Cuando era profesor de la facultad de donde egresé, estando en un curso de capacitación docente en compañía de varios colegas entre los que se contaban maestros y doctores de la profesión que ostento, los cuales orgullosamente fueron mis catedráticos, hecho que llenaba de satisfacción el compartir con ellos el curso; estando en esa sesión el instructor nos mostraba las técnicas para evaluar el desempeño de los alumnos, al llegar a las auxiliares mencionó entre otras las rúbricas, sorpresivamente uno de esos monstruos sagrados con cierto escepticismo murmuró, “Que yo sé, eso se refiere al conjunto de rasgos de forma determinada, que como parte de la firma pone cada cual después de su nombre o título, y no lo que dice esta persona”.
Literalmente tenía razón, por lo tanto tal comentario, hizo que reflexionara sobre el sentido polisémico que adquieren algunos vocablos dependiendo del arte, ciencia o profesión donde se utilizan. ¿Será correcto adaptar palabras ya establecidas, para referenciarlas como tecnicismos de un campo específico?
Muchas veces pueden generar cierto desconcierto, por ejemplo “juicio”, en filosofía es la operación del entendimiento, que consiste en comparar dos ideas para conocer y determinar sus relaciones, mientras que en derecho es el conocimiento de una causa en la cual el juez ha de pronunciar la sentencia. El vínculo en sí, es la capacidad de razonar que ambas acepciones implica.
En la actualidad se han adaptado diversas palabras que en su concepción original significan una cosa distinta a la acción u objeto que se refieren en la aplicación de una ciencia o arte especializada.
Por ejemplo la memoria ya no se pierde con la edad, ahora es factible conservarla y existe un precio distinto para cada capacidad de retención; las aplicaciones que antes las costureras las hacían sobre tela, hoy se pueden obtener como herramientas en programas informáticos que facilitan el trabajo de los usuarios; los programas ya no son exclusivos de la televisión, pues en informática abundan distintos y sus costos cada día son inalcanzables.
Las redes además de los pescadores, también las utilizan los ingenieros en sistemas y no precisamente para atrapar peces; existen teclados que no producen música, ratones que no comen queso y gatos que no atrapan roedores pues sirven para levantar cargas mecánicas, el cigüeñal, no es precisamente un nido donde habitan las aves de patas largas y rojas, es más bien una especie de manivela en los motores; Moisés además de ser el profeta del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, es también una especie de cuna donde duermen plácidamente los bebés.
El problema de los tecnicismos en la actualidad, es que algunos no son tan exactos y precisos, pues se confunden con el hablar ordinario y ello genera ciertas confusiones, por ejemplo “quemar un disco”, desde el oído de una persona ajena a la informática, bien podría imaginar a un piromaníaco poniendo en práctica sus manías sobre algún acetato de música.
Como nos hemos dado cuenta algunos tecnicismos no son tan universales, pues al emplear palabras que ya tienen un significado establecido, llegan a causar ciertos desórdenes de interpretación, como sucede con las palabras ícono y servidor. En fin si usted es de los que le gustan llamarle pan al pan y al vino, vino, tenga mucho cuidado cuando por ahí escuche a algún experto en equis ciencia decir cierta frase que lo remite a otra cosa ajena a lo que ya le es conocido, pues más vale que pregunte a que se refiere y evite pecar de ignorante sabelotodo.
Son una serie de artículos que ya han sido publicados en diversos periodícos locales.
miércoles, 3 de febrero de 2010
miércoles, 27 de enero de 2010
Ritos de iniciación
Hace algunos años, para hacer exacto en los inicios del siglo veinte, el antropólogo francés Arnold Van Gennep, introduce un nuevo concepto etnológico, “los ritos de iniciación”, con el objetivo de denominar a las diversas actividades que debe realizar una persona para ser admitido en una comunidad, grupo cultural, religión o secta; muchos de ellos consisten en desafíos que valoran, evalúan o ponen a prueba las capacidades, aptitudes, talentos o habilidades del individuo para ser aceptados.
En la antigüedad, estos ritos se ejecutaban con fines esotéricos, donde se les practicaba a las generaciones jóvenes diversas pruebas para comprobar su valor, fortaleza física y para definir o afirmar el género, es decir, para ser completamente hombres o mujeres. Era común escuchar historias sorprendentes de algunas civilizaciones, en donde las pruebas llegaban a clasificarse como actos de audacia, pues los sujetos arriesgaban hasta su propia vida con tal de ser aprobados por algún clan o grupo social.
Una vez superada la prueba, el individuo aceptado le quedaba un orgulloso estigma a causa de alguna mutilación, un tatuaje o tal vez cierto distintivo simbólico, como un anillo, cadena o medallón el cual muchas de las veces era incrustado en la piel.
En pleno siglo veintiuno, estos ritos de iniciación prevalecen, a pesar de la modernidad que factura el avance tecnológico, ¿cuáles? Como los bautizos y primeras comuniones en la religión católico-cristiana, las novatadas en las universidades a los de primer ingreso, el servicio militar al cumplir los dieciocho años, la primera relación sexual, las despedidas de soltero en ambos sexos, el políticamente incorrecto “baby shower”, para aquellas damitas que se gradúan de madre, y las celebraciones de los quince años de vida en las mujeres.
Este último causa gracia, pues la verdad no sé si durante los preparativos de la celebración, tenga más entusiasmo la madre de la homenajeada, que la festejada en sí; pues resulta que ésta se desvive porque todo quede impecable en la conmemoración de su hija, es más, en la celebración eclesiástica le importa un comino el sacerdote, pues hasta se vuelve junto con el fotógrafo y el responsable de grabar la eucaristía en video, perfectos maestros de ceremonia que buscan coordinar hasta el más mínimo detalle, sin importar salirse del protocolo religioso. El ambiente del festejo refleja más sus gustos, que los de la quinceañera, es como si tratara de enmendar todas las carencias que ella tuvo a esa edad a través de su progenitora.
Decirle adiós a la soltería, es otro de los ritos modernos de iniciación, cada género tiene el suyo, según cuenta un conocido que se dedica a dar espectáculos privados de cheap and dale –y por cierto es homosexual-, que las mujeres en estos menesteres son más depravadas que los hombres, pues muchas veces, gracias a los efectos del alcohol, se animan a hacerle cosas que por este medio me resulta imposible decirlas, sólo imagínense; los hombres casi siempre en estos eventos, todos, absolutamente todos quieren tirarse a la table dancer, es más, hasta se la rifan y en muchas ocasiones el agraciado no es precisamente el homenajeado.
Otro de los ritos de iniciación, es el añejo y famoso apadrinamiento de la primera relación sexual en el género masculino, este acto consiste en que un adulto paga los servicios de una sexoservidora para que inicie al caballero en los placeres coitales. Tal acto me parece que deforma la idea de la sexualidad normal y sana; pues por un lado la mayoría de los sujetos experimentan su primer coito en la adolescencia, muchos a esa edad lo conciben como si fuera un cuento de hadas, o sea, intercambio de caricias, besos y abrazos.
La meretriz en cambio lo tratará como un cliente más, lo va a estar apurando, pues para esta clase de mujeres el tiempo es dinero, bueno si es que no es un eyaculador precoz, que en menos de un minuto haga su actividad, además ni siquiera le susurrará frases que forman parte de su oficio, tampoco llegará a sudar; con todo esto creará en el adolescente un concepto de sexoexpress, lo que significa que cuando tenga una relación íntima con alguien de su edad, se lo haga como de gallito madrugador.
Un amigo de la adolescencia, que tenía ciertas tendencias afeminadas, su papá fue quien lo apadrinó, pues temía que su hijo se hiciera jotito; cierto día decidido a hacerlo hombre, lo llevó a un prostíbulo, y le seleccionó una dama de la vida alegre a su gusto, el muchacho animado por el padre accedió, entró al lastimero cuarto, que por cierto según nos contó, de tan mal que olía casi se vomita; pasado ocho minutos la mujer salió acomodándose el sostén, y sonriendo le dijo al progenitor que su retoño era un felino en la cama, este orgulloso cuando vio venir a su chamaco, lo abrazó y le invitó unas cervezas.
Tiempo después, el joven entre charla de cuates, nos confió que pagó a la sexo servidora para que le mintiera a su padre, pues según él, quería llegar casto y puro al matrimonio, es decir, si se comportó como un felino, más nunca dijo la clase, bien podría ser un tierno gatito; en la actualidad este sujeto ha sido reina del carnaval gay de un condado en Kansas, Estados Unidos por más de tres años seguidos, su padre ya anciano presume de que éste está felizmente casado y tiene hasta dos hijos.
Como podrán darse cuenta este asunto de los ritos de iniciación, es mero simbolismo, actos que los seres humanos nos inventamos como pretexto para justificar festejos o hacer nuestra vida menos tediosa.
En la antigüedad, estos ritos se ejecutaban con fines esotéricos, donde se les practicaba a las generaciones jóvenes diversas pruebas para comprobar su valor, fortaleza física y para definir o afirmar el género, es decir, para ser completamente hombres o mujeres. Era común escuchar historias sorprendentes de algunas civilizaciones, en donde las pruebas llegaban a clasificarse como actos de audacia, pues los sujetos arriesgaban hasta su propia vida con tal de ser aprobados por algún clan o grupo social.
Una vez superada la prueba, el individuo aceptado le quedaba un orgulloso estigma a causa de alguna mutilación, un tatuaje o tal vez cierto distintivo simbólico, como un anillo, cadena o medallón el cual muchas de las veces era incrustado en la piel.
En pleno siglo veintiuno, estos ritos de iniciación prevalecen, a pesar de la modernidad que factura el avance tecnológico, ¿cuáles? Como los bautizos y primeras comuniones en la religión católico-cristiana, las novatadas en las universidades a los de primer ingreso, el servicio militar al cumplir los dieciocho años, la primera relación sexual, las despedidas de soltero en ambos sexos, el políticamente incorrecto “baby shower”, para aquellas damitas que se gradúan de madre, y las celebraciones de los quince años de vida en las mujeres.
Este último causa gracia, pues la verdad no sé si durante los preparativos de la celebración, tenga más entusiasmo la madre de la homenajeada, que la festejada en sí; pues resulta que ésta se desvive porque todo quede impecable en la conmemoración de su hija, es más, en la celebración eclesiástica le importa un comino el sacerdote, pues hasta se vuelve junto con el fotógrafo y el responsable de grabar la eucaristía en video, perfectos maestros de ceremonia que buscan coordinar hasta el más mínimo detalle, sin importar salirse del protocolo religioso. El ambiente del festejo refleja más sus gustos, que los de la quinceañera, es como si tratara de enmendar todas las carencias que ella tuvo a esa edad a través de su progenitora.
Decirle adiós a la soltería, es otro de los ritos modernos de iniciación, cada género tiene el suyo, según cuenta un conocido que se dedica a dar espectáculos privados de cheap and dale –y por cierto es homosexual-, que las mujeres en estos menesteres son más depravadas que los hombres, pues muchas veces, gracias a los efectos del alcohol, se animan a hacerle cosas que por este medio me resulta imposible decirlas, sólo imagínense; los hombres casi siempre en estos eventos, todos, absolutamente todos quieren tirarse a la table dancer, es más, hasta se la rifan y en muchas ocasiones el agraciado no es precisamente el homenajeado.
Otro de los ritos de iniciación, es el añejo y famoso apadrinamiento de la primera relación sexual en el género masculino, este acto consiste en que un adulto paga los servicios de una sexoservidora para que inicie al caballero en los placeres coitales. Tal acto me parece que deforma la idea de la sexualidad normal y sana; pues por un lado la mayoría de los sujetos experimentan su primer coito en la adolescencia, muchos a esa edad lo conciben como si fuera un cuento de hadas, o sea, intercambio de caricias, besos y abrazos.
La meretriz en cambio lo tratará como un cliente más, lo va a estar apurando, pues para esta clase de mujeres el tiempo es dinero, bueno si es que no es un eyaculador precoz, que en menos de un minuto haga su actividad, además ni siquiera le susurrará frases que forman parte de su oficio, tampoco llegará a sudar; con todo esto creará en el adolescente un concepto de sexoexpress, lo que significa que cuando tenga una relación íntima con alguien de su edad, se lo haga como de gallito madrugador.
Un amigo de la adolescencia, que tenía ciertas tendencias afeminadas, su papá fue quien lo apadrinó, pues temía que su hijo se hiciera jotito; cierto día decidido a hacerlo hombre, lo llevó a un prostíbulo, y le seleccionó una dama de la vida alegre a su gusto, el muchacho animado por el padre accedió, entró al lastimero cuarto, que por cierto según nos contó, de tan mal que olía casi se vomita; pasado ocho minutos la mujer salió acomodándose el sostén, y sonriendo le dijo al progenitor que su retoño era un felino en la cama, este orgulloso cuando vio venir a su chamaco, lo abrazó y le invitó unas cervezas.
Tiempo después, el joven entre charla de cuates, nos confió que pagó a la sexo servidora para que le mintiera a su padre, pues según él, quería llegar casto y puro al matrimonio, es decir, si se comportó como un felino, más nunca dijo la clase, bien podría ser un tierno gatito; en la actualidad este sujeto ha sido reina del carnaval gay de un condado en Kansas, Estados Unidos por más de tres años seguidos, su padre ya anciano presume de que éste está felizmente casado y tiene hasta dos hijos.
Como podrán darse cuenta este asunto de los ritos de iniciación, es mero simbolismo, actos que los seres humanos nos inventamos como pretexto para justificar festejos o hacer nuestra vida menos tediosa.
miércoles, 20 de enero de 2010
Cita previa
¡Uta! Este mes me toca acudir a surtir medicamentos, como es sabido por sus mercedes, cuando uno padece cierta enfermedad crónica degenerativa, tiene que recurrir una vez al mes a revisión médica, como es costumbre cada treinta días acudo al centro de atención que me corresponde para estar atento de mi estado de salud.
Para ello primero debo de solicitar la cita vía telefónica, si corro con suerte, después de siete intentos de llamar responderá la odiable grabación, que muy amablemente describirá el menú de opciones que ofrece la institución, así como los números de extensión correspondientes a cada consultorio.
Después de escuchar el timbre como doce veces, la asistente médico recibe la llamada, inmediatamente le explico que necesito consulta, ésta una vez que revisa la agenda me dice que hasta dentro de diez días me la puede proporcionar, resignado acepto, ¿qué sucedería si estuviese enfermo de otra cosa? ¡Tendría que soportar los síntomas todo ese tiempo! Además siempre recomiendan, que uno debe de estar quince minutos antes de la hora programada para ingresar, si corro con suerte después de cuarenta minutos lo haré gracias a lo eficiente del servicio.
El día de la cita, como es costumbre procuro ir muy bien aseado, pues en repetidas ocasiones me he dado cuenta que no todos los pacientes lo hacen, muchos al parecer van en su jugo o en vinagre, pues algunos huelen a tuba. De forma amable la asistente recibe mi carnet, para de forma inmediata decirme que tomará mi peso, aquí si me pongo rete nervioso, pues no sé si la traicionera báscula aumentará mi masa muscular, evidenciando la muy ingrata el platito de pozole que me cené anoche, además debido a lo robusto que nuestro creador como cuerpo nos dio, casi siempre estamos a la inversa de la bolsa de valores, o sea, a la alza.
El consultorio se encuentra a tope de pacientes, uno tose, otro estornuda, alguno más con pequeñas manchas rojas por todo el cuerpo, embarazadas que gracias a la moda utilizan vestiduras que les hacen lucir su abdomen tipo ámpula, recién nacidos que no paran de llorar, y los pinches asientos tan cerca uno de otro que casi nos rozamos la piel, y yo de pendejo recién bañado, como dijera la abuela, con los poros de la piel limpios y abiertos, expuesto a cualquier microorganismo bacteriológico.
Para colmo, no falta la señora que pese a su embarazo, trae consigo un chamaco de seis años, el cual camina de silla en silla comiendo el chocolate que su madre le dio con tal de tranquilizar su ansiedad, y cada vez que pasa cerca, posa su manita cubierta de la golosina sobre mi rodilla, manchando el pantalón color beige que ese día traigo; a pesar de su jodida sonrisita que me esboza, no dejo de recordarle en mis adentros la memoria de su santa progenitora, la cual sólo atina a decirle, “estate sosiego m´hijo”, pero no lo hace que se tranquilice.
Mientras esto acontece, la asistente médico, le muestra a su colega del consultorio de enfrente el chisme más reciente del “Tvnotas”, ésta al ponerle atención, baja el volumen del reproductor multimedia de la computadora que ambientaba el lugar con el repertorio musical de José José, obligándola a descuidar la prenda que tejía, debido a tal acción pude cerciorarme que el timbre del teléfono sonaba insistentemente, despejando la incógnita sobre el porqué no responden tan apresuradamente a nuestras llamadas.
Después de esperar hora y media, la asistente me indica que ingrese al consultorio, por fin ha llegado mi turno, con avidez doy un salto de la silla dirigiendo mis pasos con humildad, nerviosismo y abnegación hacia la puerta dispuesto a lo que sigue, pero esa es otra historia.
Para ello primero debo de solicitar la cita vía telefónica, si corro con suerte, después de siete intentos de llamar responderá la odiable grabación, que muy amablemente describirá el menú de opciones que ofrece la institución, así como los números de extensión correspondientes a cada consultorio.
Después de escuchar el timbre como doce veces, la asistente médico recibe la llamada, inmediatamente le explico que necesito consulta, ésta una vez que revisa la agenda me dice que hasta dentro de diez días me la puede proporcionar, resignado acepto, ¿qué sucedería si estuviese enfermo de otra cosa? ¡Tendría que soportar los síntomas todo ese tiempo! Además siempre recomiendan, que uno debe de estar quince minutos antes de la hora programada para ingresar, si corro con suerte después de cuarenta minutos lo haré gracias a lo eficiente del servicio.
El día de la cita, como es costumbre procuro ir muy bien aseado, pues en repetidas ocasiones me he dado cuenta que no todos los pacientes lo hacen, muchos al parecer van en su jugo o en vinagre, pues algunos huelen a tuba. De forma amable la asistente recibe mi carnet, para de forma inmediata decirme que tomará mi peso, aquí si me pongo rete nervioso, pues no sé si la traicionera báscula aumentará mi masa muscular, evidenciando la muy ingrata el platito de pozole que me cené anoche, además debido a lo robusto que nuestro creador como cuerpo nos dio, casi siempre estamos a la inversa de la bolsa de valores, o sea, a la alza.
El consultorio se encuentra a tope de pacientes, uno tose, otro estornuda, alguno más con pequeñas manchas rojas por todo el cuerpo, embarazadas que gracias a la moda utilizan vestiduras que les hacen lucir su abdomen tipo ámpula, recién nacidos que no paran de llorar, y los pinches asientos tan cerca uno de otro que casi nos rozamos la piel, y yo de pendejo recién bañado, como dijera la abuela, con los poros de la piel limpios y abiertos, expuesto a cualquier microorganismo bacteriológico.
Para colmo, no falta la señora que pese a su embarazo, trae consigo un chamaco de seis años, el cual camina de silla en silla comiendo el chocolate que su madre le dio con tal de tranquilizar su ansiedad, y cada vez que pasa cerca, posa su manita cubierta de la golosina sobre mi rodilla, manchando el pantalón color beige que ese día traigo; a pesar de su jodida sonrisita que me esboza, no dejo de recordarle en mis adentros la memoria de su santa progenitora, la cual sólo atina a decirle, “estate sosiego m´hijo”, pero no lo hace que se tranquilice.
Mientras esto acontece, la asistente médico, le muestra a su colega del consultorio de enfrente el chisme más reciente del “Tvnotas”, ésta al ponerle atención, baja el volumen del reproductor multimedia de la computadora que ambientaba el lugar con el repertorio musical de José José, obligándola a descuidar la prenda que tejía, debido a tal acción pude cerciorarme que el timbre del teléfono sonaba insistentemente, despejando la incógnita sobre el porqué no responden tan apresuradamente a nuestras llamadas.
Después de esperar hora y media, la asistente me indica que ingrese al consultorio, por fin ha llegado mi turno, con avidez doy un salto de la silla dirigiendo mis pasos con humildad, nerviosismo y abnegación hacia la puerta dispuesto a lo que sigue, pero esa es otra historia.
miércoles, 13 de enero de 2010
Adiós a la navidad o nieeveess, lloren niños…
“Did I disappoint you or leave a bad taste in your mouth?
You act like you never had love and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light”. U2
Ya estamos en enero, el 2010 llegó con ganas de quedarse con nosotros por doce meses, ¡eso es ánimo la verdad! Atrás quedaron las fiestas decembrinas, las compras de pánico que abarrotaron los supermercados, comprándonos regalos para intentar saciar nuestras carencias de ternura y afecto; se acabaron las desveladas y su estúpida competencia que patéticamente nos inventamos, preguntando a nuestros conocidos a qué horas se acostaron las vísperas del veinticinco de diciembre y uno de enero, como si se tratase de implantar un nuevo récord para establecer quien lo hace más tarde.
Santa Claus, no se perdió gracias a la ayuda del GPS instalado en el trineo lujosamente equipado con sonido surround, a pesar de que cada venadito escuchaba hermosas melodías con sus respectivos iPod touch, los juguetes llegaron a sus respectivos destinatarios.
Se acabaron los villancicos con sus cánticos de paz, respecto a esto, muchas veces me pregunto, para qué cantamos la paz, si ni siquiera sabemos construirla, vivimos continuamente en conflictos con nuestra pareja, familiares y los vecinos ni se diga; por esas fechas es normal desearse felicidad, a sabiendas de que ser feliz en un mundo de infelices cada vez es más difícil.
Un amigo que se dedica al ingrato oficio del sacerdocio, me dijo que para la noche vieja, es decir, la del 31 de diciembre, es cuando más abundan las nupcias, muchos esperan esa fecha para decir “el sí quiero” y escuchar la tanática frase “hasta que la muerte los separe”, lo que significa que existe la esperanza de año nuevo, vida nueva; de igual forma los bautizos se incrementan para el veinticinco de ese mismo mes, entre padrinos, compadres y ahijados todos tienen un doble pretexto para festejar.
Recibir el año es todo un culto, primero todas, absolutamente todas las tiendas de lencería o los departamentos en los almacenes dedicados a la venta de ropa interior, comercializan infinidad de braguitas en colores rojo pasión y amarillo oro, pues hay que llamar al amor y el dinero, como si eso fuera la llave de la felicidad; la venta de pirotécnicos incrementa, las piñatas y globos aerostáticos se ofertan al por mayor, todo esto sea porque se vaya a la tiznada el año que termina, acaso hacemos un balance entre lo bueno y malo que nos facturó como experiencia y que sin lugar a dudas repercutirá en nuestra formación como humanos, ¿para qué? Lo único importante es celebrar.
Mención aparte son los propósitos que todos los años nos planteamos, algunos pasadas las cuarenta y ocho horas los olvidamos, otros incurrimos en la tentación y los pasamos a la ignominia. Si con las cosas que valen la pena no las tomamos en serio, pues unos propósitos que son para estar a la moda de la temporada, pues menos.
En fin la vida no es como uno la desea, y lo más triste es que no sabemos cómo hacerla mejor, además porqué sólo en navidad y año nuevo es cuando nos damos el permiso de tocarnos, de intentar dar amor, por el simple hecho de que los medios publicitarios lo están dictaminando con su bombardeo mediático, se aprovechan de que la vida está llena de nostalgia y en cada fecha que señala el calendario de la beatitud, la explotan, comercializando nuestros sentimientos.
A la mañana siguiente nos encontramos en las esquinas depósitos de basura repletos de moños en múltiples colores, papeles de envoltura hechos trizas, cajas de cartón despedazadas, pinos naturales marchitos de sed; mientras las personas caminan por las calles de nuevo temerosos de que algún mequetrefe los vaya a estafar, es decir, vuelven a ser desconfiados con sus semejantes y enlatan todo ese amor que ayer destilaban, para cuando algún truco publicitario les dicte el momento de volver a destaparlo.
La conclusión que me dejan siempre las fiestas decembrinas, es que nada nos satisface del todo, nuestros deseos son insaciables, no existe riqueza que pueda brindar paz, no existe el amor que responda a nuestros hondos deseos, no es posible ser amados por todos, todo lo que tenemos, pues dura tan sólo unos instantes y luego se olvida, como ejemplo observe a los infantes con sus juguetes, se divierten por unas horas y luego se aburren; más a pesar de toda esta frivolidad y superficialidad que hemos generado, todavía guardo un poco de esperanza de que la próxima navidad sí seremos felices, siempre y cuando vivamos con fe sincera y mostremos el lado limpio de nuestro corazón.
You act like you never had love and you want me to go without.
Well, it's too late tonight to drag the past out into the light”. U2
Ya estamos en enero, el 2010 llegó con ganas de quedarse con nosotros por doce meses, ¡eso es ánimo la verdad! Atrás quedaron las fiestas decembrinas, las compras de pánico que abarrotaron los supermercados, comprándonos regalos para intentar saciar nuestras carencias de ternura y afecto; se acabaron las desveladas y su estúpida competencia que patéticamente nos inventamos, preguntando a nuestros conocidos a qué horas se acostaron las vísperas del veinticinco de diciembre y uno de enero, como si se tratase de implantar un nuevo récord para establecer quien lo hace más tarde.
Santa Claus, no se perdió gracias a la ayuda del GPS instalado en el trineo lujosamente equipado con sonido surround, a pesar de que cada venadito escuchaba hermosas melodías con sus respectivos iPod touch, los juguetes llegaron a sus respectivos destinatarios.
Se acabaron los villancicos con sus cánticos de paz, respecto a esto, muchas veces me pregunto, para qué cantamos la paz, si ni siquiera sabemos construirla, vivimos continuamente en conflictos con nuestra pareja, familiares y los vecinos ni se diga; por esas fechas es normal desearse felicidad, a sabiendas de que ser feliz en un mundo de infelices cada vez es más difícil.
Un amigo que se dedica al ingrato oficio del sacerdocio, me dijo que para la noche vieja, es decir, la del 31 de diciembre, es cuando más abundan las nupcias, muchos esperan esa fecha para decir “el sí quiero” y escuchar la tanática frase “hasta que la muerte los separe”, lo que significa que existe la esperanza de año nuevo, vida nueva; de igual forma los bautizos se incrementan para el veinticinco de ese mismo mes, entre padrinos, compadres y ahijados todos tienen un doble pretexto para festejar.
Recibir el año es todo un culto, primero todas, absolutamente todas las tiendas de lencería o los departamentos en los almacenes dedicados a la venta de ropa interior, comercializan infinidad de braguitas en colores rojo pasión y amarillo oro, pues hay que llamar al amor y el dinero, como si eso fuera la llave de la felicidad; la venta de pirotécnicos incrementa, las piñatas y globos aerostáticos se ofertan al por mayor, todo esto sea porque se vaya a la tiznada el año que termina, acaso hacemos un balance entre lo bueno y malo que nos facturó como experiencia y que sin lugar a dudas repercutirá en nuestra formación como humanos, ¿para qué? Lo único importante es celebrar.
Mención aparte son los propósitos que todos los años nos planteamos, algunos pasadas las cuarenta y ocho horas los olvidamos, otros incurrimos en la tentación y los pasamos a la ignominia. Si con las cosas que valen la pena no las tomamos en serio, pues unos propósitos que son para estar a la moda de la temporada, pues menos.
En fin la vida no es como uno la desea, y lo más triste es que no sabemos cómo hacerla mejor, además porqué sólo en navidad y año nuevo es cuando nos damos el permiso de tocarnos, de intentar dar amor, por el simple hecho de que los medios publicitarios lo están dictaminando con su bombardeo mediático, se aprovechan de que la vida está llena de nostalgia y en cada fecha que señala el calendario de la beatitud, la explotan, comercializando nuestros sentimientos.
A la mañana siguiente nos encontramos en las esquinas depósitos de basura repletos de moños en múltiples colores, papeles de envoltura hechos trizas, cajas de cartón despedazadas, pinos naturales marchitos de sed; mientras las personas caminan por las calles de nuevo temerosos de que algún mequetrefe los vaya a estafar, es decir, vuelven a ser desconfiados con sus semejantes y enlatan todo ese amor que ayer destilaban, para cuando algún truco publicitario les dicte el momento de volver a destaparlo.
La conclusión que me dejan siempre las fiestas decembrinas, es que nada nos satisface del todo, nuestros deseos son insaciables, no existe riqueza que pueda brindar paz, no existe el amor que responda a nuestros hondos deseos, no es posible ser amados por todos, todo lo que tenemos, pues dura tan sólo unos instantes y luego se olvida, como ejemplo observe a los infantes con sus juguetes, se divierten por unas horas y luego se aburren; más a pesar de toda esta frivolidad y superficialidad que hemos generado, todavía guardo un poco de esperanza de que la próxima navidad sí seremos felices, siempre y cuando vivamos con fe sincera y mostremos el lado limpio de nuestro corazón.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Crónicas Aborrecentes (Parte VI)
Otro ladrillo más en la pared.
Poco a poco abandonaron la zona urbanizada y se adentraron a una carretera de terracería rodeada de desfiladeros, gracias a luz de la luna llena se podía apreciar la figura del animal; desesperado porque cada vez se alejaba más de ellos, y percatándose de que eran seguidos por los tipos de la camioneta, Chabotas le gritó a Pinzas que pisara el acelerador a fondo, éste sin pensarlo dos veces lo hizo, logrando acercar a la Ranfla a escasos metros del cochinito, en ese preciso momento tiran de sus resorteras y logran atisbarle, al ser ponchado comienza a descender pausadamente, mientras ellos estiran su brazos para poder alcanzarlo.
Al darse cuenta de tal proeza, los tipos de la camioneta aumentan la velocidad y se les aproximan; por el espejo retrovisor Pinzas logra darse cuenta de ello, y mete la tercera, esto provoca una aceleración con la cual empieza a romper viento lo que impulsa al enorme objeto de plástico haciendo que se eleve de nuevo como si fuera un papalote, pero esta vez jala a Chabotas alzándolo consigo, enredado por las cuerdas que colgaban de las cuatro patas del animal, Crisóstomo alcanza a cogerlo de un extremo de la deslavada chamarra y lo sostiene.
Con los gritos de sus compañeros Pinzas gira la cabeza para cerciorarse de lo que ocurre, al hacerlo su mano que tiene sólo dos dedos resbala del volante, perdiendo el control del automóvil, asustado por esto pisa con fuerzas el freno hasta tronar el pedal, frenando abruptamente y haciendo que los dos chicos salgan disparados por los aires, mientras la camioneta da vueltas hasta estrellarse contra un banco de grava suelta.
Mientras Cris y Chabotas descienden pesadamente sobre el suelo recibiendo duros golpes en sus articulaciones, sus perseguidores al asegurarse de lo acontecido, se siguen de largo observando como la camioneta se cubre totalmente de arena y rocas. En su interior Pinzas yace sin sentido aspirando arena que pausadamente sesga su vida.
Cuando los paramédicos llegan al sitio suben en la ambulancia a los dos chicos golpeados, mientras desesperadamente tratan de sacar el cuerpo del joven, el cual yace inerte con los pulmones llenos de arena; con cierta admiración uno de ellos sarcásticamente dice éste ya se enfrió, llegamos tarde.
Epílogo: Traigan a los muchachos de nuevo a casa.
Pasada una semana, después de los festejos de la elección de reinas, Dafne resultó electa para regocijo de todos los que la apoyaron; por su parte Cris no tuvo más remedio que exigirle matrimonio por el civil a escondidas de sus respectivos progenitores, temeroso de que algún gandalla se la fuera a quitar ahora que ya era una figura pública. Con la vida doméstica, le fue imposible continuar con sus estudios de ingeniería civil, teniendo que laborar de tiempo completo como auxiliar en una oficina del ayuntamiento. Cinco años más tarde alegando incompatibilidad de caracteres se divorciarían dejando un niño fruto de su matrimonio sin padre.
Chabotas por la depresión de la muerte de Pinzas se resguardó en las drogas de forma severa, llegando al extremo de perder la razón; situación que orilló a sus padres a recluirlo en un pabellón siquiátrico, en donde observa el televisor las veinticuatro horas del día sujeto a una camisa de fuerza y consume a diario pastillas de colores.
Pese a todo, en la arrumbada bodega escolar se encuentra un enorme cerdo inflable cubierto de polvo, que muchas veces el intendente ha querido tirar a la basura, pero las autoridades educativas se niegan a hacerlo como una forma de recordar a sus entrañables exalumnos.
Poco a poco abandonaron la zona urbanizada y se adentraron a una carretera de terracería rodeada de desfiladeros, gracias a luz de la luna llena se podía apreciar la figura del animal; desesperado porque cada vez se alejaba más de ellos, y percatándose de que eran seguidos por los tipos de la camioneta, Chabotas le gritó a Pinzas que pisara el acelerador a fondo, éste sin pensarlo dos veces lo hizo, logrando acercar a la Ranfla a escasos metros del cochinito, en ese preciso momento tiran de sus resorteras y logran atisbarle, al ser ponchado comienza a descender pausadamente, mientras ellos estiran su brazos para poder alcanzarlo.
Al darse cuenta de tal proeza, los tipos de la camioneta aumentan la velocidad y se les aproximan; por el espejo retrovisor Pinzas logra darse cuenta de ello, y mete la tercera, esto provoca una aceleración con la cual empieza a romper viento lo que impulsa al enorme objeto de plástico haciendo que se eleve de nuevo como si fuera un papalote, pero esta vez jala a Chabotas alzándolo consigo, enredado por las cuerdas que colgaban de las cuatro patas del animal, Crisóstomo alcanza a cogerlo de un extremo de la deslavada chamarra y lo sostiene.
Con los gritos de sus compañeros Pinzas gira la cabeza para cerciorarse de lo que ocurre, al hacerlo su mano que tiene sólo dos dedos resbala del volante, perdiendo el control del automóvil, asustado por esto pisa con fuerzas el freno hasta tronar el pedal, frenando abruptamente y haciendo que los dos chicos salgan disparados por los aires, mientras la camioneta da vueltas hasta estrellarse contra un banco de grava suelta.
Mientras Cris y Chabotas descienden pesadamente sobre el suelo recibiendo duros golpes en sus articulaciones, sus perseguidores al asegurarse de lo acontecido, se siguen de largo observando como la camioneta se cubre totalmente de arena y rocas. En su interior Pinzas yace sin sentido aspirando arena que pausadamente sesga su vida.
Cuando los paramédicos llegan al sitio suben en la ambulancia a los dos chicos golpeados, mientras desesperadamente tratan de sacar el cuerpo del joven, el cual yace inerte con los pulmones llenos de arena; con cierta admiración uno de ellos sarcásticamente dice éste ya se enfrió, llegamos tarde.
Epílogo: Traigan a los muchachos de nuevo a casa.
Pasada una semana, después de los festejos de la elección de reinas, Dafne resultó electa para regocijo de todos los que la apoyaron; por su parte Cris no tuvo más remedio que exigirle matrimonio por el civil a escondidas de sus respectivos progenitores, temeroso de que algún gandalla se la fuera a quitar ahora que ya era una figura pública. Con la vida doméstica, le fue imposible continuar con sus estudios de ingeniería civil, teniendo que laborar de tiempo completo como auxiliar en una oficina del ayuntamiento. Cinco años más tarde alegando incompatibilidad de caracteres se divorciarían dejando un niño fruto de su matrimonio sin padre.
Chabotas por la depresión de la muerte de Pinzas se resguardó en las drogas de forma severa, llegando al extremo de perder la razón; situación que orilló a sus padres a recluirlo en un pabellón siquiátrico, en donde observa el televisor las veinticuatro horas del día sujeto a una camisa de fuerza y consume a diario pastillas de colores.
Pese a todo, en la arrumbada bodega escolar se encuentra un enorme cerdo inflable cubierto de polvo, que muchas veces el intendente ha querido tirar a la basura, pero las autoridades educativas se niegan a hacerlo como una forma de recordar a sus entrañables exalumnos.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Crónicas Aborrecentes (Parte V)
"....we came in?"
“So ya
Thought ya
Might like to go to the show.
To feel the warm thrill of confusion
That space cadet glow”. Pink Floyd
Nueve treinta de la noche, los muchachos después de haber dormitado uno encima del otro, pateado como doce mil veces el enorme balón hinchable que arrojaba la gente desde las tribunas, haberse ligado a unas cholitas en los pasillos con el cuento de que eran hijos de algún gobernador y llevárselas a los túneles que conducen a las regaderas para agasajárselas en privado, faltando un cuarto para las diez de la noche, el lugar se oscurece y una angelical luz blanca ilumina una lánguida figura ataviada con ropa negra, lo plateado de su cabellera identificaban al individuo como Roger Waters. La raza al reconocerlo lanzan gritos y silbidos, que son apagados por los acordes de la electrizante “In the flesh”.
Pasados noventa minutos de concierto, haber escuchado el repertorio de canciones que compuso en solitario y con el grupo que lo consagró, después de una ligera pausa con la tonada de “Sheep” hizo su arribo al oscuro cielo el enorme cerdo rosa inflable, circundando el estadio con un mensaje inscrito en su trasero “Saquen a Bush, derriba el muro de la frontera”. Una vez dada la vuelta olímpica, el cerdito emprende su viaje surcando los cielos jaliscienses.
Pinzas boquiabierto lo mira hasta que desaparece de sus ojos, un fuerte golpe sobre su espalda lo hace reaccionar, -oye, ¿qué te pasa? Le recrimina a Cris. Éste replica, ¿te acuerdas de las resorteras que traje? Precisamente son para bajar al puerquito, te imaginas ca´on, mañana llegar a la escuela con ese trofeo, todos nos admirarían y seríamos respetados, pues le daríamos a la escuela la mascota que siempre ha querido.
Con un brillo en la mirada, Federico exclamó –pues no sé que estamos esperando, vamos a bajarlo. Con un gesto de sorpresa Chabotas hizo un movimiento de hombros como exclamando porqué se iban, Crisóstomo agitando la mano le gritó, ¡Vente we, está chido lo que vamos a hacer! Sin pensarlo dos veces emprendió la marcha tras ellos, no sin antes apagar su cigarro de marihuana con los dedos ensalivados, y guardarlo entre sus calzoncillos para engañar a la seguridad.
De forma apresurada se treparon por la parte trasera de la ranfla, mientras Pinzas le encendía la marcha; una vez arriba empuñaron por el mango las resorteras dispuestos a cazar al cerdito hinchable.
Por lo acelerado del entusiasmo y la ansiedad de lograr su cometido, no se percataron que un vehículo con el logotipo de la empresa organizadora los seguía a unos veinte metros de distancia, observando cómo los imberbes le tiraban piedras al puerco de plástico. Al parecer la puntería de ellos era pésima, pues de doce rocas, sólo tres habían logrado alcanzarlo, pero no fueron certeras.
Continuará…
“So ya
Thought ya
Might like to go to the show.
To feel the warm thrill of confusion
That space cadet glow”. Pink Floyd
Nueve treinta de la noche, los muchachos después de haber dormitado uno encima del otro, pateado como doce mil veces el enorme balón hinchable que arrojaba la gente desde las tribunas, haberse ligado a unas cholitas en los pasillos con el cuento de que eran hijos de algún gobernador y llevárselas a los túneles que conducen a las regaderas para agasajárselas en privado, faltando un cuarto para las diez de la noche, el lugar se oscurece y una angelical luz blanca ilumina una lánguida figura ataviada con ropa negra, lo plateado de su cabellera identificaban al individuo como Roger Waters. La raza al reconocerlo lanzan gritos y silbidos, que son apagados por los acordes de la electrizante “In the flesh”.
Pasados noventa minutos de concierto, haber escuchado el repertorio de canciones que compuso en solitario y con el grupo que lo consagró, después de una ligera pausa con la tonada de “Sheep” hizo su arribo al oscuro cielo el enorme cerdo rosa inflable, circundando el estadio con un mensaje inscrito en su trasero “Saquen a Bush, derriba el muro de la frontera”. Una vez dada la vuelta olímpica, el cerdito emprende su viaje surcando los cielos jaliscienses.
Pinzas boquiabierto lo mira hasta que desaparece de sus ojos, un fuerte golpe sobre su espalda lo hace reaccionar, -oye, ¿qué te pasa? Le recrimina a Cris. Éste replica, ¿te acuerdas de las resorteras que traje? Precisamente son para bajar al puerquito, te imaginas ca´on, mañana llegar a la escuela con ese trofeo, todos nos admirarían y seríamos respetados, pues le daríamos a la escuela la mascota que siempre ha querido.
Con un brillo en la mirada, Federico exclamó –pues no sé que estamos esperando, vamos a bajarlo. Con un gesto de sorpresa Chabotas hizo un movimiento de hombros como exclamando porqué se iban, Crisóstomo agitando la mano le gritó, ¡Vente we, está chido lo que vamos a hacer! Sin pensarlo dos veces emprendió la marcha tras ellos, no sin antes apagar su cigarro de marihuana con los dedos ensalivados, y guardarlo entre sus calzoncillos para engañar a la seguridad.
De forma apresurada se treparon por la parte trasera de la ranfla, mientras Pinzas le encendía la marcha; una vez arriba empuñaron por el mango las resorteras dispuestos a cazar al cerdito hinchable.
Por lo acelerado del entusiasmo y la ansiedad de lograr su cometido, no se percataron que un vehículo con el logotipo de la empresa organizadora los seguía a unos veinte metros de distancia, observando cómo los imberbes le tiraban piedras al puerco de plástico. Al parecer la puntería de ellos era pésima, pues de doce rocas, sólo tres habían logrado alcanzarlo, pero no fueron certeras.
Continuará…
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Crónicas Aborrecentes (Parte IV)
El espectáculo debe de continuar
Antes de subirse a la camioneta, debido al clima frío y los litros de agua que habían ingerido para engañar las ganas de consumir cervezas, los tres chicos tuvieron la fuerte necesidad de orinar; a Chabotas se le ocurrió organizar su acostumbrado concurso para comprobar quién cubría el mayor espacio con el chorro de su evacuación. Resultando ganador como siempre de la justa el inquieto de Cris, quien de forma ufana, agradecía al creador por lo bien dotado de sus partes nobles, pues de no tenerlo de esas proporciones no les ganaría tantas veces, mientras los otros dos con cierta mofa y envidia le decían improperios.
Al arribar a las inmediaciones del estadio se toparon con una procesión de gente que iba desde transitar a pie hasta en automóviles, por cierto, la fila de coches era enorme y más lenta que una tortuga con reumas, cada quince minutos un coche movía sus llantas tres metros de distancia. Chabotas desesperado, les dice que paren, se baja y comienza a dirigir el tráfico cual agente vial, evitando con ello que muchos no se metieran a la brava entre los espacios y les ganaran, los primeros diez minutos fue visto con buenos ojos, pero llegada la desesperación de los conductores, le llovió una rechifla y envases de agua vacíos.
Cuando por fin observaron el monumental estadio "Tres de Marzo", las primeras luces del alba se dejaban entrever, descubriendo un mar de personas de todo tipo, patarrajadas, tibíris, nacos como ellos, guarines, jotos, machorras, chilangos, fresas, gruesos, jiposos, cholos, grifos, teporochos, etc. Y lo más impactante un desplegado de seguridad, como si se tratara del arribo de algún Presidente !Chale, cuánta pinche chota¡- exclamó Chabotas.
Cada túnel de acceso al estadio tenía detector de metales y cuatro policías con su respectiva seguridad canina, una vez que estacionaron la ranfla, fueron a formarse en las zigzagueantes filas; Chabotas, se notaba inquieto, y Pinzas le preguntó –Brother, ¿Qué te pasa? Nada, es que ya me anda de hacer el pis. Pues no seas wey, ve a los baños azules aquellos, apresurado aseveró Cris.
Efectivamente, como todo espectáculo que convoca a multitudes, a las afuera del lugar habían instalado letrinas portátiles, raudo como una liebre, Chabotas se metió al primero que encontró desocupado; además de hacer sus necesidades fisiológicas, quitándose una de sus enormes botas sustrajo un carrujo de marihuana envuelto en una bolsita de plástico, que sin pena introdujo en el interior de su cavidad anal, a sabiendas que ahí pasaría inadvertido por los policías y sus mascotas; pensando, una cosa es estar en un mega concierto y otro pedo es verlo dándote un toque en honor a ello, razón por la cual se la iba a jugar frente a la extremada seguridad.
Doce del día y no habían ni siquiera desayunado, lo único que comieron era un paquete de mantecadas que Federico compró al triple de su precio original y un refresco de cola; Chabotas de pronto reconoce a Rossella, una bien formada table dancer que era su cliente de enervantes sintéticos, disfrutando de una pizza en compañía de unos tipos cabezas rapadas de guayaberas y lentes oscuros tipo cholos del este de Los Ángeles; como el tigre que acecha a su presa fue hacia ellos, después de bromear e intercambiar palabras regresó sosteniendo una caja de pizza y tres refrescos. De forma ufana les dijo, “me debía una feria y se la hice efectiva, ya ven como uno también tiene sus tarjetas de crédito”. Las pupilas se les ensancharon, de forma inmediata cual niños de Biafra hincaron el diente a tan suculento manjar.
Estando en esos menesteres se escuchó el requinteo de una lira entonando los acordes de la canción "Another brick in the wall", sonido que alborotó a la multitud, dejando escapar un alarido al unísono. Se trataba del ensayo o las pruebas de sonido que se hacen previo al espectáculo.
Eran las cinco de la tarde cuando la enorme fila empezó a moverse, poco a poco pudieron acercarse a los retenes de ingreso, la guardia civil los observó y revisó cuidadosamente, mientras ellos entusiasmados pasaron sin ningún contratiempo, era digna de admiración la actitud de Chabotas, pues incluso intercambió algunos comentarios con los agentes de seguridad mientras lo revisaban. A cada persona se le advertía que si sacaba el celular a la hora del concierto, sólo sería para hacer llamadas, nada de grabar video o tomar fotografías, de hacerlo así, no reservaban el derecho de admisión.
En el interior del estadio la tertulia del evento se respiraba por todos lados, si los productos comestibles afuera eran de precio elevado, ahí prácticamente eran inalcanzables para el bolsillo de éstos; buscaron el sitio correcto donde poder observar de forma excelente y que los demás no se les echaran encima, ni los fueran a atropellar con sus brincos. Chabotas ya sabiendo donde iban a estar corre al baño del lugar a sacar su dotación de mota del extraño sitio donde lo tenía guardado.
A Cris una vez que se le pasa la euforia del viaje lo comienza a embargar el aburrimiento, su mente es invadida entonces por el recuerdo de su sacrosanta noviecita, lleno de romanticismo nostálgico como desesperado le envía seis mensajes de texto a través del teléfono móvil, como respuesta de la chica recibe dos mensajes con monosílabos; algo pesado apachurra su pecho y lleno de ansiedad decide marcarle, cosa rara en él, pues siempre se ha caracterizado por ahorrar el máximo de tiempo aire, la chica recibe la llamada respondiendo “Hola”, este apresurado parafrasea un fragmento de canción que muchas veces escuchó a su padre tararear cuando se duchaba, diciéndole que odia llamarle por celular, pues por ahí no la puede besar, colgando lleno de satisfacción a sabiendas que con eso ella empezaría a extrañarlo, para posteriormente suspirar y apagar el aparato.
Continuará…
Antes de subirse a la camioneta, debido al clima frío y los litros de agua que habían ingerido para engañar las ganas de consumir cervezas, los tres chicos tuvieron la fuerte necesidad de orinar; a Chabotas se le ocurrió organizar su acostumbrado concurso para comprobar quién cubría el mayor espacio con el chorro de su evacuación. Resultando ganador como siempre de la justa el inquieto de Cris, quien de forma ufana, agradecía al creador por lo bien dotado de sus partes nobles, pues de no tenerlo de esas proporciones no les ganaría tantas veces, mientras los otros dos con cierta mofa y envidia le decían improperios.
Al arribar a las inmediaciones del estadio se toparon con una procesión de gente que iba desde transitar a pie hasta en automóviles, por cierto, la fila de coches era enorme y más lenta que una tortuga con reumas, cada quince minutos un coche movía sus llantas tres metros de distancia. Chabotas desesperado, les dice que paren, se baja y comienza a dirigir el tráfico cual agente vial, evitando con ello que muchos no se metieran a la brava entre los espacios y les ganaran, los primeros diez minutos fue visto con buenos ojos, pero llegada la desesperación de los conductores, le llovió una rechifla y envases de agua vacíos.
Cuando por fin observaron el monumental estadio "Tres de Marzo", las primeras luces del alba se dejaban entrever, descubriendo un mar de personas de todo tipo, patarrajadas, tibíris, nacos como ellos, guarines, jotos, machorras, chilangos, fresas, gruesos, jiposos, cholos, grifos, teporochos, etc. Y lo más impactante un desplegado de seguridad, como si se tratara del arribo de algún Presidente !Chale, cuánta pinche chota¡- exclamó Chabotas.
Cada túnel de acceso al estadio tenía detector de metales y cuatro policías con su respectiva seguridad canina, una vez que estacionaron la ranfla, fueron a formarse en las zigzagueantes filas; Chabotas, se notaba inquieto, y Pinzas le preguntó –Brother, ¿Qué te pasa? Nada, es que ya me anda de hacer el pis. Pues no seas wey, ve a los baños azules aquellos, apresurado aseveró Cris.
Efectivamente, como todo espectáculo que convoca a multitudes, a las afuera del lugar habían instalado letrinas portátiles, raudo como una liebre, Chabotas se metió al primero que encontró desocupado; además de hacer sus necesidades fisiológicas, quitándose una de sus enormes botas sustrajo un carrujo de marihuana envuelto en una bolsita de plástico, que sin pena introdujo en el interior de su cavidad anal, a sabiendas que ahí pasaría inadvertido por los policías y sus mascotas; pensando, una cosa es estar en un mega concierto y otro pedo es verlo dándote un toque en honor a ello, razón por la cual se la iba a jugar frente a la extremada seguridad.
Doce del día y no habían ni siquiera desayunado, lo único que comieron era un paquete de mantecadas que Federico compró al triple de su precio original y un refresco de cola; Chabotas de pronto reconoce a Rossella, una bien formada table dancer que era su cliente de enervantes sintéticos, disfrutando de una pizza en compañía de unos tipos cabezas rapadas de guayaberas y lentes oscuros tipo cholos del este de Los Ángeles; como el tigre que acecha a su presa fue hacia ellos, después de bromear e intercambiar palabras regresó sosteniendo una caja de pizza y tres refrescos. De forma ufana les dijo, “me debía una feria y se la hice efectiva, ya ven como uno también tiene sus tarjetas de crédito”. Las pupilas se les ensancharon, de forma inmediata cual niños de Biafra hincaron el diente a tan suculento manjar.
Estando en esos menesteres se escuchó el requinteo de una lira entonando los acordes de la canción "Another brick in the wall", sonido que alborotó a la multitud, dejando escapar un alarido al unísono. Se trataba del ensayo o las pruebas de sonido que se hacen previo al espectáculo.
Eran las cinco de la tarde cuando la enorme fila empezó a moverse, poco a poco pudieron acercarse a los retenes de ingreso, la guardia civil los observó y revisó cuidadosamente, mientras ellos entusiasmados pasaron sin ningún contratiempo, era digna de admiración la actitud de Chabotas, pues incluso intercambió algunos comentarios con los agentes de seguridad mientras lo revisaban. A cada persona se le advertía que si sacaba el celular a la hora del concierto, sólo sería para hacer llamadas, nada de grabar video o tomar fotografías, de hacerlo así, no reservaban el derecho de admisión.
En el interior del estadio la tertulia del evento se respiraba por todos lados, si los productos comestibles afuera eran de precio elevado, ahí prácticamente eran inalcanzables para el bolsillo de éstos; buscaron el sitio correcto donde poder observar de forma excelente y que los demás no se les echaran encima, ni los fueran a atropellar con sus brincos. Chabotas ya sabiendo donde iban a estar corre al baño del lugar a sacar su dotación de mota del extraño sitio donde lo tenía guardado.
A Cris una vez que se le pasa la euforia del viaje lo comienza a embargar el aburrimiento, su mente es invadida entonces por el recuerdo de su sacrosanta noviecita, lleno de romanticismo nostálgico como desesperado le envía seis mensajes de texto a través del teléfono móvil, como respuesta de la chica recibe dos mensajes con monosílabos; algo pesado apachurra su pecho y lleno de ansiedad decide marcarle, cosa rara en él, pues siempre se ha caracterizado por ahorrar el máximo de tiempo aire, la chica recibe la llamada respondiendo “Hola”, este apresurado parafrasea un fragmento de canción que muchas veces escuchó a su padre tararear cuando se duchaba, diciéndole que odia llamarle por celular, pues por ahí no la puede besar, colgando lleno de satisfacción a sabiendas que con eso ella empezaría a extrañarlo, para posteriormente suspirar y apagar el aparato.
Continuará…
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