011
Educar es otro rollo
En plena cátedra magíster un osado estudiante irrumpió la armonía de la clase comentando, “¡profe, ya cambie de tema! Me estoy aburriendo”, con cierta indignación respondí, ¿cómo que te estás aburriendo, si este contenido es importante para tu formación? Entonces los demás alumnos se solidarizaron a su causa y empezaron a murmurar, haciendo efectiva la afirmación del susodicho, ante la imposibilidad de continuar y tratando de evitar un derrame biliar, pregunté, ¿a ver, qué quieren oír entonces?
Una inquieta alumna, dijo que por qué en el desarrollo de la clase no intercalaba chistes o hacía de los subtemas alusiones chistosas para hacerlos reír, mientras recibían la información. Considero que durante nueve semestres me la pasé estudiando en la licenciatura, para ser un profesionista, no un cómico.
Claro que habrá quienes así lo hagan, creyendo que están haciendo lo correcto, es más, incluso lleguen a pensar que con ello, ya se ganaron el cariño de sus estudiantes, pues la verdad, es que lo único que se habrán ganado es un apodo nuevo, a parte del que ya tenían.
No logro comprender por qué a las nuevas generaciones nada les entretiene, es como si tuvieran aburrimiento crónico; me atrevo a afirmar esto, porque el otro día en el cine, un puñado de chicos, en plena función, se la pasaban intercambiando mensajes de texto por el celular, recibiendo y haciendo llamadas, cambiando de asiento, hablando, gritando, o sea, lo único que no hicieron fue prestarle atención a la película. Eso sin contar que previo al inicio, andaban de una fila a otra, como si se estuvieran correteando, obvio que por estar poniéndoles más atención a su actuar me perdí de la trama del film.
Igual sucede en las fiestas juveniles, pues la mayoría está con rostro de hastío, aludiendo que la música es chafa, que hay mucha gente criticona o de plano que no hay ambiente, ah cañón, ¿y qué es un ambiente atractivo para ellos? Ahora me explico porqué muchos de mis estudiantes no llegan temprano a las discos, alegando que durante las primeras horas se encuentra todo aguado, sin “ambiente wueé”, ¡ñaaa! Pinche bola de insatisfechos, cómo va a haber ambiente, si todos se encuentran afuera echando su clásica guasa, es decir, ahí si hay vida.
Uno no tiene la culpa de que lo corto de sus vidas, se la hayan pasado en una guardería donde les fomentaron una difusa idea de autoridad infundada en el autoritarismo o frente al televisor observando cómo los mentores Adal Ramones, Yordi Rosado, Omar Chaparro y Facundo, les instruían el jodido arte de la irreverencia o que sus progenitores les hayan educado para mentir, y entonces tengan que vivir en un mundo que ellos solitos se fueron creando gracias a la intervención de todos los antes mencionados.
En conclusión, antes de sucumbir ante las peticiones de hacer un monólogo de los temas en clase o concluir cada tema con los cinco puntos de Otro Rollo, piense antes en lo ridículo que se va a observar un mayorcito de edad haciendo al mal payaso, sólo para agradar a sus discípulos, además ni va estar el tipo ese que amenizaba cada punto con su batería, ¡Huy la neta, qué aburrido!
Una inquieta alumna, dijo que por qué en el desarrollo de la clase no intercalaba chistes o hacía de los subtemas alusiones chistosas para hacerlos reír, mientras recibían la información. Considero que durante nueve semestres me la pasé estudiando en la licenciatura, para ser un profesionista, no un cómico.
Claro que habrá quienes así lo hagan, creyendo que están haciendo lo correcto, es más, incluso lleguen a pensar que con ello, ya se ganaron el cariño de sus estudiantes, pues la verdad, es que lo único que se habrán ganado es un apodo nuevo, a parte del que ya tenían.
No logro comprender por qué a las nuevas generaciones nada les entretiene, es como si tuvieran aburrimiento crónico; me atrevo a afirmar esto, porque el otro día en el cine, un puñado de chicos, en plena función, se la pasaban intercambiando mensajes de texto por el celular, recibiendo y haciendo llamadas, cambiando de asiento, hablando, gritando, o sea, lo único que no hicieron fue prestarle atención a la película. Eso sin contar que previo al inicio, andaban de una fila a otra, como si se estuvieran correteando, obvio que por estar poniéndoles más atención a su actuar me perdí de la trama del film.
Igual sucede en las fiestas juveniles, pues la mayoría está con rostro de hastío, aludiendo que la música es chafa, que hay mucha gente criticona o de plano que no hay ambiente, ah cañón, ¿y qué es un ambiente atractivo para ellos? Ahora me explico porqué muchos de mis estudiantes no llegan temprano a las discos, alegando que durante las primeras horas se encuentra todo aguado, sin “ambiente wueé”, ¡ñaaa! Pinche bola de insatisfechos, cómo va a haber ambiente, si todos se encuentran afuera echando su clásica guasa, es decir, ahí si hay vida.
Uno no tiene la culpa de que lo corto de sus vidas, se la hayan pasado en una guardería donde les fomentaron una difusa idea de autoridad infundada en el autoritarismo o frente al televisor observando cómo los mentores Adal Ramones, Yordi Rosado, Omar Chaparro y Facundo, les instruían el jodido arte de la irreverencia o que sus progenitores les hayan educado para mentir, y entonces tengan que vivir en un mundo que ellos solitos se fueron creando gracias a la intervención de todos los antes mencionados.
En conclusión, antes de sucumbir ante las peticiones de hacer un monólogo de los temas en clase o concluir cada tema con los cinco puntos de Otro Rollo, piense antes en lo ridículo que se va a observar un mayorcito de edad haciendo al mal payaso, sólo para agradar a sus discípulos, además ni va estar el tipo ese que amenizaba cada punto con su batería, ¡Huy la neta, qué aburrido!
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Momentos
En los primeros años del siglo veintiuno, por el canal de videos musicales cuyo logo es una eme grandota, cuando precisamente dejaba atrás la esencia por la cual había sido creado dedicándose a transmitir programas tipo reality, caricaturas para adulto, entre otras aberraciones; existía un programa donde los protagonistas hacían y hablaban miles de pendejadas con tal de aparentar irreverencia, lo cierto es que era lo más estúpido que se exhibía por ese canal, su nombre era “Jackass”, que se podría traducir como el culo de Jack, y en verdad daba la impresión de que sus guiones estaban escritos sobre rollos de papel higiénico o a sus productores les llegaban las ideas en el inodoro cuando defecaban.
Pero como los televidentes estamos acostumbrados a esta clase de basura, fue un éxito, además la mayoría de esos telespectadores eran adolescentes llenos de barros que en más de una ocasión intentaron poner en práctica las hazañas o proezas que los actores ahí hacían.
A raíz de observar sus episodios, cada vez que alguien comete un error o hace el ridículo, lo bautizo como un “Momento Jackass”; a lo largo de la historia nacional han existido muchos de esos momentos, por ejemplo el de aquel primer mandatario que en su sexto informe presidencial, entre sollozos prometió defender al peso como un perro, ¡si cómo no! Ya se iba, entonces que más le quedaba decir, después de que le había dado en la madre a la moneda nacional.
Otros momentos se suscitaron durante la primera mitad del nuevo milenio, cuando comenzó la efervescencia política, evidenciando famosos videoescándalos donde se balconeaban; primero vimos a través de la pantalla chica al llamado Niño Verde llenarse los bolsillos de billetes productos de la supuesta negociación de un permiso municipal en Cancún; después en otro video, el entonces Presidente de la Asamblea Legislativa hacía lo mismo, ofreciendo un espectáculo que todo el país disfrutó.
Un memorable instante más fue cuando el recién estrenado presidente de la oposición, en plena charla con reporteros, de forma peyorativa hizo alusión a la labor que muchas amas de casa realizan en sus hogares, diciendo que todos en cada domicilio tenemos una lavadora de dos patas, al percibir su equivocación intentó corregir patas por pies, y claro que la siguió cagando aún más.
Qué tal ese candidato que al ver su derrota electoral por escasos votos optó por auto nombrarse Presidente Legítimo, ¡hágame el favor! Pero lo más pendejo de todo es que algunas personas le creyeron la comedia.
Hace unos días, hubo otro de esos momentos chuscos, cuando el actual Presidente al estar abanderando a la delegación deportiva que representará al país en los próximos Juegos Panamericanos, los exhortó a sacar el “FUA”. ¡Uta! Cómo la máxima autoridad, utiliza tal expresión en un acto tan solemne, si quiso ser simpático, pues la verdad pecó de ridículo.
Todos sabemos que tal frase se popularizó gracias a ese programa de televisión nayarita, donde se transmitió el video del tipo ebrio que al ser interceptado por la policía en plena vía pública, para disimular su estado etílico explicó su extraña filosofía de la supuesta fuerza universal aplicada, y que gracias a la alta difusión de las redes sociales pasó a formar parte del dominio popular, mas no es una palabra digna de un discurso ¿o tal vez si?
Un servidor ha tenido muchos Momentos Jackass, creo que más que ustedes, es más, esto de ser aficionado a la escritura es uno de ellos, pues escribo más de lo que leo.
Pero como los televidentes estamos acostumbrados a esta clase de basura, fue un éxito, además la mayoría de esos telespectadores eran adolescentes llenos de barros que en más de una ocasión intentaron poner en práctica las hazañas o proezas que los actores ahí hacían.
A raíz de observar sus episodios, cada vez que alguien comete un error o hace el ridículo, lo bautizo como un “Momento Jackass”; a lo largo de la historia nacional han existido muchos de esos momentos, por ejemplo el de aquel primer mandatario que en su sexto informe presidencial, entre sollozos prometió defender al peso como un perro, ¡si cómo no! Ya se iba, entonces que más le quedaba decir, después de que le había dado en la madre a la moneda nacional.
Otros momentos se suscitaron durante la primera mitad del nuevo milenio, cuando comenzó la efervescencia política, evidenciando famosos videoescándalos donde se balconeaban; primero vimos a través de la pantalla chica al llamado Niño Verde llenarse los bolsillos de billetes productos de la supuesta negociación de un permiso municipal en Cancún; después en otro video, el entonces Presidente de la Asamblea Legislativa hacía lo mismo, ofreciendo un espectáculo que todo el país disfrutó.
Un memorable instante más fue cuando el recién estrenado presidente de la oposición, en plena charla con reporteros, de forma peyorativa hizo alusión a la labor que muchas amas de casa realizan en sus hogares, diciendo que todos en cada domicilio tenemos una lavadora de dos patas, al percibir su equivocación intentó corregir patas por pies, y claro que la siguió cagando aún más.
Qué tal ese candidato que al ver su derrota electoral por escasos votos optó por auto nombrarse Presidente Legítimo, ¡hágame el favor! Pero lo más pendejo de todo es que algunas personas le creyeron la comedia.
Hace unos días, hubo otro de esos momentos chuscos, cuando el actual Presidente al estar abanderando a la delegación deportiva que representará al país en los próximos Juegos Panamericanos, los exhortó a sacar el “FUA”. ¡Uta! Cómo la máxima autoridad, utiliza tal expresión en un acto tan solemne, si quiso ser simpático, pues la verdad pecó de ridículo.
Todos sabemos que tal frase se popularizó gracias a ese programa de televisión nayarita, donde se transmitió el video del tipo ebrio que al ser interceptado por la policía en plena vía pública, para disimular su estado etílico explicó su extraña filosofía de la supuesta fuerza universal aplicada, y que gracias a la alta difusión de las redes sociales pasó a formar parte del dominio popular, mas no es una palabra digna de un discurso ¿o tal vez si?
Un servidor ha tenido muchos Momentos Jackass, creo que más que ustedes, es más, esto de ser aficionado a la escritura es uno de ellos, pues escribo más de lo que leo.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Por debajo de la alfombra
En su tercera visita a Tierras Aztecas, Tenzin Gyatso quien es mundialmente conocido como el Dalai Lama, se reunió en la Ciudad de México con grandes personalidades educativas de nuestro país, bajo el pretexto de impartir una conferencia magistral; en su disertación aseguró que lejos de la percepción mediática en el exterior de que en México existe violencia, hoy se encontró con un país en paz, con gente noble y hospitalaria.
¡Híjole! Pues como no iba a encontrar una panorámica así, si lo más seguro es que los organizadores hicieron un enorme esfuerzo por mostrar un clima artificial y escenarios simulados para hipócritamente quedar “bien”. Entonces el homenajeado, al sentirse halagado ante estas atenciones, se ve comprometido y tiene que responder de forma positiva a sus anfitriones.
Tal artificio siempre ha funcionado, es más, incluso lo ponemos en práctica en casa, cuando sabemos que tendremos visita, nos esmeramos en limpiar lo que muchas veces nunca hemos aseado, en pocas palabras dejamos rechinando de bonito lo que se encuentra a primera mano y bajo la alfombra o en el cuarto de tiliches metemos lo que nos avergüenza.
Esta práctica de encubrir lo feo se ha vuelto costumbre, pues ha sido utilizada desde tiempos remotos, así vivió Don Porfirio Díaz pensando que su estancia en el gobierno era tan necesaria, que incluso, gracias a sus asesores llegó a creer que la sociedad mexicana era equiparable a la sociedad francesa. El llamado Rey del Rock and Roll, Elvis Presley, fue víctima de tales engaños por su propio personal, que durante más de diez años con tal de continuar conservando la nómina que recibían, le mantuvieron la ilusión de que a pesar de su sobrepeso, adicciones y fracaso mediático su público lo seguía aclamando.
Por todo esto estimado lector cuando se encuentre en algún acto público, recuerde que a pesar de la efervescencia que trae consigo su realización, con todo y el estupendo sonido estereofónico con que se escuchan las voces, las bien elaboradas diapositivas en PowerPoint que ahí se exhiben, las cortinitas de color pastel, los mantelitos largos con sus respectivos fruteros y plantitas donde nunca habían existido, no hay que olvidar que las apariencias engañan, y aunque la mona se vista de seda, changa se queda.
¡Híjole! Pues como no iba a encontrar una panorámica así, si lo más seguro es que los organizadores hicieron un enorme esfuerzo por mostrar un clima artificial y escenarios simulados para hipócritamente quedar “bien”. Entonces el homenajeado, al sentirse halagado ante estas atenciones, se ve comprometido y tiene que responder de forma positiva a sus anfitriones.
Tal artificio siempre ha funcionado, es más, incluso lo ponemos en práctica en casa, cuando sabemos que tendremos visita, nos esmeramos en limpiar lo que muchas veces nunca hemos aseado, en pocas palabras dejamos rechinando de bonito lo que se encuentra a primera mano y bajo la alfombra o en el cuarto de tiliches metemos lo que nos avergüenza.
Esta práctica de encubrir lo feo se ha vuelto costumbre, pues ha sido utilizada desde tiempos remotos, así vivió Don Porfirio Díaz pensando que su estancia en el gobierno era tan necesaria, que incluso, gracias a sus asesores llegó a creer que la sociedad mexicana era equiparable a la sociedad francesa. El llamado Rey del Rock and Roll, Elvis Presley, fue víctima de tales engaños por su propio personal, que durante más de diez años con tal de continuar conservando la nómina que recibían, le mantuvieron la ilusión de que a pesar de su sobrepeso, adicciones y fracaso mediático su público lo seguía aclamando.
Por todo esto estimado lector cuando se encuentre en algún acto público, recuerde que a pesar de la efervescencia que trae consigo su realización, con todo y el estupendo sonido estereofónico con que se escuchan las voces, las bien elaboradas diapositivas en PowerPoint que ahí se exhiben, las cortinitas de color pastel, los mantelitos largos con sus respectivos fruteros y plantitas donde nunca habían existido, no hay que olvidar que las apariencias engañan, y aunque la mona se vista de seda, changa se queda.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
Dos días
Uno de los últimos filósofos del siglo veinte, el español Fernando Savater, en entrevista hecha por el periodista Juan Arias, afirmó que la muerte existe por la simple razón de que existe el sexo, entonces esto significa que si tendemos a reproducirnos, igual existe la tendencia a ser exterminados. Pues como es sabido, cada ser humano es gestado en el éxtasis del sudor por darle gusto al cuerpo; en el prohibido intercambio de fluidos un audaz y hábil esperma se gana el derecho a la vida, ingresando al generoso vientre del óvulo, dejando a sus iguales convertidos en espermatozaurios, es decir, al borde de la extinción.
Tal hecho, creo debiéramos considerarlo como el primer día en la vida, porque la mayoría de las personas ni lo toman en cuenta, todos optan por festejarse el día que se manifestaron dando un gran berrido, a consecuencia de la nalgada del galeno, olvidándose por completo de los paradisíacos nueves meses que se estuvo viviendo en el vientre de cuna de mamá, recibiendo alimentos a través del ombligo, nadando en turbias y malolientes aguas, así como decodificando mensajes del exterior.
Además el día de nuestra gestación, fue la primera vez que nos ganamos la vida, tiempo después lo haremos miles de veces con tal de sobrevivir, ya sea motivados por algún satisfactor, cierta persona o como dice la canción, por orgullo simplemente. Al único que si le conmemoran su gestación es al hijo del Dios de los cristianos, si mal no recuerdo es el 25 de marzo, mientras los mortales, hemos preferido festejarnos el día que nacemos, es más, nos esmeramos por socializar la fecha de nuestro nacimiento, buscando intercambiar aprecio y aprobación de los demás por nuestra mejor celebración, invirtiendo en esa fiesta muchas veces lo que no se tiene.
El segundo día, muchos lo consideran el más triste, pues es al día en que morimos, cuando dejamos de existir, bueno, es considerado triste solamente por lo que se quedaron vivos, pues el difunto imagino ni consciente está de que murió, y por lo tanto no va a poder disfrutar de las mieles de la vida, entonces no existe razón alguna de preocuparse por lo que dejó; en lo personal para no tener la idea de que la muerte representa dolor y tristeza, prefiero aceptar la ideología que el escritor escocés James Matthew Barrie imprimió a su personaje del Capitán Garfio, donde este considera la muerte como la última aventura que nos resta por vivir, pues hasta la fecha nadie sabe lo que le sucederá al morir.
Para otros existirán dos días distintos a los míos, como la fecha cuando conocieron el amor y lo perdieron, su primera vez en algo y el último, más si estamos consciente de la existencia de esos dos días tan importantes, pero que pasan desapercibidos, ya sea por ignorancia, conveniencia o temor, más nos vale tomarlos en consideración y cada mañana al levantarnos del catre lo hagamos como si empezáramos a vivir, satisfechos de continuar en este planeta; de igual forma al acostarnos deberíamos de estar agradecidos por los momentos que respiramos y de que nuestro corazón continúa latiendo, pero conscientes de que tal vez mañana sea el último.
Tal hecho, creo debiéramos considerarlo como el primer día en la vida, porque la mayoría de las personas ni lo toman en cuenta, todos optan por festejarse el día que se manifestaron dando un gran berrido, a consecuencia de la nalgada del galeno, olvidándose por completo de los paradisíacos nueves meses que se estuvo viviendo en el vientre de cuna de mamá, recibiendo alimentos a través del ombligo, nadando en turbias y malolientes aguas, así como decodificando mensajes del exterior.
Además el día de nuestra gestación, fue la primera vez que nos ganamos la vida, tiempo después lo haremos miles de veces con tal de sobrevivir, ya sea motivados por algún satisfactor, cierta persona o como dice la canción, por orgullo simplemente. Al único que si le conmemoran su gestación es al hijo del Dios de los cristianos, si mal no recuerdo es el 25 de marzo, mientras los mortales, hemos preferido festejarnos el día que nacemos, es más, nos esmeramos por socializar la fecha de nuestro nacimiento, buscando intercambiar aprecio y aprobación de los demás por nuestra mejor celebración, invirtiendo en esa fiesta muchas veces lo que no se tiene.
El segundo día, muchos lo consideran el más triste, pues es al día en que morimos, cuando dejamos de existir, bueno, es considerado triste solamente por lo que se quedaron vivos, pues el difunto imagino ni consciente está de que murió, y por lo tanto no va a poder disfrutar de las mieles de la vida, entonces no existe razón alguna de preocuparse por lo que dejó; en lo personal para no tener la idea de que la muerte representa dolor y tristeza, prefiero aceptar la ideología que el escritor escocés James Matthew Barrie imprimió a su personaje del Capitán Garfio, donde este considera la muerte como la última aventura que nos resta por vivir, pues hasta la fecha nadie sabe lo que le sucederá al morir.
Para otros existirán dos días distintos a los míos, como la fecha cuando conocieron el amor y lo perdieron, su primera vez en algo y el último, más si estamos consciente de la existencia de esos dos días tan importantes, pero que pasan desapercibidos, ya sea por ignorancia, conveniencia o temor, más nos vale tomarlos en consideración y cada mañana al levantarnos del catre lo hagamos como si empezáramos a vivir, satisfechos de continuar en este planeta; de igual forma al acostarnos deberíamos de estar agradecidos por los momentos que respiramos y de que nuestro corazón continúa latiendo, pero conscientes de que tal vez mañana sea el último.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Hijazo de mi vidaza
Existe una fábula que mi abuela cierta vez me contó, en donde la desesperada mamá cuervo buscaba a su polluelo, y a quien se encontraba lo abordaba interrogándolo así: “¿Oiga, de casualidad usted habrá visto a mi hijito?” Cuando el interlocutor cuestionaba sus características para poder identificarlo con mayor facilidad, ella aseguraba que su retoño era un pájaro hermoso, de plumaje brillante, pico bonito y de ojos bellísimos.
Con tal descripción resultaba difícil dar con su paradero, más cuando le preguntó al lobo, éste respondió, que un ave de tales atributos no la había visto, pero que hace unos minutos con cierto asco se había devorado un pajarraco pequeño, de color negro y además horrible.
Como esta ave existen infinidad de madres que orgullosas colocan atributos a sus hijos que muchas veces no los tienen, lo cual me remite a la época de los Polivoces, cuando Doña Naborita se esmeraba en que su modesto hijo Gordolfo Gelatino fuera un ser humano lleno de virtudes, a sabiendas de que tal engendro era un auténtico desgraciado haragán.
Experimento mucha vergüenza cuando ciertas señoras hablan de las proezas y virtudes académicas de sus vástagos, digo, los que debieran de hablar de ello son sus profesores, compañeros de aula y directivos donde este “superdotado” estudia; más patética es la mamá que no acepta las deficiencias de aprendizaje de su retoño, y que para hacerlo quedar bien ante la escuela, ella misma le hace las tareas, procura hasta lo imposible por que sea aceptado en instituciones educativas de alto prestigio académico, como si el hecho de estudiar ahí le quitará lo teflón.
Qué decir de esa abnegada madre, que continuamente se esmera por evitar que su pequeño enfrente problema alguno, algo parecido al carácter de la ma Linda de Memín Pingüín, la cual vive constantes cargas de estrés a causa de estar siempre alerta de los pesares que puedan aquejar a su chamaco, entonces, ¿cómo va a aprender? ¿Cómo se va a preparar ante los retos? Madre no va tener siempre, y si es que la conserva, lo más seguro es que será de esos patéticos adolescentes de cuarenta años con bermudas y camiseta interior que todavía practican el bici cross en las calles sin dejar de ser unos gaznápiros.
Razones como estas y muchas otras más, doy gracias al creador por no haberme favorecido con hijos, pues lo más seguro es que sería tal vez un poco peor que esas madres con amor de cuervo, por otro lado no hay que olvidar el adagio que dice "cría cuervos y te sacarán los ojos", entonces prefiero mantenerme así, sin niños Gerber o Einstein en potencia; además cada nuevo semestre recibo hijos putativos en las aulas que laboro como docente, digo, para qué quiero más, si con tratar de comunicarme con ellos basta y sobra.
Con tal descripción resultaba difícil dar con su paradero, más cuando le preguntó al lobo, éste respondió, que un ave de tales atributos no la había visto, pero que hace unos minutos con cierto asco se había devorado un pajarraco pequeño, de color negro y además horrible.
Como esta ave existen infinidad de madres que orgullosas colocan atributos a sus hijos que muchas veces no los tienen, lo cual me remite a la época de los Polivoces, cuando Doña Naborita se esmeraba en que su modesto hijo Gordolfo Gelatino fuera un ser humano lleno de virtudes, a sabiendas de que tal engendro era un auténtico desgraciado haragán.
Experimento mucha vergüenza cuando ciertas señoras hablan de las proezas y virtudes académicas de sus vástagos, digo, los que debieran de hablar de ello son sus profesores, compañeros de aula y directivos donde este “superdotado” estudia; más patética es la mamá que no acepta las deficiencias de aprendizaje de su retoño, y que para hacerlo quedar bien ante la escuela, ella misma le hace las tareas, procura hasta lo imposible por que sea aceptado en instituciones educativas de alto prestigio académico, como si el hecho de estudiar ahí le quitará lo teflón.
Qué decir de esa abnegada madre, que continuamente se esmera por evitar que su pequeño enfrente problema alguno, algo parecido al carácter de la ma Linda de Memín Pingüín, la cual vive constantes cargas de estrés a causa de estar siempre alerta de los pesares que puedan aquejar a su chamaco, entonces, ¿cómo va a aprender? ¿Cómo se va a preparar ante los retos? Madre no va tener siempre, y si es que la conserva, lo más seguro es que será de esos patéticos adolescentes de cuarenta años con bermudas y camiseta interior que todavía practican el bici cross en las calles sin dejar de ser unos gaznápiros.
Razones como estas y muchas otras más, doy gracias al creador por no haberme favorecido con hijos, pues lo más seguro es que sería tal vez un poco peor que esas madres con amor de cuervo, por otro lado no hay que olvidar el adagio que dice "cría cuervos y te sacarán los ojos", entonces prefiero mantenerme así, sin niños Gerber o Einstein en potencia; además cada nuevo semestre recibo hijos putativos en las aulas que laboro como docente, digo, para qué quiero más, si con tratar de comunicarme con ellos basta y sobra.
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