miércoles, 12 de agosto de 2009

Divas de oficina

“Nunca falta alguien así”, solía decir una tía para referirse a las actitudes que ciertos individuos ponen de manifiesto ante el desarrollo de sus funciones o actividades; lo anterior es citado a raíz de que hace unos días fui a resolver ciertos pendientes administrativos en un conocido complejo; además me parece absurdo que en un sitio donde se jactan de la eficiencia en sus servicios tengan sillas para que los clientes esperen su turno.

Al llegar, la recepcionista con una amplia sonrisa en sus carminados labios y con voz de telefonista de hotel de cinco estrellas preguntó cuál era la intención de la “visita” a ese concurrido lugar; una vez explicadas las razones de mi estancia ahí, amablemente con su bien cuidada mano derecha señaló el departamento al que debía acudir, así como el nombre del servidor público que atendería el caso.

En esa oficina una secretaria de imagen pulcra antes de asegurarme si el licenciado “perenganito” se encontraba, hizo una serie de preguntas tipo careo judicial; con la información obtenida, se puso de pie y me dijo con voz de recluta desvelado, “por favor, espere un momento, voy a comunicarle al responsable su situación”. Transcurridos cinco minutos se abre la puerta del privado donde el servidor público atiende a las personas, entre sonrisas, guiños y uno que otro chascarrillo sale la secretaria para decirme que en veinte minutos me recibirán.

Mientras las manecillas del reloj de pared indicaban que los veinte minutos habían llegado a su fin, mi ánimo empezaba a inquietarse, por un lado ya me había enfadado el clásico sonidito del Messenger cada nueve segundos que emitía la computadora, al igual que las pinches llamadas telefónicas de la secretaria a sus conocidos para intercambiar mitotes y lo peor es que al parecer entre más jocosos eran me miraba de reojo como si yo fuera participe de ellas y querría dar mi punto de vista en relación a esos temas.

A los cuarenta minutos hace su arribo el personal de intendencia con escoba, trapeador y cubeta en manos dispuesto a realizar sus labores, mientras barre bromea con ella, como si fuera otro objeto más me pide levantar los pies para limpiar el sitio que ocupo, igual lo hace cuando trapea, y casi adivino que me refresca la memoria de mi santa madre cuando los bajo después haber pasado el trapeador, ¿acaso quiere que sea un contorsionista o practique yoga?

Diez minutos más, llega un vendedor ambulante y nos ofrece fruta picada, ella compra una ración que le agrega mucho limón aderezado con chile en polvo, de pronto arriba al lugar un sujeto impecablemente vestido, al parecer es muy importante pues la mecanógrafa hace reverencias casi de hinojos, coge el teléfono para contactarse con su jefe, el sujeto inmediatamente ingresa al privado, mientra sigo aquí como dice la canción, arrepentido de no haber adquirido algo de la fruta, pues el hambre empieza a surtir sus primeros estragos sobre mi estómago.

Quince minutos después el individuo sale del privado con el supuesto servidor público, el cual le tiene puesto su brazo derecho sobre la espalda de éste, por fin lo conozco, ni me voltea a ver haciéndome sentir como Sam Wheat, el personaje de la película “Ghost”; a su regreso se dirige con la oficinista para preguntarle que pendientes tiene, mientras ella me señala le expone mi caso, sin mirarme dice “dile qué espere un momento”, pasa a su privado y cierra la puerta a sus espaldas. A los tres minutos suena el interfono, una vez colgado el auricular la mujer con una sonrisita indica la puerta y me pide que ingrese con su jefe.

En el interior el tipo se encuentra sentado en su cómodo sillón ejecutivo frente a él una enorme pantalla plana de computadora, sin despegar la vista de ésta pregunta, ¿Qué se le ofrece? Aspiro de forma profunda rogando a la paciencia fuerza de resistencia, empiezo con la letanía de mis asuntos, mientras el tipo escribe sobre el teclado, de nueva cuenta escucho el sonidito del Messenger, lo cual me hace dudar entre si se encuentra tomando nota de lo que le voy diciendo o está enfrascado en una charla virtual. De pronto suena su celular, al cerciorarse de quién es la llamada sin pedir disculpas se pone de pie y da la media vuelta para contestarlo, empieza a alzar la voz como especie de reprimenda; después de cinco minutos se sienta y por la frente a pesar de lo frío del clima artificial escurre una ligera gota de sudor, noto entre las mangas de su saco sastre lamparones de humedad producto de su transpiración ocasionada por la elevada presión arterial que se generó.

Exasperado abre un cajón de su escritorio y extrae ciertos papeles, los coloca sobre el cristal que protege el mueble, me dice que para darle solución a lo mío necesito cubrir todos los requisitos que ahí se indican, por lo tanto debo llenarlos y regresar con ellos más tarde. Con franqueza creo que eso fue lo peor, más de cortesía que por ánimo agradezco “sus atenciones” y salgo del asfixiante sitio. Para colmo de males al abandonar el lugar la secretaria exclama, “¡Qué tenga un excelente día!”, haciendo un esfuerzo por aflojar las mandíbulas balbuceo “Igualmente, gracias”.

Me preguntó, ¿qué culpa tiene uno de toparse con burócratas tan ineptos? Sólo porque gracias al azar del destino estos tipos ocupan puestos que les concedió el nepotismo o compadrazgo. Quienes pagamos las consecuencias somos los que menos la debemos, líbranos Dios de personas así. Dicen que una computadora quita del empleo aproximadamente a diez personas, si son sujetos que valen la pena en su trabajo, ¡que pena! Pero si se trata de diez próceres sindicalizados. ¡En hora buena!

miércoles, 8 de julio de 2009

A quien corresponda, sea correspondida

El origen del texto que a continuación les presento fue planeado para rendir homenaje a una profesora que por sus acciones se ganó mi aprecio y simpatía, como ustedes saben cuando uno compra ropa después de probarnos las prendas casi siempre quedan pequeños detalles que hay que corregir como las mangas o el talle, a diferencia de cuando vamos con algún sastre para que nos elabore la ropa, ésta nos queda de forma exacta, a la medida, espero con este escrito convertirme en costurero y hacerle un vestido a la talla de tan ínclita persona.

De forma común en mí, el día de la ceremonia de despedida, preferí ocultarme en el anonimato, apeñusqué el escrito entre las manos y adopté el papel de espectador, pues consideré redundante mi intervención, y peor aún sin ser invitado, más ahora creo que es el momento que vea la luz pública.

Hoy no es un día más, es una fecha sólo para una persona, pero también es un día menos de que no estará aquí en lo que llegó a considerar su segundo hogar, nuestro bachillerato. Maestra sin grado que con agrado ejerció la docencia, partidaria de la memoria y enemiga del olvido, pues tomó como bandera la nostalgia, motivo por el cual no encajaba algunas veces en su gusto las cosas que con prestancia impone la moda; por el correr de los años fue ahorrando su tiempo en el banco del ensayo y el error hasta comprar la savia experiencia que compartió contigo, conmigo y con ustedes.

Amiga de las letras y conjugaciones, en donde daba lo mismo leer verso y prosa al igual que canciones; Juan José Arreola y Carlos Fuentes pronto el polvo los cubrirá en esa añeja y solitaria biblioteca, pues quien daba crédito a su escritura ya no va estar, lo que sin lugar a dudas desperdiciará o posiblemente enlate su lectura, reduciendo así a los nuevos estudiantes a unos cuantos textos lo escaso de su cultura.

Ya no etiqueta a las personas, pues ese es oficio de críticos, simplemente en lo que una vez dijo manifestó su mayor humildad y una cierta verdad sin maquillaje, a pesar de no gustar lo mordaz de sus comentarios a más de alguno hizo reflexionar, prueba de ello es la jocosa sonrisa que me hacía exclamar al escuchar de su aguda voz aquello que del prójimo solía decir.

Los estudiantes no fueron su amor platónico, más bien quiso a quien más le quiso; más si me a trevo asegurar que entre sus amores se encuentra la docencia. Que sin opulencia en su andar cansado recorrió las aulas de este plantel no tan sagrado, compartiendo a complacencia su vasta experiencia.

Generación tras generación puso su granito de arena para evitar que sus pupilos cayeran en alguna degeneración, más ahora que ya no está, la jubilosa moda y la airosa publicidad barata les arrebatan a los putativos hijos que un día fueron prolijos de su orgullo profesional.

Siempre nos ha querido, nos ha respetado, nos ha pagado el doble de lo que le pedíamos, pues como ustedes saben, resulta a veces tan difícil intentar salir ileso de la magia frente a un grupo de estudiantes que nos mantiene preso y que sin caer en el escarnio nos da factura de satisfacción.

No imagino a tan notable dama sentada frente una ventana en su hogar viendo la vida pasar, pues desde su perspectiva una existencia así no es digna de ser vivida; pues entre sus planes no esta el envejecer sin dignidad, la jubilación no le quita agallas a la profesión que fue y es de su talla, por lo tanto así la recordaremos siempre.

Más a pesar de los años le puedo asegurar que con y sin ella frente a las aulas, las discotecas seguirán llenas y las bibliotecas permanecerán vacías. Y es que como una vez lo dijo “la intolerancia nace de la ignorancia, pero se cura con la lectura”, he aquí ese granito de arena que solía sumar a nuestra cultura.

Pero seguro estoy que a pesar de su retiro y eso es lo que en ella admiro seguirá peleando hasta el último día por abatir la ignorancia ya no frente a sus pupilos sino ante sus nietos; pues de su boca un día le oí decir que no existe herramienta más noble ante las adversidades de la vida que la pluma, lo que se escribe jamás se olvida, perpetua es y ante tal confrontación los educadores habremos de ganar.

Por eso hoy, mañana y siempre le deseo que sea muy feliz, si alguna vez caminado por la vereda nos llegamos encontrar, por favor preste atención a José Alfredo, y no se agache ni siga de frente haga un alto para estrechar su mano, pues la amistad nunca se encajona, y aprovecharé el momento para agradecerle profesora Ramona el compartir su vida docente con nosotros sus colegas y amigos.

miércoles, 1 de julio de 2009

Sólo los solos

Si me he quedado solo, es por falta de maldad”. François George
El otro día por la colonia donde tienen su casa hubo un apagón no previsto, duramos como dos horas sin energía eléctrica, en ese lapso de tiempo en que no había televisor, ni estéreo, mucho menos luz que permitiera leer algo, conforme avanzaban los minutos empecé a bostezar y noté que tal gesto no era por hambre mucho menos de sueño, mi sorpresa resultó enorme al percatarme que estaba sintiéndome aburrido, entonces reflexione y al hacer un análisis de cual era la causante de este estado de ánimo la sorpresa incremento, pues me estaba aburriendo de mi propia persona.

Ese momento tan íntimo en donde ningún jodido distractor funcionaba pude constatar que estar conmigo mismo es tedioso y cansado, ahora comprendo a mis abnegados discípulos las horas tan pesadas que han pasado a mi lado, soportando mi agrio humor, las descabelladas improvisaciones y lo que es peor: el pseudo sarcasmo.

A estas alturas es cuando por fin entiendo esas celebres palabras de “necesito cambiar de aire, ya me estoy cansando”, pues si es tal el tedio de vivir a diario con uno mismo que resulta pertinente evadirnos, dejar de hacer las pinches actividades de siempre, aquello que nos identifica como seres únicos e irrepetibles, razón por la cual recurrimos a la invención de otro yo que sea lo bastante agradable, no sólo para estar a gusto consigo, sino que también agrade a los demás y lo mandamos de Tour a algún sitio en donde no sea tan fácilmente identificable.

Una cosa que nunca podremos evadir es la razón de la naturaleza, pues desde que nacemos llegamos solos a este planeta, claro con excepción de los gemelos pero como es sabido con el paso de los años ya no se soportan, la realidad de la vida es que en soledad vinimos a este mundo y en soledad vamos a ser sepultados en cierta fecha desconocida, amenos de que no sea en un sismo y quedemos varios bajo los escombros será a solas nuestra muerte.

Algunos purgamos la ingrata condena de intentar conocernos a nosotros mismos, pero la verdad somos víctimas de nuestro propio engaño, muchas veces de lo bien que vivimos ni siquiera nos damos cuenta lo mal que estamos. Es tan severo el autoengaño que en repetidas ocasiones llegamos pensar que somos un manojo de virtudes positivas, que a todos les agradamos, les puedo asegurar que cinco personas que han convivido conmigo pueden decir de forma atinada como soy en realidad y por obvias razones si les llegara a escuchar opinar eso, reaccionaría molesto e incómodo a la vez por sus comentarios.

El ser humano a lo largo de la vida hace infinidad de intentos por no estar sólo, en su faena por no estar apartado de nadie ha inventado la radio para tener a quien escuchar, el teléfono, televisor, el noviazgo y lo más terrible el matrimonio, basta recordar la tanática frase protocolaria de la ceremonia religiosa católica de “hasta que la muerte los separe”, para erizar los vellos.

El matrimonio es una excusa estúpida que hemos inventado para gozar de la compañía de alguien, para Immanuel Kant casarse es comparable a realizar un arrendamiento de los genitales, donde las parejas reclaman como propiedad el uno del otro por el simple hecho de haber firmado un papel; El Ginebrino Jean-Jacques Rousseau una vez escribió que “la naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable”.

Parejas que se han llenado de tantas cosas, pero siguen teniendo hambres, continuos vacíos existenciales pero hacen la mimesis de ser felices como aprobación de sus semejantes. Han convertido a su cónyuge en un simple “cumple-caprichos”, una extensión de sus propias nostalgias, el eterno suplidor de las deficiencias maternales, y, a veces, en un déspota, que no llena las expectativas que se tenían. La contraparte o media naranja en el transcurso de compartir el mismo espacio y con el descubrimiento del verdadero carácter se empieza a convertir en eternos dolores de cabeza, en los problemas que se suman a los que factura el empleo, en esperanzas frustradas, en llantos contenidos que se derraman al llegar a los límites de su propia necedad.

Es precisamente en este sentir cuando aquella unión que se juró eternidad sentimental, nunca leyó en la letra pequeñita del contrato que existía fecha de caducidad y que no habían puntos suspensivos; entonces llega la anorexia de besos que trae consigo una bulimia pasional por otras personas distintas a la de siempre, se rompe el convenio de permanecer juntos, volviendo a su soledad y al hartazgo de estar con ellos mismos, lo cual les motiva a pesar de los descalabros cuando se sienten sin nadie a encenderle de nueva cuenta una veladora a San Antonio para que les ponga enfrente el anhelado amor de su vida, que con el transcurrir de los años será el mismo cuento repetido.

Otra deplorable excusa por el disfrute de acompañamiento, que desde mi particular opinión resulta peor que la anterior es el engendrar hijos y creer que son propiedad o patrimonio de la perpetuidad de una generación; mi abuelo se atrevió a afirmar que los hijos son prestados, únicamente se nos está permitido darles alimentación, vestirlos y calzarlos hasta cierta edad, y ejemplificaba el hecho de que las aves al percatarse que sus crías pueden volar, las dejan a su propia voluntad, y como una muestra palpable del fracaso cuando se llegan a considerar a los críos como una posesión, narraba los casos de Pinocho el de Carlo Lorenzini y Almendrita o Pulgarcita de Hans Christian Andersen.

Así que la próxima vez que se encuentre más solo que Dios, realice un viaje interno, considerando aquello que una vez expreso Goethe, “no conocemos a los hombres cuando vienen a vernos: tenemos que visitarlos a ellos para averiguar cómo son”, esto significa que mediante esta introspección debemos realizar una disección en busca de nuestra parte maligna e intentar fumar la pipa de la paz con el lado oscuro que nunca percibimos nosotros pero que los demás bien que lo conocen, pues como dice un proverbio Libanés “Si el camello pudiera verse su joroba, se caería al suelo de vergüenza”.

miércoles, 24 de junio de 2009

Seduciendo vírgenes electorales

Es época de elecciones por donde quiera que uno voltee ve mantas alusivas ya sea para promocionar el voto o para promoverlo a favor de algún partido político, coches con calcamonías referentes a los nombres abreviados de los contendientes electorales, ¡hágame el favor, como si uno los conociera de siempre! Muros pintados sin caer en el graffiterismo. Vuelve lo patético de las bien armadas campañas de desprestigio entre los aspirantes, como es el acusarse de gángsters y echarse excremento mutuamente, lo cual me recuerda a las riñas que durante la infancia sostenía con otros chicos; el aluvión de gorras, playeras de algodón tipo túnica y alimentos provenientes del gasto público que se despilfarra de forma siniestra.

Por doquiera se escucha a personas discutiendo a favor o a contra de equis afiliación partidista, una absurda labor de convencimiento que la verdad es pura palabrería de sordos, es como si los ciegos se golpearán entre sí, es decir, nadie va lograr que se acepte un punto de vista común.

En estos comicios se tuvieron que acortar las fechas de campaña debido a la contingencia sanitaria, lo que significó menos tiempo de verle la fisonomía al candidato que nos repugna con su forzada sonrisa, de escuchar los corajes y ataques que desacrediten a los contendientes, menos tiempo de soportar las calvicies, bigotes tipo zapatistas y maquillaje a granel de los aspirantes a algún puesto público. Lo que sí se multiplicaron como conejos fueron los encuestadores y sus tediosos instrumentos, que al fin de cuentas son pura especulación, así como las estadísticas que arrojan, y por cierto cubren espacio privilegiado en los periódicos, con su tendencioso sentido; la verdad estos estudios no sirven de nada, son más bien un vulgar termómetro y lo que enuncian no se considera un fiel reflejo de las urnas electorales.

Muchas felicidades a todas esas personas que lograron tramitar su credencial de elector a tiempo, algunos la actualizaron, otros tal vez la estarán estrenando este cinco de julio, y espero también estrenen su cerebro votando de forma consciente por la persona que nos beneficie a todos en lugar de cruzar toda la boleta anulándolo. Esos primerizos que imagino han de ser nuestros adolescentes ojalá que no lo hayan hecho por mera presunción y moda o simplemente para que los dejarán ingresar al antro, rentar películas pornográficas en videoclubes chafas o tener acceso al table dance.

En nuestro estado son los jóvenes entre 18 y 45 años quienes integran el 40% del padrón electoral y también son los que menos participación tienen en los referéndums; pues algunos especialistas consideran que los mayores a 30 años tienen definido el sentido de responsabilidad e incluso cuentan con afiliación partidista o simpatizan con el contendiente que logra convencerlos. Mientras los que se ubican entre 18 hasta 29 años no les llama la atención el acudir a ejercer su derecho ciudadano, sumándose a las estadísticas del abstencionismo.

Estas vírgenes electorales como los consideró alguna vez una revista de circulación nacional porque para algunos es su primera vez que votan, también los llegamos a clasificar de inexpertos, faltos de criterio, es más, hasta de inmaduros, pero creo que los subestimamos, pues tienen claro que su aportación por cualquier partido va a tomarse en cuenta, saben con certeza de que por vez primera entraran en el juego democrático.

Además la persona no necesariamente tiene que ser analista o alcanzar un alto grado de intelectualidad para comprender la política; cualquiera que se dé un tiempo antes de votar para revisar minuciosamente las propuestas de los que se postulan a ocupar un puesto público podrá identificar quién quiere que sea el gobernador, presidente o diputado de nuestra entidad, y por ende ser el partido dominante durante los últimos años. Además si alguien le pregunta sobre ese delicado asunto del voto sabrá abordarlo y dar su modesta aportación.

Como sabemos desde preescolar y los niveles educativos subsecuentes el individuo en nuestro país recibe una formación cívica y ética donde le son inculcados el amor a la patria al igual que se adentra en el conocimiento de sus derechos y obligaciones como ciudadano, y a pesar de esto, votar es un proceso de escasa carga moral. Si a ello se le agrega el estereotipo de que el sujeto que llega a enfrascarse con el poder termina convirtiéndose en una especie de Rey Midas a la inversa, pues todo lo que toca lo convierte en una masa oscura y maloliente; lo cual sin lugar a dudas influye para que se llegue a considera el elegir a candidatos como algo corrupto o de dar el gane a quien no lo merece.

Por otro lado votar es un deber de todos, para que uno pueda ir ejercer este derecho y obligación, el país invierte una buena cantidad que se gasta en cada campaña política de las diversas agrupaciones; dependiendo de cada estado es la variación del costo del voto, es muy fácil saber cuanto cuesta nuestro voto, basta dividir el monto designado para el gasto electoral a los partidos políticos entre el actual padrón de electores, lo que significa que si el día de las elecciones acuden pocos a las urnas el coste del voto se incrementará.

Basta recordar que en las pasadas elecciones presidenciales el coste del voto nacional se aproximó a los sesenta mil pesos, el equivalente a lo que recibe cada mes una institución de atención pública; entonces si no acudimos a realizar nuestro voto indudablemente estaremos afectando la economía del país.

Si las elecciones se te hacen estúpidas, una perdida de tiempo o los candidatos petulantes y faltos de criterio, hay que considerar una cosa, que en toda nuestra vida no tendremos más opciones que decidir por las que se nos presenten, y para algunos efebos es la primera de todas las que tendrán a lo largo de su desarrollo como personas civilizadas. Hay que ser optimista y no defraudarnos porque alguno de los servidores públicos electos nos decepcionan, a pesar de no saber conducir automóvil y ni siquiera mi vida la sé manejar, aún espero el Volkswagen que hace años cierto postulante nos prometió.

miércoles, 17 de junio de 2009

Escuela aburrida escuela

Como profesor lo que más me deprime en clases es que a mitad de la sesión un alumno bostece tipo león enjaulado, eso para mí es un indicador de que la comunidad estudiantil se está aburriendo con los soliloquios que personificamos en las aulas, y si a ello le agregamos que la mayoría de los jóvenes están embarrados en los pupitres como si se estuvieran derritiendo, algunos otros tienen los clásicos cordones umbilicales que penden de sus orejas conectados al reproductor de mp3 camuflado entre sus ropas, unas cuantas damitas terminan su manicure o engrosan sus labios con el carmín frente el hipnótico espejo de bolsillo que tanto las seduce, ufff... el panorama luce terrible.

Es muy común en las escuelas del nivel medio superior que los estudiantes participen más en los momentos de bromas y chascarrillos entre cada pausa que se suscite durante el avance de la cátedra, que al abordar el contenido programático; lanzamos la pregunta sobre tal tópico de alguna materia escolar, y es seguro que de tanto silencio que se genera a raíz de ella se escuche el sonido del viento como en las películas de vaqueros, caso contrario cuando algún ocurrente narra cierta anécdota alusiva al tema con tintes picaresco, todo mundo se calla y hasta interactúan con él.

Entonces, ¿es necesario recurrir a organizar un despelote o imitar a algún comediante tipo Jim Carrey para hacer atractivas las clases? Siendo honesto en mis inicios docentes cometí el grave error de aparentar ser simpático, buscaba ejemplos burdos y ridículos, que por obvias razones terminaron ridícularizando mi imagen profesional, por otro lado a más de algún estudiante ofendía, pues no faltaba quien tuviera un pariente cercano que se asemejara a lo descrito. Como resultado de tal actitud, me faltaron al respeto, coseché infinidad de motes y alguna que otra reprimenda por parte del personal directivo.

Diversos expertos en el tema atribuyen tal actitud de los educandos a la etapa del desarrollo en la que se encuentran, pues según señalan el fenómeno del aburrimiento en la escuela se pone de manifiesto en la pubertad, gracias a los cambios físicos y mentales que trae consigo el adaptarse a un nuevo mundo académico, que en este caso es el bachillerato.

Esto significa que el proceso de adaptación de la secundaria a la preparatoria muchas veces es otro de los factores que influyen para que ocurra un descenso motivacional que impacte en el desempeño escolar; en las instituciones de educación media superior ya no existe nadie que vigile su comportamiento fuera de las aulas, igual dentro del salón muchos colegas docentes se hacen de la vista gorda con las actitudes fuera de lo normal que algunos estudiantes pongan de manifiesto, con tal de aparentar ser el buena onda.

También muchas veces este aburrimiento crónico repercute en el cristal de la motivación hacia el estudio, el cual se ve empañado por la pésima trayectoria académica de ciertos discípulos, por ejemplo aquellos que generan experiencias negativas con los contenidos escolares, disputas con profesores o entre sus propios compañeros de grupo, y que con el paso del tiempo se traducen en un rotundo fracaso, el cual es difícil de superar o al menos persistir por alcanzar el éxito. Entonces la escuela y los que la integramos nos volvemos para esta variedad de alumnos un tedio, que poco a poco se convierte en suplicio gracias a la terquedad de algunos padres de familia que los obligan a asistir a los espacios educativos, y como dice el dicho, una manzana putrefacta tiende a podrir a las otras.

Con el fracaso a cuestas el alumno considera irremediable su bajo desempeño, es más, lo percibe como algo incontrolable que no tiene sentido de mejora, entonces resulta en vano ocupar un recinto escolar fingiendo atención, elemento que más trabajo resulta de obtener, pues en su cerebro se fraguan temas de otro índole descartando por completo el académico.

Razón por la cual uno como docente debe de competir con los eventos estudiantiles de corte social que se propongan, como lo es fugarse de la escuela para asistir al cine o en el peor de los casos evadir la clase del profesor perenganito porque cansa; y después de transcurrir los minutos alguno de ellos dirá: “ya me estoy aburriendo de no hacer nada, vamos a la escuela a divertirnos con los otros”, y ahí van a incomodar a los que si tienen deseos de estar aprendiendo.

Para estos alumnos resulta más atractivo un desfile por las principales calles de la ciudad con las hermosas y sensuales candidatas a reinas de la belleza del plantel, que estar ocupando un incómodo sitio observando como un señor se siente el mas docto del lugar y pacta con Morfeo para que sus escuchas pestañeen por unos cuantos minutos.

Más, ¿qué sucedería si los estudiantes conscientes de su bajo desempeño buscarán la causa de todos sus males escolares? Tal vez descubrirían que les hace falta desarrollar cierta habilidad para el estudio, la cual se podría recuperar mediante algún método o técnica de aprendizaje, o probablemente sea producto de cierto hábito, costumbre etcétera que les afecta su rendimiento y entonces la modificarían a su favor.

Y uno como profesor qué debe hacer, ¿mantenerse al margen? Expertos recomiendan que los docentes tienen la obligación de informar a sus discípulos sobre las deficiencias que de acuerdo a la asignatura que imparte han detectado, con el propósito de que una vez que estén enterados de ellas las puedan superar, lo cual influirá en la imagen positiva del docente, además de fomentar la confianza y autoestima del estudiante en las clases.

miércoles, 10 de junio de 2009

Estatus desechable

Es común en diversos establecimientos comerciales después de cada compra entregar bolsas de plástico para que sus clientes transporten y protejan a la vez los productos que han adquirido; igual de ordinario resulta que estos las reciclen para trasladar otras cosas. Los usos que se les han dado a esas bolsas varían, desde los que las utilizan como depósito de basura, mochilas escolares, porta lonches, pañaleras, impermeables, fundas protectoras de aparatos electrónicos y domésticos entre otras funciones.

Lo que no saben muchos o probablemente sí están enterados, es que de acuerdo al logotipo impreso en cada una de ellas es la posición que ocupa la persona en la sociedad o dentro de un grupo en particular, lo que significa que entre más categoría tenga la tienda que la expide más reflejará el poder adquisitivo de quien la porta.

Existe todo un Rankin que de forma categórica especifica el nivel social de la persona que la recicla; muchas de las veces fomentado por el orgullo de pertenecer a cierto estrato adquisitivo, es decir, refleja taxonómicamente qué tan pudiente es la persona. ¿En qué puesto se encuentran las que te venden en lugar de regalarte esas tiendas que te inspeccionan de forma aduanal como si les hubieras hurtado tus compras al salir?

Así observamos a sujetos que con orgullo sacan su basura en alforjas de grandes almacenes de prestigio y tiendas departamentales de alta calidad, es más, las acomodan de tal forma que los vecinos puedan darse cuenta en donde adquieren sus abarrotes o ropas. Si por una casualidad hermosa del destino salen fuera del país muchas de las veces a su regreso como souvenir cargan con todas las bolsas desechables que en las tiendas de aquellos lugares les dieron, con el firme propósito de lucirlas entre sus conocidos portando lo que primero se les antoja, la recompensa será la esperada exclamación de “¡a poco fuiste hasta tal lugar!”, y de forma ufana ensanchando la boca platicarán las peripecias de su viaje al extranjero.

Qué sucederá ahora que hace unos meses un representante del senado presentó ante la tribuna la iniciativa que reforma la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, donde de forma estricta se prohíbe la utilización del tipo de bolsas desechables que se han estado haciendo mención, bajo el argumento que el lapso temporal de su descomposición abarca un promedio entre los cuatrocientos y hasta mil años, originando la contaminación de suelos y aguas.

El político que hizo la propuesta aseguró que en países Europeos, Asiáticos y algunos de América del sur ya han implementado tales medidas que sin lugar a dudas reducen o probablemente elimina este contaminante, razón por la cual nuestro país no puede quedar exento.

Como una muestra de ello la quincena pasada que fui de compras a un conocido supermercado al llegar a la caja registradora para cubrir el costo de la mercancía, el jovencito que ayuda a los clientes a empacar, al percatarse de que eran varias las cosas, dejó su puesto y raudo trajo una caja de cartón para ahí depositarlas; con mi clásica interrogante me dirigí a la cajera para saber el motivo por el cual ya no utilizaban bolsas, la mujer tranquila y con acento de conocedora en el ramo explicó que eran medidas ecológicas que la empresa estableció para contribuir a evitar el deterioro de nuestro planeta.

De llegar a aprobarse la citada iniciativa las bolsas pasaran a ser reliquias que con el paso del tiempo se cotizarán en lugares como eBay, deremate.com y mercado libre, como artículos tipo vintage. Así que no queda otra que seguir acuñándolas con miras de hacerse de unas cuantas monedas en cierto futuro no muy lejano.

miércoles, 3 de junio de 2009

Vida parasitaria

El paso de la modernidad en la vida no cabe duda que deja huella, nos hemos rodeado de infinidad de aparatos tecnológicos que con el slogan de facilitarnos el desarrollo, poco a poco forman parte de nuestro diario acontecer, son tan ordinarios y comunes que su utilidad hace mella, cuando carecemos de alguno de estos aparatos nos llegamos a sentir como la encia sin un molar, como el perro sin dueño, como la paloma doméstica sin su jaula. ¿Por qué me atrevo a afirmar esto? En lo corto de mi larga vida he visto o vivido en carne propia los estragos que generan la dependencia hacia ciertos objetos que nos acompañan y acomplejan a la vez.

De niño parecía un pelele hipnotizado o más bien idiotizado por la televisión, por cierto siempre que se descomponía me embargaba una tremenda tristeza parecida al luto o cuando un familiar se enferma. Tiempo después con la creación de los juego de video continué con la vista fija al televisor, este vez tenían cierto movimiento mis articulaciones, izaba los brazos o los corría de izquierda a derecha según la habilidad que ordenará el videojuego; años más adelante permanezco igual de idiota frente a un monitor, ahora es el de la computadora, observando las “bondades” de la Internet. ¿Qué sucede cuándo de forma brusca se corta esa dependencia? Nos sentimos de lo peor, incapaces y llenos de frustración.

Vas a salir a alguna parte, te subes al coche, insertas la llave y no da marcha, sólo se escucha un crujido horripilante, la cochera se inunda de humo cual concierto de algún grupo de Heavy Metal, y el carro no camina, en tu interior pronto comienza a florecer un sentimiento de impotencia, te decepcionas al grado de abandonar la actividad que ibas a realizar y desmotivado te pones a huelga ese día, como si fueras vehículo del D.F. colocas tu propio letrero de “Hoy no circula”; y efectivamente ese día y los demás que pasará el automóvil en el taller te mantendrás autoexiliado, bajo la triste consigna de que no te puedes mover.

Te encuentras en algún sitio de nuestra velocísima ciudad y descubres que olvidaste el teléfono celular en ninguna parte, comienzas a preguntarte cuántas llamadas se te han perdido, los mensajes de texto sin responder que probablemente en esos instantes está recibiendo el móvil; la angustia te embarga cuando imaginas si te llegara a ocurrir un accidente, ¿cómo sabrían tus parientes de ese lamentable suceso? De forma viceversa el cerebro empieza a fraguar que tu abuelita, madre o algún hijo de pronto sufren de una repentina enfermedad y tristemente se encuentran solos sin que nadie los auxilie; mientras sigues ahí aislado, incomunicado, gracias a ese fatal descuido.

Hace unos meses diversos medios difundieron la noticia que el uno de abril atacaría a todas las computadoras que abrieran archivos por la Web un gusano viral llamado “Conficker”, el cual prácticamente al activarse fragmentaría el disco duro de la PC hasta desaparecerlo; la advertencia consistía en no utilizar la red por ese día, inmediatamente la incomodidad no se hizo esperar; de nueva cuenta tu persona es invadida por una desgraciada inseguridad, ¿y ahora qué voy a hacer en mi empleo sin poder conectarme al Messenger o poder consultar mi correo electrónico? ¿Cómo voy a trabajar?

La molestia por no poder conectarse a la red en algunos centros laborales se fue incrementando hasta el grado de no hacer lo que verdaderamente tendría que desempeñarse de forma laboral, justificando que sin espacio virtual no se podía ejercer el empleo de forma idónea. ¿Pero cómo va a ser tan necesario este recurso si algunas de esas inquietas personas se desempeñan en el ramo de la contabilidad, la administración, el secretariado incluso hasta la docencia?

El enfado habría cundido a mayores si se hubieran enterado que en realidad se trataba de una broma consecuencia de que en algunos países del hemisferio norte el uno de abril se conmemora el “April´s Fool Day”, que es algo así como el equivalente al día de los inocentes en América; y al igual que acá se hacen bromas, las cuales varían desde las más pesadas hasta las simples o cándidas, obvio esta vez fue buena parte del planeta a los que nos convirtieron en el hazmerreír.

Siendo honesto no logro concebir el hecho de que gracias al uso de los supuestos “utensilios” o “triques tecnológicos” hemos olvidado algunas funciones ordinarias que hacíamos antes sin la supuesta ayuda de éstos; a veces llego a creer que la vida sin ellos era menos complicada, y que realmente no concurre esa supuesta interdependencia que se llega a considerar existe entre tales objetos y uno; más bien se trata de un esnobismo generado a partir de la influencia comercial que fomenta tal dependencia. Cuenta la historia que el filósofo griego Sócrates siempre al llegar a los sitios en Roma donde se desarrollaba la venduta, sabiamente exclamaba “cuántas cosas venden aquí que no necesito”.

Esta frase me recuerda la ingrata experiencia de una conocida que invirtió sus ahorros en un costoso equipo gimnástico que supuestamente moldearía su figura. A diario, hora y media se dedicaba a utilizarlo, pasados lo meses se topa con su tía a la cual tenía más del año de no verla. La pariente una vez que la brazo y beso en la mejilla, con una sonrisa en la boca pronuncia lapidariamente, “¡Mira que bien te ves! Se nota que te va de maravilla, es más estas más cachetoncita”. ¡Qué onda! ¿De qué se trata? Aquí si la dependencia cortó de tajo el cordón umbilical, dándose cuenta de que no todo lo que brilla gracias al marketing publicitario es oro, bueno para las firmas comerciales claro que si lo es.