“No basta solo con una vida
para odiarte como yo te pude amar
los ángeles anuncian la venganza”. Los Fabulosos Cadillacs
Dicen que la venganza es un platillo que se sirve frío y se come despacio, igual también se le ha llegado a considerar el manjar de los dioses, por lo del disfrute de quien la ejecuta o que es dulce su sabor, ¿a qué voy con todas estas citas? Resulta que de forma reciente se ha suscitado un fenómeno por internet donde un sujeto agredido por equis razones redacta un correo electrónico con los datos personales de otro a quien busca perjudicar, adjuntando las fotografías que de forma inocente éste subió a su facebook, myspace o metroFLOG; con el propósito de convertirlo en una especie de cadenita, en donde lo acusa de ser un violador, pervertido, traidor, embustero, en pocas palabras un individuo despreciable y enemigo de nuestra sociedad o en el más cruel de los casos que padece cierta enfermedad incurable y de fácil transmisión.
Me pregunto al respecto, ¿quién es la madre de esta persona, que le inculcó ese tipo de hábitos? ¿Cuál es su religión o su dios? Hacer esto, es no tener escrúpulos, es como dicen por ahí, “tirar la piedra y esconder la mano”, qué no tiene las suficientes agallas para enfrentar de forma directa al que busca perjudicar para resolver sus diferencias. ¿Acaso tiene miedo que se le denuncie por difamación? Pues si está tan seguro de lo que dice en su escrito, que se remita a las pruebas o evidencias, pero lo más seguro es que no las tenga.
El afectado muchas de las veces se percata del daño a su imagen pública, ya que el correo electrónico lleva bastante tiempo circulando en el espacio virtual, mientras infinidad de usuarios lo distribuyeron por todo el país e incluso hasta al extranjero; mientras la reputación e integridad del sujeto por el subsuelo. De seguro en su trabajo, escuela o hasta en el hogar lo irán marginando al punto de aplicarle una especie de racismo.
Es como si volviéramos a la época del viejo testamento con los enfermos de lepra, que cita el libro de Levítico, en los capítulos 13 y 14 de las “Sagradas Escrituras”, nada más que ahora el cartel no lo llevan los afectados, nosotros se los colocamos con nuestras murmuraciones, repugnancias y asco.
¿Cómo parar esos terribles mensajes? Primero no lo reenvíes, abstente a formar parte del daño, evita ser cómplice de alguien que ni siquiera conoces, además no peques de ignorante, pues si se trata de un violador de verdad, ¿dónde está el número de denuncia de parte del ministerio público? Si es un portador de alguna enfermedad incurable, ¿Cuál es la clínica que certifica que así los es? Como ustedes saben, cuando se trata de esa clase de enfermos, las instituciones médicas por su alto sentido ético y social, prefieren mantener en el anonimato y bajo su control a esos pacientes, si es uno que aún no ha sido detectado, ¿cómo jodido se enteró la persona que hizo el E-mail?
Por otro lado, lo más posible es que quien concibió el correo, utilizó una dirección falsa y aprovechando que existen usuarios neófitos en el uso del ciberespacio, y que gracias a su poca experiencia ni por un momento se la piensan en abrir mensajes de destinatarios desconocidos, simplemente los abren, leen su contenido, se escandalizan y le dan reenviar a sus contactos, dizque para enterarlos o prevenirlos de que caigan en las garras de tales sujetos.
Algunos receptores pese a que son hábiles en la internet, por simple morbosidad o sentirse parte de un núcleo se solidarizan con esta terrible causa dándole reenviar. Como dicen por ahí “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”, ¡por favor no sea cuatrero!
Es una pena que gente enferma de rencor lleve la venganza a tales extremos, y más triste es que uno por sentirse parte de la comunidad “moderna” que a diario contribuye a las estadísticas del uso de la internet, forme parte de esa actividad deleznable. ¿Qué sucedería si a ti te aplicaran esa táctica? De seguro la clasificarías como una cibergüenzada, perdón sin vergüenzada.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
miércoles, 24 de febrero de 2010
miércoles, 17 de febrero de 2010
Delete and go
El otro día cometí una de mis clásicas idioteces en el uso de la computadora, resulta que al enviar un archivo por correo electrónico, por mi pinche inseguridad tuve que cerciorarme si efectivamente era lo que tenía que enviar; al hacerlo mezclé dos programas y se hizo un verdadero desgarriate, que por obvias razones modificó diversos programas y archivos.
Por más que intentaba que la máquina funcionara de forma óptima, no podía, recurrí a diversas estrategias de mi miope experiencia en el ramo informático, lo cual empeoraba conforme a los intentos, dejando sólo una enorme angustia, ¿por qué diablos nos hacemos dependientes de tales artefactos? Lo más ridículo, es que si no llega a funcionar, nos sentimos como si un familiar estuviese enfermo, nos embarga la impotencia y claro llega de visita la desesperación.
Por el Messenger, pude contactarme con una amiga que amablemente hizo el favor de comunicarse con otro contacto a la vez que le recomendó utilizar la función “Restaurar Sistema”, la cual sirve para volver el equipo de cómputo a un estado anterior, o sea, deshace los cambios producidos por estúpidos errores como el que incurrí, y los vuelve a un punto en el que funcionaba de forma correcta, para cual es necesario establecer en el calendario de restauración una fecha anterior al hecho.
Es como tener integrado el De Lorean de la película “Back to the Future” a la computadora, pues al hacer la aplicación no se pierde ningún archivo, mas si aquellos programas instalados después de la fecha elegida. Con ello pude regresar la computadora a la normalidad y erradicar por completo las faltas cometidas.
A raíz de ello, me pregunto, ¿por qué la madre naturaleza no nos dotó de una especie de función orgánica como esa? Es una imperiosa necesidad, el que todos los seres humanos tengamos en nuestro organismo instalado una aplicación como la antes descrita, ¡se imaginan¡ Cuántas nangueras que hemos hecho con nuestros semejantes pudiéramos enmendar, la infinidad de disculpas que nos ahorraríamos, los accidentes que evitaríamos, las injusticias que enmendaríamos, entre otras estupideces que uno comete.
Los traumas tanto psicológicos como emocionales serían cosa del pasado, pues podríamos sin ninguna dificultad cambiar las situaciones en la vida que nos lo generarán, imagina cuánto efectivo nos ahorraríamos en terapeutas; entonces seríamos felices, no tendríamos tantos prejuicios que humillara y reprimiera la autoestima; las emociones serían expresadas sin ningún mecanismo de defensa que las disfrazara, al fin de cuentas estarías consciente de que si cometes algún error puedes enmendarlo.
Más me temo que a pesar de que estuviéramos dotados con esa habilidad, más de alguno, no la pondría en práctica con tal de aparentar frialdad, fortaleza sentimental o por orgullo simplemente, y seguiríamos siendo los mismos de siempre o tal vez un poco peor.
Por más que intentaba que la máquina funcionara de forma óptima, no podía, recurrí a diversas estrategias de mi miope experiencia en el ramo informático, lo cual empeoraba conforme a los intentos, dejando sólo una enorme angustia, ¿por qué diablos nos hacemos dependientes de tales artefactos? Lo más ridículo, es que si no llega a funcionar, nos sentimos como si un familiar estuviese enfermo, nos embarga la impotencia y claro llega de visita la desesperación.
Por el Messenger, pude contactarme con una amiga que amablemente hizo el favor de comunicarse con otro contacto a la vez que le recomendó utilizar la función “Restaurar Sistema”, la cual sirve para volver el equipo de cómputo a un estado anterior, o sea, deshace los cambios producidos por estúpidos errores como el que incurrí, y los vuelve a un punto en el que funcionaba de forma correcta, para cual es necesario establecer en el calendario de restauración una fecha anterior al hecho.
Es como tener integrado el De Lorean de la película “Back to the Future” a la computadora, pues al hacer la aplicación no se pierde ningún archivo, mas si aquellos programas instalados después de la fecha elegida. Con ello pude regresar la computadora a la normalidad y erradicar por completo las faltas cometidas.
A raíz de ello, me pregunto, ¿por qué la madre naturaleza no nos dotó de una especie de función orgánica como esa? Es una imperiosa necesidad, el que todos los seres humanos tengamos en nuestro organismo instalado una aplicación como la antes descrita, ¡se imaginan¡ Cuántas nangueras que hemos hecho con nuestros semejantes pudiéramos enmendar, la infinidad de disculpas que nos ahorraríamos, los accidentes que evitaríamos, las injusticias que enmendaríamos, entre otras estupideces que uno comete.
Los traumas tanto psicológicos como emocionales serían cosa del pasado, pues podríamos sin ninguna dificultad cambiar las situaciones en la vida que nos lo generarán, imagina cuánto efectivo nos ahorraríamos en terapeutas; entonces seríamos felices, no tendríamos tantos prejuicios que humillara y reprimiera la autoestima; las emociones serían expresadas sin ningún mecanismo de defensa que las disfrazara, al fin de cuentas estarías consciente de que si cometes algún error puedes enmendarlo.
Más me temo que a pesar de que estuviéramos dotados con esa habilidad, más de alguno, no la pondría en práctica con tal de aparentar frialdad, fortaleza sentimental o por orgullo simplemente, y seguiríamos siendo los mismos de siempre o tal vez un poco peor.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Pobre del Lector
“Leíste los libros que hay que leer
todos de memoria y sin entender
dos o tres temas de conversación
ay que paquete es tu educación”. Alejandro Lerner
En mi andar por las ardientes calles de la velocísima ciudad, cierto día coincidí con un reconocido escritor, el cuál exhausto por el sofocante clima me comentó que es una pena ir a las bibliotecas públicas, pues la verdad dejan mucho que desear, los responsables de atenderte o están muy ocupados “charlando” por el Messenger, se encuentran disfrutando de algunos deliciosos alimentos chatarras, enviando mensajes de texto a través de su celular o simplemente disfrutando de los brazos de Morfeo con sus ojos abiertos.
Les pides algún libro y después de un largo bostezo te dicen, “Qué no lo encontró en la computadora, si ahí no está, pues entonces no lo tenemos”; o sea, ¡qué impertinente tu pregunta! No ves lo ocupado que se encuentra, es como si la biblioteca se transformara en un negocio de autoservicio, y luego se quejan los de mantenimiento de robo, mutilaciones y hasta intercambio de algunos textos básicos por copias fotostáticas.
Con esta clase de servicios no debiéramos de quejarnos de que en nuestro Estado únicamente lee el seis por ciento de los estudiantes que asisten a la universidad; según la UNESCO, en el país al año se leen 1.2 libros por individuo, cuando este organismo recomienda la lectura de cuatro textos por habitante para lograr alcanzar un óptimo desarrollo social.
Pero, ¿cómo vamos a leer si el precio de los libros muchas veces es inalcanzable? Resulta más barato adquirir el TVNovelas, el “Libro Semanal” o el “Sensacional de Barrios”, eso sí que permitirá un excelente desarrollo en la sociedad, pero de pervertidos y lujuriosos; en lo que va de este 2010, según la librería que tiene el nombre del líder de la independencia de la India e ideólogo de la no-violencia, reporta que entre los libros más leídos en nuestro país se ubican en primer lugar “Arrebatos carnales”, de Francisco Martín Moreno, en segundo “La culpa de México, la invención de un país entre dos guerras” de Pedro Ángel Palou, en el tercer puesto “Caín”, de José Saramago, en el cuarto “El cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco”, de Diego Enrique Osorno y en quinto “El símbolo perdido”, de Dan Brown.
Este último texto junto con la novela “Caín” de Saramago, de acuerdo al sitio de entretenimiento en Internet “noticias24.com”, ocupan el primer y segundo lugar respectivamente de los más leídos en América y Europa. De igual forma no hay que descartar la posibilidad de que exista una notable diferencia entre los que se compran para regalar, y que posiblemente sólo sirvan de ornato en las bibliotecas privadas de algún servidor público o los que efectivamente se adquieren para ser leídos.
Un dato curioso, que bien podría interpretarse como un indicador de éxito de todas esas campañas de fomento a la lectura que constantemente se realizan, es el caso del ladrón de libros de un conocido expendio de revistas en el centro histórico, el cual después de haber cometido varios atracos en ese sitio, fue sorprendido in fraganti por los dueños del negocio y puesto a disposición de la policía municipal; a pesar de haber sido encarcelado por este delito, en el local de voceadores donde ocurrió el atraco, fueron colocados estratégicamente recortes de la sección de policiacas de diversos periódicos que cubrían la nota del acontecimiento, como una forma de advertencia para todos aquellos que tuvieran la idea de hacer algo semejante.
Es increíble como a algunos el deseo por enriquecer su intelecto los obligue a delinquir, mientras que otros a pesar de tener todo a su alcance, les da flojera leer; es más, muchos necesitan de un empujoncito para hacerlo, como lo es que un conocido les recomiende textos o que personalidades del medio artístico y político les sugieran ciertas lecturas, esto me recuerda un suceso que aconteció hace unos meses, resulta que en una entrevista de radio, cierto ex funcionario público, citó el contenido de un libro que le ayudó a controlar los impulsos para lograr triunfar en la vida, a pocas horas de emitido el programa, diversos funcionarios en servicio abarrotaron las librerías con tal de adquirirlo, era como si con tan sólo tenerlo en las manos por ósmosis se empoderarían de tal capacidad.
Con eso de la carestía que en la actualidad impera, lo más recomendable si te agrada el disfrute de la lectura, es visitar sitios en Internet donde puedas descargar los famoso “e-books” o libros en línea de forma gratuita en nuestro idioma, con sólo dos riesgos, el primero de ellos es infectar tu equipo informático y el segundo desgastar los ojos al estar leyendo en una pantalla; existen 63,200 sitios que ofrecen estos servicios, y de ti depende si deseas obtenerlos; por cierto nunca me ha agradado recomendar libros, para evitar incurrir en subjetividades, pues una cosa es como comprendo lo que leo y muy distinto que otros lo perciban de igual forma.
todos de memoria y sin entender
dos o tres temas de conversación
ay que paquete es tu educación”. Alejandro Lerner
En mi andar por las ardientes calles de la velocísima ciudad, cierto día coincidí con un reconocido escritor, el cuál exhausto por el sofocante clima me comentó que es una pena ir a las bibliotecas públicas, pues la verdad dejan mucho que desear, los responsables de atenderte o están muy ocupados “charlando” por el Messenger, se encuentran disfrutando de algunos deliciosos alimentos chatarras, enviando mensajes de texto a través de su celular o simplemente disfrutando de los brazos de Morfeo con sus ojos abiertos.
Les pides algún libro y después de un largo bostezo te dicen, “Qué no lo encontró en la computadora, si ahí no está, pues entonces no lo tenemos”; o sea, ¡qué impertinente tu pregunta! No ves lo ocupado que se encuentra, es como si la biblioteca se transformara en un negocio de autoservicio, y luego se quejan los de mantenimiento de robo, mutilaciones y hasta intercambio de algunos textos básicos por copias fotostáticas.
Con esta clase de servicios no debiéramos de quejarnos de que en nuestro Estado únicamente lee el seis por ciento de los estudiantes que asisten a la universidad; según la UNESCO, en el país al año se leen 1.2 libros por individuo, cuando este organismo recomienda la lectura de cuatro textos por habitante para lograr alcanzar un óptimo desarrollo social.
Pero, ¿cómo vamos a leer si el precio de los libros muchas veces es inalcanzable? Resulta más barato adquirir el TVNovelas, el “Libro Semanal” o el “Sensacional de Barrios”, eso sí que permitirá un excelente desarrollo en la sociedad, pero de pervertidos y lujuriosos; en lo que va de este 2010, según la librería que tiene el nombre del líder de la independencia de la India e ideólogo de la no-violencia, reporta que entre los libros más leídos en nuestro país se ubican en primer lugar “Arrebatos carnales”, de Francisco Martín Moreno, en segundo “La culpa de México, la invención de un país entre dos guerras” de Pedro Ángel Palou, en el tercer puesto “Caín”, de José Saramago, en el cuarto “El cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco”, de Diego Enrique Osorno y en quinto “El símbolo perdido”, de Dan Brown.
Este último texto junto con la novela “Caín” de Saramago, de acuerdo al sitio de entretenimiento en Internet “noticias24.com”, ocupan el primer y segundo lugar respectivamente de los más leídos en América y Europa. De igual forma no hay que descartar la posibilidad de que exista una notable diferencia entre los que se compran para regalar, y que posiblemente sólo sirvan de ornato en las bibliotecas privadas de algún servidor público o los que efectivamente se adquieren para ser leídos.
Un dato curioso, que bien podría interpretarse como un indicador de éxito de todas esas campañas de fomento a la lectura que constantemente se realizan, es el caso del ladrón de libros de un conocido expendio de revistas en el centro histórico, el cual después de haber cometido varios atracos en ese sitio, fue sorprendido in fraganti por los dueños del negocio y puesto a disposición de la policía municipal; a pesar de haber sido encarcelado por este delito, en el local de voceadores donde ocurrió el atraco, fueron colocados estratégicamente recortes de la sección de policiacas de diversos periódicos que cubrían la nota del acontecimiento, como una forma de advertencia para todos aquellos que tuvieran la idea de hacer algo semejante.
Es increíble como a algunos el deseo por enriquecer su intelecto los obligue a delinquir, mientras que otros a pesar de tener todo a su alcance, les da flojera leer; es más, muchos necesitan de un empujoncito para hacerlo, como lo es que un conocido les recomiende textos o que personalidades del medio artístico y político les sugieran ciertas lecturas, esto me recuerda un suceso que aconteció hace unos meses, resulta que en una entrevista de radio, cierto ex funcionario público, citó el contenido de un libro que le ayudó a controlar los impulsos para lograr triunfar en la vida, a pocas horas de emitido el programa, diversos funcionarios en servicio abarrotaron las librerías con tal de adquirirlo, era como si con tan sólo tenerlo en las manos por ósmosis se empoderarían de tal capacidad.
Con eso de la carestía que en la actualidad impera, lo más recomendable si te agrada el disfrute de la lectura, es visitar sitios en Internet donde puedas descargar los famoso “e-books” o libros en línea de forma gratuita en nuestro idioma, con sólo dos riesgos, el primero de ellos es infectar tu equipo informático y el segundo desgastar los ojos al estar leyendo en una pantalla; existen 63,200 sitios que ofrecen estos servicios, y de ti depende si deseas obtenerlos; por cierto nunca me ha agradado recomendar libros, para evitar incurrir en subjetividades, pues una cosa es como comprendo lo que leo y muy distinto que otros lo perciban de igual forma.
miércoles, 3 de febrero de 2010
Tecnicismos
Cuando era profesor de la facultad de donde egresé, estando en un curso de capacitación docente en compañía de varios colegas entre los que se contaban maestros y doctores de la profesión que ostento, los cuales orgullosamente fueron mis catedráticos, hecho que llenaba de satisfacción el compartir con ellos el curso; estando en esa sesión el instructor nos mostraba las técnicas para evaluar el desempeño de los alumnos, al llegar a las auxiliares mencionó entre otras las rúbricas, sorpresivamente uno de esos monstruos sagrados con cierto escepticismo murmuró, “Que yo sé, eso se refiere al conjunto de rasgos de forma determinada, que como parte de la firma pone cada cual después de su nombre o título, y no lo que dice esta persona”.
Literalmente tenía razón, por lo tanto tal comentario, hizo que reflexionara sobre el sentido polisémico que adquieren algunos vocablos dependiendo del arte, ciencia o profesión donde se utilizan. ¿Será correcto adaptar palabras ya establecidas, para referenciarlas como tecnicismos de un campo específico?
Muchas veces pueden generar cierto desconcierto, por ejemplo “juicio”, en filosofía es la operación del entendimiento, que consiste en comparar dos ideas para conocer y determinar sus relaciones, mientras que en derecho es el conocimiento de una causa en la cual el juez ha de pronunciar la sentencia. El vínculo en sí, es la capacidad de razonar que ambas acepciones implica.
En la actualidad se han adaptado diversas palabras que en su concepción original significan una cosa distinta a la acción u objeto que se refieren en la aplicación de una ciencia o arte especializada.
Por ejemplo la memoria ya no se pierde con la edad, ahora es factible conservarla y existe un precio distinto para cada capacidad de retención; las aplicaciones que antes las costureras las hacían sobre tela, hoy se pueden obtener como herramientas en programas informáticos que facilitan el trabajo de los usuarios; los programas ya no son exclusivos de la televisión, pues en informática abundan distintos y sus costos cada día son inalcanzables.
Las redes además de los pescadores, también las utilizan los ingenieros en sistemas y no precisamente para atrapar peces; existen teclados que no producen música, ratones que no comen queso y gatos que no atrapan roedores pues sirven para levantar cargas mecánicas, el cigüeñal, no es precisamente un nido donde habitan las aves de patas largas y rojas, es más bien una especie de manivela en los motores; Moisés además de ser el profeta del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, es también una especie de cuna donde duermen plácidamente los bebés.
El problema de los tecnicismos en la actualidad, es que algunos no son tan exactos y precisos, pues se confunden con el hablar ordinario y ello genera ciertas confusiones, por ejemplo “quemar un disco”, desde el oído de una persona ajena a la informática, bien podría imaginar a un piromaníaco poniendo en práctica sus manías sobre algún acetato de música.
Como nos hemos dado cuenta algunos tecnicismos no son tan universales, pues al emplear palabras que ya tienen un significado establecido, llegan a causar ciertos desórdenes de interpretación, como sucede con las palabras ícono y servidor. En fin si usted es de los que le gustan llamarle pan al pan y al vino, vino, tenga mucho cuidado cuando por ahí escuche a algún experto en equis ciencia decir cierta frase que lo remite a otra cosa ajena a lo que ya le es conocido, pues más vale que pregunte a que se refiere y evite pecar de ignorante sabelotodo.
Literalmente tenía razón, por lo tanto tal comentario, hizo que reflexionara sobre el sentido polisémico que adquieren algunos vocablos dependiendo del arte, ciencia o profesión donde se utilizan. ¿Será correcto adaptar palabras ya establecidas, para referenciarlas como tecnicismos de un campo específico?
Muchas veces pueden generar cierto desconcierto, por ejemplo “juicio”, en filosofía es la operación del entendimiento, que consiste en comparar dos ideas para conocer y determinar sus relaciones, mientras que en derecho es el conocimiento de una causa en la cual el juez ha de pronunciar la sentencia. El vínculo en sí, es la capacidad de razonar que ambas acepciones implica.
En la actualidad se han adaptado diversas palabras que en su concepción original significan una cosa distinta a la acción u objeto que se refieren en la aplicación de una ciencia o arte especializada.
Por ejemplo la memoria ya no se pierde con la edad, ahora es factible conservarla y existe un precio distinto para cada capacidad de retención; las aplicaciones que antes las costureras las hacían sobre tela, hoy se pueden obtener como herramientas en programas informáticos que facilitan el trabajo de los usuarios; los programas ya no son exclusivos de la televisión, pues en informática abundan distintos y sus costos cada día son inalcanzables.
Las redes además de los pescadores, también las utilizan los ingenieros en sistemas y no precisamente para atrapar peces; existen teclados que no producen música, ratones que no comen queso y gatos que no atrapan roedores pues sirven para levantar cargas mecánicas, el cigüeñal, no es precisamente un nido donde habitan las aves de patas largas y rojas, es más bien una especie de manivela en los motores; Moisés además de ser el profeta del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, es también una especie de cuna donde duermen plácidamente los bebés.
El problema de los tecnicismos en la actualidad, es que algunos no son tan exactos y precisos, pues se confunden con el hablar ordinario y ello genera ciertas confusiones, por ejemplo “quemar un disco”, desde el oído de una persona ajena a la informática, bien podría imaginar a un piromaníaco poniendo en práctica sus manías sobre algún acetato de música.
Como nos hemos dado cuenta algunos tecnicismos no son tan universales, pues al emplear palabras que ya tienen un significado establecido, llegan a causar ciertos desórdenes de interpretación, como sucede con las palabras ícono y servidor. En fin si usted es de los que le gustan llamarle pan al pan y al vino, vino, tenga mucho cuidado cuando por ahí escuche a algún experto en equis ciencia decir cierta frase que lo remite a otra cosa ajena a lo que ya le es conocido, pues más vale que pregunte a que se refiere y evite pecar de ignorante sabelotodo.
miércoles, 27 de enero de 2010
Ritos de iniciación
Hace algunos años, para hacer exacto en los inicios del siglo veinte, el antropólogo francés Arnold Van Gennep, introduce un nuevo concepto etnológico, “los ritos de iniciación”, con el objetivo de denominar a las diversas actividades que debe realizar una persona para ser admitido en una comunidad, grupo cultural, religión o secta; muchos de ellos consisten en desafíos que valoran, evalúan o ponen a prueba las capacidades, aptitudes, talentos o habilidades del individuo para ser aceptados.
En la antigüedad, estos ritos se ejecutaban con fines esotéricos, donde se les practicaba a las generaciones jóvenes diversas pruebas para comprobar su valor, fortaleza física y para definir o afirmar el género, es decir, para ser completamente hombres o mujeres. Era común escuchar historias sorprendentes de algunas civilizaciones, en donde las pruebas llegaban a clasificarse como actos de audacia, pues los sujetos arriesgaban hasta su propia vida con tal de ser aprobados por algún clan o grupo social.
Una vez superada la prueba, el individuo aceptado le quedaba un orgulloso estigma a causa de alguna mutilación, un tatuaje o tal vez cierto distintivo simbólico, como un anillo, cadena o medallón el cual muchas de las veces era incrustado en la piel.
En pleno siglo veintiuno, estos ritos de iniciación prevalecen, a pesar de la modernidad que factura el avance tecnológico, ¿cuáles? Como los bautizos y primeras comuniones en la religión católico-cristiana, las novatadas en las universidades a los de primer ingreso, el servicio militar al cumplir los dieciocho años, la primera relación sexual, las despedidas de soltero en ambos sexos, el políticamente incorrecto “baby shower”, para aquellas damitas que se gradúan de madre, y las celebraciones de los quince años de vida en las mujeres.
Este último causa gracia, pues la verdad no sé si durante los preparativos de la celebración, tenga más entusiasmo la madre de la homenajeada, que la festejada en sí; pues resulta que ésta se desvive porque todo quede impecable en la conmemoración de su hija, es más, en la celebración eclesiástica le importa un comino el sacerdote, pues hasta se vuelve junto con el fotógrafo y el responsable de grabar la eucaristía en video, perfectos maestros de ceremonia que buscan coordinar hasta el más mínimo detalle, sin importar salirse del protocolo religioso. El ambiente del festejo refleja más sus gustos, que los de la quinceañera, es como si tratara de enmendar todas las carencias que ella tuvo a esa edad a través de su progenitora.
Decirle adiós a la soltería, es otro de los ritos modernos de iniciación, cada género tiene el suyo, según cuenta un conocido que se dedica a dar espectáculos privados de cheap and dale –y por cierto es homosexual-, que las mujeres en estos menesteres son más depravadas que los hombres, pues muchas veces, gracias a los efectos del alcohol, se animan a hacerle cosas que por este medio me resulta imposible decirlas, sólo imagínense; los hombres casi siempre en estos eventos, todos, absolutamente todos quieren tirarse a la table dancer, es más, hasta se la rifan y en muchas ocasiones el agraciado no es precisamente el homenajeado.
Otro de los ritos de iniciación, es el añejo y famoso apadrinamiento de la primera relación sexual en el género masculino, este acto consiste en que un adulto paga los servicios de una sexoservidora para que inicie al caballero en los placeres coitales. Tal acto me parece que deforma la idea de la sexualidad normal y sana; pues por un lado la mayoría de los sujetos experimentan su primer coito en la adolescencia, muchos a esa edad lo conciben como si fuera un cuento de hadas, o sea, intercambio de caricias, besos y abrazos.
La meretriz en cambio lo tratará como un cliente más, lo va a estar apurando, pues para esta clase de mujeres el tiempo es dinero, bueno si es que no es un eyaculador precoz, que en menos de un minuto haga su actividad, además ni siquiera le susurrará frases que forman parte de su oficio, tampoco llegará a sudar; con todo esto creará en el adolescente un concepto de sexoexpress, lo que significa que cuando tenga una relación íntima con alguien de su edad, se lo haga como de gallito madrugador.
Un amigo de la adolescencia, que tenía ciertas tendencias afeminadas, su papá fue quien lo apadrinó, pues temía que su hijo se hiciera jotito; cierto día decidido a hacerlo hombre, lo llevó a un prostíbulo, y le seleccionó una dama de la vida alegre a su gusto, el muchacho animado por el padre accedió, entró al lastimero cuarto, que por cierto según nos contó, de tan mal que olía casi se vomita; pasado ocho minutos la mujer salió acomodándose el sostén, y sonriendo le dijo al progenitor que su retoño era un felino en la cama, este orgulloso cuando vio venir a su chamaco, lo abrazó y le invitó unas cervezas.
Tiempo después, el joven entre charla de cuates, nos confió que pagó a la sexo servidora para que le mintiera a su padre, pues según él, quería llegar casto y puro al matrimonio, es decir, si se comportó como un felino, más nunca dijo la clase, bien podría ser un tierno gatito; en la actualidad este sujeto ha sido reina del carnaval gay de un condado en Kansas, Estados Unidos por más de tres años seguidos, su padre ya anciano presume de que éste está felizmente casado y tiene hasta dos hijos.
Como podrán darse cuenta este asunto de los ritos de iniciación, es mero simbolismo, actos que los seres humanos nos inventamos como pretexto para justificar festejos o hacer nuestra vida menos tediosa.
En la antigüedad, estos ritos se ejecutaban con fines esotéricos, donde se les practicaba a las generaciones jóvenes diversas pruebas para comprobar su valor, fortaleza física y para definir o afirmar el género, es decir, para ser completamente hombres o mujeres. Era común escuchar historias sorprendentes de algunas civilizaciones, en donde las pruebas llegaban a clasificarse como actos de audacia, pues los sujetos arriesgaban hasta su propia vida con tal de ser aprobados por algún clan o grupo social.
Una vez superada la prueba, el individuo aceptado le quedaba un orgulloso estigma a causa de alguna mutilación, un tatuaje o tal vez cierto distintivo simbólico, como un anillo, cadena o medallón el cual muchas de las veces era incrustado en la piel.
En pleno siglo veintiuno, estos ritos de iniciación prevalecen, a pesar de la modernidad que factura el avance tecnológico, ¿cuáles? Como los bautizos y primeras comuniones en la religión católico-cristiana, las novatadas en las universidades a los de primer ingreso, el servicio militar al cumplir los dieciocho años, la primera relación sexual, las despedidas de soltero en ambos sexos, el políticamente incorrecto “baby shower”, para aquellas damitas que se gradúan de madre, y las celebraciones de los quince años de vida en las mujeres.
Este último causa gracia, pues la verdad no sé si durante los preparativos de la celebración, tenga más entusiasmo la madre de la homenajeada, que la festejada en sí; pues resulta que ésta se desvive porque todo quede impecable en la conmemoración de su hija, es más, en la celebración eclesiástica le importa un comino el sacerdote, pues hasta se vuelve junto con el fotógrafo y el responsable de grabar la eucaristía en video, perfectos maestros de ceremonia que buscan coordinar hasta el más mínimo detalle, sin importar salirse del protocolo religioso. El ambiente del festejo refleja más sus gustos, que los de la quinceañera, es como si tratara de enmendar todas las carencias que ella tuvo a esa edad a través de su progenitora.
Decirle adiós a la soltería, es otro de los ritos modernos de iniciación, cada género tiene el suyo, según cuenta un conocido que se dedica a dar espectáculos privados de cheap and dale –y por cierto es homosexual-, que las mujeres en estos menesteres son más depravadas que los hombres, pues muchas veces, gracias a los efectos del alcohol, se animan a hacerle cosas que por este medio me resulta imposible decirlas, sólo imagínense; los hombres casi siempre en estos eventos, todos, absolutamente todos quieren tirarse a la table dancer, es más, hasta se la rifan y en muchas ocasiones el agraciado no es precisamente el homenajeado.
Otro de los ritos de iniciación, es el añejo y famoso apadrinamiento de la primera relación sexual en el género masculino, este acto consiste en que un adulto paga los servicios de una sexoservidora para que inicie al caballero en los placeres coitales. Tal acto me parece que deforma la idea de la sexualidad normal y sana; pues por un lado la mayoría de los sujetos experimentan su primer coito en la adolescencia, muchos a esa edad lo conciben como si fuera un cuento de hadas, o sea, intercambio de caricias, besos y abrazos.
La meretriz en cambio lo tratará como un cliente más, lo va a estar apurando, pues para esta clase de mujeres el tiempo es dinero, bueno si es que no es un eyaculador precoz, que en menos de un minuto haga su actividad, además ni siquiera le susurrará frases que forman parte de su oficio, tampoco llegará a sudar; con todo esto creará en el adolescente un concepto de sexoexpress, lo que significa que cuando tenga una relación íntima con alguien de su edad, se lo haga como de gallito madrugador.
Un amigo de la adolescencia, que tenía ciertas tendencias afeminadas, su papá fue quien lo apadrinó, pues temía que su hijo se hiciera jotito; cierto día decidido a hacerlo hombre, lo llevó a un prostíbulo, y le seleccionó una dama de la vida alegre a su gusto, el muchacho animado por el padre accedió, entró al lastimero cuarto, que por cierto según nos contó, de tan mal que olía casi se vomita; pasado ocho minutos la mujer salió acomodándose el sostén, y sonriendo le dijo al progenitor que su retoño era un felino en la cama, este orgulloso cuando vio venir a su chamaco, lo abrazó y le invitó unas cervezas.
Tiempo después, el joven entre charla de cuates, nos confió que pagó a la sexo servidora para que le mintiera a su padre, pues según él, quería llegar casto y puro al matrimonio, es decir, si se comportó como un felino, más nunca dijo la clase, bien podría ser un tierno gatito; en la actualidad este sujeto ha sido reina del carnaval gay de un condado en Kansas, Estados Unidos por más de tres años seguidos, su padre ya anciano presume de que éste está felizmente casado y tiene hasta dos hijos.
Como podrán darse cuenta este asunto de los ritos de iniciación, es mero simbolismo, actos que los seres humanos nos inventamos como pretexto para justificar festejos o hacer nuestra vida menos tediosa.
miércoles, 20 de enero de 2010
Cita previa
¡Uta! Este mes me toca acudir a surtir medicamentos, como es sabido por sus mercedes, cuando uno padece cierta enfermedad crónica degenerativa, tiene que recurrir una vez al mes a revisión médica, como es costumbre cada treinta días acudo al centro de atención que me corresponde para estar atento de mi estado de salud.
Para ello primero debo de solicitar la cita vía telefónica, si corro con suerte, después de siete intentos de llamar responderá la odiable grabación, que muy amablemente describirá el menú de opciones que ofrece la institución, así como los números de extensión correspondientes a cada consultorio.
Después de escuchar el timbre como doce veces, la asistente médico recibe la llamada, inmediatamente le explico que necesito consulta, ésta una vez que revisa la agenda me dice que hasta dentro de diez días me la puede proporcionar, resignado acepto, ¿qué sucedería si estuviese enfermo de otra cosa? ¡Tendría que soportar los síntomas todo ese tiempo! Además siempre recomiendan, que uno debe de estar quince minutos antes de la hora programada para ingresar, si corro con suerte después de cuarenta minutos lo haré gracias a lo eficiente del servicio.
El día de la cita, como es costumbre procuro ir muy bien aseado, pues en repetidas ocasiones me he dado cuenta que no todos los pacientes lo hacen, muchos al parecer van en su jugo o en vinagre, pues algunos huelen a tuba. De forma amable la asistente recibe mi carnet, para de forma inmediata decirme que tomará mi peso, aquí si me pongo rete nervioso, pues no sé si la traicionera báscula aumentará mi masa muscular, evidenciando la muy ingrata el platito de pozole que me cené anoche, además debido a lo robusto que nuestro creador como cuerpo nos dio, casi siempre estamos a la inversa de la bolsa de valores, o sea, a la alza.
El consultorio se encuentra a tope de pacientes, uno tose, otro estornuda, alguno más con pequeñas manchas rojas por todo el cuerpo, embarazadas que gracias a la moda utilizan vestiduras que les hacen lucir su abdomen tipo ámpula, recién nacidos que no paran de llorar, y los pinches asientos tan cerca uno de otro que casi nos rozamos la piel, y yo de pendejo recién bañado, como dijera la abuela, con los poros de la piel limpios y abiertos, expuesto a cualquier microorganismo bacteriológico.
Para colmo, no falta la señora que pese a su embarazo, trae consigo un chamaco de seis años, el cual camina de silla en silla comiendo el chocolate que su madre le dio con tal de tranquilizar su ansiedad, y cada vez que pasa cerca, posa su manita cubierta de la golosina sobre mi rodilla, manchando el pantalón color beige que ese día traigo; a pesar de su jodida sonrisita que me esboza, no dejo de recordarle en mis adentros la memoria de su santa progenitora, la cual sólo atina a decirle, “estate sosiego m´hijo”, pero no lo hace que se tranquilice.
Mientras esto acontece, la asistente médico, le muestra a su colega del consultorio de enfrente el chisme más reciente del “Tvnotas”, ésta al ponerle atención, baja el volumen del reproductor multimedia de la computadora que ambientaba el lugar con el repertorio musical de José José, obligándola a descuidar la prenda que tejía, debido a tal acción pude cerciorarme que el timbre del teléfono sonaba insistentemente, despejando la incógnita sobre el porqué no responden tan apresuradamente a nuestras llamadas.
Después de esperar hora y media, la asistente me indica que ingrese al consultorio, por fin ha llegado mi turno, con avidez doy un salto de la silla dirigiendo mis pasos con humildad, nerviosismo y abnegación hacia la puerta dispuesto a lo que sigue, pero esa es otra historia.
Para ello primero debo de solicitar la cita vía telefónica, si corro con suerte, después de siete intentos de llamar responderá la odiable grabación, que muy amablemente describirá el menú de opciones que ofrece la institución, así como los números de extensión correspondientes a cada consultorio.
Después de escuchar el timbre como doce veces, la asistente médico recibe la llamada, inmediatamente le explico que necesito consulta, ésta una vez que revisa la agenda me dice que hasta dentro de diez días me la puede proporcionar, resignado acepto, ¿qué sucedería si estuviese enfermo de otra cosa? ¡Tendría que soportar los síntomas todo ese tiempo! Además siempre recomiendan, que uno debe de estar quince minutos antes de la hora programada para ingresar, si corro con suerte después de cuarenta minutos lo haré gracias a lo eficiente del servicio.
El día de la cita, como es costumbre procuro ir muy bien aseado, pues en repetidas ocasiones me he dado cuenta que no todos los pacientes lo hacen, muchos al parecer van en su jugo o en vinagre, pues algunos huelen a tuba. De forma amable la asistente recibe mi carnet, para de forma inmediata decirme que tomará mi peso, aquí si me pongo rete nervioso, pues no sé si la traicionera báscula aumentará mi masa muscular, evidenciando la muy ingrata el platito de pozole que me cené anoche, además debido a lo robusto que nuestro creador como cuerpo nos dio, casi siempre estamos a la inversa de la bolsa de valores, o sea, a la alza.
El consultorio se encuentra a tope de pacientes, uno tose, otro estornuda, alguno más con pequeñas manchas rojas por todo el cuerpo, embarazadas que gracias a la moda utilizan vestiduras que les hacen lucir su abdomen tipo ámpula, recién nacidos que no paran de llorar, y los pinches asientos tan cerca uno de otro que casi nos rozamos la piel, y yo de pendejo recién bañado, como dijera la abuela, con los poros de la piel limpios y abiertos, expuesto a cualquier microorganismo bacteriológico.
Para colmo, no falta la señora que pese a su embarazo, trae consigo un chamaco de seis años, el cual camina de silla en silla comiendo el chocolate que su madre le dio con tal de tranquilizar su ansiedad, y cada vez que pasa cerca, posa su manita cubierta de la golosina sobre mi rodilla, manchando el pantalón color beige que ese día traigo; a pesar de su jodida sonrisita que me esboza, no dejo de recordarle en mis adentros la memoria de su santa progenitora, la cual sólo atina a decirle, “estate sosiego m´hijo”, pero no lo hace que se tranquilice.
Mientras esto acontece, la asistente médico, le muestra a su colega del consultorio de enfrente el chisme más reciente del “Tvnotas”, ésta al ponerle atención, baja el volumen del reproductor multimedia de la computadora que ambientaba el lugar con el repertorio musical de José José, obligándola a descuidar la prenda que tejía, debido a tal acción pude cerciorarme que el timbre del teléfono sonaba insistentemente, despejando la incógnita sobre el porqué no responden tan apresuradamente a nuestras llamadas.
Después de esperar hora y media, la asistente me indica que ingrese al consultorio, por fin ha llegado mi turno, con avidez doy un salto de la silla dirigiendo mis pasos con humildad, nerviosismo y abnegación hacia la puerta dispuesto a lo que sigue, pero esa es otra historia.
miércoles, 13 de enero de 2010
Adiós a la navidad o nieeveess, lloren niños…
“Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth?
You act like you never had love and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light”. U2
Ya estamos en enero, el 2010 llegó con ganas de quedarse con nosotros por doce meses, ¡eso es ánimo la verdad! Atrás quedaron las fiestas decembrinas, las compras de pánico que abarrotaron los supermercados, comprándonos regalos para intentar saciar nuestras carencias de ternura y afecto; se acabaron las desveladas y su estúpida competencia que patéticamente nos inventamos, preguntando a nuestros conocidos a qué horas se acostaron las vísperas del veinticinco de diciembre y uno de enero, como si se tratase de implantar un nuevo récord para establecer quien lo hace más tarde.
Santa Claus, no se perdió gracias a la ayuda del GPS instalado en el trineo lujosamente equipado con sonido surround, a pesar de que cada venadito escuchaba hermosas melodías con sus respectivos iPod touch, los juguetes llegaron a sus respectivos destinatarios.
Se acabaron los villancicos con sus cánticos de paz, respecto a esto, muchas veces me pregunto, para qué cantamos la paz, si ni siquiera sabemos construirla, vivimos continuamente en conflictos con nuestra pareja, familiares y los vecinos ni se diga; por esas fechas es normal desearse felicidad, a sabiendas de que ser feliz en un mundo de infelices cada vez es más difícil.
Un amigo que se dedica al ingrato oficio del sacerdocio, me dijo que para la noche vieja, es decir, la del 31 de diciembre, es cuando más abundan las nupcias, muchos esperan esa fecha para decir “el sí quiero” y escuchar la tanática frase “hasta que la muerte los separe”, lo que significa que existe la esperanza de año nuevo, vida nueva; de igual forma los bautizos se incrementan para el veinticinco de ese mismo mes, entre padrinos, compadres y ahijados todos tienen un doble pretexto para festejar.
Recibir el año es todo un culto, primero todas, absolutamente todas las tiendas de lencería o los departamentos en los almacenes dedicados a la venta de ropa interior, comercializan infinidad de braguitas en colores rojo pasión y amarillo oro, pues hay que llamar al amor y el dinero, como si eso fuera la llave de la felicidad; la venta de pirotécnicos incrementa, las piñatas y globos aerostáticos se ofertan al por mayor, todo esto sea porque se vaya a la tiznada el año que termina, acaso hacemos un balance entre lo bueno y malo que nos facturó como experiencia y que sin lugar a dudas repercutirá en nuestra formación como humanos, ¿para qué? Lo único importante es celebrar.
Mención aparte son los propósitos que todos los años nos planteamos, algunos pasadas las cuarenta y ocho horas los olvidamos, otros incurrimos en la tentación y los pasamos a la ignominia. Si con las cosas que valen la pena no las tomamos en serio, pues unos propósitos que son para estar a la moda de la temporada, pues menos.
En fin la vida no es como uno la desea, y lo más triste es que no sabemos cómo hacerla mejor, además porqué sólo en navidad y año nuevo es cuando nos damos el permiso de tocarnos, de intentar dar amor, por el simple hecho de que los medios publicitarios lo están dictaminando con su bombardeo mediático, se aprovechan de que la vida está llena de nostalgia y en cada fecha que señala el calendario de la beatitud, la explotan, comercializando nuestros sentimientos.
A la mañana siguiente nos encontramos en las esquinas depósitos de basura repletos de moños en múltiples colores, papeles de envoltura hechos trizas, cajas de cartón despedazadas, pinos naturales marchitos de sed; mientras las personas caminan por las calles de nuevo temerosos de que algún mequetrefe los vaya a estafar, es decir, vuelven a ser desconfiados con sus semejantes y enlatan todo ese amor que ayer destilaban, para cuando algún truco publicitario les dicte el momento de volver a destaparlo.
La conclusión que me dejan siempre las fiestas decembrinas, es que nada nos satisface del todo, nuestros deseos son insaciables, no existe riqueza que pueda brindar paz, no existe el amor que responda a nuestros hondos deseos, no es posible ser amados por todos, todo lo que tenemos, pues dura tan sólo unos instantes y luego se olvida, como ejemplo observe a los infantes con sus juguetes, se divierten por unas horas y luego se aburren; más a pesar de toda esta frivolidad y superficialidad que hemos generado, todavía guardo un poco de esperanza de que la próxima navidad sí seremos felices, siempre y cuando vivamos con fe sincera y mostremos el lado limpio de nuestro corazón.
You act like you never had love and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light”. U2
Ya estamos en enero, el 2010 llegó con ganas de quedarse con nosotros por doce meses, ¡eso es ánimo la verdad! Atrás quedaron las fiestas decembrinas, las compras de pánico que abarrotaron los supermercados, comprándonos regalos para intentar saciar nuestras carencias de ternura y afecto; se acabaron las desveladas y su estúpida competencia que patéticamente nos inventamos, preguntando a nuestros conocidos a qué horas se acostaron las vísperas del veinticinco de diciembre y uno de enero, como si se tratase de implantar un nuevo récord para establecer quien lo hace más tarde.
Santa Claus, no se perdió gracias a la ayuda del GPS instalado en el trineo lujosamente equipado con sonido surround, a pesar de que cada venadito escuchaba hermosas melodías con sus respectivos iPod touch, los juguetes llegaron a sus respectivos destinatarios.
Se acabaron los villancicos con sus cánticos de paz, respecto a esto, muchas veces me pregunto, para qué cantamos la paz, si ni siquiera sabemos construirla, vivimos continuamente en conflictos con nuestra pareja, familiares y los vecinos ni se diga; por esas fechas es normal desearse felicidad, a sabiendas de que ser feliz en un mundo de infelices cada vez es más difícil.
Un amigo que se dedica al ingrato oficio del sacerdocio, me dijo que para la noche vieja, es decir, la del 31 de diciembre, es cuando más abundan las nupcias, muchos esperan esa fecha para decir “el sí quiero” y escuchar la tanática frase “hasta que la muerte los separe”, lo que significa que existe la esperanza de año nuevo, vida nueva; de igual forma los bautizos se incrementan para el veinticinco de ese mismo mes, entre padrinos, compadres y ahijados todos tienen un doble pretexto para festejar.
Recibir el año es todo un culto, primero todas, absolutamente todas las tiendas de lencería o los departamentos en los almacenes dedicados a la venta de ropa interior, comercializan infinidad de braguitas en colores rojo pasión y amarillo oro, pues hay que llamar al amor y el dinero, como si eso fuera la llave de la felicidad; la venta de pirotécnicos incrementa, las piñatas y globos aerostáticos se ofertan al por mayor, todo esto sea porque se vaya a la tiznada el año que termina, acaso hacemos un balance entre lo bueno y malo que nos facturó como experiencia y que sin lugar a dudas repercutirá en nuestra formación como humanos, ¿para qué? Lo único importante es celebrar.
Mención aparte son los propósitos que todos los años nos planteamos, algunos pasadas las cuarenta y ocho horas los olvidamos, otros incurrimos en la tentación y los pasamos a la ignominia. Si con las cosas que valen la pena no las tomamos en serio, pues unos propósitos que son para estar a la moda de la temporada, pues menos.
En fin la vida no es como uno la desea, y lo más triste es que no sabemos cómo hacerla mejor, además porqué sólo en navidad y año nuevo es cuando nos damos el permiso de tocarnos, de intentar dar amor, por el simple hecho de que los medios publicitarios lo están dictaminando con su bombardeo mediático, se aprovechan de que la vida está llena de nostalgia y en cada fecha que señala el calendario de la beatitud, la explotan, comercializando nuestros sentimientos.
A la mañana siguiente nos encontramos en las esquinas depósitos de basura repletos de moños en múltiples colores, papeles de envoltura hechos trizas, cajas de cartón despedazadas, pinos naturales marchitos de sed; mientras las personas caminan por las calles de nuevo temerosos de que algún mequetrefe los vaya a estafar, es decir, vuelven a ser desconfiados con sus semejantes y enlatan todo ese amor que ayer destilaban, para cuando algún truco publicitario les dicte el momento de volver a destaparlo.
La conclusión que me dejan siempre las fiestas decembrinas, es que nada nos satisface del todo, nuestros deseos son insaciables, no existe riqueza que pueda brindar paz, no existe el amor que responda a nuestros hondos deseos, no es posible ser amados por todos, todo lo que tenemos, pues dura tan sólo unos instantes y luego se olvida, como ejemplo observe a los infantes con sus juguetes, se divierten por unas horas y luego se aburren; más a pesar de toda esta frivolidad y superficialidad que hemos generado, todavía guardo un poco de esperanza de que la próxima navidad sí seremos felices, siempre y cuando vivamos con fe sincera y mostremos el lado limpio de nuestro corazón.
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